Círculos de diálogo en Panambi

Dossier

QUID 16. Revista del Área de Estudios Urbanos.
Núm. 21 (2024)
DOI: 10.62174/quid16.i21_a306

Círculos de diálogo en Panambi

Un ejemplo de praxis ecofeminista en el Área Metropolitana de Buenos Aires, Argentina

Ana Lis Rodríguez Nardelli a;c ORCID
analisrn@gmail.com

Albertina Maranzana b;c ORCID
albertamaranza@gmail.com

a Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación, Argentina. ROR
b Asesoría Tutelar del Poder Judicial de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. ROR
c Colectiva Demetra, Argentina.

Resumen

El presente trabajo describe la experiencia de educación ambiental, feminista y popular desarrollada con las trabajadoras de la Cooperativa Panambi (Buenos Aires, Argentina) y los espacios de diálogo y construcción de conocimiento generados en el proceso, con una metodología que sumó a las herramientas de la teoría feminista los aportes de la mirada interseccional así como del paradigma de la decolonialidad, constituyendo prácticas que pueden ser enmarcadas dentro del ecofeminismo de carácter constructivista vinculado a la promoción de la salud socioambiental.

Palabras claves: Ecofeminismo; Feminismo; Decolonialidad; Círculos de Palabra; Salud socioambiental; Género y Naturaleza.

Abstract

This paper describes the experience of environmental, feminist, and popular education developed with the workers of Cooperativa Panambi (Buenos Aires, Argentina) and the circles of dialogue and knowledge construction generated, using a methodology that combined feminist theory tools with contributions from an intersectional perspective as well as the decolonial paradigm, constituting practices that can be framed within a constructivist ecofeminism linked to the promotion of socio-environmental health.

Keywords: Ecofeminism; Feminism; Decoloniality; Dialogue Circles; Socio-environmental health; Medicinal Plants; Gender and nature.

Recibido: 2024/2/1; Aceptado: 2024/4/26.

Introducción

Nos encontramos ante desafíos sin precedentes en la historia de la humanidad. El modo de producción imperante ha desencadenado una crisis socioclimática profunda (Svampa y Viale, 2020).

Se abre la necesidad de contar con un gabinete de crisis (Puleo, 2011), una forma de acercarnos a la coyuntura atendiendo los efectos de la racionalidad moderna y tecnocientífica en el tejido de la vida.

En este contexto, el ecofeminismo nace en los años setenta del siglo pasado como una corriente de pensamiento y un movimiento social que explora los encuentros y posibles sinergias entre ecologismo y feminismo. A partir de este diálogo, potencia la riqueza conceptual y política de ambos movimientos, de modo que el análisis de los problemas gane en profundidad, complejidad y claridad (Puleo, 2011, citado en Herrero, 2015). Esta filosofía y práctica afirma que el modelo económico y cultural occidental avanza de espaldas a las bases materiales y relacionales que sostienen la vida y que “se mantiene por medio de la colonización de las mujeres, de los pueblos”extranjeros” y de sus tierras, y de la naturaleza” (Shiva y Mies, 1998, p. 128). Frente a esto, propone la movilización y organización en defensa de la vida (Herrero, 2015).

El compromiso con este movimiento desde América Latina nos guió en la construcción de un proyecto que llamamos Colectiva Demetra, en honor a Demetra, la diosa griega de la agricultura1 quien es la protectora de las cosechas, de los granos, de los árboles. Y es colectiva porque es en conjunto, es plural.

En este contexto, desarrollamos talleres socio educativos y espacios de lectura y formación horizontal junto a organizaciones principalmente ubicadas en la provincia de Buenos Aires, Argentina: la Escuela Quinta Esencia de la Asociación Civil Amartya (Mar Chiquita), la Biblioteca Popular Juan María Becciú (Ciudad Autónoma de Buenos Aires), el barrio abierto Angirú (Escobar), la Cooperativa de Trabajo Frutos del Campo de San Pedro y la Cooperativa Panambi del Movimiento Popular La Dignidad (Virrey del Pino).

El presente trabajo hace hincapié en la experiencia junto al colectivo de trabajadoras de Panambi, la Cooperativa mencionada, dedicada a la producción agroecológica de hortalizas en el Gran Buenos Aires. Desde agosto de 2021 hasta la actualidad, y a propósito de una convocatoria realizada por la Cooperativa,2 implementamos encuentros periódicos junto a las trabajadoras desde un enfoque de educación ambiental popular y ecofeminista.

Revisión de la violencia epistémica moderna: nuestro marco conceptual

El pensamiento filosófico moderno se encuentra signado por su carácter antropocéntrico y por una concepción utilitarista de la naturaleza (racionalidad instrumental).

Como investiga Carolyn Merchant (2023) en su obra La muerte de la naturaleza, en el pasaje de la antigüedad clásica a la modernidad se produce la transformación de una cosmovisión organicista a una cosmovisión mecanicista que legitima el dominio de los seres humanos por sobre la naturaleza. Con ese cambio queda atrás una época en que

se enfatizaba la interdependencia entre todas las partes del cuerpo humano y la subordinación del individuo a los propósitos comunales de la familia, la comunidad y el estado y [se] consideraba que todo tenía vida, desde el cosmos a la piedra más minúscula (Merchant, 2023, p. 7).

El pensamiento animista primaba en las civilizaciones mediterráneas y concebía a la naturaleza como algo sagrado y a la tierra como un organismo vivo. Asimismo, en la sociedad medieval y renacentista, se desplegó una concepción de la estructura social donde se le daba a la armonía del todo mayor importancia que a las partes y donde esta sociedad, caracterizable como orgánica, tomaba como modelo a colonias comunitarias como las de abejas y hormigas (Merchant, 2023).

Sin embargo, durante el siglo XVII comenzaron a fortalecerse los rasgos que constituirán el pensamiento moderno. Fruto de la sensación de desorden que se expandía en la época dada el arrasador legado de la peste negra y los cambios sociales vinculados a una nueva sociedad mercantil, se buscó una nueva forma de entender el cosmos, la sociedad y el individuo: se inicia el uso de la metáfora de la máquina o mecanicismo. Este armazón conceptual construido por destacados científicos de la época como Bacon y Descartes posibilitó que se desarrollara un modelo de control sobre la naturaleza solidario con las necesidades del pujante capitalismo industrial y colonialista. A este proceso, se sumará que la noción de trabajo enarbolada por la Revolución Industrial se apropió de los cuerpos para la regularidad y automatismo exigidos por la disciplina del trabajo capitalista. El cuerpo se convierte en una maquinaria de trabajo. En paralelo, la regeneración y reproducción de esos cuerpos son relegados al ámbito doméstico y el ámbito fabril se desentiende de ello (Federici, 2020).

Se invisibilizaron en este proceso los soportes vitales y relacionales que sostienen la vida en común de nuestra especie y se avanzó con la colonización de los cuerpos y saberes de las mujeres, de la tierra, de la naturaleza.

Además, el andamiaje modernizador se apropió “sin titubeos ni vergüenza de saberes, estéticas, técnicas y filosofías de los pueblos a los que sometía y cuya civilización negaba” (Vergès, 2022, p. 28). Producto de la mentada Revolución Científica, un sistema de construcción y validación de conocimientos se erigió como el administrador de arbitrarias barreras entre saberes. Se abrió la segmentación entre los conocimientos postulados por las o los especialistas o expertos y la esfera de la ignorancia o desconocimiento de quienes no lo eran (Shiva y Mies, 1998).

La violencia epistémica y material de considerar como únicamente válidos los saberes legitimados dentro del ambiente cientificista subyuga desde entonces el despliegue de prácticas, conocimientos y relaciones de las personas y comunidades en el mundo y con el mundo, abriéndose un abismo que segrega entre conocimientos válidos y no válidos, entre aquello que tiene valor y lo que no lo tiene. El reduccionismo científico, la Revolución Industrial y la economía capitalista constituyen un entramado que sirve a la simplificación de los sistemas, a su reducción a análisis de rentabilidad y al dominio y desvalorización de aquellos ámbitos de regeneración (agencia, conocimientos, semillas, los cuerpos de las mujeres). De esta forma, las jerarquías se vuelven uno de los pivotes centrales del mundo patriarcal.

Identificamos entonces gestos históricos, epistémicos y políticos de este dispositivo moderno. En particular, queremos detenernos en la conceptualización de “injusticia epistémica” tipificada como fenómeno social por Miranda Fricker (2017) y que tiene correlato con el “epistemicidio” presente en la obra de Boaventura de Sousa Santos, la investigación de Gayatri Spivak sobre “violencia epistémica” o bien la matriz de “colonización intelectual” develada por autores decoloniales como Silvia Rivera Cusicanqui (Santamaría Latova, 2023).

La obra de Fricker nos permite puntualizar las limitaciones que tiene la participación discursiva de personas que se encuentran en una posición social de subalternidad (Santamaría Latova, 2023) y las consecuentes condiciones de vulnerabilidad que de esta limitación se desprenden. Fricker puntualiza que las situaciones de “injusticia epistémica” se producen cuando no se reconocen en el otro capacidades esenciales del ser humano como su razón práctica o la reflexión crítica (Nussbaum, 2012) ni la forma en que los individuos contribuimos a construir conocimiento colectivo y entendimiento del mundo. Estas situaciones requieren, para acontecer, de relaciones de poder que configuran las posiciones de subordinación estructural en nuestra sociedad.

Proponemos que el caso de Panambi y las situaciones que atraviesa el colectivo de trabajadoras migrantes en América Latina sea comprendido desde la mirada del feminismo contemporáneo, que señala cómo algunas experiencias de discriminación social no son aditivas sino que se intersectan y por tanto constituyen una situación específica de subordinación, donde la desigualdad no es el resultado de un único eje de distribución diferencial de grupos (clase social, género, edad, estatus de ciudadanía), sino por la interacción que se produce entre los diferentes ejes de distribución (Sales Gelabert, 2017).

En esa línea, trabajamos desde la perspectiva de alentar nuevos vínculos de solidaridad, no jerárquicos sino de compañerismo y también la autonomía como aspecto del poder popular que involucra “la capacidad de los sujetos colectivos de reconocer y formular sus demandas, sus objetivos y el camino para conseguirlos” (Korol, 2008, p. 36).

Dada esta caracterización, rescatamos la noción de género como herramienta y posicionamiento ético-político que cuestiona la histórica desvalorización sufrida por las mujeres y propicia un mundo donde se celebra la vida que puede ser construido desde el enfoque de la participación-acción, desde el feminismo comunitario (Paredes, 2013). Es decir, no se reificó la situación de las trabajadoras, sino que, como se describe en las siguientes páginas, se desarrolló una propuesta de trabajo desde la educación popular en pos de poner en cuestión la situación de injusticia epistémica referenciada.

La invisibilización de la trama de la vida

Frente a estas miradas hegemónicas, sostenemos que la vida de las personas tiene dos insoslayables dependencias: la que cada persona tiene de la naturaleza y la de otras personas. Los seres humanos obtenemos lo que precisamos para estar vivos de la naturaleza: alimento, agua, cobijo, energía, por eso decimos que somos seres ecodependientes, somos naturaleza. Y, además, cada ser humano presenta una profunda dependencia de otros seres humanos. Durante toda la vida, las personas no podríamos sobrevivir si no fuese porque otras dedican tiempo y energía a cuidar de nuestros cuerpos y sentires. Esta segunda dependencia, la interdependencia, con frecuencia está más oculta que la anterior (Herrero, 2015).

En las sociedades patriarcales, quienes se han ocupado mayoritariamente del trabajo de atención y cuidado a las necesidades de los cuerpos vulnerables son en su mayoría las mujeres porque ese es el rol que impone la división sexual del trabajo en ellas. Este trabajo se realiza en el espacio privado e invisible de los hogares, organizado por las reglas de la institución familiar (Herrero, 2015). Aún siendo insustituibles para la sostenibilidad de la vida (la esfera del mercado no tiene capacidad para sostenerse y reproducirse de forma autónoma) el desempeño de estas tareas ha sido históricamente subvalorado simbólica, económica y socialmente: la desvalorización ubicua del ser mujer redunda en la escasa valoración de las tareas por ellas ejecutadas (Folbre y Nelson, 2000).

Estas tareas de cuidados son una dimensión central del bienestar social e incluyen “el autocuidado, el cuidado directo de otras personas (la actividad interpersonal de cuidado), la provisión de las precondiciones en que se realiza el cuidado (la limpieza, compra y preparación de alimentos) y la gestión del cuidado” (C. M. Rodríguez Enríquez y Marzonetto, 2016, p. 105). Y, ya sean de carácter remunerado como no remunerado, junto con los bienes y servicios necesarios para la reproducción social y cotidiana de la vida componen la economía del cuidado.

Las tareas de cuidados, así como otras prácticas y experiencias que atraviesan especialmente las vidas de las mujeres y feminidades, se configuraron en oposición a las actividades realizadas en el ámbito público las cuales se presentan como excluyentemente productivas y generadoras de ingresos y son dominadas por el desempeño de varones.

La confluencia de estos procesos sociales e históricos se traduce en una fuente de desigualdades sociales y de género (Pautassi y Zibecchi, 2014; C. Rodríguez Enríquez, 2001). En palabras de Laura Pautassi:

Si existe un tema que atraviesa todas las áreas y que constituye un obstáculo concreto para que las mujeres puedan lograr una situación de igualdad de oportunidades: […] es la existencia de una división sexual del trabajo que continúa perpetuando a las mujeres como las principales […] encargadas del cuidado (Pautassi y Zibecchi, 2014, p. 11).

Condicionamientos y estereotipos sobre los lugares que deberían ocupar tanto hombres y mujeres en la sociedad influyen aún hoy en sus elecciones con relación al empleo e inciden en la organización de la vida laboral y familiar, fortaleciendo la persistencia de uno de los factores determinantes de la desigualdad social contemporánea (Martínez Franzoni y Voorend, 2013).

Estas diferencias se expresan en la “interrelación entre la estructura familiar, la organización del mercado de trabajo y las actuaciones del Estado” (Valenzuela, 2003, p. 47). Y esto afecta la percepción de la naturaleza: todo lo que no sea un cultivo productivo peca de ser visto como accesorio, descartable. Hemos perdido la capacidad de ver esa trama vital que une la alimentación con los cuidados, el bienestar y la salud, algo que procuramos volver a reunir en el próximo apartado.

Los conocimientos sobre plantas medicinales como parte de la salud socioambiental

En el marco de la defensa de la salud, el ecofeminismo ha resaltado cuestiones que afectan fundamentalmente a mujeres del hemisferio sur. Alicia Puleo (2011) señala tres de ellas: los efectos negativos que el desarrollo capitalista está provocando en estos países; la importancia de visibilizar los conocimientos que tienen las mujeres en la defensa y la gestión de sus bienes naturales y la centralidad de los movimientos campesinos de lucha por la defensa de estos bienes con una fuerte presencia y protagonismo de las mujeres. Las mujeres se constituyen en sujetos emergentes en la gestión del ambiente y de la salud en sus comunidades al hacer oír sus voces como un camino indiscutible hacia su fortalecimiento y el cuestionamiento de relaciones desiguales de género a nivel local (Busconi, 2017).

Así, mientras la Organización Mundial de la Salud conceptualiza a la salud como “un estado de completo bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades” (1946, p. 1), desde el Instituto de Salud Socioambiental de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario se puntualiza que ese estado de equilibrio biopsicosocial es endeble porque impulsa lógicas de dependencia y sometimiento a quienes se identifican con contar con el poder de brindarnos herramientas para sostener dicho equilibrio: los y las profesionales de la medicina y la industria farmacéutica (Verzeñassi, 2010).

Se naturaliza la dependencia de la industria farmacéutica (definida como un complejo médico hegemónico-industrial-militar-policial) y se niega la posibilidad de la salud como parte de un ciclo vital. En contrapunto con esto, es posible recuperar una visión integral de la naturaleza para entender la complejidad de los procesos de salud-enfermedad de los seres humanos (Verzeñassi, 2010).

Se propone pensar la salud vinculada con los elementos aire, agua, suelo, vida microbiana, vida vegetal, vida animal (dentro de la cual está la humana) en una integridad atmosférica: no es posible la salud de los seres humanos en territorios enfermos. O como resalta Vandana Shiva la interdependencia (física y emocional) de todas y todos como especie y la ecodependencia (nuestro vínculo de dependencia con el ambiente) son características inmanentes a lo vital (Shiva y Shiva, 2021).

Así, podemos redefinir la salud como “el ejercicio del derecho a luchar por una vida digna, fortaleciendo las diversidades, deconstruyendo las hegemonías, condición esencial para la libertad de los sujetos y de los pueblos” (Verzeñassi et al., s. f., p. 3).

Esta perspectiva es el resultado de un diálogo cooperativo y solidario entre tres grandes campos del saber: la ecología política, el pensamiento ambiental latinoamericano y la epidemiología crítica. A través de esta intersección es posible identificar la forma en que las decisiones políticas que se toman sobre nuestros territorios afectan la vida de las comunidades y ello, en diálogo con el campo de la salud colectiva, explica desde la epidemiología crítica porqué los modos de transitar nuestros ciclos vitales, enfermar y morir, se encuentran en interrelación con lo que ocurre en nuestros territorios, escenarios donde acontece la vida, lugar donde puede transcurrir la existencia con dignidad. De esta forma, “cualquier territorio es un territorio de la diferencia en tanto implica una formación ecológica, cultural y socialmente única de lugar y de región [...] es la comprensión y defensa de la vida en sí misma, en todas sus complejas manifestaciones” (Escobar, 2010, p. 40).

Como afirmó una compañera de Panambi, plantas, conocimientos y tratamientos están unidos:

Gracias a la naturaleza que nos da todo, a las plantas y a los conocimientos compartidos que ahora sabemos para qué es cada una. Ahora cuando tenemos dolor de hígado, agarramos una planta hervimos y tomamos y se nos pasa y así para fiebre, para el dolor de cabeza y todo eso (Entrevista a Celestina, trabajadora de Panambi, presentación del libro Plantas Compañeras, San Pedro, 2023).3

Con las mujeres de Panambi trabajamos en torno a esta dimensión de la salud, reconociendo el uso especies de plantas nativas y medicinales, entendiendo como la autogestión de la salud se hace palpable si estamos en contacto con nuestra historia y con nuestro territorio. De esta forma, los conocimientos de las propiedades terapéuticas de las plantas forman parte del recorrido de fortalecimiento de las mujeres a nivel individual y colectivo.

Producción agroecológica y cooperativista: la Cooperativa Panambi

La Cooperativa Panambi es un proyecto educativo y productivo,4 que nace en diciembre de 2019 y se emplaza en seis hectáreas ubicadas en la zona rural de la localidad de Virrey del Pino, La Matanza, provincia de Buenos Aires. Forma parte del Movimiento Popular la Dignidad5 y tiene sus antecedentes en la Cooperativa La Foresta, que también pertenece al mismo movimiento y que desde inicios de 2018 desarrolla una huerta educativa en las cercanías de Panambi.

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Figura 1. Abrazo simbólico al cantero medicinal colectivo, 8 de marzo de 2022.
Fuente: Correa (2023).

Ambos proyectos surgen en el marco de la iniciativa “La Marcha al Campo” [LINK] que propone que extensiones de tierras fiscales ociosas sean destinadas a emprendimientos productivos en asociación con cooperativas de trabajo, con la idea central de favorecer que las personas de la ciudad puedan migrar hacia al campo, obtengan la posibilidad de producir su propio alimento y se desaliente el hacinamiento de las urbes.

Esta iniciativa impulsó que mujeres del barrio Cildañez (ex villa 6 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires) en su mayoría provenientes del colectivo de trabajadores originarios de Bolivia se acercaran a los impulsores de “La Marcha al campo” dando inicio a los primeros pasos de lo que luego sería Panambi.

El terreno de la Cooperativa se encuentra ubicado en una antigua zona de quintas productivas que fueron abandonadas con el auge del modelo agroexportador sojero a fines del siglo XX. Esos espacios fueron loteados para la venta a particulares que los destinaron a construir casas de fin de semana. Panambi permanece hoy como uno de los pocos bastiones productivos de la zona.

Allí, se dedican a labrar la tierra sin agrotóxicos y a cuidar los cultivos diversos para el armado de bolsones agroecológicos que luego son distribuidos en ferias y restaurantes de CABA. Los ingresos obtenidos por esas ventas se distribuyen entre las y los trabajadores del grupo los cuales se suman a las prestaciones dinerarias que reciben al participar en el Programa Potenciar Trabajo,6 lo cual resulta una experiencia de formación y capacitación al mismo tiempo.

En el predio se desarrolla la idea de granja integral: la producción hortícola dialoga con la apicultura, un vivero de plantas nativas, la producción de biopreparados para nutrir el suelo y, recientemente incorporados, cerdos para la producción de carne y vacas para la producción de leche.

La Cooperativa se vincula con vecinos productores de la zona a través de lazos de colaboración mutua y cotidiana, con el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) que brinda apoyo técnico formal, con el Ministerio de Desarrollo Agrario de la Provincia de Buenos Aires y con el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, además de ser parte del Movimiento Popular La Dignidad. El reconocimiento estatal como cooperativa se encuentra en trámite ante el Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES), mientras tanto, todos los días se trabaja para sentar las bases del ánimo cooperativista en tensión con el modelo hegemónico capitalista ya conocido.

En la actualidad conforman la Cooperativa dieciocho personas, entre ellas un grupo que vive en el predio que sostiene la producción diaria y otro grupo que acude allí desde la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Para el funcionamiento cotidiano, se dividen las tareas de cultivo y cosecha, además de las ventas y tareas administrativas.

La propuesta: círculos de diálogo y educación ambiental y popular

A partir de la convocatoria que nos realizó la Cooperativa, nos propusimos como objetivo fortalecer los lazos de diálogo y confianza entre las trabajadoras, quienes en la mayor parte de los casos no se conocían entre sí antes de trabajar juntas.

Así, se diseñó un taller de educación ambiental desde una perspectiva de educación popular con herramientas didácticas orientadas a conectar las indagaciones ecofeministas a la realidad cotidiana del grupo (Korol, 2008; Lagarde, 2015).

La primera etapa se inició al congregar a todas las trabajadoras para recorrer el predio con una mirada diferente a la cotidiana: no nos detendríamos en los cultivos plantados con fines productivos sino en todas las especies vegetales que estaban allí también presentes y que pueden tener múltiples vínculos con nosotras. Esta actividad permitió que luego, reunidas en el salón de encuentros de la Cooperativa, todas pudiéramos presentarnos de la mano de las plantas seleccionadas y un fragmento de nuestras historias personales.

Abierto el espacio de encuentro junto a las mujeres de la Cooperativa (alrededor de quince trabajadoras), nos concentramos en mantener dos ejes generales y uno transversal: por una parte, plantear una pauta didáctico-metodológica clara, por otro, establecer un recorrido temático que fuera adaptándose a los emergentes de cada uno de los encuentros, y por último, convenimos en trabajar con las plantas del predio que son reconocidas por sus usos medicinales por parte de las trabajadoras.

Identificamos como fundamental el reconocimiento de la diversidad de trayectorias laborales, migrantes y personales de cada una de las cooperativistas. En materia de su relación con la labor agrícola, por ejemplo, la mayoría de las y los trabajadores de la Cooperativa no cuentan con experiencia laboral en tareas agrícolas ya sea extensiva o bien agroecológica. Sin embargo, su relación con el ambiente rural es estrecha: como trabajadoras migrantes provenientes de zonas periurbanas de Paraguay, Bolivia y Perú en muchos casos, los vínculos y experiencias de cultivo, recolección y uso cotidiano de plantas y vegetales se hicieron evidentes en cada ronda de conversación.

En términos didácticos y metodológicos, se propusieron, planificaron y diseñaron quince encuentros quincenales que permitieron la construcción (y reconstrucción) horizontal y colaborativa de saberes apelando a las memorias familiares y experiencias cotidianas. A lo largo de más de un año de talleres se instrumentaron técnicas de facilitación que facilitaron construir una metodología signada por el intercambio, la reflexión y el hacer colectivo.

Siguiendo la propuesta de los círculos de palabra de Paulo Freire (2013), convocamos a que la pauta sea el encuentro para compartir: el desayuno, la conversación, la mesa entre pares. Círculos emancipatorios que alentaron la reflexividad constante, la co-construcción de un mundo habitado, con vínculos solidarios, sensibles, empáticos.

A este eje didáctico se le articularon otras propuestas como la elaboración de un herbario fotográfico colectivo y la plantación y cuidado de un cantero de plantas medicinales y nativas (incluidas en el cuadro siguiente).

Por otra parte, desde un aspecto conceptual, se hizo hincapié en nociones centrales del movimiento feminista como la desnaturalización de los roles de género y la división sexual del trabajo, la visibilización de la economía del cuidado y aspectos clave del ecofeminismo como la ecodependencia, la interdependencia y las históricas condiciones de invisibilización que han sufrido el trabajo y los saberes de las mujeres, especialmente aquellas que trabajan la tierra y producen alimentos.

El diálogo permitió la visibilización de los roles tradicionalmente asignados a las mujeres, así como el impacto de las experiencias de violencia simbólica y física sobre nuestros cuerpos y el arrasador uso de los bienes naturales que el sistema hegemónico propone: todas dimensiones evidenciadas como la matriz con la cual hemos sido socializadas. Dialogamos sobre la historicidad de la apropiación de la naturaleza con fines productivos, la distribución de tareas según los géneros, los vínculos entre el patriarcado y el capitalismo y también las alternativas contemporáneas e históricas frente a esto, en función asimismo de jerarquizar el rol histórico que tienen iniciativas como Panambi en este camino.

Comenzamos preguntándonos entre todas: ¿qué actividades hacemos durante cada día? Allí, taller tras taller, se nombró como “trabajo” aquellas tareas productivas y reproductivas, ya cuando son remuneradas como cuando no lo son y, por tanto, pasan muchas veces desapercibidas incluso por nosotras mismas. Reflexionamos: si son extensos los momentos de cuidado de otros durante el día, ¿cuáles son las horas en que me cuido?, ¿quién me cuida? Y es allí donde puede trazarse una red de compañerismo entre las trabajadoras que puede ser también lugar de cuidados.

Paulatinamente, al recorrer nuestras historias personales y la genealogía de nuestras familias la historia social de la humanidad se hace carne. El dolor ya no se siente individual. Aparece el reconocimiento de situaciones de maltrato, violencia, falta de oportunidades para las mujeres que somos. Nuestros cuerpos y deseos se configuran como otro de los territorios en los cuales se ejerce la violencia patriarcal, moderna, extractivista. Sentimos entonces que nuestros cuerpos son “el primer territorio” (Cabnal, 2019) para reconocernos y donde puede darse el ejercicio de lucha. Y al mismo tiempo nuestros cuerpos, junto a nuestra palabra, se vuelven herramientas para la transformación, para el disfrute y la libertad.

Así, las preguntas-guía permitieron organizar el intercambio colectivo de dificultades pasadas, de experiencias de crianza, la comparación entre sus formas de socialización y la forma en que ellas maternan. Otra actividad, “Cuerpo Territorio” permitió identificar los puntos de vinculación entre la organización y otros movimientos de mujeres, además de la articulación entre la defensa del territorio y la defensa de los derechos de las mujeres.

Con los círculos de palabra orientados a temáticas ancladas en la experiencia cotidiana podemos pensarnos, decir en voz alta miedos, heridas y sueños. La perspectiva feminista nos permite tener presente que cada experiencia personal es al mismo tiempo un hecho político, es social. Al compartir, salimos del encapsulamiento que nos han enseñado y que debilitó nuestro sentido de pertenencia por fuera de nuestras familias, socavando el sentido de comunidad.

Esto se refleja en palabras de las mujeres de Panambi:

al hacer encuentros entre mujeres podemos unirnos, podemos levantarnos. Muchas veces no sabemos valorarnos a nosotras mismas y ahí el apoyo del grupo es fundamental (Entrevista a Vicky, trabajadora de Panambi, 19 de septiembre de 2023).

Asimismo, la revinculación con experiencias personales o familiares de uso de las plantas con fines terapéuticos se convirtió en uno de los ejes de trabajo del grupo. Esto tuvo como fin visibilizar y revalorizar sus conocimientos para el cuidado de la salud personal, familiar y colectiva. Se reflexionó sobre el impacto del sistema colonial en la valoración de los saberes tradicionales, especialmente vinculados al uso medicinal de las plantas. En el intercambio colectivo surgieron paralelismos con foco en las soluciones brindadas por la industria y el mercado, en desmedro de otros saberes, y se profundizó en torno a las prácticas de consumo familiar de plantas medicinales (infusiones, cataplasmas, especialmente). Las conversaciones confluyeron en la redacción y publicación del libro Plantas Compañeras. Las plantas medicinales de Panambi a través de sus mujeres (Correa, 2023)7 que sistematiza el recorrido mencionado. Y este camino estuvo signado por lo colectivo y solidario:

Todo lo que somos y lo que sabemos es de todos los compañeros, a pesar de cada compa que no quiere hablar, pero sabe un montón también, solo que son tímidas.
La experiencia del libro nos dió una muestra de las cosas que podemos hacer, mejoró las relaciones entre nosotras y nos unió más como grupo (Entrevista a Mirna, trabajadora de Panambi, 19 de septiembre de 2023).

Dado que muchas de las trabajadoras son migrantes de países limítrofes de Argentina, en todo momento se trabajó la dimensión identitaria presente en la circulación de sus conocimientos y el valor de su socialización en el ámbito ampliado de la Cooperativa. Este recorrido abrevó en la perspectiva decolonial y del ecofeminismo interseccional como modo de revisar críticamente cómo múltiples identidades pueden determinar situaciones de injusticia epistémica, contribuyendo a que muchas trabajadoras sufran diferentes tipos de discriminación y padezcan desventajas dada la combinación de estas identidades.

En efecto, la propuesta de los círculos de diálogo pudo abrir nuevas formas de comunicación en el grupo. Como afirma Delfina:

Cuando empezamos a hablar, empezamos en esta misma mesa donde estamos sentadas. Vinieron las chicas y ahí empezamos, hablamos todo y después nos salió del tema de las plantas y todas sabían un poco de todo y era buenísimo, cada encuentro no se terminaba, y se hacía como una hora más de reunión, así sentadas hablando todo hasta la tarde y eso yo creo que fue muy lindo, porque la verdad que se compartieron muchas cosas (Entrevista a Delfina, trabajadora de Panambi, presentación del libro Plantas Compañeras, San Pedro, 2023).

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Figura 2. Círculo de conversaciones con las trabajadoras de la cooperativa Panambi, invierno 2021.
Fuente: Correa (2023).

El ánimo de encuentro permitió entablar una relación estrecha y sorora con el grupo que, como un hilo invisible, fue tejiendo una trama virtuosa entre teoría y práctica y brindó mayor intimidad para que pueda surgir la palabra.

Tabla 1. Detalle de la Planificación Final de los encuentros.
N.° de Encuentro Temática de la clase Conceptualización y actividades
1 Presentación del Taller. Introducción a conceptos centrales del enfoque de género. Actividad grupal de presentación. Recorrido por el predio. Intercambio de experiencias a partir de preguntas-guía. Conceptualización de situaciones individuales desde una mirada social y de género.
2 Ecofeminismo: el movimiento y el paradigma, ideas principales, horizonte de construcción colectiva. Identificación colectiva de ideas principales del feminismo y el ecologismo y sus puntos de encuentro. Aplicación a la realidad cotidiana de estas conceptualizaciones.
3 Decolonialidad: definición, importancia para las comunidades de América Latina de este enfoque. Reflexión colectiva sobre trayectorias migratorias, la historia de América Latina e impacto de la matriz colonial en las relaciones sociales, laborales, los vínculos entre los géneros.
4 Recuperación de saberes familiares y comunitarios en torno al uso de plantas medicinales. Círculo de memorias y saberes personales y comunitarios vinculados al uso de las plantas.
5 Las eco regiones bonaerenses: características, historia y actualidad de los usos socio-productivos de la zona. Identificación colectiva de las características del paisaje en el que se encuentra la producción agroecológica.
6 Plantas nativas y exóticas: identificación, aporte a la biodiversidad local, reconocimiento y cuidados.  Recorrido de identificación y recolección de plantas espontáneas medicinales o nativas que estén presentes en la zona.
7 Géneros y estereotipos de géneros. Reflexión colectiva acerca de los roles históricamente asignados a mujeres y hombres en relación con el trabajo asalariado y el cuidado de personas.
8 Economía del cuidado. Identificación de tareas de cuidados no remunerados en la vida cotidiana. Reflexión colectiva desde una perspectiva de igualdad entre los géneros.
9 Biodiversidad y agroecología. Identificación de los vínculos tróficos entre especies de fauna y la flora. Reflexión sobre la sinergia entre la actividad de las abejas (y polinizadores en general), la incorporación de plantas nativas en el predio y la producción agroecológica.
10 Especies con propiedades aromáticas y medicinales: identificación, usos, conservación. Recuperación de memorias y saberes propios vinculados al uso de las plantas. Revisión de técnicas de consumo y preparación.
11 Diseño del paisaje con mirada participativa y agroecológica. Diseño colectivo de cantero de plantas nativas rioplatenses y plantas aromáticas y medicinales (criterios de forma, colores, especies). Plantación inicial.
12 Plantación de cantero para la biodiversidad. Plantación de cien ejemplares de herbáceas y árboles de manera colectiva. Técnicas de plantación, colocación de mantillo, riego.
13 Movimientos de mujeres para la defensa del territorio. Identificación de rasgos de los movimientos de mujeres, ejemplos históricos y actuales en el mundo y en América Latina y Argentina. Actividad cuerpo-territorio.
14 Desigualdades en el mundo laboral entre los géneros. Modalidades de violencias de género, herramientas ante situaciones de violencia de género. Vínculo entre la identificación personal de desigualdades de género en el mundo del trabajo y las brechas existentes a nivel nacional y mundial. Reflexión colectiva sobre diferentes modalidades de violencia de género, socialización de normativa vigente y recursos institucionales y comunitarios.
15 Día de la Mujer Trabajadora: perspectiva histórica, social y personal. Historización del Día de la Mujer Trabajadora. Identificación de los efectos de la organización colectiva. Construcción de alianzas con otras mujeres y los condicionamientos socio-históricos que han dificultado por mucho tiempo esto.
Fuente: Elaboración propia.

Plantas Compañeras: síntesis de un recorrido

Los espacios de diálogo ecofeminista y los círculos de encuentro con y entre las trabajadoras de la Cooperativa permitieron la elaboración colectiva y posterior publicación del libro Plantas Compañeras. Las plantas medicinales de Panambi a través de sus mujeres. Este proceso reforzó la concepción de salud colectiva basada en conocimientos populares y familiares, socializó las múltiples formas de referir a las plantas vinculadas a los orígenes de las trabajadoras, fortaleció sus identidades y propició procesos de autonomía y liderazgo en clave comunitaria que se hicieron palpables en las ocasiones en que el libro fue presentado en público.

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Figura 3. Foto de portada del libro Plantas Compañeras, publicado en junio de 2023.
Fuente: Correa (2023).

La publicación se presentó oficialmente en junio de 2023 en el Bar del Movimiento La Dignidad en el barrio de Villa Crespo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Allí se reflejó una gran sensación de orgullo y autoestima por parte de las protagonistas del libro, además de resaltar el espíritu colectivo de la publicación porque “entre todas escribimos un libro así”:

Nos sentimos importantes. Fue muy lindo compartir el libro y compartir los saberes que aprendemos de nuestras madres y abuelas. Estaría bueno que nunca se pierdan los conocimientos de la naturaleza, la medicina de la naturaleza que nos da todo (Entrevista a Mirna, trabajadora de Panambi).

Esta experiencia nos trae mucha inspiración. Nosotras hemos compartido un montón de cosas con mis compañeras, ha sido una experiencia muy bonita (Entrevista a Delfina, trabajadora de Panambi).

A mí me pareció muy lindo formar parte del libro, compartir nuestros saberes con la gente… después de eso yo me sentí muy importante firmando los libros (Entrevista a Marta, trabajadora de Panambi).

Ese mismo entusiasmo fue vivido en la segunda presentación del libro en la localidad de San Pedro el 16 de agosto de 2023, donde la primera presentación ya había transformado a sus protagonistas, quienes esta vez firmaron todas y cada una de las copias que fueron entregadas a las personas que asistieron allí y expresaron también cómo los aspectos identitarios, vinculados a sus naciones de origen, fueron parte del trabajo:

La verdad, fue muy lindo compartir todo entre tres países, cómo nombramos a las mismas plantas de maneras diferentes, conocer para qué se utilizan y compartiendo acá en el trabajo más todavía con las compañeras fue muy bueno, muy bueno (Entrevista a Eva, trabajadora de Panambi).

La idea del libro y hacerlo nos ayuda en el trabajo cotidiano de Panambi. Nos ayudó a fortalecernos como grupo, a ser mejores compañeras (Entrevista a Carolina, trabajadora de Panambi).

Las experiencias de los círculos de diálogo y los caminos del libro continuaron en otros ámbitos públicos y académicos junto a investigadoras de la Universidad de Bologna, Italia, quienes llegaron al predio a entrevistar al grupo de mujeres en noviembre de 2023 y en el marco de la especialización “Educación Sistémica. Cultivando Ecosistemas de Aprendizaje” de la escuela Pedagogía para la Libertad de Brasil, entre octubre y noviembre de 2023.

Para seguir caminando

Desde el ecofeminismo no buscamos presentar nuevos modelos universales, sino revisar el androcentrismo y el modo de producción dominante. Las narraciones colectivas e individuales de mujeres de todas las latitudes se vuelven una mirada necesaria para la renovación de la ética ambiental, para incorporar la dimensión de la justicia (social y epistémica, tal como resaltan Fricker y Vergés), el cuidado del otro y la atención a la vulnerabilidad. Late la voluntad de construir un mundo otro no a partir de certezas programáticas de líderes omniscientes sino referenciándonos en las experiencias que brotan en los intersticios de este sistema que cruje. La valorización de los cuidados de las personas y la vida toda resulta una pieza clave para la sostenibilidad ecológica y social con criterios de equidad. Como refiere Rita Segato, la perspectiva de la decolonialidad “se propone reatar con lo que existe, con los jirones de comunidad que continúan su camino histórico” (el énfasis es nuestro, Segato, 1998, p. 64) para así abrir sendas en la homogénea modernidad.

Se trata de replantear las nociones de salud, bienestar y enfermedad y la vinculación, con criterio decolonial, de los saberes médicos hegemónicos con aquellos usos fitomedicinales populares que construyen prácticas de cuidados situadas. Asimismo, tal como afirman investigaciones latinoamericanas en la temática, “las contribuciones de las plantas medicinales, y en general de la biodiversidad y el territorio, al bienestar humano, están definidas desde una condición inmanente de autonomía” (Matapí Yucuna et al., 2013, p. 188). Así, la sistematización de estos saberes activos en sus vidas evita que se reproduzcan injusticias epistémicas marcadas por la posición de subalternidad que puedan atravesar fruto de asimetrías de género, sociales, económicas, políticas y culturales (Santamaría Latova, 2023). Como concluyó una compañera de Panambi:

La experiencia de los círculos de conversación y los talleres que tuvimos entre mujeres nos ayudaron a encontrar las cosas que tenemos en común, historias de vida, situaciones al ingresar a este país, historias de nuestras madres y abuelas. Al animarnos a hablar, nos comprendemos mejor, al contar lo que vivimos sabemos qué pasa (Entrevista a Marta, trabajadora de Panambi, 19 de septiembre de 2023).

Esta perspectiva le demanda al campo de la salud pública, por una parte, considerar al territorio como una categoría central en tanto en él se despliegan las dinámicas poblacionales y las determinaciones que producen bienestar o deterioro de los colectivos. Y también implica conectar necesariamente con otros campos de conocimiento para entender la complejidad territorial e incorporar (y no desdeñar) los conocimientos y las praxis de las propias comunidades, que han demostrado que saben conservar y potenciar la vida y la salud y defienden su territorio; lo defienden con arraigo, valentía y tenacidad (Borde y Torres-Tobar, 2017).

Como sostiene Vandana Shiva y Kartike Shiva:

plantar las semillas de la libertad no es imaginario, es un acto consciente, un acto en el que nos hacemos uno con la tierra. La unidad es nuestro ser, nuestra fuente de poder. Nuestro poder para resistir no violentamente. Nuestro poder para cocrear no violentamente (Shiva y Shiva, 2021, pp. 190-191).

La colonización de la realidad por categorías típicas del pensamiento científico moderno europeo ha subordinado la diversidad cultural y política de nuestra región, dominado sus modos de producción, domesticado los cuerpos de las mujeres. Pero estos estandartes de la modernidad son también pasibles de ser conmovidos (Maranzana y Rodríguez Nardelli, 2023).

Michel Foucault (2008) ya advertía que el rol de la academia no es únicamente situarse un tanto en avance o un tanto al margen de lo que sucede en el mundo para desde allí revelar verdades; por el contrario, es inexcusable la puja contra las formas de poder, donde sea necesaria. Así, la lucha para que resulte visible esta trama puede darse desde la teoría, que es una práctica, y desde la investigación-acción como se procura realizar desde estas páginas y la publicación de trabajos como Plantas Compañeras o señeros recorridos como los realizados desde la Escuela de Alimentación Sana y Soberana de la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Tierra (UTT) (Sammartino et al., 2022).

De los intercambios con las trabajadoras de Panambi surgen posibilidades para futuras investigaciones: las interacciones entre factores sociales, biológicos y ambientales y su influencia en la salud y enfermedad tanto individual como colectivamente, sus itinerarios terapéuticos, las prácticas de medicina casera y de autocuidado, la interacción entre los tratamientos y sistemas de atención de la salud con los que interactúan.

En suma, es menester la desnaturalización de las narrativas modernas y totalizantes que permanentemente están hablando a América Latina. Como resalta Eduardo Luis Duhalde (2012), es importante rescatar el carácter social e histórico de la lucha de la humanidad frente a los intereses de los más poderosos, contra la subordinación de grandes colectivos y en favor de la autonomía y el reconocimiento de la razón crítica de las comunidades, en un contexto de defensa y reconocimiento de derechos sociales y políticos. Apelar al intercambio y la revalorización de saberes vinculados a la recolección, la conservación y la preparación de hierbas para su consumo nos adentra en las reivindicaciones del movimiento ecofeminista desde un enfoque práctico y vivencial y en estrecho vínculo con la actividad hortícola desarrollada por la Cooperativa, y nos acerca a los caminos que vale la pena construir y transitar. Quizás para festejar algunos pasos certeros, aunque aún nos resta seguir caminando.

Rodríguez Nardelli: Conceptualización (Conceptualization); Curación de datos (Data curation); Análisis formal (Formal Analysis); Investigación (Investigation); Metodología (Methodology); Administración de proyecto (Project administration); Redacción - preparación del borrador original (Writing – original draft); Redacción - revisión y edición (Writing – review & editing). Maranzana: Conceptualización (Conceptualization); Curación de datos (Data curation); Análisis formal (Formal Analysis); Investigación (Investigation); Metodología (Methodology); Administración de proyecto (Project administration); Redacción - preparación del borrador original (Writing – original draft); Redacción - revisión y edición (Writing – review & editing).

Referencias bibliográficas

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Correa, S. (Ed.). (2023). Plantas compañeras. Las plantas medicinales de Panambi a través de sus mujeres. Cooperativa Panambí, Colectiva Demetra, Movimiento La Dignidad. https://drive.google.com/file/d/12plOdn3zBfv8dYuKjjE4fhqQdUt-hyFy/view?usp=drivesdk
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  1. Demetra o Deméter es una de las doce deidades del Olimpo, hija de Cronos y Rea y hermana de Zeus, Poseidón, Hades, Hera y Hestia. Como diosa de la tierra, la agricultura y los cereales es reconocida como una de las más importantes del panteón. La historia de su hija Perséfone, el rapto de ella por parte de Hades en el inframundo y el reencuentro entre madre e hija luego del rapto se utiliza para explicar las estaciones. Es considerada una de las múltiples expresiones de la diosa madre que se adora desde los primeros pasos de la humanidad.↩︎

  2. Las acciones se enmarcaron y contaron con financiamiento de las políticas socioeducativas del Ministerio de Desarrollo Social (MDS). Los aportes de dicho organismo para el fortalecimiento socio productivo de las unidades cooperativas apoyan la economía social en el país.↩︎

  3. A lo largo del artículo, se citan los testimonios de las trabajadoras de la Cooperativa con sus nombres de pila, ya que han prestado conformidad para el registro de dichas oportunidades de intercambio. En cambio, los encuentros de trabajo del trayecto socio-educativo en sí permanecieron como un ámbito reservado al intercambio del grupo, por lo cual no se incluyen testimonios de estos.↩︎

  4. Palabras de Silvina, coordinadora de la Cooperativa en una entrevista realizada por las autoras de este artículo el 29 de junio de 2021.↩︎

  5. La Cooperativa de Trabajo La Foresta Limitada —matadero y frigorífico— es una empresa recuperada en la que 160 personas desarrollan sus actividades a diario en la localidad de Virrey del Pino. Prestan sus servicios a matarifes abastecedores que comercializan la media res. En el año 2018 cedieron diez de sus hectáreas en comodato a mujeres integrantes del Movimiento Popular la Dignidad y allí se desarrolló la primera experiencia del programa huertas urbanas en su dimensión de trabajo rural, iniciado por mujeres provenientes de los barrios vulnerados de la ciudad.↩︎

  6. El Programa Nacional de Inclusión Socio-Productiva y Desarrollo Local – “Potenciar Trabajo” fue implementado por el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación Argentina entre 2020 y 2024, puede consultarse la normativa en el siguiente enlace: [LINK].↩︎

  7. La publicación se editó en formato impreso y también digital. Puede consultarse y descargarse desde el siguiente enlace: [LINK]↩︎

QUID 16. Revista del Área de Estudios Urbanos. Área de Estudios Urbanos (Universidad de Buenos Aires, Facultad de Ciencias Sociales, Instituto de Investigaciones Gino Germani).
ISSN-e: 2250-4060.

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