Distinción: Niñez y elección residencial en los conjuntos cerrados de Pomasqui

Espacio Abierto

QUID 16. Revista del Área de Estudios Urbanos.
Núm. 21 (2024)
DOI: 10.62174/quid16.i21_a404

Distinción: Niñez y elección residencial en los conjuntos cerrados de Pomasqui

Samantha Gabriela Tipán Valladares a ORCID
valladarestipan@icloud.com

Carolina Páez b ORCID
cpaez545@puce.edu.ec

a Unicef, Ecuador. ROR
b Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Facultad de Ciencias Humanas, Ecuador. ROR

Resumen

Con la intención de aportar a los estudios urbanos, este artículo indaga en el papel que tiene la noción de bienestar de la niñez en el proceso de elección residencial. Desde una perspectiva bourdeana, se plantea que la adquisición de la vivienda de los residentes de un conjunto privado tipo club en la parroquia de Pomasqui del Distrito Metropolitano de Quito (DMQ), está inmersa en la constitución de estilos de vida distintivos. Mediante un abordaje con enfoque etnográfico, los resultados de la investigación indican que la elección residencial se basa en la apuesta por un estilo de vida constituido por elementos imbricados: el espacio habitacional como lugar de construcción del vínculo social y la seguridad, elementos importantes de la distinción. Proponemos que, en estos elementos imbricados, emerge la noción de la niñez y su bienestar como un factor que posibilita y empuja el proyecto habitacional de los residentes del conjunto “Nuevo Amanecer”.

Palabras claves: Niñez; Elección residencial; Conjuntos cerrados; Distinción; Estilo de vida; Quito.

Abstract

With the aim of contributing to urban studies, this paper explores the role of the notion of children’s welfare in the process of residential choice. From a bourdean perspective, it is proposed that the acquisition of housing by residents of a private club-type gated community in the parish of Pomasqui in the Metropolitan District of Quito (DMQ) is immersed in the constitution of distinctive lifestyles. Thanks to the ethnographic approach, the results of the research indicate that the residential choice is based on the bet on a lifestyle constituted by imbricated elements: the living space as a place of construction of the social bond and security as an important factor of distinction. We propose that, in these intertwined elements, the notion of childhood and its welfare emerges as a factor that enables and drives the the residents’ housing project of the gated community ‘Nuevo Amanecer’.

Keywords: Childhood; Residential choice; Gated communities; Distinction; Lifestyles; Quito.

Recibido: 2022/3/26; Aceptado: 2022/10/19.

Introducción

En el conjunto cerrado Nuevo Amanecer, ubicado en la parroquia de Pomasqui en el noroccidente de Quito (Ecuador), es común observar a niños y niñas jugar con sus pares en la calle sin supervisión parental. Salvo por la piscina, ubicada en el espacio que la inmobiliaria denomina “club”, niños y niñas transitan libremente por el conjunto. Las cámaras de seguridad ubicadas estratégicamente vigilan constantemente la circulación de personas, vehículos y actividades.

Si bien las investigaciones desde la perspectiva de la violencia estructural han mostrado desde hace varias décadas que la desocupación de la calle por parte de niños y niñas responde a ideales burgueses sobre la niñez (Auyero y Berti, 2013; Bourgois, 1999; Goldstein, 1998; Scheper-Hughes y Hoffman, 1998), otras líneas de investigación se han concentrado tanto en la presencia, cada vez menor, de niños y niñas en los espacios públicos (Rivière, 2016; Witten et al., 2013) como en las dinámicas de uso y apropiación de los espacios abiertos en los conjuntos cerrados por parte de los niños y niñas que habitan en ellos (Svampa, 2015; Tezel, 2011). El cuerpo de investigaciones que ha ido solidificándose en las últimas décadas comprende estudios que promueven la incorporación de la perspectiva infantil en la planificación urbana, especialmente en ciudades del primer mundo (Broberg et al., 2013; Carroll et al., 2015; Witten et al., 2015) y se enfocan en la socialización infantil en la ciudad, de manera particular en sus lugares de residencia o espacios cotidianos (Oppenchaim y Rivière, 2018).

En varias latitudes estos estudios han arrojado luces sobre los proyectos de movilidad social que motivan a las clases medias a la adquisición de vivienda dentro de los conjuntos cerrados (Grant, 2013; Pow y Kong, 2007; Svampa, 2015). Entre estas motivaciones se puede señalar, de manera especial, los sentimientos de inseguridad frente a delitos y agresiones (Asiedu y Arku, 2009; do Rio Caldeira, 2007; Low, 2001; Svampa, 2001), en donde las tecnologías de la vigilancia en los espacios cotidianos de los niños y niñas es un punto relevante (Rooney, 2012), y la construcción del vínculo social entre personas que se perciben como iguales (Álvarez-Rivadulla, 2007; Giglia, 2012; Martínez Barrios, 2014; Salcedo y Torres, 2004).

Los estudios realizados en la región se han enfocado en los conjuntos, barrios, cotos, countries, urbanizaciones y barrios privados como espacios seguros de autosegregación espacial y segregación social en el espacio urbano, además de ser un espacio con autonomía protegida (Alegría, 1994; Cabrales Barajas y Canosa Zamora, 2001; Frisch, 2021; Musa Vargas, 2008; Prévot Schapira, 2001; Svampa, 2001). Sin embargo, se ha prestado menor atención al lugar que ocupa la noción de bienestar de la niñez en la elección residencial como parte de la configuración de los estilos de vida y el proceso de distinción. A fin de comprender la distinción material y simbólica suscitada por la elección residencial de un conjunto cerrado tipo club dirigido a las clases medias (Borsdorf, 2002; Svampa, 2001), este artículo busca comprender los elementos que componen los estilos de vida distintivos de los residentes de conjuntos cerrados en Pomasqui, parroquia ubicada al noroccidente de la ciudad de Quito, en el cual el bienestar de la niñez tiene un papel importante. El artículo propone que los estilos de vida distintivos se constituyen por dos elementos entrelazados: el espacio habitacional como lugar de construcción del vínculo social y la seguridad. Apoyadas en la teoría de Bourdieu, proponemos que los estilos de vida son productos sistemáticos de percepción y apreciación de prácticas enclazables y de enclasamiento (habitus) representadas a partir del gusto, prácticas de las cuales emergen signos calificados como distinguidos (Bourdieu, 2002)

El artículo consta de tres secciones. En primer lugar, se detallan los métodos aplicados en la investigación, describiendo el enfoque etnográfico utilizado para la aproximación al objeto de estudio y realización de la investigación. A continuación, se hace un breve recuento del proceso urbano de Quito enfocado en el crecimiento de la ciudad hacia la periferia y la consolidación de proyectos habitacionales, especialmente en la zona de Pomasqui. La tercera y última sección, “Estilo de vida”, presenta y discute los resultados de la investigación.  

Metodología

Este artículo es parte de una investigación mayor (Tipan Valladares, 2020) de carácter exploratorio. Se optó por un enfoque etnográfico en el que se realizó trabajo de campo desde mediados de 2019 hasta inicios del 2020. Para la recopilación de información empírica se aplicaron dos técnicas: la observación y las entrevistas semiestructuradas. La observación consistió en recorrer el conjunto cerrado, a fin de identificar las prácticas a través de las cuales se creaba el vínculo social entre residentes, el nivel material y simbólico de los elementos de seguridad, el uso de los espacios “públicos” dentro de este espacio privado por parte de niños y niñas.

En cuanto a la segunda técnica de recopilación de información primaria, se realizaron entrevistas a dos grupos de personas: profesionales del desarrollo urbano y residentes del conjunto cerrado. Los temas abordados con los profesionales de desarrollo urbano fueron: el crecimiento y expansión de Quito a las periferias y consolidación de conjuntos cerrados en el periurbano. Adicionalmente, con los residentes del conjunto se conversó sobre los aspectos relevantes para la elección residencial, el proceso de adquisición de la vivienda, las prácticas suscitadas en el espacio habitacional, además de los vínculos sociales entre residentes. En suma, se realizaron quince entrevistas.

Para la síntesis de los datos, los nombres de los entrevistadas han sido cambiados y el nombre del conjunto ha sido reemplazado. Los datos de las entrevistas han sido articulados con datos extraídos de observaciones de campo con el fin de codificar y dar cuenta de los elementos que componen los estilos de vida de quienes residen en el conjunto cerrado. Todas las entrevistas se realizaron bajo el principio de consentimiento informado.

Se realizaron mapas de la zona de Pomasqui, en los cuales se identificaron los conjuntos cerrados existentes en las avenidas principales que conectan a la parroquia con Quito, la avenida Manuel Córdova Galarza (MCG) y la avenida Simón Bolívar, evidenciando una fuerte consolidación de viviendas adosadas privadas tipo conjunto de dos y tres pisos en una de las avenidas más antiguas (MCG). Con respecto a la consolidación de conjuntos cerrados, se ha prestado especial atención a la consolidación de conjuntos tipo club, proyectos instaurados en la última década.

Con referencia a las fuentes secundarias, tanto los planes de ordenamiento de estas parroquias (Pomasqui, San Antonio y Calacalí) como la documentación acerca de las transformaciones inmobiliarias en el DMQ (Salazar, 2013) nos ha permitido comprender al territorio de cada parroquia, las cualidades del uso del suelo y las características del tipo de vivienda en cada una de ellas. Además, han sido de ayuda para comprender el desarrollo del mercado inmobiliario en Quito, especialmente en las zonas periurbanas de la ciudad.

Para la selección del caso de estudio, nos enfocamos en los valles de Quito (Tumbaco, Cumbayá y Pomasqui) debido a que, desde la década de los ochenta, estas zonas transforman el uso del suelo, pasando de terrenos agrícolas a viviendas unifamiliares, urbanizaciones y condominios (Salazar, 2013). La parroquia de Pomasqui llama la atención debido a la oferta diversificada de vivienda tipo conjunto a partir del siglo XXI, además de que el desarrollo inmobiliario en la zona se da en el contexto de la diversificación de la industria de la construcción y el crecimiento del mercado automotor, promoviendo así la estilización de la vida con la oferta de vivienda lujosa tipo club con estilo de vanguardia.

Desarrollo de Quito y el periurbano

Similar a otras ciudades de la región, la renovación urbana de Quito se consolidó en la década del setenta gracias al impulso modernizador fomentado desde un proyecto de desarrollo capitalista sostenido por el boom petrolero y puesto en marcha por los gobiernos militares de la época (Carrión, 1983). Como sostiene Achig (1983), la urbanización de la ciudad se instauró por la migración campo-ciudad, provocando un crecimiento urbano desigual debido a las formas de organización del territorio con un modelo centro-periferia. Este modelo consolidó un proceso de segregación socioeconómico manifestado en la estructura y configuración del espacio urbano. De acuerdo al autor, este proceso se reflejó en el crecimiento del territorio, donde inicialmente Quito se extendía en forma radial concéntrica. Posteriormente, la expansión se dio de forma longitudinal con tendencias segregacionistas: al norte de la ciudad se asentaron las clases dominantes, que poseían quintas vacacionales, mientras que las clases obreras y el resto de la población se asentaban en los barrios marginales del sur o en colinas circundantes (Achig, 1983).

En los años setenta, se fomentó la consolidación de barrios en el noroccidente de Quito. Este proceso fue impulsado por la concesión de créditos hipotecarios para la construcción de vivienda y nuevas vías de acceso en el norte de la ciudad (Salazar, 2013). De acuerdo a Salazar (2013), la expansión de la ciudad y la urbanización del suelo con viviendas unifamiliares en los años setenta se debió a la concesión de créditos y construcción de las vías de acceso del antiguo aeropuerto. Esta intervención influyó en el mercado inmobiliario, fomentando la consolidación de barrios en el noroccidente de Quito. En los años ochenta los procesos de segregación se profundizaron. En las zonas económicas centrales, se dio un crecimiento hacia las alturas con departamentos destinados a las clases medias y medias altas, así como un incremento en la búsqueda de suelo barato en las periferias de la ciudad. Al mismo tiempo, se estableció la vivienda de baja densidad en los valles aledaños a Quito (Salazar, 2013).

De forma similar a otras ciudades de la región, Torres (2015) ha identificado que las urbanizaciones cerradas y conjuntos privados surgen en Quito en el tercer cuarto del siglo XX, teniendo como causas principales la inseguridad ciudadana, homogeneidad socioeconómica, deficiencia en servicios, “control disciplinario de las relaciones sociales en el espacio físico”, (Torres, 2015, p. 14), empobrecimiento y polarización. 

Según Durán y colegas (2016), a partir de la década del noventa, se da una transformación acelerada en el periurbano de Quito, “la falta de planificación y control municipal permitió la masificación de construcción de viviendas sujetas a una gran especulación por parte de inmobiliarias y traficantes de tierra” (Durán et al., 2016, p. 131). Según Salazar (2013), en la misma década se fortalecieron las centralidades de los valles aledaños (Tumbaco, los Chillos y Calderón). En los valles del este, las zonas urbanas continuaron su crecimiento: las haciendas abandonaron la ganadería y se transformaron en urbanizaciones para las clases altas y medias altas; y los lotes se transformaron en urbanizaciones privadas dando paso a los condominios.

Mientras que en los valles del este la urbanización estuvo dirigida a clases medias altas y altas, en los valles del noroccidente, como Pomasqui, el suelo fue urbanizado por mutualistas que promovieron la construcción de condominios y conjuntos cerrados para clases menos acomodadas y populares (Salazar, 2013).

A comienzos de los años 2000, Quito pasó de una ciudad longitudinal con un centro que estructura las relaciones socioeconómicas de la ciudad, a una policéntrica en la que se construyeron conjuntos dormitorio cercados que no rompieron la dependencia con el centro-norte de la ciudad en donde se concentran los servicios (Durán et al., 2016, p. 133). Es importante comprender que el modelo de vivienda tipo conjunto aparece como respuesta a la inseguridad sin distinción de estratos ni zonas. Si bien en este artículo nos concentramos en los sentimientos de inseguridad por parte de los residentes del conjunto cerrado, cabe anotar, por ejemplo, que en el año 2012 Ecuador presentó el porcentaje de robo1 más alto de América Latina, siendo la provincia de Pichincha una de las que registró mayor número de denuncias (Balarezo Rivadeneira, 2015).

A lo largo del siglo XXI, la industria inmobiliaria se ha transformado, los desarrolladores se han enfocado en construir casas y departamentos en propiedad horizontal dejando de lado las urbanizaciones que ofertan terrenos. Según Salazar (2013), Pomasqui cambió su enfoque y, como se describe más adelante, diversificó la oferta de vivienda a las diferentes clases, proyectos de vivienda que se han consolidado en las riveras de la avenida Manuel Córdova Galarza.

Según Granda (2007) el uso del suelo urbano en Pomasqui es principalmente residencial y se caracteriza por el alto porcentaje de área urbana en relación con la superficie total. El territorio de la parroquia no es homogéneo, morfológicamente se compone de un núcleo urbano central, con presencia de barrios antiguos, urbanizaciones y conjuntos habitacionales cerrados, constituyéndose como parroquia dormitorio. Dentro de la zona hay pequeñas y medianas industrias, equipamientos sociales, educativos y deportivos recreativos; la estructura urbana está marcada por la presencia de la avenida MCG en la que se desarrollan varias actividades comerciales y se consolidan conjuntos privados.

Respecto al uso y división del suelo, en el mapa de la Figura 1 se puede observar la división territorial de Pomasqui en dos grandes bloques, los cuales se caracterizan por la concentración de servicios, actividades comerciales y económicas terciarias, determinando así alto dinamismo en la parroquia:

El río Monjas divide de manera espacial a la parroquia en dos grandes bloques; el primero corresponde a los asentamientos humanos de Pomasqui Central y Pusuquí y el otro gran bloque corresponde a los poblados de La Pampa y Santa Rosa (Neoconsult, 2015).

FIG_01
Figura 1. Mapa división bloques residenciales de la parroquia de Pomasqui
Fuente: Adaptado de Mapa de ubicación y forma de los Asentamientos Humanos de IEE, IGM, 2013, SNI.

En la zona de Pomasqui Central, encontramos principalmente barrios tradicionales con viviendas patrimoniales, mientras que en la zona de Pusuquí, La Pampa y Santa Rosa se han consolidado urbanizaciones y conjuntos privados. Podemos encontrar también barrios y asentamientos informales desarrollados en zonas de riesgo como el cerro Casitahua en los márgenes del Río Monjas y en los bordes de las quebradas.

En Pusuquí y en todo el trazado de la avenida MCG hasta llegar a San Antonio, se han multiplicado los conjuntos privados con servicio de guardianía, áreas verdes, área infantil, canchas, parqueaderos y viviendas de dos y tres pisos. Viviendas adosadas, con una extensión desde 70 m2 hasta 120 m2, con un valor desde $ 50.000 USD hasta $ 70.000 USD dependiendo las características de la casa, siendo el costo aproximado de $ 500 USD por m2. En La Pampa y Santa Rosa, encontramos urbanizaciones privadas con viviendas unifamiliares, con piscina, construidas en terrenos de 300 m2 en adelante, con un costo aproximado desde $ 700 USD por m2, es decir el costo de la vivienda va desde $ 330.000 USD según las características de la casa.

La parroquia es considerada por sus habitantes como un lugar tranquilo para vivir. Por su clima primaveral cálido y seco, es atractiva como zona de descanso de fin de semana y de vivienda permanente para quienes buscan tranquilidad, características que provocaron que se dé una presión de desarrollo urbano (Granda, 2007).

Estilo de vida

El artículo sostiene que la elección residencial está inmersa en la constitución de estilos de vida distintivos, los cuales se producen y reproducen en base a unas prácticas de percepción y apreciación, conscientes o no. Estas prácticas implican la búsqueda de estilos de vida homogéneos, los cuales definen cercanía y distancia en el espacio residencial y social; y, por ende, conlleva a la autosegregación y distinción. Cuando hablamos de distinción es importante comprender la existencia de otro que, de acuerdo con los testimonios recogidos en esta investigación, es representado como el temor a los peligros urbanos que están por fuera de los muros, particularmente el miedo al delito, agresiones, secuestros y lugares abiertos sin control para el tránsito.

Desde la perspectiva Bourdeana, esta investigación plantea que los estilos de vida se componen de un conjunto de prácticas (habitus) que funcionan como un sistema de clasificación con base en el gusto. Bourdieu (2002) clasifica al gusto en dos tipos: el gusto de necesidad y el gusto de lujo. El primero expresa ajuste respecto a las necesidades de la que es producto; los segundos son aquellos que mantienen distancia respecto a la necesidad y sostienen una relación estrecha con el esteticismo, la prioridad conferida a la forma. Es en la relación gusto-elección en la cual el mundo social se representa material y simbólicamente. Los diferentes gustos actúan como indicadores de la posición en el espacio social y afirman distinción y/o diferencia de los agentes según sus prácticas.

Sugerimos que los conjuntos cerrados con casa club en Pomasqui son una alternativa de vivienda para clases medias con poder adquisitivo, estos han sido una opción para quienes buscan espacios amplios, seguridad, tranquilidad y zonas de recreación para el bienestar familiar lejos de la caótica ciudad, pero que son accesibles para una clase media pujante, a diferencia de viviendas de similares características en zonas y barrios “exclusivos” de otros valles y zonas residenciales en el DMQ.

En el conjunto Nuevo Amanecer, el costo de una vivienda en obra gris (casas concluidas, pero sin acabados) va desde los $ 114.900 USD. Considerando que el salario mínimo a inicios del año 2020 en Ecuador era de $ 400 USD, para poder acceder a una vivienda de dichas características, las cabezas de hogar deben contar con un sueldo superior al salario básico o acceder a un crédito hipotecario. Para reservar una vivienda se debe pagar un abono de $ 5000 USD (en la mayoría de los casos), y el resto es costeado con instituciones financieras. De los entrevistados 53,3% adquirió su casa con un préstamo hipotecario; 26,6% son arrendatarios; 13,3% no respondió y 6,6 % lo hizo de contado.

En esta investigación hemos clasificado la elección de los residentes del conjunto Nuevo Amanecer como gustos de lujo, entendiendo que la adquisición de una casa club con piscina, área BBQ, cancha y una entrada con un diseño elegante y seguridad veinticuatro horas simbolizan servicios y aspiraciones de un estilo de vida cómodo, lujoso, confortable, ordenado y cálido en relación con otros conjuntos privados del mismo sector. Al respecto, una de las entrevistadas nos comenta “se tiene un buen estilo de vida, hasta consideraría que es un poco lujoso con relación a otros conjuntos” (Entrevista 9, 2020).

En base a la información recopilada, proponemos que el estilo de vida se compone por dos elementos: el espacio habitacional como lugar de construcción del vínculo social y la seguridad, elementos que componen el estilo de vida distintivo y son descritos a continuación.

Espacio habitacional y construcción del vínculo social

Los residentes de Nuevo Amanecer señalan que la elección del conjunto se realiza en base a la búsqueda de un lugar con menos contaminación, tranquilo para el descanso, con espacios verdes (Svampa, 2001) y zonas seguras para la diversión, socialización y ocio de la niñez. Los padres anhelan que sus hijos estén alejados del peligro de la calle. Gracias al amurallamiento la calle se ha convertido en una extensión de lo privado y a la vez en el espacio de socialización que, a través de su apropiación por parte de los niños y niñas, de la confianza que sienten sus padres al convivir con semejantes, resignifican lo público.

Esto denota que los padres buscan una vivienda en la cual la niñez pueda socializar con gente igual en términos de clase, es decir, que establezcan vínculos sociales con gente "como uno”. Al respecto, Martina nos cuenta: “aquí es mucho más factible que los niños salgan y se conozcan con seguridad” (Entrevista 8, 2020). La seguridad a la que hace referencia la entrevistada, está relacionada con el control del espacio y el relacionamiento cotidiano con personas percibidas como iguales, lo cual brinda tranquilidad y seguridad a los padres para la libre constitución de vínculos sociales entre vecinos.

Por otra parte, la distribución del espacio habitacional también permite la constitución del vínculo social entre vecinos. El conjunto cuenta con viviendas unifamiliares adosadas, divididas en varias calles, en cada calle podemos encontrar alrededor de veinte casas. Cada casa cuenta con dos parqueaderos frontales y jardineras, diseño que constituye al espacio como vínculo social, así lo afirma Peter “se generan espacios de encuentro, es muy complicado no encontrarte con el vecino, en algún momento conversar, incluso a veces vienes del trabajo y están ahí, nos encontramos ahí, conversamos del día, de algunas cosas, nos echamos unas risas” (Entrevista 8, 2020).

La distribución del espacio y socialización permite que se genere un vínculo cercano basado en la colaboración y confianza para quien lo necesite, una de las entrevistadas señala:

La relación con los vecinos es en confianza, obviamente hay límites, aquí hay mucha más comunicación, más apoyo, como qué necesitas alguna cuestión, así sea que se te acabó una taza de azúcar y no tengas, los vecinos son súper colaboradores […] es el hecho de vivir en comunidad y de apoyar en lo que necesiten (Entrevista 3, 2020).

El hecho de la confianza entre residentes posibilita que los más pequeños puedan acudir al parque en compañía de sus vecinos en el caso de que sus padres no puedan acompañarlos. Martina señala: “yo creo que con mis vecinos he experimentado el hecho de la confianza de ser vecinos y poder mandar a los niños, jugar entre ellos” (Entrevista 8, 2020).

Ricky señala que el club no fue el motivo principal que los llevó a su esposa y a él a comprar la casa e indica “uno siempre piensa en función de sus hijos, entonces lo que les gusta a ellos nos gusta a nosotros, aquí ellos todos los días tienen espacio para jugar, sino es aquí [área verde frontal de la casa] es en el área comunal, pero hay buena acogida por parte de ellos” (Entrevista 7, 2020).

Los conjuntos cerrados con casa club se caracterizan por tener un área social que cuenta con piscina, área BBQ, gimnasio, juegos infantiles, cancha de fútbol y un salón comunal. Los residentes señalan que en el salón se realizan eventos sociales, actividades en días festivos, bailoterapia y asambleas. Como cualquier club, es un espacio privado al cual se puede acceder siempre y cuando los residentes se encuentren al día con el pago de las alícuotas. El ingreso es controlado por un lector digital al que tienen acceso quienes están al día con sus cuotas, personas mayores de quince años y niños acompañados por personas adultas.

La inmobiliaria vende a sus residentes la casa con un club, ofreciéndoles comodidad y calidad de vida en todo momento. Sin embargo, Miriam indica que el término “club” está mal utilizado señalando que:

Primero recalcar que no es un club, no sé por qué dicen que es un club, pero no es un club porque tienes otro tipo de membresía, yo creo que el término o el concepto está mal generado, es simplemente un conjunto habitacional con un salón comunal, y tienes acceso a un mini gimnasio, pero no más (Entrevista 3, 2020).

El testimonio de la entrevistada revela que hay un reconocimiento de que no se pertenece a la élite, pero que se pertenece a un grupo homogéneo de clase media acomodada con la posibilidad de costear y compartir ciertos servicios para la recreación y comodidad de su familia, entre ellos una piscina privada, hacemos énfasis aquí en lo mencionado por Peter, “[...] lo que se obtiene en beneficio del conjunto se logra con el esfuerzo y cooperación de todos” (Entrevista 8, 2020).

Para los residentes de Nuevo Amanecer, las áreas sociales son importantes debido a que no tienen la necesidad de salir en caso de que busquen un espacio de recreación, relajación y descanso, los servicios del club están disponibles a diario en el caso que lo requieran. Catalina menciona que disfruta mucho del salón comunal debido a que cuentan con un profesor de bailoterapia y señala que la facilidad se da porque: “no tengo que salir, no corro peligro, no tengo que sacar el carro, camino y en dos minutos ya estoy ahí [salón comunal]” (Entrevista 9, 2020). También nos cuenta “facilidad porque tiene todo cerca, todo aquí mismo […] que se tiene un buen estilo de vida” (Entrevista 9, 2020).

El vivir en comunidad en un conjunto cerrado implica que sus residentes aporten con un valor mensual (alícuota) para el mantenimiento de las áreas comunales, gestión de los espacios, actividades y servicios. Miriam señala “además el saludo por puro tema de educación también es el hecho de vivir en comunidad” (Entrevista 3, 2020). Se podría decir que hay un acuerdo de voluntades para el cumplimiento de los pagos.

Por otro lado, en términos de reproducción social, hay familias que han adquirido su casa en el conjunto cerrado debido a que ya tenían familiares y buenos amigos que vivían ahí, y señalan que uno de los motivos para adquirir la casa fue ver que era un lugar tranquilo y con personas conocidas, es decir un mundo previamente familiar. Cabe acotar que la constitución del vínculo social está dada por el reconocimiento del otro como un igual en quien se puede confiar y buscar ayuda en todo momento, además del control del espacio que genera confianza para que la socialización entre niños sea segura. También, el vínculo es posible debido al saludo, conversaciones espontáneas que surgen en el espacio habitacional y las actividades que se practican en el salón comunal. Adicionalmente, hay un mutuo acuerdo entre residentes para con el cuidado y mantenimiento de los espacios de uso común.

Seguridad

A partir de la información recopilada, se puede sugerir que el miedo al delito, agresiones, secuestros y lugares abiertos sin control para el tránsito conforman un sentido de inseguridad urbana. Este es un imaginario recurrente para los residentes. Investigaciones previas sobre el imaginario del miedo en espacios urbanos identifican que este se entreteje con la sensación de seguridad, las cuales se materializan en la arquitectura, diseño y tecnologías de los conjuntos cerrados (Barona Muñoz, 2016; do Rio Caldeira, 2007). De hecho, son las formas estéticas: cables de alta tensión, seguridad veinticuatro horas, sistema de vigilancia en todas las calles y áreas del conjunto; ingreso con identificación y puertas con lectores digitales, aquellas que simbolizan el temor, pero brindan sensación de seguridad cuando se los incorpora en la vida cotidiana.

El sentimiento de inseguridad es provocado por el miedo al delito, también “el miedo estaría relacionado con las características sociales […] del entorno urbano” (Kessler, 2009, p. 50). Para Kessler (2009) en el entorno urbano se perciben actividades peligrosas relacionadas a mercados ilegales como el de la droga, reuniones de jóvenes para tomar alcohol en las calles, gente ruidosa, gente de mala reputación, robos, etc. Por ello, el encierro aparece como una opción para quienes pretenden controlar los miedos y ansiedad que provoca la densidad urbana. Uno de los residentes manifiesta que su motivación para la elección en el conjunto fue porque en el barrio en el que residía había casos de consumo y venta de drogas (Entrevista 12, 2020).

El amurallamiento permite que el conjunto sea un espacio seguro para quienes se encuentran dentro, pero también representa el distanciamiento material y simbólico con el “otro”, es así como se construye un adentro seguro y un afuera peligroso. Tal como afirma Daniela:

Estilo de vida, el más confortable digo yo, porque tiene toda la seguridad, el ingreso es controlado, puertas con control remoto, la guardianía que es muy importante, tienen todo el entorno cercado para evitar la delincuencia, que es lo más importante que nos ofrece la seguridad de vivir aquí (Entrevista 4, 2020).

Para Bourdieu (2002), la pretensión de señalar la distinción se manifiesta en las posturas objetivas y subjetivas estéticas afirmando la posición de clase. Un ejemplo de ello se identifica en los ingresos peatonales del conjunto, en los que cuentan con dos puertas, por una de ellas ingresan los residentes colocando su huella en un lector digital y por la otra puerta ingresan los visitantes y personal de servicio.

En las observaciones de campo, fue posible identificar el libre transitar de los niños a todas horas, incluso hasta altas horas de la noche sin supervisión. Se pudo observar también que sus pertenencias como los juguetes y bicicletas no tenían un lugar específico, sino que estos se encontraban en las calles del conjunto. Una de las entrevistadas señala que hay tanta confianza entre residentes que, si a alguien se le cae o se le olvida el celular en el área común, inmediatamente se le entrega al guardia para que sea devuelto al propietario (Entrevista 4, 2020).

Algo que llama la atención es cómo la publicidad que realiza la inmobiliaria es reproducida en la práctica de los residentes (do Rio Caldeira, 2007; Svampa, 2001) una de las entrevistadas comentaba que las bicicletas pasan en las fachadas de las casas sin que nadie se las lleve, mencionaba que hay veces que los niños toman prestadas las cosas pero que siempre las regresan al lugar de donde las tomaron, ella menciona que las bicicletas que aparecen en la publicad es como se vive el día a día, es decir sin ningún peligro de robo o hurto (Entrevista 9, 2020).

De ello resulta necesario decir que la compra o alquiler de una vivienda en un conjunto cerrado es una opción que brinda paz y seguridad por encontrarse lejos de los peligros urbanos. Por otra parte, la estética de la seguridad materializada en tecnología avanzada ha sido una herramienta para evitar el delito y la criminalidad, así como también una forma de sosiego para las familias, al tiempo que materializa y estiliza el proceso de distinción. Finalmente, la percepción del vecino como igual asegura la confianza entre residentes.

Discusión

Los estudios urbanos señalan que las residencias privadas son espacios auto segregados, homogéneos y equipados con servicios para ocio y recreación en el interior, y que marcan una diferencia tanto en el espacio urbano como la forma de vida en la ciudad. En contraste con investigaciones anteriores que se han enfocado en la materialidad de los espacios habitacionales privados y la pertenencia a las élites, este trabajo se ha enfocado en conocer cuáles son los elementos que constituyen el estilo de vida distintivo, en el cual la noción del bienestar y seguridad de la niñez tiene un papel importante.

Esta investigación encontró que los estilos de vida se constituyen a partir del habitus y gusto, como significaciones, representaciones, percepciones, apreciaciones y prácticas que emergen en el espacio posibilitando el vínculo social, creando y recreando un estilo de vida distintivo en torno a las formas de habitar en un conjunto cerrado erigido en percepciones de seguridad.

En la sección anterior se describió cómo el proceso de elección de una vivienda está anclado a la búsqueda de distinción, que si bien apela a un estilo de vida lujoso reconoce la no pertenencia a las élites. Este hallazgo hace eco de investigaciones realizadas en contextos diversos sobre la relación entre conjuntos cerrados y clases medias (Álvarez-Rivadulla, 2007; Asiedu y Arku, 2009; Grant, 2013; Pow y Kong, 2007; Svampa, 2001). Al enfocarse en un conjunto residencial dirigido a clases medias, los resultados de esta investigación indican que los residentes de Nuevo Amanecer están inmersos en un proceso de consumo por el cual acceden al patrimonio, simbolizando su capacidad de endeudamiento y libertad de elección que materializan las aspiraciones de la clase media.

Si bien este hallazgo difiere de la tendencia que ha identificado la vida en los conjuntos cerrados como un indicador de pertenencia a las élites (Camus, 2019; Casgrain y Janoschka, 2013; Musa Vargas, 2008), estos modelos de residencia cerrados se perciben como espacios de distinción, primero porque son áreas en las que se agrupan personas de grupos económicos similares; segundo porque sus residentes comparten entramados simbólicos que construyen una identidad homogénea a partir del reconocimiento de afinidades y diferencia con el otro; finalmente, por su ubicación en zonas periféricas que marca los contrastes sociales en el espacio urbano (Moctezuma Mendoza, 2017; Roitman, 2011)

Por ejemplo, Giglia (2012) encuentra que en México los espacios residenciales cerrados en los suburbios aparecen con el anhelo de estabilidad, privacidad y deseo de alejarse del desorden urbano. Además, señala que los enclaves cerrados son espacios de distinción y autosuficiencia. En efecto, como señala Roitman (2004), las investigaciones sobre el aparecimiento de los conjuntos cerrados identifican que la reconstrucción del sentido de barrio a partir de la autosegregación, si bien denota un proceso homogéneo y planificado, radicaliza la diferenciación con “la ciudad abierta”. 

De otro lado, en el conjunto Nuevo Amanecer las relaciones sociales se basan en vínculos fuertes de amistad y familiaridad entre vecinos, relaciones que están constituidas por el saludo, conversaciones espontáneas y el espacio, pero también por el reconocimiento de prácticas similares que son fundamentales para confiar el cuidado y seguridad de los hijos. Este hallazgo tiene dos implicaciones. Primero, la noción de bienestar de la niñez es el motivo principal para crear una especie de comunidad basada en la confianza con redes de apoyo entre residentes. Segundo, la noción de bienestar de la niñez no se trata únicamente de una motivación para poner en marcha la elección residencial, también justifica el proyecto de movilidad social.

Se ha mostrado que el bienestar de la niñez del conjunto Nuevo Amanecer simboliza seguridad y tranquilidad en el espacio residencial, este descubrimiento parecería similar al de Camus (2019) quien menciona que en el conjunto cerrado la experiencia de sociabilidad infantil se da por la importancia que tienen los niños, siendo el conjunto una especie de nana. Del mismo modo, hace eco de los resultados de Musa (2008) quien sugiere que el country como espacio urbano para la crianza de los hijos es un espacio de libertad protegida.

Los hallazgos descritos sobre el miedo e inseguridad relacionado con el temor al delito, actividades ilegales como la venta de drogas e inseguridad al salir del conjunto, hacen eco de los resultados obtenidos por Martínez (2014) quien señala que el temor al vecino, aledaño, se erige debido a que se crea una imagen estereotipada de quienes se encuentran en espacios cercanos calificados como peligrosos. Este resultado parecería similar en ambas investigaciones en la medida que son procesos de construcción y simbolización del otro, dichas similitudes podrían comprenderse a partir del concepto de habitus de Bourdieu en la medida que el imaginario de miedo es una subjetividad socializada que se forma a partir de la percepción y apreciación del otro, lo de afuera como sospechoso; configurando así una identidad homogénea entre residentes, en la cual el vecino se percibe como un igual producto de condiciones semejantes que permite las relaciones armónicas.

Por otro lado, Martínez (2014) señala que, en Valledupar, Colombia, la sensación de seguridad en los conjuntos privados se materializa en los dispositivos de vigilancia del conjunto. Sin embargo, esta investigación difiere con dicho resultado ya que para los residentes del conjunto Nuevo Amanecer los dispositivos de seguridad no son los únicos que brindan sosiego para las familias, sino que es la percepción del vecino como “igual a uno” que brinda tranquilidad; además de la libre circulación de los hijos en el espacio comunal como un referente de seguridad para quienes habitan allí.

Para terminar, en los residentes de Nuevo Amanecer la distinción está dada por tres motivos, primero porque la adquisición de una vivienda tipo club con diseño de vanguardia recrea estilos de vida lujosos que permiten el ascenso en el espacio social; segundo porque se constituyen vínculos sociales fuertes suscitados en el espacio con base en la confianza, reconociendo al vecino como un igual. Finalmente, porque la sensación de seguridad emerge en el libre transitar de los niños y los elementos estéticos de seguridad del conjunto.

Conclusiones

Los resultados de esta investigación dieron a conocer que la elección residencial de un conjunto cerrado en Pomasqui es motivada por la búsqueda de bienestar, seguridad y socialización de la niñez en un espacio protegido, homogéneo y autónomo; motivaciones que justifican el proceso de movilidad social respecto a la elección residencial. Este hallazgo es significativo por la importancia que tiene la niñez, ya que la pone en el centro para la construcción de lazos de vecindad basados en la confianza y reciprocidad; además, su libre transitar es un referente de seguridad para quienes residen en el conjunto.

El enfoque bourdeano nos ha permitido conocer los estilos de vida de los residentes de Nuevo Amanecer y clasificarlos como distinguidos. Sus gustos, motivaciones, prácticas, socialización de subjetividades y elecciones aparecen como elementos que se constituyen en el espacio habitacional y permiten la construcción del vínculo social. Asimismo, la sensación de seguridad aparece como valor desde el cual se puede construir la confianza entre residentes. Cabe recalcar que la distinción está dada siempre con la construcción material y simbólica del “otro”. Para el caso de estudio, este “otro” ha sido representado por los residentes de Nuevo Amanecer por la inseguridad de los peligros urbanos que se encuentran por fuera de los muros, es así como el conjunto cerrado es significado como un lugar seguro y tranquilo frente a la caótica ciudad.

Los hallazgos de la investigación también han indicado que el habitar en un conjunto cerrado como clase media representa un estilo de vida compartido con ciertas comodidades para el ocio y descanso. Además, simboliza un estilo de vida basado en la confianza y apoyo entre residentes, en el cual el cuidado de las áreas comunales y pago de los servicios se realiza con la colaboración de todos.

Al estar limitada a la construcción homogénea del grupo de residentes, este estudio carece de información sobre posibles problemas de cohabitación causados por el no pago de las alícuotas y el no acatamiento de la reglamentación a la que se encuentran sujetos quienes residen en conjuntos cerrados, lugares en los cuales la falta de compromiso de todos los residentes representa un obstáculo para la construcción homogénea y armónica del grupo. Para futuras investigaciones, se recomienda enfocarse en conocer los obstáculos que interfieren en la constitución homogénea del grupo.

Más detalles sobre la publicidad que hacen las inmobiliarias ayudaría a comprender de manera extensa cómo se constituyen los imaginarios de los residentes y futuros compradores a partir de discursos, imágenes y referentes del mercado inmobiliario; para futuros estudios se debería tener en cuenta la incidencia de la publicidad en los estilos de vida de quienes residen en conjuntos cerrados.

Para concluir, el estudio es significativo por su enfoque en los estilos de vida distintivos de clase media basados en la elección residencial como un proyecto de ascenso social conscientemente inconsciente que permite la socialización homogénea en un espacio auto protegido en el cual la niñez es el motor para la adquisición de la vivienda y construcción de la convivencia. Los resultados aquí encontrados aportan a la literatura existente en la medida que son los hijos la encarnación de seguridad, hallazgo que podría ser de utilidad para una forma específica de planificación urbana de espacios seguros en la ciudad.

Tipán Valladares: Conceptualización (Conceptualization); Análisis formal (Formal Analysis); Adquisición de Financiamiento (Funding acquisition); Investigación (Investigation); Metodología (Methodology); Administración de proyecto (Project administration); Recursos (Resources); Software (Software); Visualización (Visualization); Redacción - preparación del borrador original (Writing – original draft); Redacción - revisión y edición (Writing – review & editing). Páez: Curación de datos (Data curation); Análisis formal (Formal Analysis); Investigación (Investigation); Metodología (Methodology); Administración de proyecto (Project administration); Software (Software); Supervisión (Supervision); Visualización (Visualization); Redacción - preparación del borrador original (Writing – original draft); Redacción - revisión y edición (Writing – review & editing).

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  1. De acuerdo al Informe Regional de Desarrollo Humano (2013-2014) en el año 2012 “el porcentaje por robo en el Ecuador es del 25.19%, esto quiere decir que 25 de cada 100 ecuatorianos fueron víctimas de robo” (Balarezo Rivadeneira, 2015).↩︎

QUID 16. Revista del Área de Estudios Urbanos. Área de Estudios Urbanos (Universidad de Buenos Aires, Facultad de Ciencias Sociales, Instituto de Investigaciones Gino Germani).
ISSN-e: 2250-4060.

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