En este artículo, nos proponemos recuperar la experiencia del programa Misión Sueños Compartidos e incorporarla a una serie de discusiones en torno a la política habitacional y su relación con otras problemáticas sociales por un lado y, con la participación y politicidad popular por el otro. Para eso, analizamos un corpus conformado por notas de campo y entrevistas a vecinos/as, trabajadores y funcionarios/as en una villa de un municipio del conurbano bonaerense en donde realizamos trabajo de campo, junto a una serie de fuentes secundarias. La perspectiva de análisis, conformada por el campo de los estudios urbanos, estudios sobre organización y politicidad popular y abordajes antropológicos sobre el estado, la política y el gobierno, nos permite reconstruir la experiencia del programa a partir de diferentes casos de disputas en torno al habitar, en el marco de las políticas públicas. Argumentamos finalmente, que la intersectorialidad en la cual la problemática habitacional quedó integrada al campo de disputa por los derechos humanos y la participación de las y los habitantes de los barrios en las implementaciones del programa a partir de la inclusión de organizaciones locales en la co-gestión del mismo, dieron lugar a una serie de experiencias de politicidad popular. En nuestro caso de estudio, sin embargo, las características de la organización local de mujeres nos permitieron visibilizar otro tipo de politización, para lo cual es necesario expandir este concepto más allá de la organización y movilización social, e incluir la dimensión subjetiva de género y los procesos de más larga duración.
In this article, we propose to recover the experience of the Program Misión Sueños Compartidos and incorporate it into a series of discussions on the relationship between housing policy and other social problems, as well as with popular participation and politicization. For this purpose, we analyzed a corpus made up of field notes and interviews in a villa in a municipality of the Buenos Aires conurbation where we conducted fieldwork, together with a series of secondary documents. The analytical perspective, formed by the field of urban studies, popular organization and politicization studies and anthropological approaches to the state, politics and government, allows us to reconstruct the experience of the program from different cases of disputes over housing, within the framework of public policies. Finally, we argue that the intersectoriality in which the housing issue was integrated into the field of dispute for human rights and the participation of the inhabitants of the neighborhoods in the implementation of the program through the inclusion of local organizations in its co-management, gave rise to a series of experiences of popular politicization. In our case study, however, the characteristics of the local women’s organization allowed us to visualize another type of politicization, for which it is necessary to expand this concept beyond social organization and mobilization, and include the subjective dimension of gender and longer-term processes.
Con posterioridad a la crisis de 2001-2002, en Argentina se llevaron adelante una serie de políticas orientadas a la reactivación económica e inclusión social de sectores empobrecidos en el marco de un consenso intersectorial
Misión Sueños Compartidos (en adelante “el Programa” o Sueños Compartidos) fue creado y gestionado por la
A mediados del 2011, con varias de sus implementaciones en curso, sufrió una interrupción en todo el territorio en medio de un escándalo mediático por denuncias de corrupción y defraudación al Estado.
En este artículo, nos proponemos recuperar la experiencia del programa Sueños Compartidos para incorporarla a una serie de discusiones en torno a la política habitacional, su relación con las problemáticas sociales como la pobreza y precariedad en el acceso a los bienes urbanos, por un lado; y, por el otro, a la participación y politicidad popular.
Esta pregunta cobra relevancia en un contexto en el que la participación de las personas y organizaciones barriales en las políticas y programas habitacionales se concibe bajo un criterio instrumental de sustentabilidad planificado desde las directrices de las políticas financiadas por los Organismos Multilaterales de Crédito (
El trabajo se apoya en un abordaje cualitativo centrado en una perspectiva etnográfica que incluye el trabajo con fuentes primarias y secundarias.
El trabajo de campo en Villa Garrote comenzó a fines del 2019 hasta mediados del 2022 con interrupciones a partir de las medidas de restricción a la circulación adoptadas a partir del COVID-19 entre marzo del 2020 y marzo del 2021. En el mismo, se articularon registros de observación participante, conversaciones informales y entrevistas semiestructuradas a vecinos y vecinas del barrio y referentes sociales de organizaciones. En la selección, intentamos dar cuenta de la heterogeneidad de posicionamientos para poder reponer las diferentes construcciones y experiencias alrededor de la implementación. Realizamos, a su vez, recorridos de campo y conversaciones informales con referentes en otros dos barrios del municipio en los que se implementó el programa: barrio Cina Cina (en la localidad Troncos del Talar) y San Pablo (Talar de Pacheco). Las entrevistas y registros de campo fueron procesados mediante la utilización del software
Tenemos que señalar la escasa bibliografía académica que aborda la experiencia del programa en contraposición al análisis de otros programas de la época (
Para el análisis que sigue, contamos con aportes teóricos del campo de los estudios urbanos que se centran en políticas urbanas y habitacionales, estudios sobre organización y politicidad popular (
A continuación, delineamos las principales coordenadas del programa a partir de los lineamientos del mismo y de elementos desarrollados en algunos casos de implementación. En un segundo apartado, analizamos la integralidad del Programa Misión Sueños Compartidos (PMSC), en relación con los diferentes componentes y dispositivos para abordar las problemáticas sociales de la población con la que trabajó, para luego preguntarnos por la dimensión de participación de las organizaciones sociales y redes barriales involucradas en el programa. Finalmente, reflexionamos sobre estos elementos en términos de las experiencias de politicidad popular en el marco de la implementación de la política pública.
A partir del 2006, la Fundación Madres de Plaza de Mayo llevó adelante una serie de iniciativas de integración sociolaboral a partir de la construcción de viviendas en villas de la Ciudad de Buenos Aires. El primer hito fue un convenio suscripto en octubre de ese año para la implementación del Plan Piloto de Capacitación en Construcción de Viviendas en Villa 15, ensayado como respuesta a un incendio ocurrido el año anterior en el que varios habitantes perdieron sus hogares. Se sumaron, luego, una serie de convenios con el Instituto de la Vivienda de la Ciudad financiados por el Programa Plurianual de Financiamiento de Viviendas de la Subsecretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda de Nación, destinados a poblaciones en emergencia habitacional residentes en villas y asentamientos, en los cuales la Fundación era la empresa constructora.
Con la asunción de Mauricio Macri como Jefe de Gobierno porteño a partir de 2007, se vio perjudicada la implementación del Programa a partir de las demoras en las liquidaciones de pago, lo que terminó afectando la sostenibilidad del organismo (
Los primeros casos de esta nueva escala surgieron: uno a raíz de un incendio en una unidad penal de Santiago del Estero en el que fallecieron 32 personas y otro a partir de una denuncia de usurpación a una comunidad Toba Qom de la ciudad de Rosario; lo que da cuenta de situaciones en las que, además del déficit y precariedad habitacional, había conflictos con el Estado. Le siguieron diferentes barrios populares de la Provincia de Buenos Aires, Chaco, Misiones, Neuquén, Santiago del Estero, Salta y Jujuy, que se caracterizaban por presentar problemáticas vinculadas a altos índices de conflictividad, problemas medioambientales, disputas con barrios vecinos o con el Estado, entre otros. Estas características fundamentaban la implementación dado que el programa “auguraba un plan de inclusión social bajo una metodología imposible de ser desarrollada por otras empresas constructoras conocidas y habituales contratistas del Estado”.
Sueños Compartidos incluyó la construcción de viviendas para la reurbanización, regularización dominial, obras de saneamiento, de infraestructura y de espacios públicos y equipamiento comunitario. El Estado nacional enviaba los fondos no reintegrables —que cubriría el 100%— al municipio, quien se los depositaba por sistema de ajuste alzado a la Fundación, encargada de la planificación y diseño del proyecto y, en tanto empresa constructora, coordinación del trabajo. El control de la ejecución y seguimiento quedaba a cargo del municipio, así como la adquisición de los terrenos; habiendo casos de terrenos fiscales que eran cedidos entre jurisdicciones, compra de los terrenos a cargo del gobierno provincial, local o de la Fundación y barrios que nunca llegaron a tener la propiedad.
En relación con el diseño, las unidades de vivienda y el equipamiento comunitario de cada obra varió según las necesidades relevadas, la negociación entre las autoridades estatales que financiaban los proyectos y las organizaciones sociales junto con las/os habitantes de los barrios que reclamaban la incorporación o cambios en las propuestas de intervención. La construcción se realizó por medio de una tecnología alternativa
A nivel interno, el programa se organizó a partir de cuatro áreas, entre los que se encontraba la administrativo-jurídico, técnica, operativa de coordinación y control territoriales en obra; y social, a la que le correspondían las tareas de educación, salud, asistencia social y deportes en la comunidad. Spinelli Álvares (
La ejecución de la obra varió en las diferentes implementaciones. En la mayoría de las experiencias federales, las tareas las realizaron personas del barrio, contratadas en relación de dependencia por la Fundación, bajo la dirección de referentes técnicos del equipo. Las mismas se desempeñaron principalmente en la construcción y obradores, talleres de costura, carpintería, jardines o guardería —en los barrios en los que se desarrollaron dichos espacios—, comedores para las y los trabajadores; y algunos puestos administrativos. En otros casos, la Fundación conformó cooperativas que luego fueron contratadas —caso que parece ser el de los inicios del Programa en las experiencias de CABA (
El caso donde centramos nuestro trabajo de campo es en Villa Garrote, en el partido de Tigre, zona norte de la provincia de Buenos Aires. El barrio se ubica a la vera del Río Luján —límite entre el sector continental e isleño del municipio— y en la desembocadura del canal San Fernando, por el cual el Río Reconquista desemboca en el Río de la Plata. Localizado en una zona de desarrollo inmobiliario para sectores de alta renta en territorio de humedales, cuenta con una serie de barreras naturales y espaciales que dificultan su articulación con el entorno y le imprimen cierta invisibilidad desde el resto de la ciudad. A diferencia de las villas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), que fueron densificándose en altura, Garrote es un barrio de casas bajas en las que solo sobresalen las construidas con palafitos. Una vez consolidado, el crecimiento fue mayoritariamente vegetativo, es decir, a partir de nuevos hogares conformados a partir de las antiguas familias.
En diciembre de 2008 se firmó el convenio que establecía la construcción de 288 viviendas en el barrio, entre la Fundación, el municipio y la Asociación Civil Fundación de Asistencia Civil Educativa (FUNDAE).
Surgida a partir de las ocupaciones de tierras de la década de 1980 en el partido de La Matanza, la FTV representaba la estructuración de una serie de sectores atravesados por experiencias de precariedad que la crisis socioeconómica que la década de 1990 agudizó. Pequeñas asociaciones y redes comunitarias preexistentes prominentemente femeninas (
La FTV se había acercado en Villa Garrote a una organización comunitaria local, gestionada por una red de mujeres que habían sido en su mayoría manzaneras y comadres del Plan Más Vida
A mediados del 2011, dos años y medio después del inicio de la implementación, se desencadenó el conflicto por la causa de corrupción y defraudación al Estado y la Fundación rescindió los contratos de obra que se entregaron al municipio. Las obras continuaron, sin embargo, por un período de cinco o seis meses y luego se frenaron. Recién en febrero del 2015 se retomó la construcción a cargo de la contratación de empresas privadas y cooperativas del Programa Ingreso Social con Trabajo 'Argentina Trabaja' para finalizar 108 viviendas dispuestas en nueve consorcios de tres plantas, con cuatro unidades por planta, entregadas en septiembre de ese año.
A comienzos de siglo, la fundación Madres de Plaza de Mayo adoptó un posicionamiento que la diferenció de otros organismos de derechos humanos al mantener una postura activa en la política local.
Sueños Compartidos se desarrolló en un contexto de reactivación económica post convertibilidad, en el que las discusiones en torno a las políticas sociales de subsidios o transferencias monetarias y el fomento del trabajo cooperativo y del trabajo registrado ocupaban las discusiones alrededor de las políticas públicas. En el marco de una línea próxima a la economía social, desde el Ministerio de Desarrollo Social nacional se desarrollaron una serie de programas en los que cooperativas de trabajo aparecieron como posibilidad de inclusión social, con una serie de elementos en donde convivieron el desarrollo del capital social y de la empleabilidad (
Otra de las dimensiones centrales del programa tiene que ver con la inclusión social de los grupos más desfavorecidos, aún en el contexto de pobreza de una villa o asentamiento. En el caso de Villa Garrote, se dio principalmente a partir de la propuesta de capacitación e inserción laboral de quienes tenían antecedentes penales y/o atravesaban situaciones de consumo problemático y las mujeres. Como nos relataba una de las referentes de la organización barrial:
Me pidieron de nuevo... 15 jefes de familia y 5 que tengan problemáticas, eh, metí 15 con problemáticas y 5 jefes de familia […] “Uds. me dicen que nadie les da una oportunidad, acá tenemos una oportunidad, no podemos perderla, depende de ustedes si van a seguir o no tomando gente”. Aparte, de eso tenía en la espalda mía un peso más grande que era “ah, sí, tenés que ser chorro, tenés que ser drogado, tenés que ser esto para trabajar, sino no” [...] “Tengo 8 pibes, no me dan trabajo”. En la próxima, señores. Para que tengamos trabajo todos, primero tienen que pasar ellos” (
En relación con la dimensión de género, si bien no se cumplieron las proporciones estipuladas, hubo una alta tasa de contratación de mujeres. Al igual que en otras experiencias a partir de las cuales se desempeñaron en obras de construcción (un ámbito laboral altamente masculinizado),
Y eso que fue una lucha en casa, porque yo tenía un bebe de 7 meses cuando empecé a trabajar... Y bueno, mi marido no quería saber nada que yo trabaje en una obra con obreros […] Me decía que ‘cómo voy a trabajar dónde está lleno de hombres’, esas cosas. Machista (
Nos interesa puntualizar en esta dimensión que atañe a las transformaciones en los arreglos internos de los hogares, dado que además de haber una transformación en el rol de las mujeres al poder ocupar espacios o tareas que tradicionalmente no se les presentaban disponibles, permitió una discusión en el centro de las disputas políticas por la desigualdad de género: las relaciones en la familia. En otros casos, pudieron empezar a trabajar cuando sus maridos, hermanos o padres estaban trabajando y, en muchos casos, este era un paso necesario para el ingreso al programa. Por otra parte, hay mujeres que no quisieron enlistarse para las tareas de obra, por lo que las trabajadoras fueron alrededor de 20 y 10 en tareas de cocina. Dentro de la obra, no era igualmente ponderado el trabajo de ellas que de los varones. Esto se pudo ver no solo por parte de quienes se encargaban de dirigir la obra, sino también de los trabajadores, quienes en parte no querían que éstas vayan a trabajar dado que “no sabían” y había que enseñarles, consideraban que eran tareas que no eran para que las desarrollen las mujeres o no querían compartir el espacio de trabajo con ellas: “Ahí en revoque hubo un grupito de chicos que no me dejaban trabajar, que no, que era mujer, que me vaya a otro lado” (Laura, trabajadora en diferentes oficios de obra durante dos años. Diciembre, 2021).
El programa contó, además, con una serie de dispositivos implementados por los equipos territoriales de la Fundación, que trabajaron sobre dimensiones relativas al acceso a la educación, salud, recreación y sobre la estigmatización de los barrios, para lo que realizaron actividades de fortalecimiento a la organización barrial que buscaban “transformar las visiones desfavorables”
De un Compartiendo Lluvias salió cómo se hace un acompañamiento para alguien con adicciones, salió cómo poder interiorizarse en la política y saber que la política es una herramienta que bien usada es muy linda, y que el mal llamado “la política es sucia”. Se llama mal “la política es sucia” y que porque “es una herramienta” todo eso sale de un Compartiendo Lluvias (
En su análisis de los lineamientos del programa, Spinelli Álvares (
Hubo, además, un proceso de socialización política que dio lugar a una resignificación de recuerdos personales que obtuvieron un nuevo sentido a partir de un conocimiento y reflexión del marco histórico social, como ser en relación con violencias de la dictadura militar sufridas en los barrios o violencias de género, entre otras. Los espacios de reflexión en torno a los derechos humanos, por ejemplo, fueron claves para poder significar una serie de recuerdos del barrio en torno a las requisas y violencias en la época de la dictadura o las desapariciones forzadas de las fábricas y aserraderos de la zona en la que muchos familiares de personas de los barrios trabajaban.
Cuando empezó el tema de Madres, en mi casa jamás se habló de política. Jamás…cuando empieza el tema de Madres y yo... eh, y eso, me encanta estudiar. Eh, entonces…eh, Madres me daba todas esas posibilidades. Eh, eh, y podía estudiar, y podía... eh, abría la mente, como quien dice. Empecé a conocer de política, empecé a conocer (
Tan mencionada en las actuales políticas, consideramos a la participación como un concepto polisémico que puede dar lugar tanto a dinámicas de politización como de despolitización. Lejos del supuesto sesgo técnico y neutral de las orientaciones instrumentales, lo que está en disputa son los procesos de toma de decisión en torno a las transformaciones de las ciudades y su apropiación, es decir, “una disputa por la definición de lo público” (
Un lugar especial le queremos dedicar a las disputas alrededor de la participación de las mujeres. Encontramos una serie de estudios que se interrogan específicamente por las experiencias y transformaciones entre mujeres que participan en procesos de producción social del hábitat (
Otras autoras señalan, a su vez, cambios en la subjetividad en dirección a una desnaturalización de asociaciones normativas derivadas de visiones tradicionales de género, así como también una desnaturalización de otros pares de oposiciones que reproducen desigualdades y exclusiones, tales como los límites entre lo productivo y reproductivo, lo doméstico y lo político, el trabajo manual y el intelectual, entre otros (
En el caso de Villa Garrote, las mujeres que formaron parte de los equipos de trabajo generaron espacios de intercambio sobre violencia intrafamiliar, crianza de hijos/as y otros temas que la dinámica cotidiana centradas en el trabajo doméstico no lo permitían. Además, en el caso de quienes participaban con anterioridad en tareas comunitarias y fueron integradas al programa, la transformación de un trabajo no pago y poco reconocido a otro bien pago y reconocido en una dimensión política —dada la importancia al trabajo comunitario que le daba la fundación—tuvo un impacto grande. Autoras que analizan articulaciones en torno a la colectivización de las tareas de cuidado en movimientos sociales ponen el foco en la dimensión política y en el reconocimiento social de dichas prácticas, dando cuenta de una transformación en los modos de hacer política desde el territorio por parte de las mujeres (
Sueños Compartidos se propuso el fomento del fortalecimiento comunitario y organizacional en los barrios de intervención, en el marco de la búsqueda de un empoderamiento de los sectores populares. Tal como señala Natalucci para el caso del Movimiento Evita, los incentivos a la participación institucionalizada de las organizaciones sociales por parte del Estado nacional a partir de una serie de programas y políticas sociales desarrolladas desde el 2003, fueron incorporados de modo de sumar las discusiones territoriales a la construcción política del Estado y de las políticas públicas (
En el caso de Mujeres al Frente, sin embargo, no se intentó fortalecer la organización de la FTV dado que, a poco tiempo de comenzado el programa, la misma tuvo una fractura a nivel municipal y, quienes eran los referentes de la organización, se retiraron para formar parte del Estado. Las mujeres a cargo de sus familias, del comedor y, ahora, de un programa de urbanización, quedaron en cierto modo huérfanas de la organización sociopolítica nacional que había acercado la urbanización al barrio. En este contexto, el Programa pasó a concebirse como “una política que nadie pidió” y las mujeres de la organización local pasaron a referenciarse con la fundación Madres de Plaza de Mayo y la UOCRA y empezaron a administrar el programa en un movimiento que no fue en dirección a una acumulación política o de crecimiento de la organización, sino al contrario, en una búsqueda de evitar “los chusmeríos” y “los rumores” en el barrio acerca de cómo un grupo de mujeres administraban los recursos.
En este punto, retomamos la premisa de que ni los movimientos u organizaciones sociales son neutros en términos de género, ni las relaciones entre los géneros están exentas de dinámicas de poder (
En este trabajo nos propusimos recuperar la experiencia de un programa gestionado por la fundación Madres de Plaza de Mayo junto con organizaciones sociopolíticas y territoriales de base que, por medio de la construcción de viviendas y equipamiento urbano, buscó la inserción social de las personas que residían en las villas y asentamientos que contaban con una escasa intervención estatal.
A lo largo del texto nos detuvimos en dos ejes centrales para el diseño del programa: la integralidad o intersectorialidad en la construcción de la problemática habitacional y la participación de quienes habitan el barrio en la obra. Nos interesa señalar el carácter polisémico de ambos elementos, ya que los mismos pueden presentar diferentes sentidos y contenido tanto en la planificación como en la implementación de la política. Principalmente, discutimos contra el carácter instrumental que en muchos casos adoptan dichos elementos y argumentamos que, en Sueños Compartidos, los mismos tuvieron como base fomentar el desarrollo de una politicidad popular por medio de dos movimientos: en primer lugar, al habilitarles a las organizaciones populares un espacio en la gestión y discusión de las políticas públicas; y en segundo, al trasladar las discusiones sobre las dimensiones socioeconómicas de desigualdad al campo de los derechos humanos en un momento en que dicha temática ocupaba un lugar central en la discusión política.
Sueños Compartidos introdujo modificaciones en la planificación y gestión de las políticas habitacionales al reconstituir la problemática habitacional al campo de lo social con una perspectiva interseccional (a partir de la incorporación de las dimensiones de género, de nacionalidad/discriminación por lugar de origen, trayectorias por el sistema penal o el consumo problemático, entre otras), visibilizando, de este modo, la heterogeneidad de los territorios que se caracterizan por la pobreza y precariedad habitacional. En segundo lugar, introdujo modificaciones al inscribir un programa de urbanización e integración sociolaboral dentro de la problemática de los derechos humanos en el marco de una tradición en la que los organismos como Madres de Plaza de Mayo fueron centrales para su construcción. En tercer lugar, introdujo modificaciones en la planificación de la política pública, al ser un programa diseñado y ejecutado por una organización de la sociedad civil que se inscribió territorialmente en la implementación a partir de organizaciones territoriales de los barrios de intervención, en donde —con variabilidades según cada caso— éstas organizaciones tuvieron participación en las decisiones de gestión. La estructura flexible del programa y la falta de territorialidad de la Fundación suponían una centralidad de las organizaciones sociopolíticas intermedias que articulaban o contaban con organizaciones barriales. Si bien los espacios de participación fueron más bien de tipo consultivo, hubo casos en los que las y los habitantes pudieron discutir y negociar cambios en los proyectos.
El trabajo etnográfico en Villa Garrote nos permitió ver otras dimensiones de la politicidad popular, relacionadas con las redes barriales que se conforman principalmente por mujeres, a partir de la gestión y respuesta a problemáticas que se vinculan a la reproducción social. Estas redes, entonces, se organizan a partir de formas que difieren de las organizaciones sociales que cuentan con una lógica política androcéntrica. El desafío es, pues, poder analizar las formas de politicidad popular a partir de una perspectiva interseccional y sensible a las desigualdades del territorio.
La Mesa del Diálogo Argentino planteó —como acuerdo entre sectores empresariales nucleados en la Cámara Argentina de la Construcción, sectores gremiales y sociales coordinados en la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), la Unión de Trabajadores de la Construcción, Organizaciones de la Sociedad Civil, la Iglesia Católica y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)—, entre otros puntos de consenso, la asignación de recursos del presupuesto nacional del 2003 para programas de construcción de viviendas (
Entre éstos, podemos mencionar al Programa Federal de Emergencia Habitacional (PFEH) que, junto a organizaciones sociales y gobiernos municipales, conformó cooperativas de trabajo para la ejecución de obras de mejoramiento habitacional en barrios populares; programas de mejoramiento de vivienda que contemplaron la participación de organizaciones barriales, como el Programa Federal de Mejoramiento de Viviendas Mejor Vivir y el Programa de Mejoramiento Habitacional e Infraestructura Básica (
Madres de Plaza de Mayo es una institución creada en 1977 para luchar por la desaparición de militantes políticos en el período militar con repercusión en la sociedad argentina y el contexto internacional.
La causa central se inició en junio del 2010 por el desvío de fondos entregados por el Estado nacional a la Fundación. Sergio y Pablo Schoklender (ex-apoderados) fueron detenidos en 2012, acusados de lavar dinero proveniente del Ministerio de Planificación. En la actualidad, se encuentran procesados a la espera del juicio oral.
Este proceso puede pensarse en línea con la persecución, represión y estigmatización de la organización social Tupac Amaru en la que, además de acciones políticas y mediáticas que movilizaban sentidos de caos y violencia sobre la organización y sus referentes, se atacó a la infraestructura comunitaria creada en el marco de un avance en la judicialización de la política y la protesta social (
Dichas técnicas se inscriben dentro del trabajo de campo desarrollado en el marco del Doctorado en Antropología (UBA) en el que la autora investiga las transformaciones en el habitar a partir de la implementación de una serie de intervenciones estatales en una villa del conurbano bonaerense. La misma contó con financiación de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Agencia I+D+i) en continuidad con una beca de finalización del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).
Descargo de Sergio Shocklende en la causa
En la misma, se utilizaban paneles de poliuretano expandido (telgopor) contenidos entre dos mallas de metal que se encastran y cubrían con capas de una mezcla base de cemento proyectado.
Esta Organización No Gubernamental firmó todos los convenios para los barrios de Tigre. Si bien tiene trayectoria de trabajo junto al Municipio de Tigre, no tenía trabajo territorial en los barrios a intervenir.
Plan Más Vida fue un plan de la Provincia de Buenos Aires creado en 1994 que entregaba alimentos a mujeres embarazadas o con hijos/as menores de seis años por intermedio de una “manzanera”, que era una vecina que se encargaba de empadronar a las mujeres de un determinado territorio. Se integraba a éste el programa “Comadres”, que entregaba un ajuar a las embarazadas.
En un programa de difusión de la experiencia del programa Sueños Compartidos, Hebe Pastor de Bonafini, Presidenta de la Fundación, dice que al ver la lentitud de los juicios, decidió que los abogados se dediquen a llevar a juicio a los militares pero que ellas iban a retomar la lucha política y social de sus (“Proyecto de vivienda Madres de Plaza de Mayo I”, emitido en
Arcidiácono y Bermúdez (
Los convenios
El Programa Federal de Emergencia Habitacional establecía la conformación de cooperativas de trabajo organizadas por gobiernos locales y organizaciones sociales para la realización de tareas productivas de mejoramiento urbano y de espacios barriales colectivos. En las diversas experiencias del programa, una serie de trabajos dan cuenta de las problemáticas y tensiones que se articulaban en torno a la participación o no de las mujeres, en qué áreas podrían desenvolverse, qué tareas realizar, si su trabajo valía lo mismo que el de los varones (que solían tener experiencia en las tareas de construcción y no transitaban, por ejemplo, licencias por embarazo), entre otros elementos (
Informe sobre el Barrio Madres de Plaza de Mayo, Ministro Rivadavia, partido de Almirante Brown, Secretaría de Desarrollo Social de Almirante Brown, Provincia de Buenos Aires. Cedido por una de las trabajadoras sociales del programa.
A partir de la década de 1990, con la focalización de las políticas sociales, el Estado estableció programas sociales que otorgaban un flujo de recursos hacia las organizaciones que contaban con un despliegue territorial en los barrios más empobrecidos. Si bien los gobiernos kirchneristas inauguraron un cambio en relación con las políticas centradas en el trabajo, el fortalecimiento de las organizaciones populares y la inserción de los militantes sociales a la gestión del Estado, en gran parte continuó con la articulación local de los recursos de programas sociales. A diferencia de los análisis centrados en el clientelismo y las relaciones alrededor de los mediadores políticos (
En relación con este punto, para poder comprender la dimensión estructural de las tareas de cuidado, debemos tener en consideración ciertas particularidades del contexto. La tensión entre el trabajo femenino y masculino tiene su contraparte en la falta de socialización en recursos de cuidado para los varones. Esto se acrecienta en contextos populares, donde las tareas de cuidado no pueden compartirse tampoco en el mercado e implican una mayor carga en relación con familias de otros sectores sociales, debido a la precariedad en los servicios y calidad de la vivienda que sobrecargan las labores domésticas, suelen ser hogares numerosos y con altos índices de monoparentalidad femenina. Además, las tareas de cuidado muchas veces incluyen la atención a que los menores no estén solos en la calle por los riesgos a los que se pueden ver expuestos, el estar atenta a ver con quiénes se relacionan y a dónde van.
En el barrio Cina Cina, por ejemplo, lograron cambiar, a partir de los reclamos, la tipología de las viviendas para construir casas en vez de departamentos. Si bien en Garrote no pudieron, sí lograron que, cuando el capataz y el equipo técnico no querían contratar mujeres, se coordinaran acciones con delegados de la UOCRA y, por medio de protestas conjuntas, lograron la incorporación de más mujeres a los diferentes sectores de oficios.
Agradezco los comentarios y sugerencias de la Dra. María Cristina Cravino y de las/os evaluadores anónimos.