jats4r Conversion Vendor guri 1.0.0 5596 QUID 16. Revista del Área de Estudios Urbanos QUID 16 2250-4060 Área de Estudios Urbanos Argentina quid16@sociales.uba.ar Universidad de Buenos Aires, Facultad de Ciencias Sociales, Instituto de Investigaciones Gino Germani 10.62174/quid16.i21_a407 Espacio Abierto Los inicios de la “sociología urbana científica” en la Argentina revisitados (1950’s) Un recorrido por sus fundamentos teórico-metodológicos The Beginnings of ‘Scientific Urban Sociology’ in Argentina Revisited (1950’s) A Journey through its Theoretical-Methodological Foundations 0000-0002-8441-3683 Trovero Juan Ignacio juanitrovero@gmail.com Conceptualización Investigación Metodología Redacción - preparación del borrador original Redacción - revisión y edición Consejo Nacional de Investigaciones Científica y Técnicas (CONICET) https://ror.org/03cqe8w59 , Argentina Universidad de Buenos Aires, Facultad de Ciencias Sociales, Instituto de Investigaciones Gino Germani https://ror.org/04tmf0341 , Argentina Enero-Junio 2024 21 a407 5 5 2022 4 4 2023 https://creativecommons.org/licenses/by-nc/4.0/ Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial 4.0 Internacional. Resumen

El objetivo del presente artículo es revisitar el período en el que se sientan las bases teórico-metodológicas e institucionales de un cierto tipo de conducir la investigación urbana en la Argentina hacia mediados del siglo XX, en estrecha relación con la figura de Gino Germani y su propuesta de una “sociología científica”, que tuvo fuerte arraigo en la Universidad de Buenos Aires. Para ello, proponemos recorrer el camino que va desde la “sociología de la ciudad” a la “sociología urbana científica” cortada al talle del proyecto germaniano. Si bien no desconocemos que existieron indagaciones previas acerca de la cuestión urbana en el país, nuestra hipótesis sostiene que hacia mediados del siglo XX comienza a delimitarse, aún de modo incipiente, el subcampo de la “sociología urbana”, y que esto se logra no tanto a partir de una diferenciación dicotómica respecto de los “estudios urbanos”, sino en base a solapamientos disciplinares en torno a la idea de la “planificación”. El artículo parte, pues, de rastrear los orígenes del concepto de “sociología de la ciudad” en la Escuela de Chicago para después detenerse en su contradictoria y paradójica aparición en el país en los trabajos de Juan Pichon-Rivière y Bernardo Canal Feijóo. A continuación, se analizan los encuentros y desencuentros entre ambas líneas y la propuesta de Germani. Luego, el artículo se ocupa específicamente de sus investigaciones empíricas sobre la problemática urbana para, finalmente, reflexionar sobre el marco intra e inter disciplinar en el que comienza a delinearse el subcampo de la “sociología urbana” en el país y su relación con la idea de la “planificación urbana”.

Abstract

This article aims to revisit the period in which the theoretical-methodological and institutional foundations of a certain type of conducting urban research were laid in Argentina towards mid-twentieth century, in close connection with the figure of Gino Germani and his proposal of a ‘scientific sociology’ at the University of Buenos Aires. For this, we propose to walk the path that goes from ‘sociology of the city’ to ‘scientific urban sociology’ in line with Germani’s project. Although we are not unaware that there were previous inquiries about the urban question in the country, our hypothesis maintains that by mid-1950’s the sub-field of ‘urban sociology’ began to be defined, still in an incipient way; and that this is achieved not so much from a dichotomous differentiation with respect to ‘urban studies’, but based on disciplinary overlaps around the idea of ‘planning’. The article starts tracking the origins of the concept of ‘sociology of the city’ in the ‘Chicago School’ and then tackles its contradictory and paradoxical appearance in the country in the works of Juan Pichon-Rivière and Bernardo Canal Feijóo. The links between both lines and Germani’s proposal are analyzed next. Then the article deals specifically with his research on the urban question, to finally reflect on the intra and inter disciplinary framework in which the sub-field of ‘urban sociology’ begins to be outlined, and its linkage with the idea of ‘urban planning’.

Palabras claves Sociología urbana Sociología científica Sociología de la ciudad Planificación urbana Gino Germani Keywords Urban Sociology Scientific Sociology Sociology of the City Urban Planning Gino Germani
Introducción

El objetivo del presente artículo es revisitar el período en el que se sientan las bases teórico-metodológicas e institucionales de un cierto tipo de conducir la investigación urbana sociológica en la Argentina hacia mediados del siglo XX, en estrecha relación con la figura de Gino Germani y su propuesta de una “sociología científica” que tuvo fuerte arraigo en la Universidad de Buenos Aires. Para ello, proponemos trazar el recorrido que va desde la “sociología de la ciudad” a la “sociología urbana científica” cortada al talle del proyecto germaniano.

Es indiscutible la importancia que tienen al respecto los estudios empíricos sobre el proceso de urbanización que llevó adelante Germani hacia fines de la década de 1950 (1960a, 1960b). Sin embargo, con el doble propósito de no invisibilizar la investigación urbana sociológica previa y, al mismo tiempo, poner de relieve la importancia de estas investigaciones germanianas para el devenir de la disciplina, se torna indispensable volver a reflexionar sobre algunos de sus antecedentes teórico-metodológicos. Nuestra hipótesis de trabajo sostiene, por un lado, que el recorrido propuesto permite observar cómo comienza a delimitarse en el país, aún de modo incipiente, el subcampo disciplinar de la “sociología urbana”; y que esto se logra no tanto a partir de una diferenciación dicotómica respecto de los “estudios urbanos” o el “urbanismo”, sino en base a solapamientos disciplinares en torno de la idea de la “planificación”.

Por “investigación urbana sociológica” entendemos, de un modo amplio y genérico, aquella práctica que tiene como propósito abordar las dificultades (de orden socioeconómico, socioespacial, psicosocial, político, etc.) que se presentan a los habitantes de las ciudades en el sentido de un “problema sociológico” y con las diversas herramientas, técnicas, métodos que tiene a mano la sociología en tanto que disciplina científica. ¿En qué consiste, pues, lo que convenimos en llamar una “sociología urbana científica” de fuerte impronta germaniana? Los tres términos implicados en este sintagma tienen sentidos muy precisos en este trabajo y remiten, específicamente, a lo que por ellos entendía el propio Germani hacia mediados del siglo XX: sociología refiere estrictamente al campo académico-disciplinar desde el cual se aborda el objeto de estudio, es decir, el punto desde donde se mira e interpreta el mundo; urbana, a la temática en la cual se pone el foco, es decir, los problemas sociales derivados de la “urbanización de las ciudades”, entendida esta como explosión demográfica y deterioro de las condiciones de vida; y científica, al marco epistemológico que se reconoce como válido para ofrecer respuestas a tales problemas.

Entre la bibliografía sobre el tema, la noción de “sociología urbana científica” es introducida a modo de interrogante por Socoloff (2013) en un trabajo que retoma los inicios de la “sociología urbana” en el país, a partir de un fructífero diálogo con la socioantropología urbana y, sobre todo, con el importante trabajo de Adrián Gorelik (2008). Años después, fue retomada por Verónica Paiva (2018) en un trabajo que se propone abordar también este período, pero puntualizando sobre todo en los vínculos interinstitucionales y extendiendo su análisis hasta los años setenta. En este artículo, nos proponemos adentrarnos en la huella señalada por la primera y recorrida por la segunda, poniendo el foco centralmente en los aspectos teórico-metodológicos implicados.

Entre la variedad de temas que abordó la sociología en Argentina desde principios del siglo XX, en modo más bien tardío, aparece el de “ciudad”, concepto con el que apareció en la bibliografía especializada –fundamentalmente en la tradición de la Escuela de Chicago (EC)– el interés puesto en la comprensión de los problemas asociados a la vida urbana. Según surge de nuestras indagaciones, recién en la década de 1950 se publican estudios en el país que explícitamente se proponen abordar el fenómeno apelando al vocabulario y/o a técnicas eminentemente sociológicas. Y esto, como veremos, no se presenta exento de paradojas, contradicciones y dificultades.

El trabajo se organiza, entonces, de la siguiente manera. El primer apartado presenta el concepto de “sociología de la ciudad”, remontando el análisis a sus orígenes en la EC. Luego, el segundo apartado se detiene puntualmente en su paradójica aparición en el país en los trabajos de Juan Pichon-Rivière (1950) y Bernardo Canal Feijóo (1951).1 A continuación, se analizan los encuentros y desencuentros entre ambas líneas y la propuesta de Germani. Luego, el artículo se ocupa específicamente de sus investigaciones empíricas acerca de la problemática urbana, cuyos antecedentes internos se remontan a los inicios de la década de 1940. Finalmente, se reflexiona sobre el marco intra e interdisciplinar en el que comienza a delinearse el subcampo de la “sociología urbana” en el país y su relación con la idea de la “planificación urbana”.

Los orígenes de la “sociología de la ciudad”: la Escuela de Chicago

La idea de una “sociología de la ciudad” refiere a un tipo de abordaje pretendidamente sociológico de los problemas inherentes a la vida en la ciudad moderna. Su rasgo característico reside en que se sirve de unas determinadas metodologías (y/o de su combinación), y que pretende enfocarse tanto en los aspectos materiales (geográficos, económicos, ecológicos, etc.) como en los culturales (sentimientos, actitudes, costumbres, tradiciones, etc.) implicados.

Si bien resulta difícil (y tampoco es nuestro interés aquí) trazar una historia del término, tiene fuerte arraigo en las ideas de autores clásicos como Max Weber, Georg Simmel o Émile Durkheim. Sin embargo, según entendemos, se relaciona mucho más con el tipo de recepción de sus ideas llevada adelante en los Estados Unidos por los investigadores nucleados en torno a lo que se conoció como la EC hacia inicios del siglo XX.2 Esta debe ser entendida como una “escuela de actividad” (Becker, 1999), es decir, un colectivo de autores-investigadores que se relacionan entre sí como miembros de una institución y trabajan en y para ella en pos de objetivos comunes, lo que implica la convivencia dinámica de métodos, tradiciones teóricas y disciplinas. Se fundó sobre un marco teórico-epistemológico en el que se destaca el uso del método inductivo, la preeminencia de los estudios de caso de fuerte base empírica y el diseño intrínsecamente interdisciplinar de sus investigaciones. Las fuentes teóricas de sus principales exponentes provienen de los autores clásicos de la tradición europea y es evidente su familiaridad con el pragmatismo, una corriente de pensamiento que propugna que la validez de cualquier concepto debe basarse en sus efectos experimentales y en sus consecuencias para la conducta (cfr. Azpurua, 2005; Haidar, 2012).

El signo distintivo que compartían los primeros trabajos de investigación bajo la órbita de la EC era su carácter indefectiblemente empírico, su interés puesto en la problemática urbana y la visión de la sociedad como grupos sociales en interacción. Durante la década de 1910 aparecieron los primeros y más destacados estudios: los de Robert Ezra Park, quien puso el foco en la “distribución ecológica” de la ciudad, y los de William I. Thomas y Florian Znaniecki, que estudiaron los procesos migratorios transcontinentales de los campesinos polacos. Unos años después aparecerían también los importantes “estudios de comunidades” de autores como Nels Andersen, Louis Wirth y Harvey W. Zorbaugh, que versarían sobre una variopinta gama de tópicos como la delincuencia, los vagabundos, la segregación urbana, etc. En estos términos, podemos concluir con Ruiz-Tagle que la importancia de la EC está dada por ser “la primera en analizar los problemas urbanos de una manera sistemática, construyendo una perspectiva teórica amplia de las ciudades y la vida social” (2016, p. 17).

Volviendo sobre la noción de “sociología de la ciudad” que aquí nos interesa, conviene señalar muy brevemente algunas cuestiones que aparecen en dos textos fundamentales: “La ciudad: sugerencias para la investigación del comportamiento humano en el medio urbano” de Park (1999) y “El urbanismo como modo de vida” de Louis Wirth (2005). En el primero, el autor presenta su perspectiva de una “ecología humana” para adentrarse en los problemas urbanos modernos. Esta perspectiva se asienta sobre cierto tipo de “darwinismo social modernizado”, informado sobre todo por la teoría social simmeliana y durkheimiana (cfr. Bettin, 1982, p. 61). Para Park, la ciudad “es sobre todo un estado de ánimo”, un conjunto organizado de tradiciones, actitudes, costumbres y sentimientos; “no es simplemente un mecanismo físico y una construcción artificial: está implicada en los procesos vitales de las gentes que la forman; es un producto de la naturaleza y, en particular, de la naturaleza humana”. Sin embargo, continúa, “no es sólo una unidad geográfica y ecológica; al mismo tiempo es una unidad económica. La organización económica de la ciudad está fundada sobre la división del trabajo” (1999, pp. 49-50). Louis Wirth, por su parte, modela su autoproclamada “teoría del urbanismo” en su célebre artículo “El urbanismo como modo de vida”, en donde intenta “sacar” a la ciudad del ámbito arquitectónico-espacial para colocarla en el de las ciencias sociales y humanas (cfr. Tironi, 2005). Define al “urbanismo” como un “complejo de rasgos que componen el modo característico de la vida en las ciudades” mientras que el concepto de “ciudad”, en su definición sociológica, refiere a un “establecimiento relativamente grande, denso y permanente de individuos socialmente heterogéneos” (2005, p. 4).3

Las paradojas de la “sociología de la ciudad” <italic>a-la-Argentina</italic>

Volviendo la mirada sobre nuestro país, no parece replicarse el tipo de estudios llevados adelante por los investigadores vinculados a la EC hasta bien entrado el siglo XX.4 Desde ya que la ciudad de Buenos Aires y/o su relación con el territorio nacional había sido tematizada previamente.5 Pero no será hasta la década de 1950 cuando aparezcan de la mano de Germani, de un modo cada vez más pronunciado, intentos certeros de abordar la “ciudad” como objeto de estudio eminentemente “sociológico-científico”. Pero antes de adentrarnos en ello es necesario dar un pequeño rodeo.

No es azaroso que esto haya sucedido, precisamente, promediando el siglo XX. Por entonces parece delinearse, tanto en la Argentina como en la región, un período de transición en lo que refiere al desarrollo de la disciplina sociológica y, por consiguiente, de la subdisciplina encargada del estudio de la cuestión urbana (cfr. Carrión, 1991). Según señala Coraggio (1989), entre 1940 y 1955 aproximadamente, los primeros estudios “proto-sociológicos” se limitan al primer ordenamiento de datos y a la identificación de algunos problemas básicos, y buscan dotar de “base empírica” sus afirmaciones. Dentro de estos, se destacan Una nueva Argentina (1940) de Alejandro Bunge, Historia de la industria argentina (1942) de Adolfo Dorfman e Historia económica de la Argentina (1955) de Ricardo Ortiz. Estos estudios, sin embargo, no asumen para sí el rótulo de “sociología de la ciudad”; los que sí lo hacen, como los de Pichon-Rivière (1950) y Canal Feijóo (1951), paradójicamente, no buscan fundamentar sus reflexiones sobre “base empírica”.6

Intentaremos, a continuación, reponer las principales ideas de estos dos últimos estudios, con la intención de comprender qué puede entenderse por “sociología de la ciudad” en Argentina en los años previos a que Germani logre instalar su proyecto de una “sociología científica” en la UBA y, con él, su modo “científico” de abordar el fenómeno urbano. Al respecto, nuestra hipótesis sostiene que el sintagma “sociología de la ciudad”, por acción o reacción, puede ser pensado como un antecedente de las investigaciones acerca del proceso de urbanización en la Argentina llevadas adelante por Germani hacia finales de 1950, que cristalizan, según sostenemos, una perspectiva “científica” de la sociología urbana.

En su “Análisis sociológico de la ciudad”, Pichon-Rivière parte de un diagnóstico inicial de clara ascendencia orteguiana: “El hombre común de la urbe moderna se halla desamparado y perdido en el anonimato” y en la ciudad “se ha producido esa rebelión de masas de que tanto se habla pero tan mal se entiende” (1950, p. 8). La “crisis de nuestro tiempo” afecta especialmente a los “núcleos humanos” tanto en su “estructura espiritual interna” como en su “realización concreta”. Esto se relaciona, al parecer, con que “nunca en la historia de la humanidad las relaciones humanas han sido tan desquiciadas como hoy día y nunca han estado tan distanciados los individuos” (1950, p. 9). En la primera parte del trabajo se va a ocupar fundamentalmente de dos ideas interrelacionadas: “las categorías existenciales de la ciudad” y “la persona humana”. La relación que se establece entre la persona humana y la ciudad es análoga a la que se establece entre las partes y el todo. El “individuo humano” es en sí mismo incompleto y por ello necesita, en el “plano existencial”, de la ciudad para acceder a la “totalidad”. La ciudad, entendida como un todo, posee “propiedades políticas esenciales” que permiten que solo allí se establezcan “jerarquías necesarias para el orden social” y se actualicen y armonicen las “potencias” para lograr “la concordia, fin de la ciudad” (1950, p. 11).

Existen, entonces, dos tipos de vinculación entre los individuos en las ciudades: entre “personas” y “personalidades”. Lo primero representa la “sustancia” de lo segundo, lo que supone su aspecto social en tanto que “profesional”. La ciudad, sostiene, “nos proporciona el instrumento social más adecuado para completarnos y para hacer triunfar la persona sobre el profesional, es decir, para humanizarnos” (Pichon-Rivière, 1950, p. 16). Más aún, establece que la “persona humana” busca su “perfeccionamiento moral” mediante la religión, la educación, el orden social, etc., y el ambiente adecuado para esta búsqueda es la ciudad, en la cual debe hallar los medios necesarios para perfeccionarse y para garantizar la subsistencia material de su familia. Ciudad y familia, de este modo, se encuentran íntimamente relacionadas. No obstante, en el seno de la propia familia reconoce la emergencia de uno de los principales problemas de la ciudad moderna: la inadecuación de la “vivienda familiar”, en espacio y naturaleza para el “desarrollo normal” del niño: “Un departamento de una gran ciudad es, en la mayoría de los casos antipedagógico. […] la vivienda familiar debe ser independiente, para evitar las consecuencias nefastas del hacinamiento y de la promiscuidad o de la semipromiscuidad de ciertas casas de departamentos” (1950, p. 20).7

El ensayo “Sobre sociología de la ciudad actual” de Canal Feijóo está incluido en su Teoría de la ciudad argentina de 1951. Allí se pregunta por la especificidad de la ciudad de Buenos Aires y su (siempre tensa) relación con el “resto del país”. Lo primero que emerge en el análisis es que “la desmesura demográfica de Buenos Aires surge de una sobreagregación masiva […] de elementos extranjeros y provincianos”, al tiempo que “el desmesuramiento de las ciudades provinciales ha procedido de una sobreagregación homogénea de provincianos de otras provincias y de masas provenientes del propio radio rural de cada una”; lo que constituye el “rasgo común a todas las ciudades”, es decir, “que esos elementos sobreagregados son elementos desplazados de otra parte, desarraigados” (Canal Feijóo, 1951, p. 195). El proceso de “desmesuramiento” se manifiesta como problemático ya que el “gran desequilibrio orgánico general” es el “progreso unilateral, polarizado en un solo sentido” ―del “interior” hacia Buenos Aires, Rosario y otras ciudades importantes (cfr. 1951, p. 198). Esto no es un fenómeno exclusivo de la Argentina, sino que se da en todo el mundo, pero aquí se presenta un problema adicional: “frente a un alto grado de desarrollo urbano, aparente o visible, un trasfondo de agropecuaridad en estado todavía muy ‘naturalista’, de cultivos extensivos y técnicas primarias”; y, “frente a ciudades que pueden considerarse prácticamente superpobladas, campañas que pueden considerarse prácticamente desmanteladas”. La respuesta o solución a este “desbalance” supone, según el autor, que “con técnicas más modernas” se podría lograr lo mismo que hasta entonces, o más y mejor aún, en menor superficie y con menores “costos” de mano de obra y sin emplear elementos obsoletos (1951, pp. 200-201). En otras palabras, propone una modernización del campo para hacerlo más rentable y efectivo.

Canal Feijóo concluye que las personas que han despoblado el campo y han llegado a la ciudad no pueden, pues, volver a “repoblar” los campos. Esto, que sería deseable según su opinión, no es ya posible porque “el destino que los condujo donde están es irreversible”. Entonces, se pregunta: “¿qué remedio queda? ¿Cómo reconquistar las campañas? ¿Cómo purificar las ciudades (sin apelar, es claro, a los procedimientos por liquidación)?” (1951, p. 226). En respuesta a estos interrogantes Canal Feijóo introduce la “idea de planificación” en el sentido de contribuir con la “urbanización de las campañas”: aportaría a la “campaña” lo mismo que ha aportado en la ciudad: “organización racional, según su propia esencia, organización hacia adentro, hacia el propio centro de gravedad” (cfr. 1951, pp. 229-231).

Consideraciones intermedias: ¿la “sociología de la ciudad” como <italic>antecedente</italic> de la “sociología urbana científica”?

Llegados a este punto, nos preguntamos ¿cuál es la relación entre la propuesta de la “sociología de la ciudad”, según Pichon-Rivière y Canal Feijóo, y la “sociología urbana científica” germaniana de fines de la década de 1950? Para allanar el camino, comencemos por lo más evidente: el sintagma “sociología de la ciudad” que utilizan los primeros no tiene mucho que ver con el uso que hizo de este la EC, uso que será recuperado por Germani en nuestro país promediando el siglo XX. En este sentido, ni el trabajo de Pichon-Rivière ni el de Canal Feijóo se insertan en una perspectiva que recupere los métodos de la investigación empírica para el análisis de los problemas urbanos y proponga una visión panorámica de la sociedad en tanto que formada por grupos sociales en interacción. Estos estudios se enmarcan en (o dialogan mejor con) una larga tradición ensayística que se remonta a inicios del siglo XX y que, en relación con nuestros temas, puso el foco principalmente en las relaciones individuo-masa, campo-ciudad o capital-territorio nacional.8

En tal sentido es que estos aportes no pueden ser desestimados. Sobre todo, porque contribuyeron con la identificación de la mayoría de los más acuciantes y urgentes “problemas urbanos”. Por caso, Pichon-Rivière identifica algunos muy importantes como el hacinamiento y los problemas de salud e higiene que este acarrea, los cambios en las dinámicas y las composiciones familiares. Su principal limitación, según entendemos, es que lo hace desde un punto de vista ético-humanista – en la línea del “reformismo católico” (ver Auza, 1987; Recalde, 1985)–, lo que lo posiciona en, al menos, un lugar incómodo frente a la objetividad pretendidamente presupuesta y/o buscada por el propio autor. Por el otro lado, Canal Feijóo “responde más bien al perfil del folclorista amateur” (Mailhe, 2015, p. 166) y pone el énfasis en un punto sumamente importante como la relación de las personas con el territorio y el ser nacional (he aquí un punto importante de contacto con la tradición ensayista y, sobre todo, con Martínez Estrada). Además, introduce en su análisis fenómenos caros al pensamiento germaniano (aunque en algunos casos su conceptualización sea bastante diferente) como las consecuencias de los movimientos migratorios sobre la estructura social, el avance del proceso de industrialización y urbanización en las ciudades y el campo, y como corolario, la “idea de planificación” como “respuesta racional” a la “superpoblación” o “desmesuramiento” de las ciudades. Sin embargo, lo que no encontramos en este caso es referencia alguna a la “base empírica”. Esto no tiene por qué ser un problema en sí mismo, pero será precisamente el mayor punto de divergencia con las investigaciones que desarrollaría posteriormente Germani, que se (auto)proponen como “inaugurales” de un tipo de abordaje “científico” de la problemática urbana fundamentado en datos empíricos. Por otra parte, cabe destacar que un importante punto en común entre los estudios de Germani y los de Pichon-Riviere y Canal Feijóo es que todos ellos consideran a las “familias” como “unidades de análisis”, aunque, claro, desde diferentes enfoques teórico-metodológicos.

¿Es posible, entonces, que estos trabajos puedan ser considerados antecedentes de una especie de “sociología urbana” de tipo “científica”? Si por antecedentes entendemos la presencia de elementos centrales en la obra de Germani, que ya aparecían previamente en los estudios de Pichon-Rivière y Canal Feijóo aquí introducidos, será posible responder que sí, con todas las salvedades del caso mencionadas. Sin embargo, en el acto de recuperar para sí la tradición de Chicago, tal como aquí postulamos y quedará más claro a partir del siguiente apartado, Germani actualiza toda otra serie de antecedentes e insumos no tematizados ni por Pichon-Rivière ni por Canal Feijóo, que se ajusta mucho mejor a la perspectiva de la “sociología empírica”. Por todo esto es que conviene hablar de antecedentes solo en los términos de una reapropiación de ciertos contenidos teóricos y herramientas metodológicas, así como de la readecuación de ciertos ejes temáticos.

Las investigaciones empíricas germanianas sobre el “proceso de urbanización”

Conviene, llegados a este punto, ensayar una brevísima recapitulación. Si bien ha habido previamente en el país estudios que abordaron de algún u otro modo la problemática urbana, estos no se reconocen a sí mismos como estrictamente sociológicos hasta mediados de siglo XX. Y los primeros que así lo hacen (los de Pichon-Riviére y Canal Feijóo, por ejemplo) lo hacen de un modo muy distinto a la orientación que, hacia mediados de la década de 1950, se imponía en las ciencias sociales regionales y lograría encauzar el proceso de institucionalización de la sociología como disciplina universitaria en la Argentina (ver Blanco, 2006; Murmis, 2007; Pereyra, 2010). Germani inaugura, por entonces, un tipo de análisis “sociológico-científico” dentro del campo de la problematización de la cuestión urbana, que se valdrá de las herramientas de la sociología empírica (en su caso, fundamentalmente de procedencia estadounidense) para fundamentar sus conclusiones, y que apuntará a ofrecer eventuales soluciones a los problemas que se derivan de la vida urbana mediante la reivindicación de la “planificación” y la “previsión racional”.

Lo que hemos convenido en llamar “sociología urbana científica” encuentra su punto de cristalización en los estudios germanianos seminales acerca del proceso de urbanización en el país, llevados adelante en el último lustro de la década de 1950. Sin embargo, la indagación sobre la problemática urbana tiene largo arraigo en la obra germaniana. Desde inicios de los años cuarenta del siglo pasado, en el ámbito del Instituto de Sociología dirigido por el historiador Ricardo Levene –donde Germani dio sus primeros pasos como investigador–, llevó adelante investigaciones relacionadas con el abordaje de diversos aspectos de la estructura social argentina que suponen importantes antecedentes (internos) de los estudios sobre el proceso de urbanización de fines de la década siguiente. Por ejemplo, en “Los censos y la investigación social” (1943), Germani repara en dos propuestas metodológicas centrales de cara a la preparación del IV Censo General de 1947: el empleo del método de muestras y la adopción del sistema de “áreas censales” y “distritos metropolitanos” para la compilación de los datos de grandes ciudades. Asimismo, propone recuperar los aportes de la “ecología humana” vinculada tanto a la “morfología social” durkheimiana como a los investigadores de Chicago, para asistir a la investigación acerca de “la distribución espacial y temporal de los seres humanos y de sus instituciones”. Con estas herramientas y métodos será posible estudiar, según este autor, los procesos de segregación y diferenciación que terminan por “producir” las ciudades en tanto que áreas de características sociales determinadas. Por otra parte, en una publicación que llevó el título de “Métodos cuantitativos en la investigación de la opinión pública y las actitudes sociales” (1944), Germani trabaja sobre las características de la opinión pública y propone un método para su abordaje que parte del concepto de “actitud” introducido por Thomas y Znaniecki y se relaciona con el de “representaciones colectivas” de Durkheim y los de “distancia social” y “espacio social” de Park y Burgess. Así, este concepto clave para la intelección de la opinión pública puede interpretarse como una “categoría espacial”: el “espacio social” es un “espacio sui generis que corresponde a la noción de situación, o campo”, y la “distancia social” constituye “el grado de separación entre las diversas posiciones de status” (1944, p. 91).9

Ahora bien, el primer trabajo en el que se ocupa específicamente de presentar y discutir las principales líneas teórico-metodológicas de su propuesta de investigación basada en los métodos y técnicas de la sociología empírica es su “Estudio integral de las comunidades” (Germani, 1950). Allí distingue tres fases en la evolución del “estudio de las comunidades”: la primera, normativa o valorativa, que se orienta hacia el “mejoramiento social”; la segunda, que denomina analítica, y que parte de las investigaciones llevadas a cabo en la Universidad de Chicago, cuyos estudios incorporan un “punto de vista ecológico”; y la tercera, una fase marcada por un “notable y decisivo enriquecimiento de la metodología” a partir de la década de 1930, con la incorporación de aportes de disciplinas como la antropología cultural y la psicología social, por ejemplo. Además, Germani reflexiona en detalle sobre diversos métodos (el “punto de vista ecológico”, el “análisis microsociológico” o la “sociometría”) y sobre las técnicas e instrumentos (la construcción y uso de “muestras representativas”, “mapas isométricos”, “datos censales”, escalas “sociométricas” y de “opiniones y actitudes”, “entrevistas”, “historias vitales” o “biografías” y “observaciones controladas”) que, según él, combinados, se deben adoptar para el estudio de “las comunidades”. Las investigaciones que encaren este camino, a su vez, deben diseñarse atendiendo a las especificidades de cada caso concreto, y tomando en cuenta las características del medio ambiente y los recursos materiales disponibles.

Años más tarde Germani echó mano de este mapa teórico-metodológico, poniéndolo a prueba en sus investigaciones empíricas acerca del proceso de urbanización en la Argentina llevadas adelante entre 1957 y 1958. En este marco, realizó un fuerte trabajo de campo en la zona de Isla Maciel, un área obrera del Gran Buenos Aires, lindante con la ciudad por su frontera sur. La investigación pudo ser realizada gracias al esfuerzo conjunto de varias partes involucradas: el propio Germani, director del equipo responsable y encargado del análisis y redacción de los informes, la Secretaría de Ciencias Sociales de la UNESCO, que financió el proyecto, y el Departamento de Extensión Universitaria de la UBA, que tenía emplazado en el territorio un “Centro de Desarrollo Integral” que haría las veces de “base de operaciones” (Brusilovsky, 1999; Trovero, 2017; Wanschelbaum, 2017). El objetivo principal de la investigación consistía en estudiar los efectos que produjo la migración del interior del país a la capital y cómo fue la forma en que los inmigrantes se adaptaron (o no) a la vida urbana. Los análisis fueron reunidos en dos nutridos informes elaborados por el propio Germani y presentados en el “Seminario sobre Problemas de Urbanización en América Latina” que tuvo lugar en julio de 1959 en la sede de la CEPAL en Santiago de Chile. El primero se basó en datos primarios especialmente producidos para la investigación, limitándose a una “escala local”, es decir, al estudio llevado a cabo en la Isla Maciel; mientras que el segundo extiende el análisis a la “escala nacional” e incorpora un punto de vista más de tipo histórico sobre la base de datos estadísticos (Germani, 1960a, 1960b). En ambos informes el esquema comparativo asume un rol central. Esto incluye, al menos, dos procedimientos como condición necesaria: el despliegue de un sistema de categorías mutuamente excluyentes y el acceso a datos estadísticos, sean de origen muestral (como en el caso del informe sobre la Isla Maciel en el que se utiliza como base de la comparación las “familias”) o censal (como el caso del análisis del conjunto del país en el que se utilizan los “centros urbanos”). A esto cabe añadirle que Germani pone en funcionamiento en el campo una serie de métodos cualitativos como la observación participante o la realización de entrevistas. Este modo de proceder, al que hoy solemos denominar “triangulación metodológica”, ya se encontraba “recomendado” por el propio Germani en “El estudio integral de las comunidades” (1950).

Consideraciones finales: la “sociología urbana científica” y la “planificación urbana”

Hasta aquí hemos destinado cierto esfuerzo a la reconstrucción de los principales fundamentos teórico-metodológicos de la “sociología urbana científica” a-la-Germani. Para concluir nuestro recorrido, e iluminar posibles senderos a explorar en el futuro, indagaremos en una dimensión no menos importante y que se relaciona con el espacio institucional en el cual se desenvuelve nuestro autor y los vínculos y puentes que se trazan tanto hacia dentro de la propia sociología como hacia fuera, hacia otras disciplinas y áreas de estudio. Por un lado, la “sociología urbana científica” representa en germen lo que se convertirá, con el tiempo, en el subcampo de estudio específico de la “sociología urbana” en el país; y por el otro, hacia fuera, se relaciona de modo directo con la “planificación urbana”, al coincidir en un elemento clave: el vínculo entre la transformación del medio urbano y la planificación social.

Por “sociología urbana” solemos referirnos a una rama especial de la sociología que tiene un objeto específico (“lo urbano” y sus múltiples denominaciones)10 que le es propio y la diferencia de otras ramas (como la sociología económica, histórica, del trabajo, etc.).11 Según Saunders (1986) todo abordaje sociológico que se precie de urbano se orientará especialmente hacia el espacio, aunque, desde ya, sin hacer caso omiso de otros procesos sociales particulares. En este sentido, la “sociología urbana” se centra en lo propiamente urbano de los diversos aspectos de la vida social e interroga sobre los elementos que estructuran las relaciones entre actores, instituciones y grupos sociales que constituyen a la ciudad como entorno (cfr. Lamy, 2006).

Entonces, por lo dicho hasta aquí, observamos que hasta antes de la irrupción de Germani en la UBA no parecería haber un campo específico denominado “sociología urbana” en la Argentina, y mucho menos “científica”; lo que no quiere decir –y lo repetimos nuevamente– que previamente no hayan existido estudios sobre la ciudad o la cuestión urbana. Según lo expuesto, se puede constatar que, para fines de la década de 1950, la “sociología urbana” adopta en la versión germaniana un enfoque de tipo eminentemente “científico”, es decir, que para el caso del estudio de la cuestión urbana (como cualquier otro) la investigación se recuesta sobre la “validez” de los datos con “base empírica” para fundamentar sus proposiciones y conclusiones. Por el momento, y sin intenciones de someter a juicio estas consideraciones, podemos sostener que las investigaciones que lleva adelante Germani en Isla Maciel representan un cambio de perspectiva teórico-metodológica y de abordaje del fenómeno urbano que será en el futuro retomado y replicado. Si bien tanto los estudios de Canal Feijóo y Pichon-Rivière como los de Germani comparten un mismo diagnóstico, a saber, que “la ciudad” debía ser de algún modo transformada, difieren fundamentalmente en el modo de hacerlo: para los primeros la respuesta se encontraba en brindar herramientas para modificar el medio físico en el que se desenvolvía la relación humanidad-naturaleza, mientras que para el segundo la solución debía buscarse en la “planificación racional” en vistas de la modernización y el desarrollo.

Ahora bien, desde aquí hacia fuera, encontramos que la “sociología urbana científica” entra en el área de influencia de los “estudios urbanos”, si entendemos a estos, en términos bien generales, “como un conjunto de disciplinas –dentro de las cuales se encuentra la sociología– destinadas a pensar el fenómeno desde diferentes marcos analíticos en vistas a la planificación de las ciudades” (Paiva, 2018, p. 255). Aceptando esto y sin intenciones de establecer diferencias taxativas entre la “sociología urbana” y campos de estudio tan robustos como los “estudios urbanos” o el “urbanismo”12 (lo que resultaría una empresa por demás difícil e infructuosa), aquí nos interesa poner de relieve, aún de modo preliminar, el vínculo que se establece entre todos ellos en torno a la idea de la “planificación urbana”. Esta idea se orienta hacia (y presupone) actividades como la transformación, el conocimiento y el ordenamiento de las ciudades. ¿No son estas las mismas características que podemos reconocerle a la “sociología urbana” en la acepción de “científica” que venimos trabajando?

Como se ha dicho previamente, será a partir de la década de 1950 que se inicia un proceso de transformación de los paradigmas vigentes en América Latina acerca del estudio de la sociedad en general y de los fenómenos urbanos en particular. Este proceso de cambio se vincula con un “ideal planificador” que adquirió centralidad en la posguerra y que supone un método “racional, objetivo y sistemático para la toma de decisiones tendientes al desarrollo y al equilibrio territorial en clave económica”, al tiempo que “adquiere una renovada centralidad no solo en términos territoriales, sino principalmente como política pública tendiente al desarrollo económico y social” (Monti, 2016, pp. 8-9). Todo parece indicar, así, que hacia mediados de siglo XX, más que una diferencia parece producirse un solapamiento entre la “sociología” y los “estudios urbanos”, articulado en torno a la noción teórica y al imperativo práctico de la “planificación urbana”. Será por aquel entonces, a su vez, que surgirá y se extenderá por toda la región lo que algunos llaman genéricamente “investigación urbana”, en estrecha relación con el auge del paradigma del desarrollismo y la modernización (Carrión, 1991; Manzanal, 1990; Schteingart, 2000).

Estos solapamientos disciplinares pueden observarse, además, en la íntima conexión que desde entonces existe en la UBA entre la sociología y la arquitectura y, más puntualmente, entre la Carrera de Sociología (entonces en la Facultad de Filosofía y Letras, ahora en la órbita de la Facultad de Ciencias Sociales) y la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo. La Carrera de Sociología incluyó desde un comienzo en su plan de estudios materias “urbanas”. En el año 1959 se dictó una “sociología especial” que llevó el nombre de “Sociología Urbana” a cargo del profesor Jorge Goldemberg. Al año siguiente este dictaría un seminario denominado “Sociología de la planificación urbana”, quedando a cargo de aquella el estadounidense Bernard Rosenberg como profesor invitado. En 1961, César Vapñarsky se hace cargo del curso de “Sociología Urbana” y unos años después, en 1964, Germani dicta “El proceso de urbanización”. En todos los programas, invariablemente, se destaca la adopción del mismo enfoque (el de la “sociología empírica”) y la utilización de los mismos tipos de materiales (tanto los elementos teóricos como los “sistemas de estudio e investigación”), así como la inclusión de unas determinadas “prácticas de investigación” como condición de aprobación de los cursos. Por otra parte, para concluir, importantes figuras emparentadas con los “estudios urbanos” en la Argentina estrecharon sus vínculos con Germani y su órbita de influencia. Mario Robirosa, César Vapñarsky y Horacio Torres, por ejemplo, cursaron el “Curso de Sociología para graduados de otras disciplinas” que se dictaba en la carrera (Novick y Zanzottera, 2019; Paiva, 2018). El primero, incluso, contribuyó en el proceso de investigación desplegado en Isla Maciel, y el segundo, como se mencionó, formó parte del plantel docente de la carrera. Otra importante figura en esta historia fue la de Enrique Hardoy, en la que lamentablemente no nos podemos detener (ver Monti, 2015, 2016). Cabe señalar, sólo a modo ilustrativo y final, que Germani se apoya en su esquema teórico para describir la historia urbana de Latinoamérica en su célebre Sociología de la Modernización de 1969.

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Juan Pichon-Rivière era el medio hermano mayor del referente del psicoanálisis y la psicología social, Enrique Pichon-Rivière. Fuertemente ligado al catolicismo, participó en los Cursos de Cultura Católica, en cuyo seno se forjó la revista Criterio que vería la luz en marzo de 1928, bajo la dirección de Atilio Dell Oro Maini. Se formó en derecho en la UBA y obtuvo su doctorado en jurisprudencia en la misma institución en 1946. Por su parte, Bernardo Canal Feijóo nació en Santiago del Estero en 1897 y se mudó a Buenos Aires para completar sus estudios. Se doctoró en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UBA. En la capital estableció vínculos con personalidades como Guillermo de Torre, Raúl González Tuñón y Atahualpa Yupanqui. En 1925, se reinstaló en su Santiago natal, donde fundó la “La Brasa”, una asociación cultural que adquirió cierta relevancia por albergar las visitas de viajeros ilustres como el conde de Keyserling, Waldo Frank, Drieu de la Rochelle y Roger Caillois, y por organizar exposiciones de artistas como Antonio Berni, Lino Spilimbergo o Emilio Pettoruti. Publicó libros de poemas y obras de teatro, y mantuvo una relación estrecha con la revista Sur (Mailhe, 2015; Martínez, 2012).

Seremos muy breves en lo que sigue ya que hemos trabajado sobre estos tópicos previamente (ver Trovero, 2019, 2021). La bibliografía al respecto es vastísima, recomendamos los trabajos de Becker (1999), Bettin (1982), Grondona (2012, 2013), Hunter, (1980) o Torterola (2012).

En particular, hemos trabajado anteriormente con mayor detalle sobre estos autores (Trovero, 2019).

Sobre este vínculo se pueden consultar los trabajos de Socoloff (2013), Grondona (2013), Paiva (2018), Trovero (2019) o Torterola y Blacha (2021).

Por ejemplo, en La ciudad indiana (1900) de Juan Agustín García, Cosmópolis (1908) y Eurindia (1924) de Ricardo Rojas, El hombre que está solo y espera (1931) de Raúl Scalabrini Ortíz, o Radiografía de la Pampa (1933) y La cabeza de Goliat (1940) de Ezequiel Martínez Estrada. En relación a estos “nombres” y nuestros temas, ver González (Ed.) (2000) y Gorelik (2001).

Cabe poner de relieve la casi inexistente referencia a estos autores por parte de Germani: solo aparece citado el trabajo de Canal Feijóo en un borrador del proyecto de investigación que llevó adelante hacia fines de la década de 1950 en la Isla Maciel, pero no se lo menciona en ninguno de los dos informes publicados efectivamente en actas (ver 1960a, 1960b). Como contrapartida, los trabajos “protosociológicos” de Bunge, Dorfman y Ortíz son citados en reiteradas oportunidades. Aunque por el momento no tenemos forma de comprobarlo, es probable que Germani haya intencionadamente ignorado los primeros (y realzado los segundos) como estrategia prototípica de demarcación respecto del “ensayismo” o las “especulaciones literarias o filosóficas” para favorecer su propuesta sociológica “científica” (ver Blanco, 2006; Germani, 1964; Pereyra, 2010).

La problemática de las condiciones de vida, el hacinamiento y la promiscuidad en el hogar y la familia, típica del reformismo social y del “higienismo” de inicios del siglo XX, resuena muy fuerte en ambos autores. Para una visión general del problema, ver Topalov (1990). En nuestro país, ver Ballent y Liernur (2014) y Zimmerman (1995), y específicamente sobre los debates en torno a la “domesticidad”, Aguilar(2014).

Ver nota al pie 5. En la época en la que se publican los estudios de Pichon-Rivière y Canal Feijóo se destaca la figura de Ezequiel Martínez Estrada que para entonces ya había publicado sus célebres Radiografía de La Pampa (1933) y La cabeza de Goliat (1940).

Sobre el concepto de “actitud” en Germani y sus vínculos con los autores de Chicago, consultar el estudio de Torterola y Blacha (2021).

Sobre las posibles definiciones de “lo urbano” ver Capel (1975) y Manzanal y Clichevsky (1988).

El término irrumpe en la escena sociológica a mediados de la década de 1920, cuando es introducido ampulosamente por Park y sus colaboradores en una reunión anual de la American Sociological Society. Sin embargo, fue rara vez retomado y permaneció en el olvido por un cuarto de siglo. No fue hasta inicios de la década de 1950 que “una ‘sociología urbana’ fundada en principios más seguros y legítimos floreció, primero en los Estados Unidos, y luego en el resto del mundo Occidental”, llegando a su pico máximo de popularidad hacia fines de la década de 1970 (Topalov, 2008, p. 204).

Ver Novick (2004).

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Quid16. Revista del Área de Estudios Urbanos. ISSN: 2250-4060.


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