Cuadernos de Marte
Año 10 / N° 19 Julio – Diciembre 2020
https://publicaciones.sociales.uba.ar/index.php/cuadernosdemarte/index
Combates simbólicos en los
campos de batalla de Malvinas: prácticas conmemorativas británicas y argentinas
de la guerra de 1982
Symbolic struggles on Malvinas battlefields: British
and Argentine commemorative practices of the 1982 war
Por Juan
B. Leoni*
Recibido:
29/6/2020 – Aceptado: 30/11/2020
Cita sugerida: Leoni, J. (2020). Combates simbólicos en los campos de batalla de Malvinas: prácticas conmemorativas británicas y argentinas de la guerra de 1982. Cuadernos de Marte, 0(19), 100-137. Recuperado de https://publicaciones.sociales.uba.ar/index.php/cuadernosdemarte/article/view/6279
Resumen
Se
presenta una caracterización de los paisajes conmemorativos británico y
argentino en las islas Malvinas, específicamente en Puerto Argentino y en los
cerros cercanos donde se libraron los combates terrestres decisivos de la
guerra en 1982. El paisaje conmemorativo británico se inscribe en una tradición
nacional de recordación formalizada y con un código litúrgico bien establecido,
y homenajea principalmente a las fuerzas armadas británicas, a unidades
militares específicas y a combatientes individuales caídos en los combates. Por
otra parte, existe una conmemoración argentina no oficial, desarrollada
fundamentalmente por veteranos y familiares de caídos, que es clandestina (al
no estar oficialmente permitida), efímera (porque cualquier elemento es
rápidamente retirado por los isleños) y en buena medida oculta (para evitar lo
anterior). A diferencia de la conmemoración británica, puede ser también
conflictiva, en tanto expresa visiones ideológicamente contrapuestas de los
sucesos de 1982 y sus participantes.
Palabras
clave: conmemoración, guerra, campos de batalla,
Malvinas, memoriales.
Abstract
This paper presents a characterization of the British
and Argentine memorial landscapes in Malvinas Islands, specifically in Puerto
Argentino and the close-by mountains on which the decisive battles of the 1982
war took place. The British memorial landscape is inscribed in a formalized
national commemorative tradition and a well-established liturgical code. It
honors the British armed forces, specific military units, and individuals
fallen in combat. On the other hand, there is a non-official Argentine
commemoration, developed by veterans and relatives of fallen soldiers, which is
clandestine (as it is not authorized by the local authorities), ephemeral (as
it is rapidly eliminated by local inhabitants) and largely hidden (in order to
avoid the former). Unlike the British commemoration, Argentine memorialization
also can be conflictive, expressing opposed views of the 1982 war and its
participants.
Key
words: commemoration, war,
battlefields, Malvinas, memorials.
Introducción
El
antropólogo británico Michael Rowlands[1] afirmó
a fines del siglo pasado que “(l)as últimas dos décadas han presenciado un
tremendo crecimiento tanto de la construcción de memoriales de guerra como de
los escritos acerca de ellos” (traducción del autor). Esta tendencia se ha
profundizado en los primeros años del presente siglo, multiplicándose los
estudios de caso y los enfoques empleados en el campo de las Ciencias Sociales
y Humanidades para el abordaje de este tipo particular de monumentos
conmemorativos. La Arqueología del Conflicto no constituye una excepción y, de
hecho, ha reivindicado explícitamente el estudio de las distintas formas de
conmemoración de los hechos bélicos del pasado y de sus participantes como uno
de sus pilares principales, en tanto constituyen una manifestación fundamental
del conflicto y de sus efectos en las sociedades que lo experimentaron. Así, la
conmemoración de la guerra se analiza en vinculación con la memoria colectiva,
con la experiencia de la guerra y con sus consecuencias en la sociedad, puntualizando
cómo disputas simbólicas e ideológicas de diversa índole pueden verse
expresadas en la construcción de monumentos (así como en su modificación o
demolición) y en otras prácticas conmemorativas. En este contexto, los campos
de batalla suelen constituirse en sí mismos en un foco central de la
conmemoración, transformados en paisajes memoriales mediante la construcción de
monumentos que contribuyen a convertirlos tanto en santuarios de memoria y
focos de peregrinaje con un alto contenido simbólico y emocional, como en
atracciones turísticas de un carácter más secular.
En
este trabajo presentamos una caracterización de los paisajes conmemorativos
británico y argentino en el escenario del conflicto bélico de 1982,
específicamente en Puerto Argentino y en los cerros cercanos donde se libraron
los combates terrestres decisivos de la guerra entre los días 11 y 14 de junio
de ese año. Allí conviven solapadamente dos paisajes conmemorativos
alternativos, uno oficial y con fuerte impronta material implantado por los británicos
y los isleños, y otro más clandestino, con bajo impacto material y de carácter
más performativo, llevado adelante por argentinos, fundamentalmente veteranos y
familiares de caídos, que vuelven a las islas en peregrinajes o en viajes de
sanación personales o grupales. A continuación se discuten brevemente cuestiones
teóricas que sirven de marco a este trabajo. Se pasa luego al caso de estudio, examinándose
memoriales y prácticas recordatorias, tanto en el casco urbano de la capital de
las islas como en los campos de batalla aledaños.
Arqueología
del Conflicto: campos de batalla y conmemoración de la guerra
Desde mediados de la
década de 1990 la arqueología retomó explícitamente el interés en el estudio de
la guerra y otras formas de violencia grupal
de distintos tipos y escalas. La constitución de la Arqueología
del Conflicto como campo disciplinar específico consolidó esta tendencia y como
resultado de ello, la investigación de conflictos bélicos del pasado y sus
restos materiales ha crecido enormemente. Ya desde un primer momento, diversos
arqueólogos plantearon que el estudio de la guerra debía trascender la mera
investigación de campos de batalla y tecnología militar, para incluir su
contexto social y los efectos de distinto tipo que la guerra y la violencia
ejercen en el mismo. Así por ejemplo, Roberta Gilchrist[2], como parte de su conocido
planteo en favor de una arqueología social de la guerra, sostuvo que el estudio
de los paisajes y monumentos conmemorativos, y en especial de sus significados
conflictivos y disputados, debería constituir un área de interés fundamental de
la misma.
Este
interés se profundiza en el caso de los estudios de conflictos recientes (siglo
XX en adelante). Referentes de este campo disciplinar, como Nicholas Saunders[3] y Esther Breithoff[4], han argumentado que la
arqueología de conflictos modernos no solo trata con las guerras recientes, sino
especialmente con sus persistentes
legados físicos, simbólicos y culturales, apuntando a indagar en la vida social
y la biografía cultural de objetos y paisajes relacionados con el conflicto
como parte integral del enfoque analítico. De esta forma, la
arqueología de conflictos modernos excede a la excavación de sitios, abordando
con un enfoque amplio tanto los restos de los combates mismos, como las
instancias de conmemoración posteriores surgidas tras la culminación de las
hostilidades. Para ello se requiere, obviamente, un enfoque multidisciplinar
que emplee teorías y métodos tanto de la arqueología como de la antropología sociocultural
y la historia, para analizar una amplia gama de datos materiales y no
materiales.
Los campos de batalla suelen tener una vinculación directa con distintos
tipos de prácticas conmemorativas, particularmente con la construcción de
memoriales o como escenarios de ceremonias y rituales conmemorativos de
distinta naturaleza. En efecto, los campos de batalla sirven en ocasiones como
base sobre la cual se construyen paisajes memoriales tras la finalización de
los combates. Tanto participantes y testigos presenciales como
personas interesadas pero no relacionadas directamente con los hechos, los
conmemoran y reinterpretan, expresándolo materialmente mediante la erección de
monumentos y mediante ceremonias y actos de distinto tipo, agregando de esta
manera una capa simbólica que se inscribe sobre el campo de batalla original[5]. Saunders[6], por
su parte, sostiene que por su propia naturaleza los campos de batalla se
convierten en memoriales, adquiriendo el carácter de “paisajes sacrificiales” o
lugares sagrados investidos por la sangre derramada en ellos. Constituyen así paisajes multicapa, no solo como lugares de memoria
altamente sensibles emocionalmente, sino también con repercusiones políticas,
patrimoniales, turísticas, entre otras. En efecto, los monumentos construidos
en ellos reflejan el proceso social selectivo que caracteriza a las prácticas
conmemorativas y tienen implicancias sociales y políticas más amplias; pero
también sirven de escenario a prácticas más seculares vinculadas con el ocio y
el turismo[7]. En suma, los paisajes memoriales relacionados con los campos de
batalla deben entenderse como políticos, dinámicos, contestados, muchas veces
multivocales y siempre abiertos a renegociación y redefinición.
Memoriales
bélicos y campos de batalla
El
recuerdo y evocación pública de la guerra no es un hecho novedoso en la
historia humana, pero se ha incrementado notablemente en los siglos XX y XXI
mediante la proliferación de la construcción de monumentos y el desarrollo de ceremonias
conmemorativas[8].
Como plantea Elizabeth Jelin[9], tanto los memoriales –o
“marcas territoriales”– como las ceremonias, actúan como constructores de la
memoria social, apropiándose de espacios públicos los primeros e instalándose
como rituales repetitivos las segundas, evocando el evento histórico y/o a
participantes en él. Aquellas instancias conmemorativas promovidas por los
estados nacionales apelan por lo general al triunfalismo o al heroísmo para
sostener un discurso ideológico nacionalista[10]. Como ha planteado James
Mayo[11],
monumentos, lugares y ceremonias que conmemoran la acción bélica suelen tener
como propósito fundamental mantener viva la memoria de las personas que
participaron en guerras auspiciadas por el estado-nación y, en razón de ello,
constituirían vías privilegiadas para entender la concepción que tiene una
nación de sí misma, de sus ideales y de su pasado. Esta visión durkheimiana
clásica de celebración de un pasado heroico para reforzar moralmente al grupo y
su solidaridad social en el presente, sin embargo, ha sido doblemente puesta en
duda. Por un lado, por memoriales que conmemoran guerras cuya legitimidad no es
unánime o es discutida, disociando para ello la causa de los participantes; este
tipo de monumentos busca, más que celebrar un pasado glorioso, hacer explícitas
y más entendible las nociones conflictivas de una nación acerca de su pasado[12]. Por el otro, por la
proliferación -sobre todo después de la Primera Guerra Mundial (PGM)- de
monumentos impulsados por personas, grupos o instituciones de la sociedad civil
o por instancias estatales de nivel más bajo que el gobierno central, que
expresan aspectos vivenciales y existenciales relacionados con los efectos de
la guerra en la gente común, tales como el lamento y luto por la pérdida de
vidas, independientemente del triunfo o la derrota en la guerra[13].
Los
memoriales bélicos, y en particular aquellos construidos en campos de batalla,
funcionan como anclajes de la memoria colectiva, como la base material sobre la
que ella se construye. Indican, con su carácter tangible, que algo
significativo ocurrió allí en el pasado y sirven como espacio, tanto para reivindicar
visiones nacionalistas o triunfalistas de un pasado heroico[14], como para que aquellos
afectados por el hecho (participantes o sus familiares[15]) expresen su duelo y den
sentido al sacrificio realizado[16]. Pero, como sostiene
Jelin[17], “(c)omo vehículo de
memoria, la marca territorial no es sino un soporte, plagado de ambigüedades,
para el trabajo subjetivo y la acción colectiva, política y simbólica, de
actores específicos en escenarios y coyunturas dadas”. Es decir, independientemente
de la intención original de sus constructores, son permanentemente
resignificados o reinterpretados por diversos actores, tendencia que se acentúa
a medida que pasa el tiempo y la vinculación con los hechos históricos
conmemorados se vuelve más lejana[18].
Los memoriales bélicos presentan una enorme
variedad según su tamaño, emplazamiento, motivos representados y mensajes trasmitidos.
Sin embargo, lo que Wagner-Pacifici y Schwartz[19] han denominado el género
o estilo (“genre”) del memorial
tradicional se caracteriza por incluir estatuas realistas de combatientes y
armas, elementos arquitectónicos como obeliscos, arcos, monolitos y otras
estructuras, que señalan prominentemente a la guerra que se está conmemorando.
Por lo general presentan aspectos físicos específicos, tales como la proyección
vertical, la grandeza de su tamaño y colores claros o luminosos, que se
combinan con el despliegue de símbolos nacionales. Su análisis puede abordarse
desde distintas perspectivas, examinando características diversas de los mismos[20]. En este trabajo nos
interesan en particular los siguientes aspectos (aunque nos concentramos mayormente
en los tres primeros):
1) Nivel
institucional: en referencia a quién impulsa su construcción (“entrepeneurs” o emprendedores de memoria[21]), siendo alto cuando son
producto de altas autoridades o dependencias del gobierno nacional; medio
cuando son producto de la acción de instituciones gubernamentales o estatales
de nivel menor, organizaciones o asociaciones de la sociedad civil, etc; y
bajo, cuando resultan del accionar, generalmente no oficial, de individuos o
grupos.
2) Escala:
en referencia al objeto de la conmemoración, siendo alta cuando se celebra una
guerra, campaña, el conjunto de las fuerzas intervinientes, etc; media, cuando
se homenajea a unidades militares específicas o eventos bélicos puntuales; y
baja, cuando conmemoran a individuos o grupos pequeños.
3) Tema:
en referencia a lo que se intenta trasmitir mediante el memorial, como la causa
de la guerra (su legitimidad o no), sus participantes (los caídos, los
veteranos en general), el heroísmo y entrega, el resultado (triunfo o derrota),
etc.
4) Representación:
en relación a los diseños arquitectónicos e iconográficos que comunican el mensaje
del memorial.
La Guerra de Malvinas ha generado un amplio
correlato de conmemoraciones en la sociedad argentina y en la británica-isleña,
que se expresa en la construcción de múltiples memoriales tanto en territorio
argentino continental como en las islas mismas. Es en estos últimos que nos
enfocamos a continuación, específicamente en aquellos situados en Puerto
Argentino y los cerros que se encuentran al oeste de la capital, donde se desarrollaron
los combates decisivos de la campaña entre los días 11 y 14 de junio de 1982.
Las caracterizaciones aquí presentadas se basan en información diversa que
incluye observaciones realizadas durante una visita personal a las islas en
diciembre de 2018, entrevistas y charlas informales con veteranos de guerra
argentinos, guías de turismo y habitantes locales, así como variado material
gráfico (videos y fotografías) que puede encontrarse en internet, medios de
comunicación y redes sociales.
La
conmemoración británica
Aspectos generales
Antes
de abordar los memoriales bélicos en Malvinas, conviene repasar brevemente las
características principales de la tradición conmemorativa británica. Tratándose
de una nación con una larga historia de guerras internacionales, no resulta
extraño que la conmemoración de las mismas ocupe un lugar importante en su
memoria colectiva. Diversos autores han analizado las características de los
memoriales bélicos y de la actitud británica hacia los campos de batalla en
perspectiva histórica, coincidiendo por lo general en señalar a la PGM como un
punto de quiebre[22].
Antes de ella, los memoriales tenían por lo general un carácter afirmativo,
político y con frecuencia monumental y servían como legitimación demostrando el
derecho de un gobernante a gobernar[23]. Así, monumentos a héroes
como Wellington y Nelson o batallas como Waterloo y Trafalgar, pero también a
héroes de otras campañas coloniales y guerras internacionales, pueblan las
calles y parques de las ciudades británicas con el fin, como sostiene Bill Niven[24], de simbolizar la
centralidad de su mensaje, generalmente concebido en función de los intereses
políticos de los líderes que dirigieron esas guerras. En los términos arriba
planteados, se trata por lo general de memoriales de nivel institucional y
escala altos, con tema centrado en torno al triunfo bélico y una representación
que se ajusta a los cánones del género del memorial bélico tradicional[25].
En
relación a los monumentos en campos de batalla más específicamente, Ian Atherton
y Phillip Morgan[26]
plantean una secuencia histórica con fases bien diferenciadas, en la cual la
construcción de memoriales clásicos comenzaría ya en el siglo XVIII, expresando
tanto una motivación de tipo triunfalista al celebrar victorias británicas,
como un deseo anticuarista de preservar el pasado. Ambas tendencias confluirían
en el monumento erigido entre 1823 y 1826 en Waterloo (Bélgica), que marcaría
los orígenes de la tradición moderna. Así, se impondría una nueva visión que
buscaba tanto preservar el campo de batalla inalterado como revivir una
concepción medieval de suelo sagrado por la sangre derramada, que se convierte a
su vez en lugar de peregrinaje. Pero paralelamente, el campo de batalla se
transforma en un paisaje conmemorativo puntuado por memoriales que actúan como
focos que guían el recorrido a través de ellos, no sólo de participantes del
hecho histórico que retornan en peregrinaje, sino también de turistas y
visitantes que inician, por su parte, la práctica del turismo de campos de
batalla, contratando guías para la visita, adquiriendo mapas y folletos ilustrativos
y llevándose souvenirs o reliquias del campo de batalla. Es decir, los campos
de batalla pasan a ser, como plantean Atherthon y Morgan[27], “paisajes fabricados de
memoria”, que combinan en tensión el carácter de lugar sagrado con el de un
parque temático histórico.
La PGM, con su traumático efecto humano en la
sociedad británica, provocó cambios importantes en la tradición conmemorativa con
la proliferación y democratización de la construcción de memoriales, incluyendo
a gran número de monumentos de nivel institucional y escala media y baja. En
efecto, como señala Jonathan Black[28], surgen monumentos
erigidos no sólo por las autoridades nacionales, sino también por instituciones
regionales y locales, asociaciones de veteranos de guerra y grupos de la
sociedad civil. Los monumentos son de todo tipo, tamaño y calidad estética, pero
un aspecto verdaderamente significativo se manifestaría en el tema, en tanto
muchos de estos memoriales se volvieron expresiones de un proceso de lamento y
dolor, más que celebraciones del triunfo. Como fuere, es a partir de la PGM que
se constituye una tradición conmemorativa bien establecida, con una liturgia
material y simbólica altamente formalizada. Así, se establece el Día del
Recuerdo (Remembrance Day) el 11 de noviembre, fecha de
culminación de la PGM. Ese día se realizan homenajes y ceremonias formales en
memoria de los soldados y ciudadanos británicos caídos en actos de servicio en
cualquier campaña en que se hayan visto involucradas las fuerzas militares
británicas. Estas ceremonias tienen por
foco monumentos y campos de batalla en distintas partes de Gran Bretaña, los
países de la Commonwealth y el resto del mundo. Pilares simbólicos de esta
liturgia conmemorativa los constituyen la expresión “No olvidemos” (Lest we forget) y el uso de amapolas (poppies) reales o artificiales (de tela,
papel o plástico)[29] y pequeñas cruces de
madera, para decorar monumentos y tumbas a manera de ofrendas. Puede afirmarse,
más allá de controversias circunstanciales, que en términos de tema, la
conmemoración bélica británica se enfoca fundamentalmente en honrar a los
participantes y su sacrificio. No suelen incluirse en los memoriales o
ceremonias conmemorativas discusiones acerca de las causas de la guerra, sus
efectos o consecuencias, ni controversias historiográficas o ideológicas. Como
expresa magistralmente el escritor español Arturo Pérez-Reverte[30], en relación a un
monumento que homenajea a tripulaciones
de bombarderos de la Real Fuerza Aérea erigido en Londres en 2012:
(…)
la idea pretende quedar por encima del horror: combatían por su patria,
cumplían su deber y cayeron como héroes. Punto. El resto puede –y naturalmente,
debe– discutirse en otros lugares, pero allí sólo se trata de honrar a hombres
valientes. A héroes de guerra.
Memoriales británicos urbanos
Un aspecto que hay que destacar de Malvinas es
la enorme cantidad de memoriales bélicos que pueden encontrarse, tanto en
Puerto Argentino y sus alrededores, como en otros puntos de las islas. Esto no
resulta extraño en tanto las islas han sido puestas en el mapa mundial
esencialmente por hechos bélicos: la batalla naval de 1914 (entre británicos y
alemanes) y la guerra de 1982. En la manera británica arriba discutida, los
memoriales bélicos salpican el paisaje urbano de Puerto Argentino y de sus
alrededores inmediatos. Por lo menos diez memoriales bélicos formales conmemoran
a los hechos bélicos y sus participantes (sin contar instancias menos notorias
materialmente como nombres de calles o espacios públicos, o menos formales como
material bélico argentino exhibido en espacios públicos o privados).
La PGM ocupa un lugar importante, con dos
memoriales que conmemoran la batalla naval de 1914 (uno –el más grande y más ajustado
al género tradicional del memorial bélico- erigido en 1927, y otro más sencillo
construido con ocasión del centenario), ambos sobre la avenida costanera (Ross Road); un pequeño monolito que
conmemora a ocho miembros del “Falklands
Islands Volunteers Corps”, fallecidos accidentalmente durante esa campaña;
y finalmente, piezas de artillería costera montadas en una elevación cercana al
antiguo aeropuerto (Canopus Hill) en
previsión del ataque del escuadrón naval alemán. A ellos se agrega la llamada
Cruz del Sacrificio, en la avenida costanera y frente al cementerio del pueblo,
que conmemora a caídos británicos tanto en la PGM como en la Segunda Guerra
Mundial (SGM). Estos memoriales, en su mayoría de nivel institucional y escala
altos, se enmarcan claramente en la tradición arriba descrita, con un tema
claro: honrar a fallecidos y veteranos de una causa justa (“la defensa de la
colonia”, como se explicita en el memorial principal de la batalla naval). Es
interesante destacar, asimismo, que el memorial erigido en ocasión del
centenario de la batalla naval incorpora también el reconocimiento a los
marinos alemanes, con la frase “adversarios en la guerra, compañeros en la
muerte”, una muestra de consideración y respeto al enemigo por lo general
ausente en los memoriales de la guerra de 1982. Excepto por la mencionada Cruz
del Sacrificio y por restos de defensas costeras en la península del antiguo
aeropuerto hoy exhibidos como atracción turística (Ordnance Point), la SGM está mucho menos presente, seguramente por
su mucho menor impacto en las islas.
Los memoriales de la guerra de 1982 en el entorno
urbano incluyen al denominado “Monumento a la liberación” (Liberation Monument) y el “Bosque memorial” (Memorial Wood)[31]. El primero de estos
monumentos es el de nivel institucional y escala más altos entre los que
conmemoran el conflicto (Figura I). Fue erigido poco después de finalizada la
contienda, el 14 de junio de 1984, con fondos enteramente provistos por la
población y autoridades isleñas. Se ajusta al canon del memorial bélico
tradicional, con un obelisco coronado por una escultura en bronce de Britannia
situado delante de un muro semicircular con placas con imágenes alegóricas de
la guerra y con el listado de los fallecidos en la misma. El obelisco, por su
parte, enumera en sus caras laterales las unidades militares británicas que
participaron en la campaña, bajo la dedicación de “a aquellos que nos
liberaron”, inscripta en su cara frontal. Mástiles con las banderas británica y
de las islas completan el memorial. A corta distancia, aunque sin integrarse a
la estructura monumental, se sitúa un busto de la ex-primer ministra Margareth
Thatcher, protagonista política fundamental del conflicto, colocado el 10 de
junio de 2015. La ubicación de este conjunto monumental, sobre la avenida
costanera y a poca distancia de la Casa del Gobernador británico trasmite un poderoso
mensaje simbólico. En efecto, se ubica próximo a un punto clave en lo que fueron
las acciones de la reconquista argentina del 2 de abril de 1982, donde se
produjeron combates con bajas argentinas y donde se tomaron las famosas
fotografías de los Royal Marines prisioneros de las fuerzas argentinas, que
contribuyeron en buena medida a galvanizar a la opinión pública británica en
apoyo a la guerra. De esta forma, el monumento constituye una especie de restauración
simbólica del orden previo, neutralizando la humillante derrota del 2 de abril.
El Bosque Memorial, por su parte, se ubica junto al cementerio de la localidad
y homenajea al personal militar caído en la guerra con árboles que llevan el
nombre de cada uno ellos. Aunque no se ajusta al género del memorial bélico
tradicional con su más moderna concepción paisajista, este parque es, no
obstante, un memorial de nivel institucional y escala altos, con un tema compartido
con el del memorial descrito previamente: el homenaje simbólico a aquellos que ofrendaron
su vida por la liberación de las islas.
Figura
I. “Monumento a la liberación”, Puerto Argentino.
Fuente: foto del autor, diciembre 2018.
Todos los mencionados monumentos sirven de foco
para actos y ceremonias formales en fechas especiales (aniversarios, Remembrance Day), y se pueblan de ofrendas
de coronas de amapolas de tela o plástico y pequeñas cruces de madera. Sin
embargo, estos símbolos materiales de la liturgia conmemorativa británica son
también colocados por individuos o grupos que realizan viajes de peregrinaje o
turísticos, u homenajes más espontáneos en momentos del año no necesariamente
vinculados con fechas del calendario recordatorio oficial.
Memoriales británicos en los
campos de batalla
Los
campos de batalla de los combates terrestres decisivos de la guerra se sitúan
en torno a una serie de cerros al oeste de la capital isleña. Los montes
Longdon, Dos Hermanas y Harriet formaban la primera línea defensiva argentina,
que cayó en los combates nocturnos del 11 y 12 de junio. Los cerros Wireless
Ridge, Tumbledown, William y Sapper Hill constituían la segunda línea defensiva
y fueron asaltados por las fuerzas británicas la noche del 13 y madrugada del
14 de junio. Esta geografía bélica ha sido oficialmente apropiada por
británicos e isleños y convertida en un paisaje conmemorativo extenso y denso,
caracterizado por la presencia de gran cantidad de memoriales de distinto tipo,
nivel, escala y representación, distribuidos entre restos de posiciones
defensivas, material bélico argentino y cráteres de explosiones aún visibles.
La concepción básica de este gran paisaje memorial reside en asociar a cada
cerro específico con la unidad militar que lo tomó: 3° Batallón Paracaidista
con monte Longdon, 45 Commando de Royal Marines con monte Dos Hermanas, 42
Commando de Royal Marines con monte Harriet, 2° Batallón de Paracaidistas con
Wireless Ridge y 2° Batallón de Guardias Escoceses con monte Tumbledown. Incluso
unidades que no llegaron a tomar parte directa en los combates, como el 1°
Batallón del 7° Regimiento Gurkha y el 1° Batallón de Guardias Galeses, poseen
también sus memoriales cerca (aunque no en la cima) de los cerros que eran sus
objetivos asignados (William y Sapper Hill respectivamente).
El
arqueólogo escocés Tony Pollard[32] abordó este paisaje
conmemorativo, destacando que está formado por monumentos que juegan un rol
activo en la construcción de una memoria de la guerra y en la interpretación de
los eventos del pasado. Una peculiaridad de este memorialscape es que está inserto en un paisaje bélico (battlescape) relativamente bien
preservado, creando un palimpsesto mnemónico que hoy es, en buena medida,
mediado y manipulado en la interacción entre guías turísticos y visitantes. En
este contexto, los restos materiales de la guerra, cada vez menos abundantes y
más deteriorados, juegan un rol importante en los actos de recordación. Según
Pollard[33], “(n)o son depósitos
estériles sino un recurso al que se recurre activamente para tejer hilos
narrativos, los cuales sirven para enhebrar artefactos, memoriales y rasgos
topográficos en este paisaje de memoria” (traducción del autor), en el marco
tanto de la peregrinación de los veteranos como del turismo de campos de
batalla.
Cada cerro
posee un memorial de nivel institucional y escala medios, que conmemora
colectivamente a la unidad que combatió en ese escenario y en especial a los
caídos en el curso de la acción. Se trata por lo general de cruces metálicas,
de unos 2 m de altura, emplazadas sobre pequeñas plataformas de piedra y/o
cemento, en afloramientos rocosos en la cima de los montes. Una o varias placas
metálicas acompañan a las cruces, mencionando a la unidad militar y combate específicos,
así como el listado de los caídos, con rango, nombre y, en algunos casos, edad.
Asimismo, en cada memorial hay una caja de municiones que contiene elementos de
limpieza para que los visitantes colaboren en el pulido de las placas,
involucrándose así activamente en el recuerdo y homenaje a los caídos en la
guerra. Estos memoriales regimentales constituyen puntos prominentes del
paisaje y focalizan a su vez actividades conmemorativas de menor escala y
nivel, llevadas a cabo por veteranos, amigos y/o familiares de los caídos. En efecto,
en torno a ellos se concentran otras placas (de metal, mármol, lajas o
plástico) y cruces de menor tamaño, en homenaje a subunidades (compañías,
pelotones) de la unidad militar principal o a individuos específicos. En muchos
casos se observan también objetos personales (boinas, calzado militar) dejados
en el lugar a manera de ofrenda, junto con las siempre presentes coronas de
amapolas plásticas y pequeñas cruces de madera.
El
monte Longdon, que fue escenario de uno de los combates más sangrientos de la
guerra la noche del 11 y madrugada del 12 de junio, entre el 3° Batallón de Paracaidistas
británico y la compañía B del Regimiento de Infantería Mecanizada 7 (RIMec 7)
reforzada por otras subunidades del ejército y la Infantería de Marina, destaca
entre los demás cerros por presentar dos memoriales regimentales. A la típica
cruz mencionada, se le agrega un memorial mucho más elaborado artística y
simbólicamente, conformado por un bloque rectangular de granito con una esquina
cortada en la que se ubican amapolas metálicas negras en número igual al de los
caídos británicos durante la batalla (Figura II). Sin embargo, este sofisticado
monumento no parece concentrar una interacción con los visitantes tan intensa como
la que sí se verifica en el más clásico, donde pueden verse placas, ofrendas
personales, amapolas plásticas, cruces y hasta una estatuilla de Buda colocadas
al pie de la cruz. También a diferencia de los otros cerros, Longdon está
puntuado por gran cantidad de memoriales pequeños y de bajo nivel y escala. Consisten
en cruces o placas (metálicas o líticas) situadas en lugares específicos donde
cayeron efectivos británicos, colocadas por compañeros o familiares (Figura II).
Se trata, por lo general, de homenajes más íntimos y personales, que se
expresan en frases de amor o recuerdo inscriptas en las placas, aunque también
suelen incluir símbolos militares y/o alusiones al sacrificio o valor
demostrado en el combate. Curiosamente, Longdon presenta también uno de los
raros casos de discordancias en la narrativa conmemorativa británica, al
existir dos memoriales (una cruz y un pequeño obelisco truncado con placa de
mármol negro) en honor al sargento Ian McKay (a quien se otorgó la Cruz
Victoria a manera póstuma), reflejando según Pollard[34] los desacuerdos entre los
veteranos acerca de dónde exactamente cayó. Finalmente, al igual que ocurre en
otras partes de las islas, el cerro recibe peregrinajes grupales o individuales
de veteranos británicos y familiares de los caídos[35], así como visitas de la
guarnición británica que combinan el homenaje con actividades de instrucción militar,
y visitas de isleños que se acercan a realizar sus propios homenajes y conmemoraciones.
Pero los cerros congregan también a visitantes de carácter más secular,
turistas de distintas nacionalidades que se ven atraídos a los campos de
batalla por el atractivo especial de su autenticidad, garantizada por la
preservación de material bélico (por ejemplo, en Longdon un cañón sin retroceso
Czekalsky de 105 mm o una concentración de chatarra bélica acumulada por los
vencedores tras la batalla) y restos de posiciones defensivas derrumbadas
(Figura II). Estos elementos, como señala Pollard[36], se hilvanan con los
mencionados memoriales formando una narrativa material y performativa de la
batalla, al guiar los desplazamientos de los visitantes a través del terreno entre
estos hitos en el paisaje. Esta narrativa es reforzada por los guías de turismo
locales, que directamente conducen a los visitantes a estos puntos en una
secuencia bien formalizada.
Figura II. Conmemoración británica en monte Longdon. Arriba, memoriales regimentales. Abajo izquierda, homenaje a efectivos británicos caídos en combate. Abajo derecha, material bélico acumulado tras la batalla.
Fuente: fotos del
autor, diciembre 2018.
La
conmemoración argentina
Aspectos
generales
La
conmemoración de hechos bélicos y personajes relacionados con ellos es común en
la Argentina, materializada en monumentos, nombres de calles y espacios
públicos, y señalada en el calendario oficial. En esta conmemoración conviven
en tensión tanto héroes y hechos promovidos por la historiografía liberal
tradicional, como personajes y hechos rescatados por visiones revisionistas de
distinta tendencia. Los desacuerdos historiográficos, ideológicos y políticos
acerca de la historia (reciente y lejana) de nuestro país probablemente
conspiren contra el establecimiento de una tradición conmemorativa formalizada
a la manera británica, además obviamente de las muy diferentes trayectorias de
desarrollo histórico de ambas naciones. Si a ello se suma la escasez de guerras
internacionales que no generen controversias y reinterpretaciones constantes (o
“guerras buenas”, sensu Mayo[37]), no resulta extraño que
el género del memorial clásico en campos batalla no tenga un gran desarrollo en
nuestro país, con la notable excepción de Vuelta de Obligado, un complejo y
disputado paisaje conmemorativo[38]. Gran parte de los campos
de batalla en territorio argentino corresponden a enfrentamientos fratricidas y
los monumentos en ellos suelen consistir en monolitos pequeños o estructuras
simples, con placas escuetas, formales y poco expresivas (e.g. monumentos en
Cepeda, 1820 y 1859; Pavón, 1861). Si bien pueden servir de foco a homenajes y
ceremonias periódicas (generalmente con motivo de aniversarios), no expresan en
sí mismos el intenso debate historiográfico, político e ideológico que los
hechos que evocan han suscitado.
La
guerra de Malvinas, por el contrario, plantea un gran contraste, existiendo en
nuestro país una enorme cantidad de memoriales que la conmemoran y que se
multiplican con el paso de los años en ciudades y pueblos en toda la geografía
nacional[39].
Los hay de todo tipo, escala y nivel institucional, tamaño, estilo
representativo y calidad artística, por lo general reivindicando la legitimidad
de la soberanía sobre las islas y honrando el sacrificio de los veteranos y
caídos en la guerra, aunque excede a los límites y propósitos de este trabajo
discutirlos en detalle. Baste decir que el monumento de mayor nivel
institucional y escala, el Cenotafio ubicado en la Plaza San Martín de la
ciudad de Buenos Aires, inaugurado el 24 de junio de 1990, generó variadas controversias
entre veteranos, instituciones y público en general, que han sido analizadas
por Rosana Guber[40].
Otros autores, por su parte, han analizado específicamente los conflictos
suscitados en torno a la erección de marcas territoriales en memoria de la
guerra de Malvinas y los mensajes comunicados por ellas en distintas ciudades
argentinas[41].
En todo caso, y si bien predomina entre estos monumentos la concepción
tradicional de memorial bélico, trasmitiendo una narrativa heroica centrada en
torno a la gesta y sus héroes, las controversias que suelen ir asociadas con su
construcción y con el mensaje a expresar reflejan claramente la tensión
resultante del vínculo entre la guerra y la dictadura militar que gobernó entre
1976 y 1983, que atraviesa ineludiblemente a cualquier discusión o
conmemoración del hecho histórico.
Conmemoración argentina en Malvinas
Como
es bien sabido, el único memorial argentino autorizado en las islas es el
cementerio de Darwin, donde descansan 237 caídos en la guerra. La realización
de ceremonias conmemorativas y erección de otros memoriales en suelo malvinense
está prohibida por las autoridades isleñas. Aún a pesar de ello, se desarrollan
prácticas de conmemoración argentinas en las islas de manera constante
conformando también un paisaje memorial, mucho más difuso y ambiguo que el
británico, no obstante concreto y persistente a pesar de las limitaciones que
enfrenta. Estas prácticas conmemorativas son llevadas a cabo por una amplia
variedad de emprendedores de memoria. Éstos incluyen principalmente a veteranos
de guerra y familiares de caídos en peregrinajes o viajes de sanación
individuales o grupales, pero también a personas no directamente relacionadas
con la guerra aunque interesadas en la temática, y a turistas y visitantes más
circunstanciales. Si bien buena parte de estos homenajes se concentra en el
cementerio de Darwin, los campos de batalla y posiciones defensivas en torno a
la capital también sirven de escenario a diferentes tipos de prácticas
conmemorativas. El paisaje memorial resultante, de bajo impacto material y
esencialmente performativo[42], tiene como
características principales ser: 1) clandestino, por desafiar reglamentaciones
locales; 2) efímero, tanto por ser rápidamente eliminado en caso de implicar
instancias materiales, como por el carácter inmaterial de muchas de las
prácticas conmemorativas desarrolladas; 3) oculto, en el caso de algunas
prácticas materiales para intentar aumentar su supervivencia; 4) discutido, al expresar
en ocasiones controversias en cuanto a la interpretación y valoración de lo
ocurrido en 1982; 5) e incluir aspectos “no sacros” o cotidianos, que se
apartan notablemente de las expectativas generalmente asociadas con el memorial
bélico y los comportamientos apropiados en relación a ellos[43].
De
todas las características mencionadas, la clandestinidad es quizás el aspecto
determinante, al imponer necesariamente limitaciones al alcance y formas que toma
la conmemoración argentina en las islas. Las autoridades locales notifican de
estas restricciones a los visitantes por distintos medios, aunque puede
presumirse que conocen y hasta cierto punto toleran el desarrollo de estas
actividades. Si éstas crecen en entidad, las autoridades intervienen reforzando
la presión y vigilancia (en la que colaboran residentes locales y guías de
turismo), aunque por lo general no se lleva a cabo una vigilancia y persecución
estricta. El retiro de materiales de distinto tipo de los campos de batalla (ya
sea por veteranos que los llevan como recuerdos o consideran como propios, o
por visitantes en busca de souvenirs) está también prohibido y en la actualidad
se confiscan aquellos elementos detectados en la inspección de seguridad antes
del embarque en el aeropuerto local.
El
carácter efímero que toman entonces las prácticas conmemorativas argentinas
deviene en buena medida de su clandestinidad. Suele expresarse en actos
conmemorativos, realizados por individuos o pequeños grupos, de afirmación de
presencia mediante despliegues de banderas nacionales, entonación del Himno
Nacional y/o plegarias religiosas u otros actos similares, en los cerros donde
se combatió (Figura III). Estos actos de alto contenido emocional para sus
participantes, pero íntimos y breves, pueden sin embargo trascender la
inmediatez y adquirir materialidad merced a la difusión por medios de
comunicación masiva o por la publicación de fotos y videos en las redes
sociales, lo que les otorga tanto perpetuación temporal como acceso a
audiencias mucho más amplias.
Por
otro lado, no son raras las instancias de conmemoración que implican la implantación
de recursos materiales en el paisaje. Llevadas a cabo sobre todo por veteranos
de guerra o familiares de veteranos y/o caídos, consisten generalmente en la colocación
de placas de metal alusivas. Éstas pueden homenajear a combatientes
individuales caídos o recordar la presencia en el lugar de quienes las colocan.
Se suelen pegar en las rocas en los cerros donde esas personas combatieron o
estuvieron acantonadas, o donde cayeron quienes son recordados (por ejemplo,
placas colocadas por veteranos del RIMec 7 en monte Longdon y Wireless Ridge) (Figura
III)[44]. Por lo general incluyen
datos tales como unidad militar de pertenencia y fechas de los acontecimientos
recordados, pero también reivindicaciones más generales de la causa por la que
se combatió, ya sea de manera explícita o mediante símbolos alegóricos como la
representación de las islas con los colores nacionales. Otro tipo de elementos
materiales que suelen dejarse en los lugares donde se combatió pueden incluir
cruces y rosarios, flores y elementos personales de distinto tipo. Estos objetos
conmemorativos raramente sobreviven más que unos días, siendo inmediatamente
retirados por autoridades y guías de turismo, que limpian el paisaje memorial y
de batalla de estas, en su visión, indeseadas intrusiones.
Una
reacción obvia a esta situación ha sido la de intentar ocultar estos homenajes
materiales, colocando las placas de manera más discreta, ya sea en grietas,
recovecos o caras no visibles de afloramientos rocosos, o bien situándolas en
lugares alejados de los hechos que conmemoran directamente. Ejemplo de ello lo
constituye la colocación en 2012 de placas en recuerdo de compañeros fallecidos
en combate por parte de veteranos del Regimiento de Infantería Mecanizada 3 (RIMec
3) de La Tablada (Figura III)[45]. El hecho de que estas
placas todavía permaneciesen en su lugar en 2018 marca un pequeño triunfo en
los combates simbólicos que se libran por el paisaje memorial. El entierro u
ocultamiento entre las rocas de banderas nacionales y otros objetos
conmemorativos constituye otra forma que adquiere esta memorialización escondida[46]. Si bien la audiencia de
este tipo de actos se ve obviamente reducida por la naturaleza oculta, su
reproducción en medios de comunicación y redes sociales asegura su entidad y
amplía su trascendencia, independientemente de que las placas u otros objetos sobrevivan
en su lugar o no.
Quizás
el aspecto en que se manifiestan más claramente las diferencias entre la
conmemoración argentina y la británica es en la frecuente expresión explícita en
la primera de divergencias políticas e ideológicas. En efecto, la guerra de
1982 ha resultado un hecho histórico difícil al cual dar sentido para la
sociedad civil y el estado argentino. La legitimidad de la causa, sustentada en
la reivindicación de la soberanía vulnerada, aparece como incuestionable,
aunque su vinculación con la dictadura militar puso en duda tanto la legalidad de
la guerra como la forma en que fue conducida. Así, distintos autores[47] coinciden en señalar que
la visión de los hechos de 1982 oscila entre dos grandes narrativas de memoria
(aunque con innumerables matices y posiciones intermedias). Por un lado, una
visión que ve a la guerra como una aventura absurda comandada por la junta militar
como parte de su agenda política, y que por ello busca distinguir la
reivindicación de la soberanía de la guerra misma. En esta concepción, los
jóvenes conscriptos fueron víctimas de sus superiores (oficiales y
suboficiales), que los condujeron a una lucha condenada de antemano a la
derrota y los sometieron a maltratos físicos y emocionales en el mismo teatro
de operaciones[48].
La antítesis de esta narrativa la constituye una visión más anclada en la
tradición y retórica patrióticas, que da a la guerra el carácter de gesta de
unidad nacional y en la cual los veteranos, de todo rango, son héroes que deben
ser incluidos en el panteón patriótico nacional[49]. Ambas visiones conviven
en tensión en los distintos homenajes y celebraciones que se desarrollan en nuestro
país, y se complejizan aún más al intervenir la visión de los propios veteranos
que, por lo general (aunque no unánimemente), rescatan valores positivos de la
experiencia bélica, tales como actos de heroísmo y camaradería de conscriptos y
militares profesionales por igual, excluyendo o incluso rechazando abiertamente
el contexto político de la época.
Ambas
narrativas de memoria han encontrado su expresión en las prácticas
conmemorativas desarrolladas en los campos de batalla y otros puntos significativos
en Malvinas. Así por ejemplo, la colocación de placas por veteranos del RIMec 3
arriba mencionada ejemplifica a la segunda visión, al ser llevada adelante en
conjunto por antiguos conscriptos, suboficiales y oficiales. La perspectiva anti-militar,
por su parte, se ha manifestado explícitamente en ocasiones tales como las
visitas a las islas de representantes de organismos de derechos humanos y de
centros y asociaciones de ex-combatientes enrolados explícitamente en esta
visión de la guerra[50]. Así, como parte de las
actividades desarrolladas durante la visita que llevó adelante la Comisión
Provincial por la Memoria (CPM) en marzo de 2017 (y en la que participaron
figuras emblemáticas como Adolfo Pérez-Esquivel y Nora Cortiñas, entre otros)
se colocaron carteles con leyendas que rezaban “En este sitio las FFAA
argentinas torturaron a soldados argentinos” en distintos puntos de las islas
(incluyendo al monte Longdon), o que caracterizaban a los caídos no
identificados como “NN”[51] en el cementerio de
Darwin (Figura III)[52]. Estos carteles, hechos
de cartón, no tenían intención de permanencia pero igualmente fueron
rápidamente eliminados por guías de turismo y pobladores locales, que los
entendieron como una inaceptable contaminación política de un paisaje memorial
sagrado.
Finalmente,
la conmemoración argentina puede incluir otros elementos más mundanos o
cotidianos, que tampoco encuentran paralelo en la tradición británica. Así, por
ejemplo, la colocación o despliegue de símbolos futbolísticos no es algo
extraño en las islas (Figura III)[53]. Un argumento al que se
apela para justificar actos de este tipo es que quienes combatieron y cayeron
en la guerra daban importancia a estas cuestiones y que por ello no se
incurriría en una falta de respeto sino que, por el contrario, se resaltaría su
carácter humano y su cotidianeidad. Sin embargo, no son unánimemente aceptados.
Y no es necesario aclarar que desde la perspectiva británico-isleña resultan
también intolerables en el paisaje sagrado que constituyen los cementerios de
guerra y los campos de batalla.
Figura III. Ejemplos de conmemoración argentina: 1) despliegue de banderas en monte Tumbledown (Sapucay de Malvinas); 2) colocación de placas por veteranos del RIMec 3; 3) camiseta de fútbol en cementerio de Darwin; 4) colocación de placa por veterano del RIMec 7 en Wireless Ridge; 5) y 6) Visita de Nora Cortiñas y Comisión Provincial por la Memoria a monte Longdon, 2017.
Fuente: 1) Página de
Facebook “Sapucay de Malvinas”. Disponible en: https://www.facebook.com/pg/sapucaymalvinas/photos/?ref=page_internal) [visitado en
noviembre de 2019]. 2) “A 30 años - Volver a las
Malvinas - Lanacion.mp4”. Disponible en:
https://www.youtube.com/watch?v=ZhD6QiQMagA
[visitado
en noviembre de 2019]. 3) Diario Infobae (2018). “La camiseta de River abraza una
cruz en Darwin. El recuerdo para un ser amado que no volvió de la guerra”.28/12. Disponible en: (https://www.infobae.com/sociedad/2018/12/14/colaboracion-agradecimiento-y-reunion-cumbre-en-malvinas-eduardo-eurnekian-fue-recibido-por-las-maximas-autoridades-de-las-islas/ [visitado en noviembre
de 2019] 4) “Malvinas,
diario de un viaje 1”. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=cam-cNRlucQ [visitado en noviembre
de 2019] 5) y 6) “Un viaje histórico. El viaje de la CPM a las Islas
Malvinas”. Disponible
en: https://www.comisionporlamemoria.org/el-viaje-de-la-cpm-a-malvinas/
[visitado
en noviembre de 2019].
Discusión
y consideraciones finales
Los
campos de batalla de Malvinas indudablemente han adquirido el carácter de
“paisajes sacrificiales”[54], y los memoriales y acciones
conmemorativas desarrolladas en ellos contribuyen decisivamente a esto. Por
otra parte, sirven de escenario al despliegue de prácticas conmemorativas
contrapuestas, que conviven enfrentadas en un combate simbólico larvado.
La
conmemoración británica, la única oficial en los campos de batalla, tiene una
amplia expresión material. Así, los cerros que fueron escenario de los combates
decisivos de guerra en 1982 conforman un paisaje memorial bien anclado en la
tradición británica de “paisajes fabricados de memoria” que, según Atherthon y
Morgan[55], tendría sus inicios en
el campo de batalla de Waterloo. Este paisaje memorial, que emplea los aspectos
típicos de la liturgia conmemorativa británica, honra a caídos y participantes
británicos en la batalla, sin por lo general hacer mención alguna a los
combatientes argentinos (sólo representados por sus restos materiales) y sin
referir a las causas de la guerra y/o su legitimidad. Estas últimas (que
llamamos el tema de los memoriales) se dan por supuestas o en todo caso se
afirman en otro lugar: el llamado “Monumento a la liberación”, memorial de
mayor nivel y escala, ubicado en Puerto Argentino y ejemplo perfecto del género
del memorial bélico tradicional[56]. En los campos de
batalla, todo el énfasis del homenaje está puesto en los combatientes y en el
sacrificio que hicieron por la reina y la nación, mediante memoriales de escala
y nivel institucional por lo general medio y bajo, con representación por lo
general simple. En última instancia, esta guerra es sólo una más en la extensa
historia militar británica y su conmemoración no escapa a los cánones
tradicionales. Para los isleños, sin embargo, los memoriales conmemoran hechos
que constituyen una parte central de su identidad colectiva y actúan como
recordatorios materiales de ellos, pero también constituyen -y se promocionan
como tales- importantes atractivos turísticos.
Por el
otro lado, la conmemoración argentina se erige como una contramemoria por
fuerza ilegal o clandestina, lo que la limita considerablemente en su alcance,
duración y materialidad. Los actos conmemorativos realizados en las islas,
entonces, adquieren un carácter efímero, íntimo u oculto, con un bajo impacto
material, aunque su reproducción en medios de comunicación y redes sociales suele
otorgarles una perduración y audiencia que excede ampliamente su intención y
trascendencia original. Las prácticas conmemorativas argentinas en las islas se
entienden mejor, siguiendo a Jelin[57], como usos y actividades
que agregan una nueva capa de sentido a un lugar ya cargado de historia, de
memorias, de significados públicos y de sentimientos privados, mediante una expresión
esencialmente performativa[58] y con un contenido material
inevitablemente limitado. Estas conmemoraciones son generalmente de bajo nivel
institucional, generadas por iniciativa de veteranos, familiares de caídos y/o
personas interesadas en el tema Malvinas, individual o colectivamente, aunque su
escala y tema varía desde la reivindicación de la soberanía argentina hasta el
recuerdo de individuos o unidades y subunidades militares específicas. Asimismo,
la conmemoración argentina puede incluir explícitamente discusiones y
controversias políticas e ideológicas en torno a la interpretación de los
hechos de 1982, así como elementos mundanos o “no sacros”, en franco contraste
con la concepción británico-isleña de lo que constituye un paisaje memorial
apropiado.
En
suma, este trabajo constituye un abordaje inicial y de grano grueso de los
complejos paisajes de memoria que se despliegan actualmente en las islas
Malvinas. Se espera ampliar y profundizar el análisis en futuros trabajos, refinando
la caracterización de tendencias y de los emprendedores de memoria involucrados,
así como identificando matices en las conmemoraciones aquí presentadas.
Finalmente, se entiende que este trabajo, al abordar estas temáticas,
constituye también un acto de memoria en sí mismo, que busca contribuir al
recuerdo y homenaje de quienes fueron partícipes, especialmente por el lado
argentino, de los hechos de 1982.
Bibliografía
- “A 30 años - Volver a las Malvinas - Lanacion.mp4”. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=ZhD6QiQMagA [visitado en noviembre de 2019].
- Atherton, I. y Morgan, P.
(2011). “The battlefield war memorial: Commemoration and the battlefield site
from the Middle Ages to the modern era”. Journal of War
and Culture Studies 4(3) (pp. 289-304). Londres, Gran Bretaña.
- Black, J. (2004). “Thanks for the Memory: War
Memorials, Spectatorship and the Trajectories of Commemoration, 1919-2001” en Saunders,
N. (Ed.). Matters of Conflict: Material Culture, Memory and the First World
War (pp. 134-148). London: Routledge.
- Blades, B. (2003). “European military sites as
ideological landscapes”. Historical
Archaeology 37(3) (pp. 46-54). Society for Historical Archaeology, Estados
Unidos.
- Breithoff, E.
(2013). “Fortín Boquerón: a conflict landscape past and present”. Cadernos do CEOM 26(38) (pp. 65-84). Santa
Catarina, Brasil.
- Connerton, P. (1989). How societies remember. Cambridge:
Cambridge University Press.
- Diario Infobae (2018). “La camiseta de River abraza
una cruz en Darwin. El recuerdo para un ser amado que no volvió de la guerra”,
28/12. Disponible en:
https://www.infobae.com/sociedad/2018/12/14/colaboracion-agradecimiento-y-reunion-cumbre-en-malvinas-eduardo-eurnekian-fue-recibido-por-las-maximas-autoridades-de-las-islas/
[visitado en noviembre de 2019].
- Doldán M. P. y Landa, C. (2015). “La batalla en el monumento
de batalla” en El Sigma, http://www.elsigma.com/autor/maria-pia-doldan-y-carlos-landa/2441 (visitado
en mayo de 2020).
- Falkland Islands Newsletter. (2003). “Veterans
pilgrimage 2000”, n° 83, enero 2003 (pp. 4-14). Puerto Argentino, Malvinas.
- Gilchrist, R.
(2003). “Towards a social archaeology of warfare”. World Archaeology 35(1) (pp. 1-6). Londres, Gran Bretaña.
- González
Ruibal, A. (2008). “Time to destroy: an archaeology of supermodernity”. Current Anthropology 49(29) (pp.
247-279). Chicago, Estados Unidos.
- Guber, R. (2003). De “chicos” a “veteranos”: Memorias argentinas de la guerra de Malvinas.
Avellaneda: Editorial Antropofagia y Centro de Antropología Social.
- Jelin, E. (2002). Los trabajos de la
memoria. Madrid-Buenos Aires: Siglo XXI.
- Jelin, E. (2017). La lucha por el pasado. Cómo construimos la memoria social.
Madrid-Buenos Aires: Siglo XXI.
- Lorenz;
F. (2012). Las guerras por Malvinas
1982-2012. Buenos Aires: Edhasa.
- “Malvinas
Chaco Carlos Bruscker”. Disponible en:
https://www.youtube.com/watch?v=aombkbBpW_c [visitado en mayo de 2020]
- “Malvinas,
diario de un viaje 1”. Disponible en:
https://www.youtube.com/watch?v=cam-cNRlucQ [visitado en noviembre de
2019].
- “Malvinas,
diario de un viaje 2”. Disponible en:
https://www.youtube.com/watch?v=Ss7NaMYJPyc [visitado en noviembre de
2019].
- Mapa
Federal de Memoriales de la Guerra de Malvinas, confeccionado por el Museo de
Malvinas e Islas del Atlántico Sur (Buenos Aires). Disponible en:
https://museomalvinas.cultura.gob.ar/noticia/mapa-federal-de-memoriales-de-la-guerra-de-malvinas/
[visitado en noviembre de 2019].
- Mayo, J. (1988a). War Memorials as Political Landscape: The American Experience and
Beyond. Westport: Praeger.
- Mayo, J. (1988b). “War memorials as political memory”.
Geographical Review 78(1) (pp.
62-75). American Geographical Society, Estados Unidos.
- Niven, B. (2008). “War memorials at the intersection of politics,
culture and memory”. Journal of War and Culture Studies 1(1) (pp. 39-45). Londres, Gran Bretaña.
- Página
de VGM I. Cepeda en Facebook. Disponible en:
https://www.facebook.com/cepedaignacio?tn=%2CdC-R-R&eid=ARAaRU38D7hxv2f9icWlGEKvVirbKpDLJcnoWK5ygbNF4ova8nq5t8YK2tzj9WMv4chDQ7wPeRAtLk3m&hc_ref=ARQMDKIZL03zbUdottCvR1SlX_DOUov9p6syN1yD98vPFNV9k08L_JLnK6zHp5l5LZU&fref=nf
[visitado en mayo de 2020]
- Página
“Sapucay de Malvinas” en Facebook. Disponible en:
https://www.facebook.com/pg/sapucaymalvinas/photos/?ref=page_internal
[visitado en noviembre de 2019]
- Pérez-Reverte, A. (2019). “Malos tiempos para
los héroes” en Patente de Corso,
reproducida en Lo
mejor de XL Semanal. https://www.xlsemanal.com/firmas/20190811/perez-reverte-malos-tiempos-los-heroes.html?fbclid=IwAR3ZExkDZBjM8JrVDxHIl6ss8bfuHGsT25_vAna9bSUcVwhRDl9HX0si7DA (visitado
en noviembre de 2019).
- Pollard, T. (2015). “Islands of No Return: Memory,
Materiality and the Falklands War” en Carr, G. y Reeve, K. (Eds.). Heritage and Memory of War: Responses from
Small Islands (pp. 177-193). New York: Routledge.
- Rodríguez, A. (2014). “La memoria de Malvinas y la ‘batalla por
la marca’: Bahía Blanca, la guerra de Malvinas, y la refundación nacional
(1982-2012)”. Trabajos y Comunicaciones 40. La Plata, Argentina. http://www.trabajosycomunicaciones.fahce.unlp.edu.ar/article/view/TyC2014n40a03 (visitado
en noviembre de 2019).
- Rowlands, M. (1999). “Remembering to forget:
sublimation as sacrifice in war memorials” en Forty, A. y Küchler, S. (Eds.). The Art of Forgetting (pp. 129-145). Oxford:
Berg.
- Saunders, N. (2003). “Crucifix, calvary, and cross:
materiality and spirituality in Great War landscapes”. World
Archaeology 35(1) (pp. 7–21). Londres, Gran Bretaña.
- Saunders, N.
(2013). “Trench Art: the dawn of modern conflict archaeology”. Current World Archaeology 62 (pp. 40-45).
Londres, Gran Bretaña.
- Troncoso,
M. (2017). “Marcas territoriales: Malvinas en la construcción de la memoria de
la ciudad de Tandil (1982-2017)”. Documentos
de Trabajo 14 (pp. 294-305).
- Umaño,
M. y Landa, C. (2018). “Monumentos de guerra espejos del olvido y del recuerdo”.
La Descommunal, Revista Iberoamericana de
Patrimonio y Comunidad. Disponible en: http://ladescommunal.underground-arqueologia.com/numero-actual (visitado
en noviembre de 2019).
- “Un viaje histórico. El viaje de la CPM a las
Islas Malvinas”. Disponible en: https://www.comisionporlamemoria.org/el-viaje-de-la-cpm-a-malvinas/
[visitado en noviembre de 2019]
- “Volver a Malvinas”. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=NZAIYmU1oJM)
[visitado en mayo de 2020]
- Wagner-Pacifici, R. y Schwartz, B. (1991). “The
Vietnam Veteran Memorial: Commemorating a difficult past”. The American Journal of Sociology 97(2) (pp. 376-420). Chicago, Estados
Unidos.
- Winter, J. y Sivan, E. (1999). “Setting the Framework” en
Winter, J. y Sivan, E. (Eds.). War and Remembrance in the Twentieth Century (pp. 6-39). Cambridge: Cambridge
University Press.
- Warr,
M. (2018). Arqueología y monumentos en Vuelta
de Obligado.
Tesis de Licenciatura. Escuela de Antropología, Facultad de Humanidades y
Artes, Universidad Nacional de Rosario.
* CONICET
– Departamento de Arqueología, Escuela de Antropología, Facultad de Humanidades
y Artes, Universidad Nacional de Rosario.
[2] Gilchrist, R. (2003). “Towards a social archaeology of warfare”. World Archaeology 35(1) (pp. 1-6). Londres, Gran Bretaña.
[3] Saunders, N. (2013). “Trench Art: the dawn of modern conflict archaeology”. Current World Archaeology 62 (pp. 40-45). Londres, Gran Bretaña.
[4] Breithoff, E. (2013). “Fortín Boquerón: a conflict landscape past and present”. Cadernos do CEOM 26(38) (pp. 65-84). Santa Catarina, Brasil.
[5] Blades, B. (2003). “European military sites as ideological landscapes”. Historical Archaeology 37(3) (pp. 46-54). Society for Historical Archaeology, Estados Unidos.
[6] Saunders, N. (2003). “Crucifix, calvary, and cross: materiality and spirituality in Great War landscapes”. World Archaeology 35(1) (pp. 7–21). Londres, Gran Bretaña.
[7] Breithoff, E. (2013). “Fortín Boquerón: a conflict landscape past and present” Cadernos do CEOM 26(38) (pp. 65-84).
[8] Winter, J. y Sivan, E. (1999). “Setting the Framework” en Winter, J. y Sivan, E. (Eds.). War and Remembrance in the Twentieth Century (pp. 6-39). Cambridge: Cambridge University Press, p. 8.
[9] Jelin, E. (2002). Los trabajos de la memoria. Madrid-Buenos Aires: Siglo XXI.
[10] González Ruibal, A. (2008). “Time to destroy: an archaeology of supermodernity”. Current Anthropology 49(29) (pp. 247-279). Chicago, Estados Unidos, p. 256.
[11] Mayo, J. (1988a). War Memorials as Political Landscape: The American Experience and Beyond. Praeger: Westport; Mayo, J. (1988b). “War memorials as political memory”. Geographical Review 78(1) (pp. 62-75). American Geographical Society, Estados Unidos, p. 62.
[12] Wagner-Pacifici, R. y Schwartz, B. (1991). “The Vietnam Veteran Memorial: Commemorating a difficult past”. The American Journal of Sociology 97(2) (pp. 376-420). Chicago, Estados Unidos.
[13] Niven, B. (2008). “War memorials at the intersection of politics, culture and memory”. Journal of War and Culture Studies 1(1) (pp. 39-45). Londres, Gran Bretaña; Winter, J. y Sivan, E. (1999). “Setting the Framework” en Winter, J. y Sivan, E. (Eds.). War and Remembrance in the Twentieth Century (pp. 6-39), op cit.
[14] Mayo, J. (1988b). “War memorials as political memory”. Geographical Review 78(1) (pp. 62-75), op cit.; Wagner-Pacifici, R y Schwartz, B. (1991). “The Vietnam Veteran Memorial: Commemorating a difficult past”. The American Journal of Sociology 97(2) (pp. 376-420), op cit.
[15] Lo que Winter y Sivan definen como testigos o agentes (soldados, familiares, víctimas civiles y sus familiares, gente afectada periféricamente por la guerra) conforman “redes de sobrevivientes” involucradas en el trabajo de la memoria para enfrentar el dolor y ofrecer algo simbólicamente a los muertos. A estas redes se suman luego otros agentes, no directamente relacionados con el hecho bélico y de diferente nivel y alcance institucional, con otros objetivos, pero cuyos esfuerzos se superponen con los de los testigos. Winter, J. y Sivan, E. (1999). “Setting the Framework” en Winter, J. y Sivan, E. (Eds.) War and Remembrance in the Twentieth Century (pp. 6-39), op cit, p. 17.
[16] González Ruibal, A. (2008). “Time to destroy: an archaeology of supermodernity”. Current Anthropology 49(29) (pp. 247-279), p. 256; Rowlands, M. (1999). “Remembering to forget: sublimation as sacrifice in war memorials” en Forty, A. y Küchler, S. (Eds.). The Art of Forgetting (pp. 129-145); Winter, J. y Sivan, E. (1999). “Setting the Framework” en Winter, J. y Sivan, E. (Eds.). War and Remembrance in the Twentieth Century (pp. 6-39), op cit.
[17] Jelin, E. (2017). La lucha por el pasado. Cómo construimos la memoria social. Madrid-Buenos Aires: Siglo XXI, p. 141.
[18] Como afirman Winter y Sivan: “El recuerdo colectivo de guerras pasadas, viejos soldados y de las víctimas de las guerra es, en consecuencia, un acto quijotesco. Constituye un esfuerzo para pensar públicamente acerca de cuestiones dolorosas del pasado, al mismo tiempo que está condenado a descomponerse con el paso del tiempo”. (Winter, J. y Sivan, E. (1999). “Setting the Framework” en Winter, J. y Sivan, E. (Eds.). War and Remembrance in the Twentieth Century (pp. 6-39), op cit, p. 10, traducción del autor).
[19] Wagner-Pacifici, R. y Schwartz, B. (1991). “The Vietnam Veteran Memorial: Commemorating a difficult past”. The American Journal of Sociology 97(2) (pp. 376-420), op cit., p. 382.
[20] Por ejemplo: Doldán, M. P. y Landa, C. (2015). “La batalla en el monumento de batalla” en El Sigma. Disponible en: http://www.elsigma.com/autor/maria-pia-doldan-y-carlos-landa/2441 [visitado en mayo de 2020]; Mayo, J. (1988a). War Memorials as Political Landscape: The American Experience and Beyond, op cit; Mayo, J. (1988b). “War memorials as political memory”. Geographical Review 78(1) (pp. 62-75), op cit.; Rowlands, M. (1999). “Remembering to forget: sublimation as sacrifice in war memorials” en Forty, A. y Küchler, S. (Eds.). The Art of Forgetting (pp. 129-145); Umaño M. y Landa, C. (2018). “Monumentos de guerra espejos del olvido y del recuerdo” en La Descommunal, Revista Iberoamericana de Patrimonio y Comunidad 4 (pp. 86-100). Disponible en: http://ladescommunal.underground-arqueologia.com/numero-actual [visitado en noviembre de 2019]; Wagner-Pacifici, R. y Schwartz, B. (1991). “The Vietnam Veteran Memorial: Commemorating a difficult past”. The American Journal of Sociology 97(2) (pp. 376-420), op cit.; Warr, M. (2018). Arqueología y monumentos en Vuelta de Obligado. Tesis de Licenciatura. Escuela de Antropología, Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario.
[21] Sensu Wagner-Pacifici. R. y Schwartz, B. (1999). “The Vietnam Veteran Memorial: Commemorating a difficult past”. The American Journal of Sociology 97(2) (pp. 376-420), op cit., p. 382. Ver también: Jelin, E. (2002). Los trabajos de la memoria, op cit.
[22] Por ejemplo: Atherton, I. y Morgan, P. (2011). “The battlefield war memorial: Commemoration and the battlefield site from the Middle Ages to the modern era”. Journal of War and Culture Studies 4(3) (pp. 289-304). Londres, Gran Bretaña; Black, J. (2004). “Thanks for the Memory: War Memorials, Spectatorship and the Trajectories of Commemoration, 1919-2001” en Saunders, N. (Ed.) Matters of Conflict: Material Culture, Memory and the First World War (pp. 134-148). London: Routledge; Niven, B. (2008). “War memorials at the intersection of politics, culture and memory”. Journal of War and Culture Studies 1(1) (pp. 39-45), op cit.
[23] Ibid., p. 39.
[24] Ibid., pp. 43-44.
[25] Sensu Wagner-Pacifici, R. y Schwartz, B. (1991). “The Vietnam Veteran Memorial: Commemorating a difficult past”. The American Journal of Sociology 97(2) (pp. 376-420), op cit.
[26] Atherton, I. y Morgan, P. (2011). “The battlefield war memorial: Commemoration and the battlefield site from the Middle Ages to the modern era”. Journal of War and Culture Studies 4(3) (pp. 289-304), op cit., p. 298.
[27] Ibid., pp. 298-299.
[28] Black, J. (2004). “Thanks for the Memory: War Memorials, Spectatorship and the Trajectories of Commemoration, 1919-2001” en Saunders, N. (Ed.). Matters of Conflict: Material Culture, Memory and the First World War (pp. 134-148), op cit.
[29] Este poderoso símbolo visual también tiene su origen en la PGM, evocando metafóricamente la sangre derramada por los soldados británicos en los campos de Flandes (Bélgica).
[30] Pérez-Reverte, A. (2019). “Malos tiempos para los héroes” en Patente de Corso, reproducida en Lo mejor de XL Semanal. Disponible en: https://www.xlsemanal.com/firmas/20190811/perez-reverte-malos-tiempos-los-heroes.html?fbclid=IwAR3ZExkDZBjM8JrVDxHIl6ss8bfuHGsT25_vAna9bSUcVwhRDl9HX0si7DA [visitado en noviembre de 2019].
[31] Un monumento a los Royal Marines, erigido en 2008, conmemora la relación de este cuerpo militar con las islas desde 1765, aunque no específicamente su participación en los eventos de 1982.
[32] Pollard, T. (2015). “Islands of No Return: Memory, Materiality and the Falklands War” en Carr, G. y Reeves, K. (Eds.). Heritage and Memory of War: Responses from Small Islands (pp. 177-193). New York: Routledge.
[33] Ibid., p. 190.
[34] Ibid., pp. 182-183.
[35] Por ejemplo, Falkland Islands Newsletter (2003). “Veterans pilgrimage 2000”, n° 83, enero 2003 (pp. 4-14). Puerto Argentino, Malvinas.
[36] Pollard, T. (2015). “Islands of No Return: Memory, Materiality and the Falklands War” en Carr, G. y Reeves, K. (Eds.). Heritage and Memory of War: Responses from Small Islands (pp. 177-193), op. cit., pp. 182-183.
[37] Mayo, J. (1988a). War Memorials as Political Landscape: The American Experience and Beyond, op cit.
[38] Warr, M. (2018). Arqueología y monumentos en Vuelta de Obligado. Tesis de Licenciatura. Escuela de Antropología, Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario, op cit.
[39] Ver el Mapa Federal de Memoriales de la Guerra de Malvinas, confeccionado por el Museo de Malvinas e Islas del Atlántico Sur (Buenos Aires). Disponible en: https://museomalvinas.cultura.gob.ar/noticia/mapa-federal-de-memoriales-de-la-guerra-de-malvinas/ [visitado en noviembre de 2019].
[40] Guber, R. (2003). De “chicos” a “veteranos”: Memorias argentinas de la guerra de Malvinas. Avellaneda: Editorial Antropofagia y Centro de Antropología Social, Avellaneda, capítulo 6.
[41] Por ejemplo: Rodríguez, A. (2014). “La memoria de Malvinas y la ‘batalla por la marca’: Bahía Blanca, la guerra de Malvinas, y la refundación nacional (1982-2012)”. Trabajos y Comunicaciones 40. La Plata. Disponible en: http://www.trabajosycomunicaciones.fahce.unlp.edu.ar/article/view/TyC2014n40a03 [visitado en noviembre de 2019] para Bahía Blanca; Troncoso, M. (2017). “Marcas territoriales: Malvinas en la construcción de la memoria de la ciudad de Tandil (1982-2017)”. Documentos de Trabajo 14 (pp. 294-305), para Tandil.
[42] Sensu Connerton, P. (1989). How societies remember. Cambridge: Cambridge University Press; ver también Jelin, E. (2017). La lucha por el pasado. Cómo construimos la memoria social, op cit.
[43] No consideramos aquí una amplia gama de actos conmemorativos de tipo performativo no convencionales, tales como recorrer tramos de las islas corriendo o en bicicleta, nadar en aguas del Estrecho de San Carlos, surfear en playas locales, etc., que se repiten a través de los años y, a veces, obtienen repercusión mediática.
[44] “Malvinas, diario de un viaje 1”. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=cam-cNRlucQ y “Malvinas, diario de un viaje 2”. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=Ss7NaMYJPyc [visitados en noviembre de 2019].
[45] “A 30 años - Volver a las Malvinas - Lanacion.mp4”. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=ZhD6QiQMagA [visitado en noviembre de 2019].
[46] Ver por ejemplo: “Volver a Malvinas”. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=NZAIYmU1oJM) [visitado en mayo de 2020] donde un veterano del RiMec3 entierra una carta en su antigua posición; “Malvinas Chaco Carlos Bruscker”. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=aombkbBpW_c [visitado en mayo de 2020] donde un veterano entierra un mechón de su pelo en la turba; o Página de VGM I. Cepeda en Facebook, donde muestra cómo entierra diversos objetos alegóricos en su antigua posición. Disponible en: https://www.facebook.com/cepedaignacio?tn=%2CdC-R-R&eid=ARAaRU38D7hxv2f9icWlGEKvVirbKpDLJcnoWK5ygbNF4ova8nq5t8YK2tzj9WMv4chDQ7wPeRAtLk3m&hc_ref=ARQMDKIZL03zbUdottCvR1SlX_DOUov9p6syN1yD98vPFNV9k08L_JLnK6zHp5l5LZU&fref=nf [visitado en mayo de 2020]
[47] Guber, R. (2003). De “chicos” a “veteranos”: Memorias argentinas de la guerra de Malvinas, op. cit.; Lorenz, F. (2012). Las guerras por Malvinas 1982-2012. Buenos Aires: Edhasa.
[48] Esta perspectiva victimiza a los soldados (denominándolos “chicos de la guerra”), minimiza el apoyo que gran parte de la sociedad dio a la guerra y no permite dar cuenta del desempeño de numerosas unidades militares que mantuvieron su cohesión y combatieron eficazmente contra los británicos. Las críticas a esta visión suelen descalificarse como relacionadas con reivindicaciones de la dictadura.
[49] Esta visión fue inicialmente sostenida por las Fuerzas Armadas, como forma de responder al desprestigio por la represión ilegal. Presenta a Malvinas como una causa sagrada e incuestionable y cualquier crítica es entendida como “desmalvinizadora” y antipatriótica.
[50] Por ejemplo, el CECIM (Centro de Ex–Combatientes de las Islas Malvinas) de La Plata.
[51] Denominación empleada por la dictadura militar para referir a detenidos-desaparecidos ilegalmente.
[52] Ver “Un viaje histórico. El viaje de la CPM a las Islas Malvinas”. Disponible en: https://www.comisionporlamemoria.org/el-viaje-de-la-cpm-a-malvinas/ [visitado en noviembre de 2019]
[53] Ver, por ejemplo, fotografías en la página “Sapucay de Malvinas” en Facebook. Disponible en: https://www.facebook.com/pg/sapucaymalvinas/photos/?ref=page_internal [visitado en noviembre de 2019]; o Diario Infobae (2018). “La camiseta de River abraza una cruz en Darwin. El recuerdo para un ser amado que no volvió de la guerra”, 28/12. Disponible en: https://www.infobae.com/sociedad/2018/12/14/colaboracion-agradecimiento-y-reunion-cumbre-en-malvinas-eduardo-eurnekian-fue-recibido-por-las-maximas-autoridades-de-las-islas/ [visitado en noviembre de 2019].
[54] Sensu Saunders, N. (2003). “Crucifix, calvary, and cross: materiality and spirituality in Great War landscapes”. World Archaeology 35(1) (pp. 7–21).
[55] Atherton, I. y Morgan, P. (2011). “The battlefield war memorial: Commemoration and the battlefield site from the Middle Ages to the modern era”. Journal of War and Culture Studies 4(3) (pp. 289-304), op cit., pp. 298-299.
[56] Sensu Wagner-Pacifici, R. y Schwartz, B. (1991). “The Vietnam Veteran Memorial: Commemorating a difficult past”. The American Journal of Sociology 97(2) (pp. 376-420), op cit.
[57] Jelin, E. (2017). La lucha por el pasado. Cómo construimos la memoria social, op. cit.
Enlaces refback
- No hay ningún enlace refback.
Estadísticas
Visitas al Resumen:405
Cuadernos de Marte, Revista latinoamericana de Sociología de la Guerra es una publicación oficial del Insituto de Investigaciones Gino Germani, dependiente de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, Argentina.
ISSN 1852-9879
Esta obra está bajo una licencia
Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional (CC BY-NC-SA 4.0)
Cuadernos de Marte está indizada en el catálogo de Latindex 2.0 (cumpliendo 36 de los 37 requisitos de excelencia editorial y académica del índice), en Latinoamericana (Asociación de revistas académicas de humanidades y ciencias sociales), en ERIH PLUS (European Reference Index for the Humanities and Social Sciences), en BASE (Bielefield Academic Search Engine), en BINPAR (Bibliografía Nacional de Publicaciones Periódicas Registradas), en REDIB (Red Iberoamericana de Innovación y Conocimiento), en el Directorio de Publicaciones Argentinas del CAICYT - CONICET, en MIAR (Matriz de Información para el Análisis de Revistas), en DIALNET (hemeroteca de la Fundación Dialnet, del Equipo de Gobierno de la Universidad de La Rioja), en LATINREV (Red de Revistas Latinoamericanas de FLACSO), en el RDIUBA (Repositorio Digital Institucional de la Universidad de Buenos Aires), en OAJI (Open Academic Journals Index), en ResearcH (Directorio de Revistas de Journals & Autors), en SIS (Scientific Indexing Service), en la CIRC (Clasificación integrada de Revistas Científicas), en EUROPUB (Academic and Scholarly Research Publication Center), en DOAJ (Directory of Open Access Journals), en LATAM-Studies+ (Estudios Latinoamericanos), en SUNCAT (Serial Union Catalogue), en Open Science Directory (by EBSCO), en PERIODICOS CAPES (Brasil), en JOURNAL TOCS (Table of Contents), en Elektronische Zeitschriftenbibliothek, en MALENA, en WORLD CAT, en HOLLIS (Harvard Library), en ORBIS (Yale University Library Catalog), en OPAC plus (Kanazawa University Library ), en el catálogo de la KIUSHY UNIVERSITY LIBRARY, en CITEFACTOR, en Journals4Free, en Mir@bel y en SHERPA ROMEO
LISTADO DE REVISTAS PARTICIPANTES EN LATINOAMERICANA (Nº 289)
FICHA DE CUADERNOS DE MARTE EN ERIH PLUS
FICHA DE CUADERNOS DE MARTE EN BASE
FICHA DE CUADERNOS DE MARTE EN BINPAR
FICHA DE CUADERNOS DE MARTE EN REDIB
DIRECTORIO DE PUBLICACIONES ARGENTINAS CON OJS (CAICYT)
FICHA DE CUADERNOS DE MARTE EN MIAR
FICHA DE CUADERNOS DE MARTE EN DIALNET
CUADERNOS DE MARTE EN LATINREV
FICHA DE CUADERNOS DE MARTE EN REDIUBA
FICHA DE CUADERNOS DE MARTE EN OAJI
FICHA DE CUADERNOS DE MARTE EN RESEARCH
FICHA DE CUADERNOS DE MARTE EN CIRC
FICHA DE CUADERNOS DE MARTE EN SIS
FICHA DE CUADERNOS DE MARTE EN EUROPUB
FICHA DE CUARDERNOS DE MARTE EN DOAJ
FICHA DE CUADERNOS DE MARTE EN LATAMPLUS
FICHA DE CUADERNOS DE MARTE EN SUNCAT
FICHA DE CUADERNOS DE MARTE EN OPEN SCIENCE DIRECTORY
FICHA DE CUADERNOS DE MARTE EN OPAC plus
FICHA DE CUADERNOS DE MARTE EN EL CATÁLOGO DE LA KIUSHI UNIVERSITY LIBRARY