El humor político clandestino

Tomás Várnagy

Resumen


El humor político clandestino es humor prohibido porque es subversivo, y son innumerables los ejemplos históricos de perseguidos y censurados por reírse de los poderosos. Nikolai Gogol expresó que “incluso aquél que no le teme a nada, le teme a la risa”. Afortunadamente, los chistes que surgen de regímenes autoritarios, dictatoriales o totalitarios, fueron registrados para la posteridad gracias a que había gente que los anotaba, o escribía en panfletos o periódicos clandestinos, samizdat y otros medios; también a través de exiliados políticos, corresponsales de prensa extranjeros, personal diplomático, viajeros o, simplemente, sobrevivientes de esos regímenes que, posteriormente, publicaron los chistes prohibidos. El chiste es, quizás, uno de los últimos remanentes de la cultura oral en las sociedades industriales urbanizadas; existe en las mentes y viaja a través de la palabra hablada, sobrevive en la medida en que es utilizado y provoca risas, sean tumultuosas o suaves, burlescas o irónicas y la risa raramente es indiferente: es placer, alivio, venganza, desafío. El chiste crea su propia realidad ficticia, y con un solo renglón, a veces con una sola palabra, pincha nuestro estructurado y cerrado mundo lingüístico y revela una verdad diferente a la esperada. El chiste le da a la persona un poder muy singular, una percepción que puede vestir al rey o desnudarlo; y el rey le teme al chistoso porque puede poner su autori

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DOI: https://doi.org/10.62174/sed.3233

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ISSN 2618-4885
 

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