Este artículo analiza de qué modo los misioneros europeos, especialmente de la Compañía de Jesús, enfrentaron el problema de cómo adaptar el sacramento de la confesión en la misión en China en el período Ming tardío. Uno de los focos de análisis es el sentimiento de vergüenza que podía surgir frente al acto confesional, y que podía convertirse en uno de los mayores obstáculos para los fieles a la hora de confesarse. Dado que la confesión católica requiere no sólo de una auto-examinación, sino también de un "juicio externo" por parte del confesor, el sentimiento de la vergüenza podía a menudo inhibir al penitente. Los misioneros jesuitas en la misión en China observaron estas dificultades, e intentaron superarlas mediante lo que aquí denominamos una “traducción cultural” de la doctrina confesional, la cual implicó seleccionar elementos doctrinales europeos y combinarlos con o adaptarlos a ciertos elementos de la cultura local, tales como términos o recursos retóricos de los libros confucianos, para ayudar a los fieles a superar su vergüenza. En este artículo nos centraremos sobre todo en el manual confesional
This article examines how European missionaries, especially those from the Society of Jesus, dealt with the problem of how to adapt the Catholic sacrament of confession in the mission to China in the late Ming period. One focus of analysis is the sentiment of shame that confession could arouse, which could become one of the major obstacles for the faithful to receive this sacrament. Since Catholic confession not only requires an instance of self-examination but also an “outward judgment” by the confessor, the penitent might have been often inhibited by shame. Jesuit missionaries in China became aware of these difficulties, and tried to overcome them through a “cultural translation” of the doctrine of confession, as analyzed in this research. This translation involved a selection of certain European doctrinal elements, combining them with or adapting them to certain elements of the local culture, such as terms or rhetorical devices from Confucian books, to help the faithful overcome their shame. For a careful examination of these processes, this article focuses on the analysis of the confessional manual
本文研究了明末来华传教士,特别是耶稣会士,如何跨文化译介天主教忏悔圣事使其适应中国文化语境。其中分析的重点是传教士作者在论述中如何处理阻碍信徒参与忏悔仪式的重要心理障碍——羞耻感。因为天主教的忏悔仪式不仅需要主体以道德责任为核心进行自我谴责,还需面向牧师(他者)进行良知的“外向审判”,羞耻的心理常常阻碍主体的忏悔从内转外。明末清初来华传教士注意到了这一问题,并试图通过“文化翻译”忏悔教义来促使信徒克服这一心理障碍:一方面沿袭欧洲教义文本的经典论述,并将其与中国文化的某些元素相结合并加以调整,例如儒家书籍中的术语或修辞手法。本文将主要关注意大利耶稣会士 Giulio Aleni (1582-1649 )的忏悔手册《涤罪正规》(1627), 将其视为该时期耶稣会在华传教士文化翻译忏悔教义的实例。
Durante finales de la dinastía Ming y durante la dinastía Qing -en la cronología occidental, desde finales del siglo XVI hasta finales del siglo XVIII- se discutió entre los misioneros establecidos en China la cuestión de cómo implementar la administración de los sacramentos. En el caso específico del sacramento de la confesión, este fue objeto de reformas y adaptaciones. En las iglesias europeas, la creación y la evolución del confesionario -un mueble de madera para ofrecer a los confesores un entorno apropiado durante el acto de la confesión- tuvo como propósito principal el de evitar riesgos de transgresión y escándalos entre confesores y penitentes. En la misión en China, los misioneros no dejaron de advertir estos potenciales riesgos. No obstante, tenían limitaciones materiales: a la falta de iglesias se sumaba la carencia de recintos aislados y privados para que el sacerdote escuchara a las confesiones -esto es, el confesionario-. Esta carencia fue subsanada mediante una apropiación local: entre el sacerdote y el penitente se colocaba una simple red hecha de bambú, un biombo o un velo, que comúnmente se encontraban en los hogares chinos -donde a menudo se realizaba la confesión-, para construir un entorno confesional que garantizara discreción y privacidad
Las adaptaciones en términos de disposición material y física para la administración de este sacramento se acompañaron de modificaciones en el aspecto doctrinal. Debido a que la cultura china, sobre todo confuciana, concedía gran importancia a la auto-examinación moral del ser humano y a la auto-acusación en el caso de actos inmorales, algunos misioneros jesuitas tales como Giulio Aleni (1582-1649), Diego de Pantoja (1571-1618) y François Noël (1651-1729), entre otros, integraron la práctica de la auto-examinación a la predicación sacramental en China. En este sentido, resaltaron sobre todo el examen de conciencia y la reflexión de los creyentes sobre sus propias culpas según la doctrina cristiana, las cuales se correspondían con la auto-cultivación moral, propiciada por los letrados chinos de formación confuciana en ese entonces.
La adaptación del sacramento de la confesión en suelo chino enfrentó a los misioneros con lo que devino otro impedimento para su administración: el sentimiento de vergüenza por parte de los neófitos. Este artículo analiza las adaptaciones del sacramento de la confesión con especial énfasis en el problema de la vergüenza surgido de la práctica confesional. Por un lado, la vergüenza puede concebirse como un sentimiento humano con función de “autodisciplina”, esto es, la mejora del propio ser, la regulación de las relaciones interpersonales y la restricción moral, entre otros aspectos. Pero, por otro lado, la vergüenza puede ir en la dirección de una profunda negación de uno mismo y de los propios actos. En este caso, esta negación de los propios actos puede conducir a su encubrimiento.
Sin duda, la cuestión y el problema de la vergüenza no era exclusivo de la misión jesuita en China, sobre todo si consideramos el rol que jugó a nivel social en la Europa moderna, con un fuerte impacto en la vida cotidiana. En este sentido, algunos estudios demuestran las múltiples formas en las que se manifestaba la vergüenza en las sociedades en la Europa moderna temprana. Entre los más recientes, el libro
Otro aspecto fundamental para analizar el sacramento de la confesión en China se relaciona con la composición de materiales para su administración, específicamente los manuales de confesión. Su elaboración implicó procesos de selección y de traducción de muchos de los contenidos de los manuales doctrinales europeos, a la vez que realizaron modificaciones para adaptarlos a la cultura local. En este sentido, podemos pensar a estos manuales de confesión elaborados en China como un caso de “traducción cultural”, entendida aquí como un proceso de traducción que “implica constantes pérdidas y renuncias”
Este concepto de “traducción cultural” nos otorga herramientas analíticas para comprender de qué modo los misioneros que compusieron estos textos lograron, por un lado, mantener los preceptos básicos de la Iglesia católica y, al mismo tiempo, adaptarlos según las condiciones, costumbres y sistemas de creencias locales. Y esto se hizo extensivo al problema de la vergüenza frente al acto confesional, el cual llevó a los misioneros a implementar ciertas adaptaciones orientadas a que los neófitos chinos superasen las barreras emocionales y culturales implicadas en este acto.
Con el objetivo de analizar de modo minucioso estos aspectos, nos centraremos aquí en el manual confesional
La vergüenza constituyó un elemento central en el desarrollo histórico de la doctrina confesional. Teólogos de distintas épocas han prestado atención a la vergüenza desde el período tardo-antiguo. Como ejemplo, Tertuliano (c.a 160-c.a 220), en su obra
Que sea molesto volver a pecar, pero que no sea molesto volver a arrepentirse. Que sea molesto ponerse en peligro, pero no volver a ser liberado. Que nadie se avergüence. La enfermedad repetida debe tener medicina repetida. Mostrarás tu gratitud al Señor al no rechazar lo que el Señor te ofrece. Has ofendido, pero aún puedes reconciliarte
De esta manera, Tertuliano pide a los pecadores que no se avergüencen, y que se arrepientan a menudo de sus pecados. El segundo tipo de penitencia es como un tratamiento curativo a largo plazo. Más aún, Tertuliano ofrece una descripción de esta segunda penitencia, sobre todo respecto a las manifestaciones externas que la acompañan. Se refiere a ella como ἐξομολόγησις
La exomologesis es una disciplina para la postración y humillación del hombre, prescribiendo una conducta calculada para mover la misericordia. Con respecto a la vestimenta y la alimentación ordena [al penitente] vestirse con cilicio y cenizas, para cubrir su cuerpo de luto y abatir su espíritu en penas; cambiar por un trato severo los pecados que ha cometido. Además, no conocer otra comida y bebida que la simple…Sin embargo, [debe] mayormente alimentar las oraciones con ayunos…
Según esta descripción, la
Todo ello constituye el embrión de la penitencia pública, un acto precursor de lo que posteriormente devino el sacramento de la confesión. No obstante, la
En el siglo XVI, además de los decretos del Concilio de Trento, comienzan a surgir diversos manuales y tratados que versan sobre la confesión, los cuales terminaron por consolidar un nuevo género de literatura dedicado a guiar a confesores y penitentes en la práctica confesional. Entre estas obras se destaca el
Martín de Azpilcueta indica que el sacramento de la confesión entraña dieciséis cualidades que avalan su justificación. Inspirado en la
Las prácticas de penitencia en la China del período aquí estudiado presentan algunas similitudes con la confesión católica. En esta dirección, el académico Erik Zürcher analizó las semejanzas y diferencias entre la confesión católica y las prácticas penitenciales en China: la liturgia budista
Vergüenza: debo darme cuenta de que hace mucho tiempo, al comienzo de su carrera espiritual como bodhisattva, el Buda fue una persona ordinaria [
Asimismo, en la práctica de la penitencia se enfatiza el examen de conciencia. En este sentido, la vergüenza es una condición necesaria para lograr un arrepentimiento profundo. Ahora bien, cuando el sacramento de la confesión católica, que hace hincapié en la expresión y pronunciación de los propios pecados frente a un confesor, se transmitió en China durante el período Ming tardío, la vergüenza se convirtió en un gran obstáculo para los fieles a la hora de confesarse. Una razón importante para comprender este aspecto reside en que la cultura china pone considerable énfasis en el elemento social de
Sentirse culpable y arrepentido era relativamente fácil, pero tener el coraje de vencer la vergüenza de confesarse con el sacerdote representó para mucha gente un paso delicado y arduo. […] Si uno no se enfrenta a un sacerdote, no podrá enfrentar su vergüenza [
Además de los neófitos, los letrados confucianos así como, en cierta medida, los seguidores de otras escuelas de pensamiento o religiones chinas, tampoco estuvieron dispuestos a confesar sus culpas a otras personas, ya sea debido a las barreras generadas por el sentimiento de vergüenza o, como mencionamos más arriba, para salvaguardar el prestigio o la honra (
Podemos concluir entonces que el sentimiento de vergüenza no solo concernió a los conversos chinos, sino que también involucraba aspectos generales y complejos a nivel social, cultural y político, entre otros, más allá del plano religioso. Esto dificultó aún más la tarea de los misioneros de trasladar la liturgia de la confesión católica al contexto cultural chino, y de ayudar a los neófitos a superar la vergüenza.
Giulio Aleni compuso el manual
Giulio Aleni tradujo al chino los términos de las dieciséis cualidades de la confesión siguiendo un orden idéntico al del manual de Azpilcueta
A través de estos términos, los lectores pueden conocer claramente los requisitos y características específicas de la confesión católica. Para que su significado les resulte más claro, Aleni también agrega contenidos descriptivos con más detalle. Por ejemplo, en cuanto a la cualidad
Para aquellos que sienten demasiada vergüenza para confesarse, Aleni también aplica algunas figuras retóricas, tales como metáforas, alegorías, semejanzas, comparaciones o analogías, a menudo para enfatizar el peligro de ocultar los pecados a causa de la vergüenza. Como ejemplo, encontramos una analogía con la enfermedad corporal para explicar el perjuicio causado por el pecado:
Un pecado lastima al corazón como una enfermedad lastima al cuerpo. Para la enfermedad corporal, hay varios tipos de medicamento que pueden tratarla [
Tales recursos metafóricos se encuentran a menudo en los textos doctrinales europeos. En el decreto XIV del Concilio de Trento se indica:
[Los penitentes] callan algunos á sabiendas, nada presentan para obtener el perdón y la bondad divina por medio del sacerdote; porque si el enfermo tiene vergüenza de manifestar su enfermedad al médico, la medicina no puede curar lo que no conoce
Como puede observarse en la cita más arriba, Aleni sigue esa analogía con el remedio y el lenguaje de la medicina y la farmacopea para indicar que la superación de la vergüenza mediante la confesión de los pecados, en cuanto esfuerzo humano imprescindible, es un eslabón clave en la cura y redención.
En el manual de Aleni se observa que el uso de figuras retóricas, tales como la traducción de algunas metáforas europeas, constituye un importante recurso de traducción cultural. Asimismo, con el objetivo de reforzar la importancia de la confesión para los creyentes mediante la superación de la barrera de la vergüenza, Aleni recurre también a ciertos elementos retóricos de carácter local. Por ejemplo, para responder a las dudas de sus potenciales lectores chinos sobre si los que cometen pecados graves pueden obtener el perdón mediante la confesión, sin preocuparse por las consecuencias de los pecados, el misionero jesuita responde y rectifica estas dudas con una imagen metafórica del
En este proceso de “traducción cultural”, Aleni no solo recurre a la traducción de términos y recursos retóricos, sino que también adapta algunos contenidos de la doctrina confesional según ciertas características específicas de la misión jesuita en China. Por ejemplo, el
Al examinar la estructura del manual
En el apartado que contiene una lista de los pecados esenciales (
Aquellos que no hacen las buenas obras que deberían hacer por temor a las burlas y calumnias de los demás, cometen pecado. Aquellos que cuando observan a los creyentes cristianos rezar o confesarse u oír la misa, se burlan, los insultan o los acusan de hacer malas obras, cometen pecado. Aquellos que han cometido pecado pero sostienen de modo erróneo que no es necesario confesarse porque pueden obtener la absolución por sí mismos, incurren una vez más en un pecado. Aquellos que han cometido algún pecado y no quieren confesarlo, aquellos en cuya confesión hay falsedad porque han ocultado sus pecados o porque su contrición es falsa, aquellos que no quieren enmendar los pecados, los aumentan
Debemos considerar que, en aquella época, las acciones que integraban esta lista de pecados arriba mencionada eran frecuentes entre los fieles chinos que se convertían al catolicismo, una religión foránea. Ellas podían manifestar tanto el temor a los escarnios o burlas de otros al participar en una ceremonia católica, como un sentimiento de humillación al confesar los pecados propios a un misionero extranjero. En términos generales, esta religión foránea podía concebirse como una intrusión, lo que llevaba a que los neófitos chinos fuesen a menudo criticados por vecinos e inclusive por miembros de su propia familia, enfrentándose a amenazas de prisión durante los movimientos anticristianos. Como ejemplo, en la persecución anticristiana que se desencadenó en Nanjing en 1616, iniciada por las autoridades oficiales de esta ciudad, muchos conversos católicos – así como los mismos misioneros – fueron arrestados. Entonces, la vergüenza, combinada con el miedo, se tornó un gran obstáculo en China en el período Ming tardío para la confesión en general.
Por último, Aleni realiza una modificación considerable en el contexto de adaptación del sacramento de la confesión en suelo chino, que en este caso involucra al rol del sacerdote. Como mencionamos anteriormente, la cuestión de la honra, la imagen o el prestigio, que en chino se expresa como
Cuando los pecadores realizaban malas acciones, estas no eran desconocidas por las personas cercanas, y tampoco temían que sus vecinos las conocieran. Entonces, ¿por qué deberían tener miedo de contárselas a una sola persona para purificarlas? Además, la persona con la que se confiesa tiene virtud (
La virtud (
En un apartado sobre la “voluntad de confesión” (
Si alguien no quiere confesarse frente al confesor, no puede ser perdonado. Los niños que han ofendido a sus padres, aunque ya hayan sufrido un doloroso arrepentimiento en su corazón, queriendo corregir [las culpas] según la instrucción de los padres, si no están dispuestos a pedir perdón arrodillándose respetuosamente ante ellos y recibir castigos pequeños, puede decirse que no se han atenido al aleccionamiento. Como resultado, tal comportamiento es una desobediencia a los padres (
Aleni compara el rol social del confesor con el de los progenitores dado que, cuando un penitente se confiesa, debe arrodillarse ante el sacerdote del mismo modo que un hijo que cometió alguna falta debe arrodillarse ante sus padres. De esta manera, Aleni no solo refuerza la idea de que negarse a la confesión deviene un acto carente de piedad filial, sino que también expone ante los lectores el papel de los confesores. En su función de mediadores de la voluntad divina, los sacerdotes son dignos de respeto y de la piedad filial. En síntesis, al destacar la cualidad moral del confesor, así como las estrictas reglas litúrgicas que los sacerdotes deben obedecer en su rol de confesores, Aleni busca convencer a los lectores de que la confesión no dañará su reputación y de que, si superan el sentimiento de vergüenza, “irán al cielo” (
La influencia de este recurso de equiparación del sacerdote confesor con los padres benevolentes también se observa en la obra
El pecador que confiesa sus pecados ante el sacerdote es como el niño que se arrepiente y llora ante sus padres. El sacerdote es una especie de padre en espíritu [
Verbiest también recurre, entonces, a la imagen de padres benévolos, en el marco de las virtudes confucianas, tales como la piedad filial (
En este artículo analizamos los desafíos que enfrentaron los misioneros jesuitas en China, especialmente Giulio Aleni, en el período Ming tardío, respecto de la adaptación del sacramento de la confesión en este espacio misional, tanto en los aspectos doctrinales como en su práctica. Asimismo, examinamos con especial atención el problema u obstáculo que constituyó el sentimiento de vergüenza en torno al acto confesional por parte de los neófitos chinos. Mediante su manual
Otro aspecto que analizamos en estas páginas es el modo en que Aleni presentó la imagen y el rol de los sacerdotes confesores, enfatizando la importancia de su virtud (
Podríamos preguntarnos cuál fue el impacto que tuvo el manual de Aleni entre sus interlocutores chinos. Respecto a su influencia en círculos de neófitos chinos, en algunos libros que documentan las interacciones entre los creyentes chinos y los misioneros europeos encontramos algunas expresiones retóricas, así como ciertas estrategias de adaptación cultural presentes en el
La gente ama más el cuerpo físico que al alma. Si el cuerpo está enfermo, ¿acaso no se siente uno angustiado y ansioso por ir al médico para pedir auxilio? En cambio, si la enfermedad está en el alma, no importa. [Pero] quien tiene un verdadero dolor, presta más atención a la enfermedad del alma que a la enfermedad del cuerpo. Su sentimiento triste y apremiante causado por la enfermedad del alma seguramente está conectado (
Para dejar en claro al neófito chino que la contrición implica un arrepentimiento importante para superar la vergüenza, Benito Matos combina su interpretación de los caracteres
Para concluir, los manuales de confesión del período Ming tardío y la dinastía Qing temprana se orientaron a adaptar el sacramento de la confesión en suelo chino, mediante una combinación de elementos de ambos mundos, el de la Europa católica y – sobre todo – el de la China confuciana. Como analizamos aquí, este empeño de los misioneros europeos en realizar estas operaciones de traducción cultural en sus manuales no dejó de lado la cuestión de la superación del sentimiento de vergüenza por parte de los neófitos chinos así como de los potenciales conversos en esta misión.
Este trabajo ha sido financiado por el
San Agustín también apoyó esta norma doctrinal; sostenía que los pecados graves deberían confesarse en público, y solo así sería justo purificarlos. Véase:
Al comienzo de su
Es decir, los contenidos de la confesión deben dar entendimiento al confesor.
Es decir, cuando los penitentes intentan confesar los pecados, deben deshacerse determinadamente de los deseos y asuntos mundanos.
Tal división también aparece en un apartado en
Estos diálogos registrados desde 1630 hasta 1640 están entrelazados con las negociaciones dinámicas entre las doctrinas católicas y la enseñanza confuciana. Para un análisis de esta obra, véase: