Quizás trueno, quizás poesía: El lugar de los jóvenes en los efectores de salud

Resumen

La soledad como problema social, el individualismo, la fragmentación a la que asistimos en este mundo sobre-conectado pero a la vez incomunicado, pone a la juventud en el ojo de la tormenta. Los/as jóvenes de hoy son hijos e hijas de los ´90. Ellos conocen la calle peligrosa que dista de la calle como lugar de juego y encuentro que vivenciaron generaciones anteriores; saben de la “changa” y el hambre y reconocen como viejos anhelos la idea de un trabajo estable o las trayectorias obreras en las fábricas industriales. Desconocen el valor social del conocimiento, del saber, se preguntan y se permiten cuestionar, hasta la deserción, el sistema escolar.
Muchas de las miradas sobre los/as jóvenes, priorizan la atención en las estridencias y las rupturas que genera este actor social, en ellos/as se corporizan la violencia, las drogas, la inseguridad; más allá de rechazar la estigmatización me pregunto ¿qué estamos esperando que hagan?, ¿desde dónde pensamos las estrategias de trabajo con jóvenes?, ¿qué nuevos entramados podemos construir para sostener y contener?

En general, las estrategias en el campo de la salud tienden a modificar acciones en los sujetos, modificar “conductas de riesgo”, pero qué tenemos para decir de nuestras instituciones. Pensando en las instituciones de salud específicamente ¿cuáles son sus objetivos? Me atrevo a vislumbrar una posible respuesta: generar espacios y prácticas saludables para el conjunto de la población. Para esto no alcanzaría ya entender y ver al sujeto desde una perspectiva biopsicosocial, sino que resulta imperioso hacer del contexto, el propio texto de la intervención.

¿Estrategias que transformen nuestras instituciones en lugares con sentido colectivo, que generen vínculos, redes y organización acaso no son instituciones productoras de salud?