Cuadernos de Marte
Año 10 / N° 19 Julio – Diciembre 2020
https://publicaciones.sociales.uba.ar/index.php/cuadernosdemarte/index
Militarización en Buenos Aires:
análisis cuantitativo de una movilización ciudadana en 1893
Militarization in Buenos Aires:
quantitative analysis of a citizen mobilization in
1893
Leonardo Canciani*
Recibido: 13/2/2020 – Aceptado: 26/10/2020
Cita sugerida: Canciani, L. (2020). Militarización en Buenos Aires: análisis cuantitativo de una movilización ciudadana en 1893. Cuadernos de Marte, 0(19), 305-342. Recuperado de https://publicaciones.sociales.uba.ar/index.php/cuadernosdemarte/article/view/6285
Resumen: En
este artículo realizamos un análisis cuantitativo sobre la militarización de la
provincia de Buenos Aires que, en el marco de la revolución radical, promovió
el gobierno nacional durante septiembre y octubre de 1893. Definimos la cantidad de guardias nacionales que fueron movilizados
y la proporción de estos últimos en relación a los ciudadanos de 17 a 45 años
de edad enrolados en la Guardia Nacional y a la totalidad de los hombres
(argentinos y extranjeros) de 18 a 60 años que residían en la provincia en
1895.
Palabras claves:
militarización; análisis cuantitativo; Guardia Nacional; provincia de Buenos
Aires; revolución de 1893
Abstract: In this paper we will
analize in quantitative form the militarization of the Buenos Aires´s province
promoted by the national government during September and October 1893 in the
context of the radical revolution. We define the number of national guards who
were mobilized and the proportion in relation to the citizens of 17 to 45 years
of age enrolled in the National Guard to the all men (Argentines and
foreigners) of 18 to 60 years who resided at 1895 in the province.
Keywords: militarization;
quantitative analysis; National Guard; Buenos Aires province; revolution of
1893
Introducción
Desde que Halperín Donghi publicó “Revolutionary militarization
in Buenos Aires” y Revolución y
guerra,[1] el término
militarización se constituyó en un eje rector de la historiografía argentina. Diversos
autores han abordado distintos aspectos y características del fenómeno en los siglos
XVIII y XIX.[2]
En nuestro caso, haremos hincapié en la acepción que pone el acento en el crecimiento de
las fuerzas de guerra, la consiguiente multiplicación de unidades militares y
la extensión del servicio de armas a sectores cada vez más amplios de la
población.[3]
Desde este marco conceptual, la movilización de hombres representa una variable
clave para analizar dicho fenómeno, ya que nos permite medirlo
cuantitativamente.
Las últimas dos décadas del XIX no han sido consideradas con
la misma intensidad que las precedentes. Los años que se extienden entre la
sanción de la ley 1072 de 1880, que prohibió a las provincias formar cuerpos
militares, y la promulgación del servicio militar obligatorio en 1901 han
quedado diluidos entre la militarización de la política y la sociedad que proliferó
durante 1806-1880 y la consolidación del Ejército moderno, de conscripción y
con oficiales profesionales en 1901-1930. Como plantearon Rabinovich y Soprano,
solo en ocasiones se ha intentado retomar el nexo entre estos períodos, ya sea
para marcar su pervivencia y eventual evolución en el tiempo o para determinar
que sus efectos se han agotado. Se generaron dos campos historiográficos
estancos, divididos por el cambio de siglo como si se tratasen de un parteaguas
inevitable.[4]
Sabato advirtió que desde la
historiografía se consideró que la vigencia de las milicias conspiraba contra
la consolidación del Estado nacional y que el avance de éste implicaba la
necesaria desarticulación de aquellas. Por tal motivo, se les otorgó un
carácter residual y despertaron escaso interés entre quienes estudiaron la
modernización estatal a finales del siglo XIX.[5] En
los últimos años, esta cuestión ha sido problematizada por Quinterno al mostrar
la pervivencia de las fuerzas milicianas bajo la jurisdicción de los
gobernadores,[6] así como por Macías y Cucchi
al advertir sobre los límites que tuvo el Poder Ejecutivo Nacional para
centralizar el control de las fuerzas armadas desde 1880 y señalar la
continuidad de las disputas en el seno del Congreso y entre el Gobierno nacional
y las provincias por la potestad de organizar y movilizar milicias.[7]
En línea con estos aportes, aquí
realizaremos un análisis cuantitativo[8] de
la militarización ciudadana en un momento de la historia argentina donde la
guerra y las revoluciones dejaban paso a los arreglos institucionales como
medio de resolución de conflictos. Nos concentraremos en la movilización de los milicianos[9]
que promovió el gobierno nacional con el propósito de apuntalar las operaciones
del Ejército de Línea en la represión de los focos radicales rebeldes que aparecieron
en la provincia de Buenos Aires entre finales de septiembre y mediados de
octubre de 1893.
El análisis que proponemos considera la
cantidad nominal de guardias nacionales que fueron movilizados y la proporción
de estos últimos en relación a los ciudadanos enrolados en la Guardia Nacional,
de ciudadanos enrolados sobre el total de los hombres de 18 a 60 años y de
guardias nacionales movilizados sobre el total de estos últimos.
¿Qué sentido tiene aplicar un
concepto que fue concebido para las guerras de independencia y las décadas
posteriores a los años finales del siglo XIX? Ante
la convocatoria de movilización de la Guardia Nacional de la república, los
ciudadanos respondieron de forma contundente al llamado del gobierno. Si bien
esta movilización no se extendió por más de tres semanas, el episodio nos
brinda indicios para indagar la situación de las fuerzas milicianas a finales
del siglo XIX. Consideramos de suma necesidad asignarle entidad a este período
que fue visto como una transición o un momento de gestación del “poder militar”
que predominará en el siglo XX. Se impone revertir la lectura tradicional que
parte de esta centuria hacia atrás con el fin de buscar los elementos y las
características que irían determinando el peso institucional del Ejército en la
política argentina desde 1930.[10]
Planteamos una mirada alternativa, que transcurra del siglo XIX hacia adelante,
para problematizar continuidades y rupturas y definir las características
propias de este período, tal como ya vienen practicando otros historiadores.[11]
La movilización de la Guardia Nacional
Entre julio y octubre de 1893, la presidencia de Luis
Sáenz Peña (1892-1895) se vio convulsionada por el estallido de revoluciones
radicales y, en menor medida, de cívicos nacionales en las provincias de Buenos
Aires, Santa Fe, San Luis, Corrientes y Tucumán. Los líderes de los
levantamientos formaron milicias que se movilizaron para intentar subvertir el
orden institucional.[12]
Durante la revolución iniciada el 30 de julio de 1893 en
la campaña bonaerense, el gobernador Julio Costa no tuvo respaldo del Ejército
Nacional y recibió un apoyo fragmentado de las fuerzas policiales. Los
movimientos rebeldes abarcaron a casi la totalidad de los distritos. Incapacitado
para hacer frente a la revolución, y al ver que el gobierno nacional no actuaba
esperando que ésta lo derribara, Costa renunció el 5 de agosto.[13] La
revolución radical, dirigida por Hipólito Yrigoyen, fue más importante que la
de los cívicos nacionales, liderada por Manuel Campos.[14]
La dinámica consistió en grupos de personas que en distintos pueblos y ciudades
de la campaña atacaban las comisarías, reducían el personal policial y
confiscaban sus armas. Luego, reemplazaban intendentes, comandantes militares y
comisarios por personas que adherían a la causa o se definían neutrales. Una
vez controlada la situación local, los grupos reunían hombres y marchaban hacia
los campamentos de Temperley (UCR) y Barracas al Sud (UCN), desde los cuales
pretendían entrar triunfalmente en la capital provincial.[15]
Los primeros concentraron alrededor de
8.000 hombres y los segundos unos 2.000.[16]
El 14 de agosto el gobierno nacional intervino la provincia y movilizó
batallones y regimientos del Ejército de Línea a las órdenes del general
Francisco Bosch con el fin de desarmar las milicias radicales que habían
ingresado a La Plata, como a las que permanecían reunidas en la campaña.[17]
Durante septiembre de 1893, los movimientos más
importantes se produjeron en Tucumán y Santa Fe. El clima general que acompañó
estos levantamientos fue muy diferente del que precedió a las revoluciones de
julio, donde los rebeldes contaron con apoyo de vastos sectores políticos y
sociales. En septiembre, el movimiento fue duramente criticado por grupos que
habían participado en el estallido anterior.[18]
Incluso, en Santa Fe, la revolución estuvo presidida por varios dirigentes
porteños, como el mismo Leandro Alem. A su vez, parte del Ejército y de la
Armada jugaron un rol clave en los acontecimientos, ya que el Batallón N° 3 de
Línea y el acorazado Los Andes se amotinaron y apoyaron a los radicales.[19]
El
gobierno nacional movilizó fuerzas del Ejército, al mando de Francisco Bosch y
Julio Roca hacia Tucumán y Santa Fe, respectivamente. Para acompañar sus
operaciones, el día 24 el presidente Sáenz Peña declaró en estado de asamblea a
la Guardia Nacional de la república,[20]
la cual fue movilizada según las órdenes del gobierno nacional y de acuerdo a
la capacidad de reclutamiento de los jefes de Línea regionales. La respuesta de
los ciudadanos sorprendió a las autoridades.[21]
En la presentación de la Memoria al Congreso, el ministro de Guerra y Marina,
Luis M. Campos, aseveró que los guardias nacionales respondieron al llamado del
gobierno con “entusiasmo y decisión”, “dando [...] una prueba completa y significativa
de adhesión á la causa, que representa el gobierno legal de la república”.[22]
La Memoria antes mencionada no define con precisión la
cantidad de milicianos reunidos en las provincias. Los partes oficiales
contabilizan 8.341 en Entre Ríos, a las órdenes de Juan Ayala. De estos, 3.233
conformaron la división que marchó a Santa Fe y los restantes 5.088 quedaron
como reserva. Además, se menciona la movilización de ciudadanos en otros
departamentos entrerrianos. Nicolás Levalle e Ignacio Fotheringham reunieron
1.500 guardias nacionales en la provincia de Córdoba, a los cuales se le
sumaron un batallón en La Carlota y un escuadrón en Chañar. Francisco Bosch
estuvo a cargo de la movilización en Tucumán. Santiago del Estero, Salta y
Jujuy reunieron parte de su milicia, la cual debió estar disponible para
ponerse en campaña. Bajo las órdenes de Enrique Godoy, en las provincias
cuyanas se reunieron cuatro batallones.[23]
La provincia de Buenos Aires no estuvo ajena a esta
movilización. El 20 de septiembre, ante la renuncia de Eduardo Olivera, Lucio V.
López fue designado interventor. Dos días después, sostuvo que reprimiría
cualquier tentativa que se produjera en el territorio provincial.[24]
No obstante, pese a la advertencia, los radicales se volvieron a sublevar,
aunque en proporciones más reducidas que en Tucumán y Santa Fe y con una
organización menos eficaz que en julio y agosto.[25] Las
autoridades nacionales habían apresado a toda la cúpula de la dirigencia
radical bonaerense, entre ellos, a Hipólito Yrigoyen, Bernardo de Irigoyen,
Marcelo T. de Alvear y Delfor del Valle.[26]
El
levantamiento estuvo circunscripto a seis zonas: a) Chivilcoy, Bragado y
Lincoln; b) Trenque Lauquen, General Pinto y General Villegas; c) General Paz y
Chascomús; d) los talleres del Tigre; e) San Antonio de Areco, Arrecifes,
Sarmiento y Pilar y f) Puán y Pigüé. Para reprimir estos focos, se movilizó al
Ejército de Línea. Fue éste quien llevó adelante las principales tareas para
“pacificar” la provincia. Victoriano Rodríguez, que estaba a su cargo, movilizó
partidas de forma estratégica, valiéndose de las líneas telegráficas y del
ferrocarril y complementando sus movimientos con la caballería. Las primeras
operaciones se llevaron a cabo entre los días 20 y 28 de septiembre en el norte
y oeste bonaerense. Entre el 7 y el 14 de octubre intervino por segunda vez, en
esta ocasión en Sierras de la Ventana.[27]
El 24 de septiembre, López ordenó la movilización de la
Guardia Nacional. Con el propósito de que la misma se realizara de forma
ordenada, Sáenz Peña dividió la provincia en cuatros departamentos: Norte,
Capital, Centro y Sud. Estos se pusieron bajo las órdenes Lorenzo Vintter,
Victoriano Rodríguez, Ernesto Rodríguez y Julio Dantas, respectivamente.[28]
Las comandancias se establecieron en San Nicolás, La Plata, Mercedes y Las
Flores (véase Mapa). Se les encomendó la misión de dirigir la reunión de la
Guardia Nacional de los distritos a su cargo.[29]
No
coinciden las fuentes de información que disponemos para definir con precisión
la cantidad de guardias nacionales que fueron movilizados. Según los partes e
informes transcriptos en la Memoria del Ministerio de Guerra y Marina de 1894
habrían sido 23.989, mientras que para la Memoria de la intervención la cifra
es algo menor, llegando a 22.873. Se sublevaron una ínfima parte: los 80 milicianos
de General Saavedra y un grupo en General Pinto, en el suroeste y noroeste
provincial (véase Mapa). Además, de los 98 partidos, solo 15 no registraron
algún tipo de movilización de la Guardia Nacional.[30]
Un caso especial fue San Antonio de Areco, que licenció la fuerza el mismo día
de su movilización.[31]
El otro, fue Azul, que si bien la Memoria de la intervención no registra ningún
movilizado, el 4 de octubre Dantas informaba a López que había allí un piquete
de milicianos armados.[32]
En los dos casos, no se consigna la cantidad de hombres.
El
Departamento del Norte representó una preocupación especial para la
intervención, pues se encontraba más cercano a las operaciones radicales en
Rosario y el sur de Santa Fe. Según la MMGyM, Lorenzo Vintter dispuso de 5.850 hombres,
aunque el cálculo que realizamos en base al Anexo de la Memoria de la intervención
nos dio la suma de 5.572 plazas (véase Tabla II). Una parte de ellos se reunió
en San Nicolás y lo siguió a Rosario, para ponerse bajo las órdenes de Julio
Roca, jefe del Ejército de operaciones en esa provincia. Este grupo estuvo
integrado por guardias nacionales de San Nicolás, Ramallo y Zárate. Asimismo,
parte de esta fuerza actuó como vanguardia en Villa Constitución (Santa Fe). La
Guardia Nacional de Pergamino partió al Arroyo del Medio para reconstruir un
puente que había sido destruido. La de Junín fue enviada a Lincoln y Villegas;
la de Rojas a Colón y Melincué para realizar tareas de vigilancia. Por último,
una parte considerable de los movilizados se mantuvieron en sus partidos para
hacer ejercicios preparatorios para un eventual enfrentamiento.[33]
Los comandantes militares de los partidos pusieron a disposición de Vintter una
cantidad importante de guardias nacionales. San Pedro reunió 900, Baradero 849,
San Fernando 600, San Nicolás 500, Arrecifes 480, Zárate 387, Junín 382,
Campana 320, Ramallo 224, Exaltación de la Cruz 207, General Arenales 203,
Rojas y San Isidro 200 y Pergamino 150.[34]
En el Departamento de la Capital,
con sede en La Plata, el coronel Victoriano Rodríguez fue capaz de movilizar a 5.128 guardias nacionales.[35] En el cálculo que
realizamos en base al Anexo de la Intervención
a la Provincia de Buenos Aires obtuvimos la cifra similar de 5.163 hombres
(véase Tabla II). Algunos partidos resaltan por su capacidad de movilización.
Barracas al Sud registra 539 guardias nacionales, Lobos 450, Lomas de Zamora
430, Morón 425 y Cañuelas 419. Asimismo, los restantes distritos de la región
que tuvieron un aporte nada desdeñable fueron Luján con 386, San Vicente con
374, Brandsen con 325, La Plata con 300, Pilar con 271, Matanzas con 233 y
Quilmes con 203.[36] Una veintena de los
guardias nacionales reunidos en La Plata integraron la expedición que
Victoriano Rodríguez envió hacia Chascomús,
donde operaban algunos radicales.[37]
En la Circunscripción del Centro,
Ernesto Rodríguez reunió a 5.303 hombres. En la suma que hicimos recurriendo al
Anexo de la Memoria de la intervención llegamos a la cifra de 5.188 (véase
Tabla II). El 1 de octubre licenció a 4.303 de ellos, dejando solo mil en
servicio.[38] Mercedes fue sede de la
reunión de las fuerzas y el partido que movilizó más guardias nacionales (1.250).
Lo siguieron Chivilcoy con 800, Chacabuco con 530, Giles con 460, 25 de Mayo
con 431, Bragado con 331, Suipacha con 321, 9 de Julio con 316 y General
Sarmiento con 237. En contraste, Salto, Navarro y Lincoln sobresalen por su
escaso aporte con 42, 50 y 90 hombres.[39]
Mapa. Circunscripciones de
la Guardia Nacional de la provincia de Buenos Aires
Fuente: elaboración propia en base a “Mapa mural de la
Provincia de Buenos Aires construido bajo la dirección de Enrique Delachaux,
1893” (Biblioteca Nacional Mariano Moreno).
En
la Circunscripción del Sud, los movimientos de los radicales fueron algo más
duraderos. Julio
Dantas debió controlar un territorio que, en términos geográficos y de cantidad
de partidos, era mayor que los anteriores. A su vez, su población se encontraba
más dispersa. Para el 27 de septiembre,
disponía de 7.708 guardias nacionales, de los cuales mil se concentraron de
forma permanente en Las Flores.[40]
No obstante, es levemente inferior el cálculo que obtuvimos al considerar los
datos que ofrece la Memoria de la intervención: 7.207 hombres (véase Tabla II).
A diferencia de los tres departamentos antes analizados, no se observan muchos
partidos que hayan superado la cifra de 400 guardias nacionales movilizados.
Chascomús (492), Olavarría (491), Dolores (440), Bahía Blanca (407) y General
Pueyrredón (400) integran ese grupo. Otros reunieron una cantidad de hombres
considerable, como Tres Arroyos (310) y Tandil (300). La mayor parte de los
distritos aportó entre 100 y 276. Solo unos pocos no superaron el centenar (General
Guido, Adolfo Alsina y General Saavedra.[41] Si
bien para el 7 de octubre la situación parecía estar resuelta por la
intervención, Dantas debió dejar 500 guardias nacionales en servicio en Las
Flores para resguardar el orden,[42]
que por entonces solo podía ser perturbado por los radicales que operaban en
Sierra de la Ventana.[43]
En resumen, los milicianos bonaerenses respondieron de
forma contundente a la orden de movilización. En solo 15 de los 98 partidos
existentes por ese entonces no hubo registró de ella. Sin embargo, esta
respuesta favorable no fue equitativa entre los partidos. Además, en razón de
la proximidad con los sucesos en el sur santafesino, los guardias nacionales
del norte provincial se incorporaron al ejército que comandaba Julio Roca o se
remitieron a otros partidos de esa zona para cumplir tareas preventivas. En
contraposición, los departamentos del Centro, de la Capital y del Sud no fueron
objeto de tal movilización, con excepción de una veintena de ciudadanos platenses
que se sumaron a la fuerza enviada a Chascomús.
Milicianos movilizados en relación a los ciudadanos
enrolados en 1895
El análisis que realizamos en el apartado anterior nos
permitió mostrar la contundencia de la movilización de la Guardia Nacional en
toda la provincia de Buenos Aires. Pero el estudio de la cantidad de hombres
que respondieron a este llamado no se puede realizar sin tener en cuenta otras
variables, como los enrolados en la milicia y la proporción que de ellos fueron
movilizados. Esto nos permitirá evaluar la presión militar sobre los hombres
sujetos de enrolamiento. Vale decir, si la alta, media o baja cantidad nominal
de movilizados se corresponde con iguales índices de proporcionalidad de
acuerdo al número de enrolados en los partidos.
Para realizar este análisis, recurrimos a un estado
general del enrolamiento de la Guardia Nacional de Buenos Aires que se
confeccionó en junio de 1895.[44] Lamentablemente,
no disponemos de una fuente similar para 1893, que nos hubiera permitido hacer
una comparación más exacta. Ese año los comandantes militares locales actualizaron
los registros de enrolamiento, pero no ubicamos sistematizada toda la
información por la inspección general de milicias, como así tampoco la
totalidad de los informes enviados a La Plata. A modo de ejemplo, presentamos
la información de seis partidos. Observamos que en San Andrés de Giles, General
Pueyrredón, Barracas al Sud y Balcarce los enrolados de 1895 superaban a los de
1893, mientras que en Chivilcoy y Bahía Blanca la situación es inversa. Si
consideramos estos seis casos, la diferencia total entre los registros de 1893
y 1895 es de 372 unidades en favor del segundo año.[45]
Es decir, los índices porcentuales que obtuvimos en la investigación tienen un
carácter estimativo. Podríamos plantear, a modo de conjetura, que los guarismos
de movilización de los guardias nacionales en relación a los enrolados podrían
ser algo mayores a los que presentamos a continuación, en razón de que la
cantidad de enrolados en 1895 podría ser superior a los que se registraron en
1893. Esta situación general podría variar en cada partido.
El registro general de enrolamiento de la Guardia
Nacional de la provincia de Buenos Aires de 1895 contabiliza un total de
110.565 ciudadanos inscriptos. Según los datos oficiales de la Memoria de la Intervención,
la movilización de septiembre de 1893 afectó a 22.893 hombres, por lo que
podemos afirmar que –en términos generales– el 20,7% de los guardias nacionales
bonaerenses acudieron al llamado del gobierno.[46]
Este porcentaje se condice parcialmente con la situación de cada departamento.
En la Circunscripción del Norte se movilizó el 29,4% de los enrolados, en la de
la Capital y los partidos aledaños el 24,3%, en la del Centro el 20,6% y en la
del Sud el 15,8% (véase Tabla II). Por lo tanto, la militarización no fue
equitativa en términos de movilización de guardias nacionales en relación a la
cantidad de enrolados en el registro de 1895. Ante la premura de la
movilización, las autoridades no tuvieron en cuenta la proporcionalidad para la
convocatoria de los hombres. A su vez, los comandantes militares locales se
preocuparon por responder a la orden del interventor y reunir a la mayor
cantidad posible de milicianos en sus partidos. Como resultado de ello, el
norte de la provincia registra un índice de militarización superior a las
restantes circunscripciones. A su vez, excede en un 42% a la media provincial y
al guarismo del Departamento del Centro, que se corresponde con este último.
Los ciudadanos del norte fueron más afectados que los de los demás departamentos,
al punto tal de duplicar el índice del sur, que había movilizado cerca de 1.800
hombres más que el norte. Tal como hemos advertido, consideramos que ello se
debió a la cercanía con el sur de la provincia de Santa Fe, zona en la cual se
produjeron los movimientos radicales más importantes de septiembre y las
operaciones más contundentes del Ejército de Operaciones.
Asimismo,
al reducir la escala de análisis y observar los partidos al interior de las
circunscripciones, se advierten índices muy dispares de militarización en
relación a los enrolados que impactan por su nivel. Los mismos se exhiben con
detalle en la Tabla del Apéndice (véase Tabla II).
En
el Norte, el caso más llamativo es San Fernando. Sus 600 guardias nacionales
movilizados constituyen el 96,8% de los registrados en el enrolamiento de 1895.
Es la medición más alta, inédita y sin comparaciones en toda la provincia. Consideramos
improbable que este partido haya tenido efectivamente tal porcentaje de
movilizados en relación a los enrolados, aunque no tenemos indicios y certezas
suficientes para dar una respecta precisa que nos permita dilucidar a qué
motivo se debe tal índice. ¿Fueron reclutados hombres no enrolados en la
milicia del partido, como exceptuados del enrolamiento por su edad u otra
condición, extranjeros, habitantes no domiciliados en él y sujetos menores de
18 años o mayores de 45? Campana, San Pedro y Baradero también registran cifras
muy altas de movilización en relación a los enrolados, con números cercanos al
65%, 62% y 57%, respectivamente. Si bien son guarismos muy destacados, no son
los únicos que encontramos de estas proporciones en la provincia. Mientras que
San Pedro (900) y Baradero (849) fueron los que movilizaron la mayor cantidad
de guardias nacionales en esta jurisdicción, Campana aparece en quinto lugar
con 320, pero con el segundo índice de movilizados en relación a los enrolados
de la jurisdicción, por detrás de San Fernando. General Arenales supera el 49%.
Este último no se encontraba entre los partidos con mayor cantidad de
movilizados, sin embargo, registra un índice de militarización muy alto: 1 de
cada 2 enrolados. Arrecifes y Zárate también tienen registros porcentuales para
nada desdeñables, con el 39,6% y 36,3%. Finalmente, los restantes partidos de
Norte se ubican por debajo de la media regional entre el 20% y 30%. Pergamino
sobresale por su ínfimo índice de movilizados: 5,5%.[47]
En la Capital y los partidos
aledaños se observan pocos casos en los cuales la movilización de los guardias
nacionales haya superado al 50% de los enrolados. Los únicos cuatro distritos
que se ubican dentro de este grupo son Morón (60%), Moreno (53%), General Sarmiento (53%) y Cañuelas (50%). Por otro lado, se
puede definir un segundo grupo de partidos que superaron el 40% de movilizados:
Brandsen, Lomas de Zamora, San Vicente, Matanzas y Barracas al Sud. Lobos
merece una mención especial, pues había sido el segundo partido que más
guardias nacionales había movilizado en la jurisdicción, por detrás de Barracas
al Sud, pero en términos proporcionales a los enrolados no alcanza el 30%.
Índices similares tienen Almirante Brown (30%), Marcos Paz (29%), Luján (28,7%)
y Pilar (25%). Por debajo de ellos, clasificamos al resto de los partidos que
no superaron la barrera del 20%.
En la Circunscripción del Centro los mayores índices de
militarización se registran en la zona núcleo, que constituía el lugar
principal de reunión de los hombres. Suipacha con 63%, Mercedes con 58,3% y San
Andrés de Giles con 53,5% se ubican entre los distritos más exigidos. Otros
partidos que aportaron cantidades relevantes, como Chivilcoy, Chacabuco y 25 de
Mayo no lo reflejaron del mismo modo en términos porcentuales, pues
representaron el 30%, 36% y 31,6% de los ciudadanos enrolados, respectivamente.
Lo mismo se puede concluir de Junín (20,3%), Bragado (18,3%) y 9 de Julio
(12%). Las Heras es un caso particular, pues no hizo un gran aporte nominal,
pero bastó para superar porcentualmente a estos últimos, representando el 36%
de movilizados en relación a los enrolados. Por último, los partidos del
extremo oeste provincial más alejados a los puntos de reunión, como General
Villegas y Pehuajó no movilizaron hombres. Lincoln y Trenque Lauquen solo el 6%
y 7,8% y los de General Pinto se sublevaron.
La Circunscripción del Sud presenta los índices más bajos
en comparación con las restantes jurisdicciones. Solo General Pueyrredón y
General Alvarado superan el 40%. Asimismo, pocos evidencian un guarismo que
traspase el 30%: General Alvear, Puán y Coronel Suárez. De los mencionados en
el apartado anterior, que movilizaron más de 400 guardias nacionales
–Chascomús, Olavarría, Dolores, Bahía Blanca y General Pueyrredón–, solo en el
caso de este último se mantiene un alto índice porcentual, mientras que los
restantes se encuadran entre el 26% y el 29%. Juárez, Adolfo Alsina, Saladillo
y General Guido fueron los únicos partidos que movilizaron menos del 10% de los
enrolados. Por lo tanto, pese a haber reunido la mayor cantidad de hombres a
nivel departamental, el sur tiene el índice más bajo y equitativo de
militarización en relación a los enrolados. Es decir, la gran movilización no
se correspondió con una exigencia del mismo nivel en los partidos, quienes
sufrieron una militarización de menor intensidad que los del Norte, de la
Capital y del Centro.
La respuesta de los milicianos despertó el reconocimiento
de los jefes militares. En la proclama de despedida a los guardias nacionales
del Norte, Lorenzo Vintter destacaba que habían concurrido “sin violencias ni
persecuciones”, con “decisión y patriotismo”, a ocupar un puesto de combate al
lado de sus “camaradas” del Ejército de Línea, “consecuente con sus gloriosas
tradiciones, á afianzar y robustecer la autoridad de los poderes legalmente
constituidos de la Nación”.[48]
Sus palabras iban en estrecha relación con la alocución que Ernesto Rodríguez
hiciera a los ciudadanos que integraron las fuerzas del Centro. Reconocía su
patriotismo y decisión, a la vez que les encomendaba la tarea de “corred
presurosos [...] para sostener la autoridad nacional y defender la patria”, si
nuevamente peligraran las instituciones republicanas.[49]
El comandante de San Vicente admitía que habían “cumplido con el deber que la
patria impone”, respondiendo “dignamente a su llamado, demostrando una vez más
que su norma es el orden y el respeto a las altas autoridades de la Nación”.[50]
Similar eran las consideraciones del comandante de Chacabuco que informaba al
interventor López que “no ha habido sino motivo de felicitaciones por la
actitud patriótica asumida por los G. N. en defensa del Gobierno
Constitucional”.[51]
No
obstante, más que las muestras de gratitud por parte de los jefes –muy comunes
luego de cualquier victoria–, es llamativo el silencio que guardan las fuentes
con respecto a los problemas y las críticas que podría haber generado desde los
guardias nacionales una movilización de tal magnitud. En el relevamiento que
hicimos de los periódicos La Nación, La Prensa y La Tribuna, así como en los fondos Ministerio de Gobierno e
Inspección General de Milicias del AHPBA no registramos quejas y pedidos para
aminorar la presión militar por parte de los milicianos o de sus comandantes.
Las principales críticas fueron realizadas por los hacendados. El 29 de
septiembre, López informaba al ministro del Interior, Manuel Quintana, que
recibía “numerosas y diarias” quejas de estos por “la exageración con la que
los comandantes militares de partidos lleva[ba]n a cabo la movilización”. Por
tal razón, le solicitaba dejar sin efecto la generalidad de la movilización y,
en su lugar, reclutar un número más reducido de guardias nacionales.[52]
Movilizados en relación al total de la población masculina
en edad laboral
En
este apartado medimos el porcentaje de guardias nacionales que fueron
movilizados en septiembre y octubre de 1893 en relación a la cantidad de
hombres argentinos y extranjeros de 18 a 60 años que residían en los partidos
bonaerenses en 1895. Para hacerlo, cruzaremos los datos del Anexo de la Intervención a la Provincia de Buenos Aires
con los del Segundo Censo de la República
Argentina realizado en 1895 (tomo II, páginas 66-77).
Desde mediados del siglo XIX, Argentina recibió una
cantidad sin precedentes de hombres y familias provenientes, principalmente, de
Europa. La ciudad
y la provincia de Buenos Aires fueron el lugar de destino del 62% de toda la inmigración
extranjera neta que ingresó al país entre 1870 y 1914. Por lo tanto, la tasa de
migración fue el principal componente del exponencial crecimiento demográfico de
esos años.[53] Según los datos que obtuvimos
del Censo Nacional de 1895, la provincia de Buenos
Aires tenía 284.438 varones de 18 a 60 años, de los cuales 121.425 eran
argentinos (42,7%) y 163.013 habían nacido en otros países (57,3%) (véase Tabla
I).
Esta alta proporción de extranjeros
dentro de la población adulta se refleja en el índice que surge de analizar la
cantidad de enrolados en el Registro General de la Guardia Nacional,
confeccionado en 1895, en relación con la información que obtuvimos del Censo
Nacional de ese año. Los extranjeros estaban
exentos de la obligación de brindar servicio militar, aunque podían hacerlo de
forma voluntaria ante el llamado a las armas del gobierno o de líderes rebeldes.[54] Si del total de 284.438
varones de 18 a 60 años se enrolaron 110.565 ciudadanos argentinos que tenían
entre 17 años y 40 (si eran casados) y 45 (si eran solteros), obtenemos que
solo el 39% de los primeros fueron registrados como potenciales sujetos de
reclutamiento. Un abordaje regional de los datos nos permite advertir
diferencias en torno a las circunscripciones en que fue dividida la provincia en
1893. Los departamentos de la Capital y del Norte tienen índices similares. El
primero registra el 31,6% y el segundo el 32,7% de enrolados sobre la población
masculina entre 18 y 60 años. Por su parte, los departamentos del Centro y del
Sud tienen índices mayores, que alcanzan el 40% y el 46,6% (véase Tabla I). ¿A
través de qué factores podemos explicar estos índices?
En primer lugar, debemos mencionar la
relevancia que tenía la población masculina extranjera dentro del rango etario
en el cual se circunscribía el enrolamiento. Repasemos algunos partidos a modo
de ejemplo. Primero se mencionan a los argentinos y luego a los extranjeros. La
Plata tenía 5.149 y 13.369, San Nicolás 2.346
y 2.766, Zárate 1.441 y 3.370, General Sarmiento 892 y 1.083, Quilmes 999 y
2.531, Mercedes 2.095 y 2.643, Monte 829 y 613, 25 de Mayo 3.856 y 2.141, Las
Flores 1.280 y 1.648, Tandil 1.761 y 3.094 y Tres Arroyos 1.238 y 2.245.[55] En
segundo lugar, los argentinos casados mayores de 40 años de edad y los solteros
que excedían los 45 estaban exentos del enrolamiento y del servicio en la
Guardia Nacional. En tercer lugar, ante ciertos casos particulares, es
necesario esbozar explicaciones que tengan en cuenta otras variables que por
ahora no estamos en condiciones de desandar. En todo caso, si conjeturar sobre el
peso que puede haber tenido la menor proporción de población inmigrante en los
partidos de frontera o de más reciente organización institucional y, en
contraste, su mayor presencia en los más cercanos a las ciudades de Buenos
Aires y La Plata y en los centros urbanos más importantes de la campaña. Asimismo,
puede haber contribuido a ello la constante movilidad por el territorio
provincial de los hombres en edad laboral.[56] Finalmente,
podemos agregar la ineficiencia de las autoridades encargadas del enrolamiento
y/o de censar a la población. En lo que respecta al primer aspecto, fue recién a
partir de la primera década del siglo XX cuando se introdujeron una serie de
cambios sustantivos en el esquema de enrolamiento que incrementaron la cifra de
hombres registrados.[57]
El panorama se complejiza al evaluar
con mayor detalle la información que sistematizamos en la Tabla I. Muchos
partidos superan el índice promedio del 39%. Algunos lo hacen con mucha
amplitud, Tordillo (82,4%), General Villegas (77,5%), General Arenales (74,5%),
General Pinto (71,4%), Bolívar (74%), Juárez (66,5%), Tuyú (64,6%), Adolfo
Alsina (64,5%), Colón (64%) y Pila (63,7%), Villarino (63,2%), Carmen
de Areco (63%), Salto (62,3%), Maipú (62,2%)
y Coronel
Pringles (61,3%). Todos los distritos mencionados se ubican en zonas de la
campaña alejadas a la ciudad de Buenos Aires y a La Plata; la mayor parte de
ellos al sur del Río Salado y la mitad fueron de fundación reciente, en las
últimas cuatro décadas. Por otro lado, hay partidos que sobresalen por su
escaso porcentaje de hombres enrolados, como Conchas (11%), Lomas de Zamora (16,5%),
San Fernando (17,2%), Campana (19%), Zárate (22,2%), General Sarmiento (22,6%),
Barracas al Sud (24%), La Plata (24,3%) y Moreno (24,5%). Estos últimos forman
parte de la zona de más antiguo poblamiento de la provincia de Buenos Aires.
Una vez realizadas estas
aclaraciones, estamos en condiciones de continuar con el análisis de los
índices de militarización. En este caso, en virtud de lo que mostramos más
arriba, el porcentaje de guardias nacionales movilizados en 1893 en relación a
la cantidad de hombres de 18 a 60 años que fueron censados en 1895 se reduce de
forma drástica en comparación con el porcentaje que obtuvimos sobre los
enrolados, hasta representar un índice promedio general del 8%. Esta variable
también representa variaciones regionales. Si bien las circunscripciones del
Centro (8,2%), de la Capital (7,7%) y del Sud (7,4%) se mantienen muy cercanas
al índice promedio general, la del Norte se ubica levemente por arriba de él,
al haber movilizado el 9,6% de la población masculina entre 18 y 60 años (véase
Tabla II).
En el Departamento del Norte, la
mayor parte de los partidos superan el índice provincial. General Arenales se
destaca por sobre el resto de los distritos, pues el índice de militarización
alcanza al 36,7% de la población masculina. Baradero supera el 20%. Otros
duplican el índice provincial del 8%, como San Pedro (17%), San Fernando (16,6%)
y Arrecifes (16,4%). Los restantes se mantienen en el rango del promedio provincial.
La excepción continúa siendo Pergamino, que registra un nivel muy bajo de
militarización (2%).
En
la Capital y los partidos aledaños se observan patrones similares. Cañuelas, Brandsen
y Morón superan el 20%. Por detrás de ellos, San Vicente, Matanzas, Marcos Paz,
Lobos y Moreno se ubican entre el 13% y el 17%. Los municipios restantes
registran un índice levemente mayor o menor al promedio general. La Plata y
Magdalena tienen un guarismo muy bajo, que no alcanza al 2%.
En el Centro se observan dos de los
tres mayores registros de movilización de toda la provincia. Suipacha y
Mercedes tienen índices del 30,6% y 26,4%. Superan ampliamente al resto de los
distritos de la circunscripción. Los siguen San Andrés de Giles (15%), Carmen
de Areco (12,5%) y General Sarmiento (12%) que se diferenciaron del promedio
general. Chivilcoy requiere de una mención especial. A priori, sus 800 hombres movilizados podrían representar un número
alto, aunque solo constituyen el 8% de la población masculina entre 18 y 60
años del partido. Finalmente, Trenque Lauquen, Lincoln, Navarro y Salto no
superaron el 5%.
Por último, en el Sur, General
Alvarado y General Alvear superaron el índice del 20%. Después, se ubican los partidos
que duplicaron el promedio provincial y se ubican en torno al 17% y el 13%,
como Las Heras, Coronel Suárez, Tapalqué, Puán, General Pueyrredón, Tuyú,
Laprida y Chascomús. Los restantes rondan el 8% y solo algunos tienen un índice
exiguo que no supera el 5%: General Guido, Juárez, General Saavedra, Adolfo
Alsina y Saladillo. Por lo tanto, pese a registrar la mayor cantidad nominal de
hombres movilizados en comparación con los restantes departamentos, la
población del sur provincial no sufrió una presión militar muy alta, pues solo menos
de una cuarta parte de los distritos que integraban esta jurisdicción registran
un índice de militarización que duplica el promedio general provincial.
Consideraciones finales
En
este artículo realizamos un análisis cuantitativo de la militarización de la provincia
de Buenos Aires que promovió el gobierno nacional para respaldar las
operaciones del Ejército regular en su misión de reprimir la revolución radical
de septiembre-octubre de 1893. En este caso, la movilización de la Guardia
Nacional se circunscribió, mayormente, a la defensa local. Solo unos pocos
batallones fueron trasladados a cientos de kilómetros de sus lugares de origen.
Algunos lo hicieron para incorporarse al Ejército que operaba en Santa Fe bajo
las órdenes de Roca, otros fueron enviados a lugares cercanos de la campaña
para realizar tareas de prevención o, en su defecto, reunidos en San Nicolás, La
Plata, Mercedes y Las Flores para prepararse ante una movilización más significativa.
La mayor parte de los milicianos se mantuvieron agrupados en los pueblos
cabecera de los partidos durante un tiempo no mayor a tres semanas, bajo la
dirección de los comandantes locales.
Consideramos la cantidad nominal de guardias nacionales que fueron
movilizados y la proporción de estos últimos en relación a los ciudadanos de 17
a 45 años enrolados en la Guardia Nacional y a la totalidad de los hombres de
18 a 60 años que residían en la provincia. Este estudio nos permitió definir
cuántos ciudadanos bonaerenses fueron movilizados en defensa del orden
institucional, comparar el peso de la militarización en las cuatro
circunscripciones y evaluar el impacto de la misma en los diversos partidos que
las conformaban. Mostramos la contundente movilización de guardias nacionales
en toda la provincia. En respuesta a la convocatoria del gobierno, el 85% de
los partidos reunieron una parte de su milicia. En términos generales, se
movilizó el 20% de los ciudadanos argentinos enrolados en 1895 y el 8% del
total de los hombres entre 18 y 60 años de edad que residían en la provincia. Si
bien hubo grupos aislados que se sublevaron, la mayor parte de los distritos
actuó de acuerdo con las órdenes que dictaban Lucio V. López y los jefes
militares de los departamentos, dispuestos a defender la causa del orden.
La
militarización no fue equitativa. Afectó más a los partidos del departamento
del Norte, tanto en relación a los ciudadanos enrolados como a los hombres
adultos en general, con índices que superaron la media provincial. En
contraste, los distritos del sur bonaerense no fueron objeto de la misma
presión. Pese a que esta región había reunido más guardias nacionales que las
restantes, en términos proporcionales con respecto a los enrolados y a los
hombres de 18 a 60 años tuvo una movilización de menor impacto al resto de los
departamentos y de la media provincial. Asimismo, al margen de las particularidades
regionales, hubo fuertes divergencias en torno al nivel de militarización de
los partidos. Apenas un 12% de ellos tuvieron proporciones de movilización en
relación a los enrolados que superaron el 50% y solo el 9% lo hizo por encima
del 20% en relación a los hombres adultos en edad laboral. Otros se ubicaron en
torno a la media provincial y los restantes por debajo de la misma, resaltando
algunos distritos por su escasa capacidad de respuesta al gobierno.
A
futuro, este tipo de abordaje y las conclusiones a las cuales arribamos a
través del estudio de una movilización intensa, pero corta y con bajo riesgo de
muerte para los implicados, las ocupaciones laborales y la estructura familiar,
nos permitirá efectuar comparaciones con otros tipos de militarización más
prolongados, que desgastaron a la población y dieron lugar a estrategias para
evadir y/o resistir la obligación ciudadana de armarse.
Asimismo,
este episodio nos brinda una serie de indicios para indagar la situación de las
milicias a finales del siglo XIX. Con excepción de los autores que citamos en
la introducción, estas fuerzas no han sido muy estudiadas en los años posteriores a
1880. Su rol ha sido más enunciado, que investigado en profundidad. El
potencial explicativo de la ley 1072, sancionada luego de la derrota de Buenos
Aires frente a la nación en los combates de junio de 1880, derivó en una
simplificación excesiva del lugar que la Guardia Nacional y la tradición
miliciana tuvieron en la política argentina finisecular. Si bien había
finalizado la demanda de contingentes para la expansión militar de las
fronteras, la militarización de la política se mantuvo como una variable que
expresaba continuidades en un contexto en que el Estado nacional pretendía
centralizar el control de las fuerzas armadas.
Los
sucesos de 1893 pusieron en evidencia que la Guardia Nacional siguió siendo una
fuerza requerida y movilizada por las partes implicadas en los conflictos
armados. Se podía adecuar a las demandas de un “pueblo” que buscaba librarse de
un gobierno “tirano” –como en julio-agosto–, pero también actuar en defensa de
las autoridades legalmente constituidas –tal como se evidenció en septiembre-octubre.
Por entonces, la Guardia Nacional organizada de acuerdo con los poderes
públicos constituía una fuerza eficiente para apoyar las acciones del Ejército
de Línea que se desplegó en el territorio bonaerense con el propósito de
reducir las revueltas radicales y garantizar la institucionalidad que buscaba
imponer la intervención. El poder territorial del Estado, representado en la
expansión de las líneas férreas y el telégrafo, constituyó un elemento poderoso
para lograr una adecuada articulación entre las fuerzas regulares y milicianas.
Asimismo,
los datos consignados demuestran que, en el pensamiento y la acción de los
dirigentes, la Guardia Nacional seguía siendo la base operativa de las fuerzas
armadas ante situaciones de conflictos de gran magnitud, ya fueran externos o
–como en este caso– internos. Tal situación se puso de manifiesto con la ley
3318, sancionada por el Congreso de la Nación el 22 de noviembre de 1895, que
reconoció el peso de la institución en el marco de las fuerzas armadas. Este
escenario se intentará cambiar, recién, a principios del siglo XX con el reemplazo
parcial de la Guardia Nacional por la reserva del Ejército permanente,
dispuesto por la ley 4031 de 1901.
Tales
consideraciones nos obligan a indagar si la Guardia Nacional atravesaba un estadio
de desprestigio como opción revolucionaria y, en contraste, se acentuaba su
carácter de fuerza del orden. Una lectura apresurada de los eventos de
septiembre y octubre de 1893 nos podría llevar a afirmar que dicha milicia se había
convertido en la institución ideada en la década de 1850 por los sectores
dirigentes porteños y provinciales. Por lo tanto, que tendía, cada vez más, a
ser un instrumento del Estado nacional para garantizar la institucionalidad. Es
decir, aventurarnos a dar por finalizado el proceso de centralización de las
fuerzas armadas en torno a este último.
No obstante, una conclusión de tal
envergadura requiere de un análisis integral, que exceda el de las disputas
políticas, sus derivaciones en el ámbito militar y las consecuencias en el
terreno. Primero, consideramos necesario tratar la legislación referente al
ámbito militar para ver si existió una política de Estado de parte de la Nación
y las provincias que fue lo suficientemente uniforme para determinar el ocaso
de la Guardia Nacional a inicios del siglo XX. Segundo, debemos estudiar el
vínculo nación-provincias-poderes locales a través del prisma de la Guardia
Nacional para indagar si los intentos de reformas que se llevaron a cabo fueron
acompañados y/o resistidos por el Congreso Nacional, los gobiernos provinciales
y las legislaturas locales. Tercero, se impone revisitar las atribuciones de los
comandantes y la relación con las demás instituciones de gobierno y de administración
local en la campaña. Ello nos ayudará a evaluar
el lugar de la Guardia Nacional en el marco de la modernización
gubernamental-administrativa gestada por el Estado bonaerense desde la década
de 1880. Por
último, debemos ampliar el abordaje a la operatividad de las fuerzas armadas sobre
el terreno y a la forma en que ésta se llevó a cabo. El territorio se presenta
como una variable primordial para confeccionar preguntas, generar argumentos y definir conclusiones
al respecto sobre la relación nación-provincias-poderes locales durante la
consolidación estatal.
De
esta forma, podremos plantear relaciones con períodos históricos previos, a la
vez que poner en tensión definiciones cronológicas no necesariamente elaboradas
para el campo de la historia militar que, igualmente, han determinado sus
problemas de investigación por varias décadas.
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Tabla I.
Población y enrolados en la provincia de Buenos Aires en 1895
|
||||||
Partidos |
Varones de 18-60 años (argentinos-extranjeros) |
Registro de enrolados |
% de enrolados sobre varones de 18-60
años |
|||
Departamento
del Norte – Lorenzo Vintter |
||||||
San Pedro |
5.289
(2.016 – 3.273) |
1.449 |
27,4% |
|||
Baradero |
4.079
(1.673 – 2.406) |
1.501 |
37% |
|||
San Fernando |
3.615
(937 – 2.678) |
620 |
17,2% |
|||
San Nicolás |
5.112
(2.346 – 2.766) |
2.252 |
44% |
|||
Arrecifes |
2.958
(1.224 – 1.734) |
1.211 |
41% |
|||
Zárate |
4.811
(1.441 – 3.370) |
1.067 |
22,2% |
|||
Junín |
4.586
(2.034 – 2.552) |
1.882 |
41% |
|||
Campana |
2.608
(559 – 2.049) |
495 |
19% |
|||
Exaltación de la Cruz |
2.333
(890 – 1.443) |
848 |
36,3% |
|||
General Arenales |
553
(368 – 185) |
412 |
74,5% |
|||
San Isidro |
3.122
(943 – 2.179) |
893 |
28,6% |
|||
Rojas |
2.001
(1.005 – 996) |
933 |
46,6% |
|||
Ramallo |
2.490
(1.026 – 1.464) |
791 |
31,2% |
|||
Pergamino |
8.045
(3.905 – 4.140) |
2.724 |
34% |
|||
Colón |
972
(610 – 362) |
620 |
64% |
|||
Las Conchas |
3.209
(816 – 2.393) |
357 |
11% |
|||
San Antonio de Areco |
2.202
(854 – 1.348) |
888 |
40,3% |
|||
Subtotales |
57.985 (22.647 – 35.338) |
18.943 |
32,7% |
|||
Departamento
de la Capital – Victoriano Rodríguez |
||||||
Barracas al Sud |
5.611
(1.398 – 4.213) |
1.344 |
24% |
|||
Lobos |
3.310
( 1.510 – 1.800) |
1.541 |
46,5% |
|||
Lomas de Zamora |
6.029
(3.317 – 2.712) |
997 |
16,5% |
|||
Morón |
2.072
(666 – 1.406) |
703 |
34% |
|||
Cañuelas |
1.718
(857 – 861) |
833 |
48,5% |
|||
Luján |
3.706
(1.336 – 2.370) |
1.343 |
36,2% |
|||
San Vicente |
2.207
(923 – 1.284) |
860 |
39% |
|||
Brandsen |
1.490
(728 – 762) |
725 |
43% |
|||
La Plata |
18.518
(5.149 - 13.369) |
4.500 |
24,3% |
|||
Pilar |
2.933
(1.205 – 1.728) |
1.074 |
36,6% |
|||
General Sarmiento |
1.975
(892 – 1.083) |
446 |
22,6% |
|||
Matanza |
1.389
(465 – 924) |
531 |
38,2% |
|||
Quilmes |
3.530
(999 – 2.531) |
1.085 |
30% |
|||
Marcos Paz |
1.006
(440 – 566) |
517 |
51,4% |
|||
Moreno |
1.102
(335 – 767) |
270 |
24,5% |
|||
Almirante Brown |
1.664
(412 – 1.252) |
460 |
27,6% |
|||
Magdalena |
4.090
(1.851 – 2.239) |
1.654 |
40,4% |
|||
Florencio Varela |
783
(229 – 554) |
468 |
60% |
|||
General Rodríguez |
1.152
(439 – 713) |
401 |
34,8% |
|||
Merlo |
968
(360 – 608) |
373 |
38,5% |
|||
San Martín |
2.130
(662 – 1.468) |
1.160 |
54,5% |
|||
Subtotales |
67.383 (24.173 – 43.210) |
21.285 |
31,6% |
|||
Departamento
del Centro – Ernesto Rodríguez |
||||||
Mercedes |
4.738
(2.095 – 2.643) |
2.144 |
45,3% |
|||
Chivilcoy |
10.022
(3.366 – 6.656) |
2.651 |
26,5% |
|||
Chacabuco |
4.925
(2.178 – 2.747) |
1.470 |
30% |
|||
San Andrés de Giles |
3.093
(1.241 – 1.852) |
859 |
27,8% |
|||
25 de Mayo |
5.997
(3.856 – 2.141) |
1.865 |
31% |
|||
Bragado |
4.890
(2.254 – 2.636) |
1.809 |
37% |
|||
Suipacha |
1.050
(559 – 491) |
509 |
48,5% |
|||
9 de Julio |
5.720
(2.515 – 3.205) |
2.607 |
45,6% |
|||
General Sarmiento |
1.975
(892 – 1.083) |
446 |
22,6% |
|||
Carmen de Areco |
1.440
(726 – 714) |
907 |
63% |
|||
Trenque Lauquen |
3.693
(2.022 – 1.671) |
1.917 |
52% |
|||
Lincoln |
4.403
(2.534 – 1.869) |
1.498 |
34% |
|||
Navarro |
2.267
(1.399 – 868) |
939 |
41,4% |
|||
Salto |
1.767
(1.013 – 754) |
1.101 |
62,3% |
|||
Pehuajó |
3.810
(1.851 – 1.959) |
1.946 |
51% |
|||
General Pinto |
1.670
(1.161 – 509) |
1.193 |
71,4% |
|||
General Villegas |
1.703
(1.164 – 539) |
1.320 |
77,5% |
|||
Subtotales |
63.163 (30.826 – 32.337) |
25.181 |
40% |
|||
Departamento
del Sud – Julio Dantas |
||||||
Chascomús y Viedma |
3.812
(1.641 – 2.171) |
1.691 |
44,4% |
|||
Olavarría |
4.912
(2.125 – 2.787) |
1.850 |
37,7% |
|||
Dolores |
3.726
(1.744 – 1.982) |
1.573 |
42% |
|||
Bahía Blanca |
5.034
(1.337 – 3.697) |
1.446 |
28,7% |
|||
General Pueyrredón |
2.559
(797 – 1.762) |
838 |
32,7% |
|||
Tres Arroyos |
3.483
(1.238 – 2.245) |
1.527 |
43,8% |
|||
Tandil |
4.855
(1.761 – 3.094) |
1.959 |
40,4% |
|||
Coronel Suárez |
1.597
(611 – 986) |
812 |
51% |
|||
Bolívar |
2.542
(1.603 – 939) |
1.880 |
74% |
|||
Tapalqué |
1.463
(915 – 548) |
824 |
56,3% |
|||
General Alvear |
1.018
(669 – 349) |
580 |
57% |
|||
Las Flores |
2.928
(1.280 – 1.648) |
1.483 |
50,6% |
|||
Ayacucho |
3.536
(1.554 – 1.982) |
1.623 |
46% |
|||
Puán |
1.220
(508 –712) |
582 |
47,7% |
|||
Laprida |
1.446
(810 – 636) |
712 |
49% |
|||
Rauch |
2.062
(1.035 – 1.027) |
1.162 |
59,4% |
|||
General Lavalle |
1.758
(882 – 876) |
818 |
46,5% |
|||
Las Heras |
1.042
(489 – 553) |
507 |
48,6% |
|||
General Alvarado |
638
(327 – 311) |
343 |
53,7% |
|||
Necochea |
2.939
(1.478 – 1.461) |
1.124 |
38,2% |
|||
Balcarce |
2.225
(1.010 – 1.215) |
1.228 |
59% |
|||
Monte |
1.442
(829 – 613) |
1.524 |
105,7% |
|||
Tuyú |
949
(646 – 303) |
613 |
64,6% |
|||
Coronel Dorrego |
1.683
(817 – 866) |
733 |
43,5% |
|||
Guaminí |
1.785
(1.007 – 778) |
712 |
40% |
|||
Maipú |
1.506
(778 – 728) |
936 |
62,2% |
|||
General Lamadrid |
1.903
(954 – 949) |
981 |
51,5% |
|||
Coronel Pringles |
1.927
(966 – 961) |
1.181 |
61,3% |
|||
General Belgrano |
1.680
(652 – 1.028) |
685 |
41% |
|||
Patagones |
1.702
(956 – 746) |
892 |
52,4% |
|||
Juárez |
2.756
(1.364 – 1.392) |
1.834 |
66,5% |
|||
General Saavedra |
2.300
(639 – 1.661) |
589 |
25,6% |
|||
Saladillo |
4.871
(2.087 – 2.784) |
1.791 |
36,8% |
|||
Adolfo Alsina |
1.349
(681 – 668) |
870 |
64,5% |
|||
General Guido |
1.031
(553 – 478) |
469 |
45,5% |
|||
Azul |
6.660
(2.893 – 3.767) |
2.431 |
36,5% |
|||
Castelli |
1.045
(486 – 559) |
372 |
35,6% |
|||
General Paz |
1.727
(978 – 749) |
888 |
51,4% |
|||
Lobería |
2.690
(1.375 – 1.315) |
1.107 |
41,2% |
|||
Mar Chiquita |
1.410
(611 – 799) |
667 |
47,3% |
|||
Pila |
915
(599 – 316) |
583 |
63,7% |
|||
Tordillo |
374
(295 – 79) |
308 |
82,4% |
|||
Villarino |
1.382
(691 – 691) |
874 |
63,2% |
|||
Subtotales |
97.882 (44.651 – 53.211) |
45.602 |
46,6% |
|||
Total |
284.438 (121.425 – 163.013) |
110.565 |
39% |
|||
Tabla II. Militarización
de la provincia de Buenos Aires
|
|||
Partidos |
Guardias nacionales movilizados en 1893 |
% de guardias nacionales movilizados
sobre enrolados en 1895 |
% de guardias nacionales movilizados
sobre varones de 18-60 años en 1895 |
Departamento
del Norte – Lorenzo Vintter |
|||
San Pedro |
900 |
62% |
17% |
Baradero |
849 |
56,6% |
20,8% |
San Fernando |
600 |
96,8% |
16,6% |
San Nicolás |
500 |
22,2% |
9,8% |
Arrecifes |
480 |
39,6% |
16,4% |
Zárate |
387 |
36,3% |
8% |
Junín |
382 |
20,3% |
8,3% |
Campana |
320 |
64,6% |
12,3% |
Exaltación de la Cruz |
206 |
24,3% |
8,8% |
General Arenales |
203 |
49,3% |
36,7% |
San Isidro |
200 |
22,4% |
6,4% |
Rojas |
200 |
21,4% |
10% |
Ramallo |
195 |
24,6% |
7,8% |
Pergamino |
150 |
5,5% |
2% |
Colón |
- |
- |
- |
Las Conchas |
- |
- |
- |
San Antonio de Areco |
- |
- |
- |
Subtotales |
5.572 |
29,4% |
9,6% |
Departamento
de la Capital – Victoriano Rodríguez |
|||
Barracas al Sud |
539 |
40% |
9,6% |
Lobos |
450 |
29,2% |
13,6% |
Lomas de Zamora |
430 |
43% |
7% |
Morón |
425 |
60,5% |
20,5% |
Cañuelas |
419 |
50,3% |
24,4% |
Luján |
385 |
28,7% |
10,4% |
San Vicente |
374 |
43,5% |
17% |
Brandsen |
325 |
44,8% |
21,8% |
La Plata |
300 |
6,7% |
1,6% |
Pilar |
271 |
25,2% |
9,2% |
General Sarmiento |
237 |
53% |
12% |
Matanza |
233 |
44% |
16,8% |
Quilmes |
203 |
18,7% |
5,8% |
Marcos Paz |
151 |
29,2% |
15% |
Moreno |
142 |
52,6% |
13% |
Almirante Brown |
139 |
30,2% |
8,4% |
Magdalena |
73 |
4,4% |
1,8% |
Florencio Varela |
67 |
14,3% |
8,6% |
General Rodríguez |
- |
- |
- |
Merlo |
- |
- |
- |
San Martín |
- |
- |
- |
Subtotales |
5.163 |
24,3% |
7,7% |
Departamento
del Centro – Ernesto Rodríguez |
|||
Mercedes |
1.250 |
58,3% |
26,4% |
Chivilcoy |
800 |
30,2% |
8% |
Chacabuco |
530 |
36% |
10,8% |
San Andrés de Giles |
460 |
53,5% |
15% |
25 de Mayo |
431 |
23% |
7,2% |
Bragado |
331 |
18,3% |
6,8% |
Suipacha |
321 |
63% |
30,6% |
9 de Julio |
316 |
12% |
5,5% |
General Sarmiento |
237 |
53% |
12% |
Carmen de Areco |
180 |
20% |
12,5% |
Trenque Lauquen |
150 |
7,8% |
4% |
Lincoln |
90 |
6% |
2% |
Navarro |
50 |
5,3% |
2,2% |
Salto |
42 |
3,8% |
2,4% |
Pehuajó |
- |
- |
- |
General Pinto |
- |
- |
- |
General Villegas |
- |
- |
- |
Subtotales |
5.188 |
20,6% |
8,2% |
Departamento
del Sud – Julio Dantas |
|||
Chascomús y Viedma |
492 |
29% |
13% |
Olavarría |
491 |
26,5% |
10% |
Dolores |
440 |
28% |
11,8% |
Bahía Blanca |
407 |
28% |
8% |
General Pueyrredón |
400 |
47,7% |
15,6% |
Tres Arroyos |
310 |
20,3% |
9% |
Tandil |
300 |
15,3% |
6,2% |
Coronel Suárez |
276 |
34% |
17,3% |
Bolívar |
260 |
13,8% |
10,2% |
Tapalqué |
245 |
29,7% |
16,7% |
General Alvear |
215 |
37% |
21% |
Las Flores |
200 |
13,5% |
6,8% |
Ayacucho |
200 |
12,3% |
5,7% |
Puán |
200 |
34,4% |
16,4% |
Laprida |
200 |
28% |
13,8% |
Rauch |
200 |
17,2% |
9,7% |
General Lavalle |
190 |
23,2% |
10,8% |
Las Heras |
183 |
36% |
17,6% |
General Alvarado |
160 |
46,6% |
25% |
Necochea |
152 |
13,5% |
5,2% |
Balcarce |
150 |
12,2% |
6,7% |
Monte |
150 |
9,8% |
10,4% |
Tuyú |
147 |
24% |
15,5% |
Coronel Dorrego |
143 |
19,5% |
8,5% |
Guaminí |
142 |
20% |
8% |
Maipú |
128 |
13,7% |
8,5% |
General Lamadrid |
125 |
12,7% |
6,6% |
Coronel Pringles |
120 |
10,2% |
6,2% |
General Belgrano |
120 |
17,5% |
7% |
Patagones |
105 |
11,8% |
6,2% |
Juárez |
100 |
5,5% |
3,6% |
General Saavedra |
80 |
13,6% |
3,5% |
Saladillo |
80 |
4,5% |
1,6% |
Adolfo Alsina |
50 |
5,7% |
3,7% |
General Guido |
46 |
9,8% |
4,5% |
Azul |
- |
- |
- |
Castelli |
- |
- |
- |
General Paz |
- |
- |
- |
Lobería |
- |
- |
- |
Mar Chiquita |
- |
- |
- |
Pila |
- |
- |
- |
Tordillo |
- |
- |
- |
Villarino |
- |
- |
- |
Subtotales |
7.207 |
15,8% |
7,4% |
Total |
22.893 |
20,7% |
8% |
Fuente:
elaboración propia en base a Publicación Oficial, Intervención a la Provincia de Buenos Aires, pp. 67-70; Segundo Censo de la República Argentina 1895, tomo II, pp. 66-77 y AHPBA, Ministerio de Gobierno, año 1896, legajo
9, expediente 863.
* Centro de Estudios Sociales de
América Latina (CESAL) – Universidad Nacional del Centro de la Provincia de
Buenos Aires (UNCPBA) / Asociado a la Comisión de Investigaciones Científicas
de la Provincia de Buenos Aires (CIC).
[1] Halperín Donghi, T. (1968). “Revolutionary
militarization in Buenos Aires 1806-1815”. Past and Present vol. 40 n° 1 (pp. 84-107). Oxford y (1972). Revolución
y guerra. Formación de una élite dirigente en la Argentina criolla. Buenos
Aires: Siglo XXI Editores.
[2] A modo de ejemplo, remitimos a Halperín Donghi, T. (1982). Guerra y
finanzas en los orígenes del Estado argentino (1791-1850). Buenos Aires:
Editorial Belgrano; Garavaglia, J.C. (2003). “Ejército y milicia. Los
campesinos bonaerenses y el peso de las exigencias militares (1810-1860)”. Anuario
IEHS n° 18 (pp. 153-187). Tandil; Fradkin, R. (2009). “Tradiciones
militares coloniales. El Río de la Plata antes de la revolución” en Heinz, F.
(Comp.). Experiências nacionais,
temas transversais: subsídios para uma história comparada da América Latina (pp. 74-126). São Leopoldo: Oikos; Rabinovich, A.
(2011). “El fenómeno de la deserción en las guerras de la revolución e
independencia del Río de la Plata: 1810-1829”. Estudios Interdisciplinarios
de América Latina y el Caribe vol. 22 n° 1 (pp. 33-56). Tel Aviv y (2012).
“La militarización del Río de la Plata, 1810-1820. Elementos cuantitativos y conceptuales para un
análisis”, Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio
Ravignani” n° 37 (pp. 11-42). Buenos Aires; Birolo,
P. (2014). Militarización y política en el Río de la Plata colonial.
Cevallos y las campañas militares contra los portugueses, 1756-1778. Buenos
Aires: Prometeo Libros; Canciani, L. (2017). Frontera,
militarización y política armada. La Guardia Nacional de la provincia de Buenos
Aires durante la construcción del Estado nacional (1852-1880). La Plata:
AHPBA y Salvatore, R. (2018). Paisanos itinerantes. Orden estatal y
experiencia subalterna en Buenos Aires durante la era de Rosas. Buenos
Aires: Prometeo Libros.
[3] Para la problematización del concepto y
repaso historiográfico, véase Rabinovich,
A. (2012). “La militarización del Río de la Plata, 1810-1820. Elementos
cuantitativos y conceptuales para un análisis”, op.
cit.
[4] Rabinovich,
A. y Soprano, G. (2017). “Para una historia social de la guerra y los militares
en Sudamérica. Perspectivas de historia comparada, conectada y de largo plazo.
Siglos XIX-XX”. PolHis, n° 20 (pp. 3-19). Mar del Plata, p. 7.
[5] Sabato,
H. (2008). “‘Cada elector es un brazo armado’. Aportes para un estudio de las
milicias en la Argentina decimonónica” en Bonaudo, M., Reguera, A. y Zeberio,
B. (Coords.). Las escalas de la historia comparada. Dinámicas sociales,
poderes políticos y sistemas jurídicos (pp. 106-107). Buenos Aires: Miño y
Dávila.
[6] Quinterno,
H. (2014). Fuego amigo. El ejército y el poder presidencial en Argentina
(1880-1912). Buenos Aires: Teseo, p. 42. Andrés Allende había reconocido esta situación
hace ya muchos años atrás en su trabajo “La
Guardia Nacional y el Derecho Federal Argentino (Antecedentes inmediatos de la
conscripción militar)”. Trabajos y Comunicaciones, n° 8 (pp. 25-36). La
Plata, p. 36.
[7] Macías, F. (2018). “Orden y
violencia política. Argentina, 1870-1880”. Pasado
Abierto n° 7 (pp. 227-240). Mar del Plata, p. 238 y Cucchi, L. (en prensa).
“Estado, política y cuestión militar entre 1880 y 1890. El Partido Autonomista
Nacional y la organización de un nuevo Ejército Nacional”. Boletín del Instituto
de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”. Buenos Aires.
[8] Este tipo de abordajes ya han sido
realizados para otros períodos por Rabinovich, “La militarización
del Río de la Plata, 1810-1820. Elementos cuantitativos y conceptuales para un
análisis”, op. cit., pp. 36-37; Schmit, R. (2004). Ruina y resurrección en
tiempos de guerra. Sociedad, economía y poder en el Oriente Entrerriano
posrevolucionario, 1810-1852. Buenos Aires: Prometeo Libros, p. 177; Lanteri,
S. (2011). Un vecindario federal. La
construcción del orden rosista en la frontera sur de Buenos Aires (Azul y
Tapalqué). Córdoba: CEH, pp. 300-301 y Canciani, Frontera,
militarización y política armada, op.
cit., pp. 224-235.
[9] Utilizamos de forma indistinta los
términos milicianos y guardias nacionales para referirnos a los ciudadanos
sujetos al reclutamiento que fueron movilizados en el marco de la Guardia
Nacional. El primero de ellos debe su filiación al carácter miliciano de esta
última fuerza; no a la institución de las milicias, que fueron disueltas por el
gobierno bonaerense el 17 de marzo de 1852, luego de haber sido creada en su
reemplazo, días antes, la Guardia Nacional.
[10] Cantón,
D. (1971). La política de los militares argentinos: 1900-1971. Buenos
Aires: Siglo XXI Editores; Rouquié, A. (1981). Poder
militar y sociedad política en la Argentina. Buenos Aires: Emecé Editores; Potash, R.
(1985). El ejército y la política en la Argentina, 1928-1945. De
Yrigoyen a Perón. Buenos Aires: Hyspamérica.
[11] Quinterno, Fuego amigo, op. cit; Guembe, M. L. (2015). “De la ciudadanía en
armas al servicio militar obligatorio” en Lorenz, F. (Comp.). Guerras de la
historia argentina (pp. 249-268). Buenos Aires: Ariel; Avellaneda, A. (2016). “Del cálculo de las fronteras a la elaboración
de un interior: diagnósticos y proyectos sobre el espacio en los cuadros
militares argentinos a fines del siglo XIX”. Revista Universitaria de
Historia Militar v. 5 n° 10 (pp. 241-263). Teruel; (2017). “Racionalidad
militar e ingreso voluntario al Ejército a fines del siglo XIX. Ideas, sueños e
hipótesis de una batalla perdida”. Estudios Sociales del Estado vol. 3
n° 6 (pp. 124-156). Buenos Aires y (2019). “Mundo militar y gobierno a
distancia. Redes para el enrolamiento y sorteo militar de los jóvenes entre
1880 y 1910 en Argentina”. Pasado Abierto n° 10 (pp. 204-241). Mar del
Plata; Macías, F. (2018).
“Orden y violencia política. Argentina, 1870-1880”, op. cit., pp.
227-240; Canciani, L. (2019). “De ‘monstruoso privilegio’ a ‘ciudadanos en
comisión’. Comandantes de la Guardia Nacional y autoridades civiles en la
provincia de Buenos Aires (Argentina, 1852-1910)”. Anuario de Estudios
Americanos vol. 76 (pp. 269-299). Sevilla y (2019). “Entre la ley y la
práctica. La intervención de los comandantes de la Guardia Nacional en los
procesos electorales (provincia de Buenos Aires, 1876-1900)”. Trabajos y
Comunicaciones n° 49 (pp. 1-16). La Plata.
[12] Las revoluciones han sido tratadas con
cierto nivel de detalle por Espil A. (1964). La
revolución de 1893 y Don Julio A. Costa. Gobernador de Buenos Aires. Buenos
Aires: Ediciones Toucoustenia y
Etchepareborda, R. (1968).
Tres revoluciones: 1890-1893-1905. Buenos Aires: Pleamar. En las últimas dos décadas,
nuevos aportes las han analizado con diferentes propósitos. Por ejemplo, Alonso,
P. (2000). Entre la revolución y las urnas.
Los orígenes de la Unión Cívica Radical y la política argentina en los años
noventa. Buenos Aires: Sudamericana; Gallo,
E. (2007). Colonos en armas. Las revoluciones radicales en la provincia de Santa
Fe (1893). Buenos Aires: Siglo XXI Editores; Hirsch,
L. (2016). La República Proporcional de
Buenos Aires (1890-1898). La consagración de los partidos políticos en la
Argentina. Tesis de Doctor en Historia. Buenos Aires: Facultad de Filosofía
y Letras de la UBA; Macías, F., Navajas, M. J. y Rojkind, I.
(2017). “Los levantamientos armados en la Argentina de fin de siglo. Ejército,
política y ‘opinión pública’”. Ponencia presentada en las XVI Jornadas
Interescuelas/ Departamentos de Historia. Mar del Plata: Facultad de
Humanidades de la UNMdP y Canciani, L. (2020) “La nación, Buenos Aires y los
poderes locales a partir de la ley 1072. Una mirada desde la intervención de
las fuerzas armadas en las revoluciones de 1893” en Bragoni, B.; Cucchi, L. y
Lanteri, A. (Eds.), Sistema político, instituciones y liderazgos en la
Argentina del siglo XIX (en prensa). Mendoza: INCIHUSA-CONICET.
[13] Barba,
F. (2004). Los tiempos perdidos. La política de Buenos Aires entre 1880 y la
intervención federal de 1917. La Plata: AHPBA, p. 43.
[14] Alonso, P. (2000). Entre
la revolución y las urnas. Los orígenes de la Unión Cívica Radical y la
política argentina en los años noventa, op.
cit., pp. 173-174.
[15] Hirsch, L. (2016). La República Proporcional de Buenos Aires
(1890-1898). La consagración de los partidos políticos en la Argentina, op. cit., pp. 251-253.
[16] Etchepareborda, R. (1968). Tres revoluciones: 1890-1893-1905,
op. cit., pp.
197-199.
[17] Espil A. (1964). La
revolución de 1893 y Don Julio A. Costa. Gobernador de Buenos Aires, pp. 282 y 296.
[18] Gallo,
E. (2007). Colonos en armas. Las revoluciones radicales en la provincia de
Santa Fe (1893), op. cit., p. 71.
[19] Alonso, P. (2000). Entre
la revolución y las urnas. Los orígenes de la Unión Cívica Radical y la
política argentina en los años noventa, op. cit., pp. 178-179.
[20] Memoria
del Ministerio de Guerra y Marina de 1894, tomo 1A [en adelante MMGyM], p. 345.
[21] Avellaneda, “Racionalidad militar e ingreso voluntario al
Ejército a fines del siglo XIX”,
op. cit., p. 38.
[22] MMGyM, pp.
VII-VIII.
[23] Ibid., pp. 177-338.
[24] La
Nación, 23 de septiembre de 1893.
[25] Espil, La
revolución de 1893 y Don Julio A. Costa,
op. cit.; Etchepareborda, Tres
revoluciones: 1890-1893-1905, op. cit. y Hirsch, La República Proporcional
de Buenos Aires (1890-1898), op. cit.
[26] Malamud, C. (1998). “La restauración
del orden: represión y amnistía en las revoluciones de 1890 y 1893” en Posada-Carbó,
E. (Ed.), In search of a new order. Essays on the politics and society of
nineteenth-century Latin America. Londres: Institute of Latin American
Studies, p. 127.
[27] Canciani, L. (2020). “La nación,
Buenos Aires y los poderes locales a partir de la ley 1072. Una mirada desde la
intervención de las fuerzas armadas en las revoluciones de 1893”, op. cit.
[28] MMGyM, p. 346.
[29] AGN, Sala VII, Fondo y Colección Ernesto H. Celesia,
leg. 2502, f. 144.
[30] Nos referimos a Colón, General
Villegas, Pehuajó, Pila, Castelli, Tordillo, General Paz, Lobería, Mar
Chiquita, Villarino, Las Conchas, General Rodríguez, Merlo, San Martín y
General Pinto. En éste último, las autoridades locales organizaron y
movilizaron una parte de la Guardia Nacional, no contabilizada en el informe
oficial. AGN, Sala VII, Colección de los López, leg. 2389. Crispín Navarro a
Lucio López, 26/9/1893.
[31] Publicación Oficial (1894). Intervención a la Provincia de Buenos Aires, pp. 67-70.
[32] AGN, Sala VII, Fondo y Colección de los
López, leg. 2389.
[33] MMGyM, pp. 253-283.
[34] Publicación Oficial, Intervención a la Provincia de Buenos Aires, pp. 67-70.
[35] Archivo Histórico de la Provincia de
Buenos Aires [en adelante AHPBA], Ministerio de Gobierno, año 1893, leg. 13,
exp. 1203.
[36] Publicación Oficial, Intervención a la Provincia de Buenos Aires, pp. 67-70.
[37] AHPBA, Ministerio de Gobierno, año
1893, leg. 13, exp. 1203, fs. 11-12.
[38] MMGyM, p. 331.
[39] Publicación Oficial, Intervención a la Provincia de Buenos Aires, pp. 67-70.
[40] MMGyM, p. 329.
[41] Publicación Oficial, Intervención a la Provincia de Buenos Aires, pp. 67-70.
[42] AGN, Sala VII, Fondo y Colección de los
López, leg. 2389. Julio Dantas a Lucio López, 7/10/1893.
[43] AGN, Sala VII, Fondo y Colección de los
López, leg. 2383, doc. 6038.
[44] AHPBA, Ministerio de Gobierno, año
1896, leg. 9, exp. 863.
[45] AHPBA, Ministerio de Gobierno, año
1893, leg. 15, exps. 138, 177, 183, 186, 187, 192 y 197.
[46] Si realizamos el cómputo tomando como
referencia los datos de la MMGyM, el porcentaje de movilizados en relación a
los enrolados aumenta a 21,7%.
[47] Pergamino tuvo problemas para movilizar la Guardia
Nacional. En una carta al ministro de Gobierno, el comandante militar del
partido, Andrés Navarro se excusaba por haber sido nombrado cinco días después
de la orden de movilización general, por no recibir respuestas a sus telegramas
y porque el partido atravesaba una epidemia y no se podían enviar partidas
reclutadoras a la campaña. AHPBA, Ministerio de Gobierno, año 1893, leg. 14, exp. 1291.
[48] AGN, Sala VII,
Archivo Julio Roca, leg. 1295. Lorenzo Vintter a Julio Roca, 5/10/1893.
[49] La
Nación, 9/10/1893.
[50] AGN, Sala VII, Fondo y Colección de los
López, leg. 2389. Alejandro Amoretti a Lucio López, 3/10/1893.
[51] Ibid.
Antonio Castro a Lucio López, 4/10/1893.
[52] AGN, Sala VII,
Ernesto H. Celesia, leg. 2502, fs. 137-138.
[53] Lattes, A. y
Andrada, G. (2012). “La población entre 1870 y 2000: una dinámica demográfica
diferente” en Otero, H. (Dir.), Historia
de la provincia de Buenos Aires. Población, ambiente y territorio (p. 189).
Buenos Aires: Edhasa/UNIPE
[54] Véase Sabato, H. (2008). Buenos Aires en armas. La revolución de 1880.
Buenos Aires: Siglo XXI Editores y Gallo, E. (2007). Colonos en armas. Las revoluciones radicales en la provincia de Santa
Fe (1893), op. cit.
[55] Véase Tabla I para los datos de todos
los partidos.
[56] Salvatore, Paisanos
itinerantes. Orden estatal y experiencia subalterna en Buenos Aires durante la
era de Rosas, pp. 131-168 y Reguera, A. (2006). Patrón de estancias.
Ramón Santamarina: una biografía de fortuna y poder en la pampa. Buenos Aires: Eudeba, pp. 175-178.
[57] Avellaneda, “Mundo militar y gobierno a distancia. Redes
para el enrolamiento y sorteo militar de los jóvenes entre 1880 y 1910 en
Argentina”, op. cit., pp.
225-235.
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Cuadernos de Marte, Revista latinoamericana de Sociología de la Guerra es una publicación oficial del Insituto de Investigaciones Gino Germani, dependiente de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, Argentina.
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