Cuadernos de Marte
Año 10 / N° 19 Julio – Diciembre 2020
https://publicaciones.sociales.uba.ar/index.php/cuadernosdemarte/index
Los imaginarios espaciales y los monumentos en
la continuidad del campo de batalla: El Tonelero
Spatial Imaginaries and Monuments in the continuity of the battlefield:
El Tonelero
Carlos Landa* y Milva Umaño Bertola**
Recibido:
26/8/2020 – Aceptado: 11/12/2020
Cita sugerida: Landa, C., & Umaño Bertola, M. (2020). Los imaginarios espaciales y los monumentos en la continuidad del campo de batalla: El Tonelero. Cuadernos de Marte, 0(19), 17-61. Recuperado de https://publicaciones.sociales.uba.ar/index.php/cuadernosdemarte/article/view/6277
Resumen
El paso o paraje El Tonelero (partido de Ramallo,
provincia de Buenos Aires, Argentina) abarca unos 5 km aproximadamente
comprendiendo la costa Oeste del Río Paraná y la isla homónima. En dicho
paraje, hacia mitad del siglo XIX, acaecieron tres episodios bélicos de escasa
representación, tanto en la historiografía nacional como en la memoria
colectiva de sus habitantes (dos de ellos en 1846 y el restante en 1851). Desde
inicios de la década de 2010, a raíz de un proyecto municipal en torno al
establecimiento de una arenera y un puerto extractivo, los vecinos se vieron
motivados - ante una posible expropiación - a constituir un colectivo y ponerse
en pie de lucha. De esta forma, el paraje fue configurándose en un espacio de
confrontación, en donde la monumentalidad, las prácticas performáticas, los
relatos y narrativas, así como el trabajo arqueológico componen imaginarios; erigiéndose
como soldados distribuidos en un campo de batalla, remitiendo a sus antiguos
predecesores. El objetivo del presente trabajo es analizar los imaginarios y
prácticas espaciales producidos por los colectivos en disputa, las
representaciones materiales, así como relatos y saberes implicados en aras de
controlar y apropiarse de dicho espacio, tanto simbólica como materialmente.
Palabras
clave
Guerra del Paraná
- El Tonelero - imaginarios espaciales - violencia - monumentos de guerra
Abstract
The setting called El Tonelero (situated in Ramallo,
Buenos Aires Province, Argentina) approximately covers 5 km on the West Coast
of the Parana River and includes its equally called island. Towards mid XIX Century, three warlike
episodes took place. The two first ones took place in 1846 and the third one in
1851 (the three of them under the name of the main setting). These events were
not given the importance they truly had neither by the national Historiography
nor by the collective memory of the inhabitants. Since the beginning of 2010,
due to a local project of establishing a sand extractive site and a port, neighbors
felt motivated, being faced with the possibility of another land expropriation,
to create a collective body to face and fight against the local government and
their decisions. Because of this, El Tonelero started to be a place of
confrontation where the monumentality, the practice, stories and narratives
added to the archeological work constitute an imaginary, standing strong like
soldiers in a battle field, alluding to their eldest predecessors. The aim of
this study is to analiyze these imaginaries and spacial practices made up by
the collectives who took part in this dispute, the material representations as
well as the reports and knowledge used to control and unlawfully appropriate of
the mentioned space, symbolically as well as materially.
Keywords
Paraná War - El Tonelero – spatial imaginaries –
violence – war monuments
Introducción
El Tonelero (partido de Ramallo, provincia de
Buenos Aires) es un paraje que abarca unos 5 km aproximadamente comprendiendo
la costa Oeste del Río Paraná y la isla homónima (Figura I). Desde
aproximadamente mitad del siglo XX, en esta franja costera se ubican las casas
de fin de semana y ranchos de pescadores cuyos “habitantes” suelen vivir mayoritariamente
en Ramallo y San Nicolás. En dicho paraje, hacia mitad del siglo XIX,
acaecieron tres episodios bélicos de escasa representación tanto en la
historiografía nacional, como en la memoria colectiva de sus habitantes. Dos de
ellos tuvieron lugar en 1846, en el marco de la Guerra del Paraná, y el
restante ocurrió en 1851 cuando las fuerzas federales chocaron con las del
alzamiento de Justo José de Urquiza[1].
Ninguno de estos eventos tuvo un nombre formal y aparecen citados en la escasa
documentación histórica como combates o escaramuzas de El Tonelero.
Figura
I. a) y b) Ubicación del paso o paraje El Tonelero e isla. c) Casas de vecinos.
Google
Earth (2017) y fotos de Milva Umaño Bertola.
Desde el año 2005, a raíz de un proyecto
impulsado por la Municipalidad de Ramallo en torno al establecimiento de una
arenera y un puerto extractivo (ganadero-industrial), los vecinos del paraje
fueron motivados, ante una posible expropiación, a constituir un colectivo y
ponerse en pie de lucha. Si bien en una primera instancia se aferraron a argumentos
de tono ambientalista, el tomar conocimiento sobre el trabajo de Arqueología
hecho sobre el campo de batalla de la Vuelta de Obligado (enfrentamiento dado
en el marco de la Guerra del Paraná el 20 de noviembre de 1845) por el equipo
del Dr. Mariano Ramos[2],
los llevó a adoptar también reclamos en torno al impacto cultural que
implicaría el desarrollo del proyecto municipal en la zona, en detrimento del
espacio en donde acaecieron las tres batallas del El Tonelero. Por su parte,
desde la Municipalidad se fueron adoptando diversas estrategias con el objetivo
de lograr su proyecto. Las mismas oscilaron entre la exhortación al abandono de
sus viviendas, pasando por la amenaza de expropiación, la negociación, el
ofrecimiento de dinero, aprietes y amenazas. Al no haber arreglo, los
enfrentamientos y las situaciones violentas comenzaron a suceder.
De esta forma, el paraje fue configurándose en
un espacio de confrontación, en donde la monumentalidad, las prácticas
performáticas y el trabajo arqueológico se erigen como soldados distribuidos en
un campo de batalla, el cual remite a sus antiguos predecesores.
El objetivo principal del presente trabajo es
analizar los imaginarios espacio-temporales y prácticas espaciales producidos
por los colectivos en disputa, las representaciones materiales, así como
relatos y saberes implicados en aras de controlar y apropiarse de dicho
espacio, tanto simbólica como materialmente, a partir de la integración de
diversas vías analíticas (entrevistas, fuentes documentales, y la labor
arqueológica) desde el enfoque del campo disciplinar conocido como Arqueología
Histórica. Para ello, en una primera instancia, resulta necesario esbozar
sintéticamente los cambios epistemológicos acaecidos en las Ciencias sociales
en relación a pensar el espacio.
Espacio,
imaginarios y monumentos de guerra. La continuidad del campo de batalla.
Los denominados “giros” de las ciencias sociales
(lingüístico, etnográfico, histórico, cultural, emocional, espacial, etc.),
acaecidos entre la década del 60´ y el 90´, fueron sucediéndose en torno a
conceptos, problemas y áreas de interés que atraviesan diversas disciplinas.
Como la metafórica figura lo indica, pueden tratarse de un cambio o renovación
en torno a las formas de pensar o repensar la disciplina y sus alcances o de un
retorno a supuestas esencias disciplinares que se creían pérdidas.
A fines de este trabajo, entre ellos se destacan
los abordajes y producciones del denominado “giro espacial”. Desde la década
del 60, a partir de la obra de Henry Lefebvre[3],
Edward Said[4],
Edward Soja[5] ,
David Harvey[6] y
Doreen Massey[7] ;
entre otros, se genera un enfoque disruptivo que busca dejar atrás la
concepción estática, geométrica, absoluta del espacio y su categorización como
marco contenedor o escenario en donde los hechos sociales acaecen. A tales
fines, estos autores, toman distancia de las definiciones canónicas del espacio
cuyos referentes son Euclides, Isaac Newton, René Descartes, entre otros,
comprendiéndolo como una continua y dinámica producción social y asumiendo que
su estudio resulta primordial a la hora de comprender la vida de las
sociedades, tanto pretéritas como contemporáneas. De esta forma incorpora el
estudio de las prácticas, cotidianidad, diacronía, representaciones e
imaginarios, como elementos claves en la producción social del espacio.
Al estar el espacio en constante producción, en
permanente movimiento, en un perpetuo hacer, la relevancia se centra entonces
en cómo este se produce. Por lo tanto, resulta pertinente preguntarnos en
relación a nuestro caso: ¿Cómo pensamos/imaginamos los espacios - pasados y
presentes - de violencia? ¿De qué manera se siguen construyendo? ¿Quién los
produce? ¿Subyacen intereses particulares tras esta producción? ¿Qué elementos
juegan un rol en estas producciones? ¿Qué prácticas se ven involucradas en su
construcción? y finalmente ¿Cómo emprendemos su estudio?
Al ser las prácticas espaciales empíricamente
observables, registradas en diversos soportes, o simplemente recordadas por sus
practicantes u observadores, dejan huellas, trazas o relictos plausibles de ser
abordados en aras de una mayor comprensión en torno a las formas de
constituciones espaciales a lo largo del tiempo.
La
imaginación en el espacio
El rol de la imaginación en relación con la
producción social del espacio ha sido desarrollado por diversos investigadores:
Said[8];
Gregory[9];
Zusman[10];
Colombo[11]).
Esta capacidad psicológica, en combinación con la racionalidad, resulta
esencial en los procesos de construcción espacial (Zusman[12],
Colombo[13]).
Acordamos
con David Gregory[14]
en que “We might think of imaginative geographies as fabrications, a word that
usefully combines "something fictionalized” and "something made
real," because they are imaginations given substance”. De esta forma, las geografías imaginarias
constituyen maneras de organizar los saberes en torno al mundo, son de carácter
inmaterial, pero acaban materializándose - fusionándose indisolublemente - de
formas diversas, soliendo circular en fotografías, dibujos y pinturas, films,
cuentos, novelas y relatos, arquitecturas y en nuestro caso monumentos.
Guerra y
monumentos: pétreos soldados en el campo de batalla.
Los monumentos - ya sea una placa conmemorativa
colocada sobre un monolito, un busto o una cruz - forman parte del conjunto de
estructuras dispuestas por los grupos humanos con el objetivo de transmitir
algún tipo de significado, conceptualizar y materializar hechos particulares de
su historia[15].
Tanto la elección del lugar como el soporte para la representación del evento,
suelen ser creativamente pensados y elegidos; y a su vez, el hecho histórico a
simbolizar constituye un recorte y una selección realizada por estos individuos
desde un posicionamiento que responde a intereses colectivos y/o particulares.
Siguiendo a Torres[16]
por sitio no debe entenderse un segmento o recorte de la superficie, sino más
bien el lugar ocupado en el palimpsesto cultural de la región, como parte de capas
espacio-temporales que rara vez sedimentan en forma de estratos geológicos,
sino más bien que se solapan, se entrecruzan, se repudian, repelen o buscan
colonizarse. Estas capas del espacio “(…) construyen una unidad que existe
tensionada y en constante cambio”[17].
De esta forma, cuando un monumento se coloca en
el mismo sitio del evento que busca conmemorar (ya sea esta posición real o
ficticia), la conexión entre sitio y significado es directa. Por ende, el
propio sitio se constituye en el verdadero monumento. El objetivo de la agenda
del proyecto habitualmente se manifiesta en la selección del sitio, el tipo de
soporte e ideas y valores a ser representados. El propósito se ciñe a la
voluntad de los actores que lo gestionan y ejecutan, pudiendo entrar en
conflicto con los propósitos de otros actores, conflicto que producirá espacios
en disputa. Las performances rituales, como una de tantas prácticas espaciales,
suelen apuntalar los objetivos perseguidos por los agentes que emplazaron o
celebran los eventos vinculados a la monumentalidad erigida. Por último, la
representación refiere a los diseños y lenguajes visuales escogidos para comunicar
las ideas que constituyen el motivo principal de un monumento y responden,
también, a los imaginarios constituidos en esos espacios-tiempos. En nuestro
caso, la violencia erigida en distintos contextos bélicos decimonónicos, y
aquella originada entre vecinos y autoridades por la inminente construcción de
un puerto multi-rubro, un astillero y una arenera en el paraje, se presenta
eslabonada por la erección y distribución espacial de sendos monumentos de
guerra.
Los monumentos o memoriales de guerra constituyen
un tipo especial de monumentalidad y son una de las manifestaciones
monumentales más antiguas de la historia humana. Si bien no es un fenómeno de
la modernidad, la emergencia y afianzamiento de los estados naciones, durante
los siglos XIX y XX, produjeron y poblaron cientos de espacios a lo largo y
ancho del globo[18];[19].
La guerra como práctica social, violenta y traumática, genera memoria en
diversas comunidades o colectivos que buscan inscribirlas en el espacio en aras
de perpetuar algún tipo de evocación del acontecimiento.
Nuestro interés en esta clase de monumentalidad
se originó ante la presencia de diversos y distintos monumentos esparcidos en
las cercanías sobre antiguos campos de batalla, que tanto colegas como nosotros
intervenimos arqueológicamente. Campos de batalla como Suipacha (1810), Vuelta
de Obligado (1845), Cepeda (1859), La Verde (1874), entre otros poseen diversos
tipos de monumentos asociados (Ramos et al.[20];
Landa et al[21];
Leoni y Martínez[22]).
Estatuas, cenotafios, obeliscos, cruces y monolitos, entre otros; campean
solitarios en estos desmesurados espacios abiertos donde los hombres supieron
luchar y morir. En medio de los campos, en las colinas, a orilla de los mares y
ríos, su morfología, tamaño y formas de representación oscila entre escalas que
van de lo ínfimo a lo mega-monumental.
En relación a los monumentos erigidos en el
paraje El Tonelero, su ubicación, sus relaciones espaciales, su materialidad y
las prácticas performáticas en las que se ven involucrados, deben ser
comprendidos a escala diacrónica tanto en relación a los eventos bélicos que
pretenden evocar, como al conflicto político-espacial actual.
Del pasado
al presente y viceversa: batallas como condensadores espacio-temporales
El paraje del El Tonelero y sus tres batallas
El Tonelero es un paraje
ubicado frente a la costa del Río Paraná - a unos 8 kilómetros del partido de
Ramallo- al noroeste de la provincia de Buenos Aires y a unos 230 km,
aproximadamente, de la Ciudad de Buenos Aires. El ambiente natural donde se
encuentra enclavado posee una riqueza y diversidad de flora y fauna de gran
valor, gracias a un entorno que es alimentado por las aguas del río Paraná y
los fértiles suelos, ricos en materiales orgánicos. Los ríos y arroyos se
extienden a lo largo de unos 100 kilómetros atravesando la formación Pampa
Ondulada y contribuyendo a la acumulación de sedimentos acarreados por el
sistema fluvial del Paraná-Paraguay, que influye en la cambiante formación de islas
y bancos de arena.
El nombre de este paraje
se inserta de lleno en la historia nacional argentina durante el siglo XIX, en
momentos en donde la Confederación Argentina, liderada por el brigadier general
Juan Manuel de Rosas, sostiene una serie de duras batallas que se engloban
dentro de lo que se conoce como la Guerra del Paraná de 1845-1846 y la Guerra
Platina de 1851-1852.
Previamente a las
batallas desarrolladas frente a sus costas, ya tenemos registros históricos
(AGN. Sala X. Secretaría de Rosas) de la existencia de un campamento estable de
la División del Norte, comandada por Lucio N. Mansilla, desde 1842
aproximadamente. Desde dicho campamento se organizó toda la logística y
estrategia desplegada durante la Guerra del Paraná, mientras esta se mantuvo
dentro de las fronteras de la provincia de Buenos Aires.
Si bien el emplazamiento
exacto de dicho campamento no se conoce, hemos podido identificar numerosas
cartas en el Archivo General de la Nación que dan cuenta de su existencia.
Varias de ellas fueron escritas desde el mismo campamento señalando su origen
como “Campamento en la costa del Paraná, frente a la Isla del Tonelero” (AGN.
Sala X. Secretaria General de Rosas). Dada la cambiante dinámica del ambiente
fluvial que caracteriza al delta de Paraná, al contrastar mapas actuales con
diversos mapas de los siglos XIX y principios del XX pudimos observar que la
localización de la isla del Tonelero ha variado mucho a lo largo del tiempo.
Situación que dificulta su la localización precisa del campamento y las
batallas (Biblioteca de la Escuela Superior de Guerra y Departamento de
Catastro de la Municipalidad de Ramallo).
Aun así, a partir del
trabajo realizado tanto en el AGN como en el Servicio Histórico del Ejército,
comprobamos, a partir del análisis de los intercambios epistolares entre
Mansilla y sus oficiales con Rosas, la existencia de un campamento continuo y
estable, por lo menos durante los tres años previos a la guerra y a lo largo de
los dos años en los que se desarrolló el conflicto (aproximadamente 1842 a
1846). Uno de estos documentos, con fecha del 22 de diciembre de 1845, es decir
casi un mes posterior a la batalla de la Vuelta de Obligado, señala que el pase
de revista realizado ese día contabilizó un total de 1824 hombres, entre jefes
militares y tropa. Independientemente de la certeza entorno a la localización
precisa del campamento, sí sabemos con exactitud que frente a las costas de la
isla del Tonelero tuvieron lugar tres batallas.
Las dos primeras
sucedieron dentro del marco de la Guerra del Paraná (1845-1846), cuando la
flota anglo-francesa, luego de vencer a la Confederación Argentina en la
Batalla de la Vuelta de Obligado -el 20 de noviembre de 1845-, intentó remontar
río arriba las aguas del Paraná, para así poder comercializar libremente las
mercancías que traían desde Europa y abrir nuevos mercados en América del Sur.
El primero de estos
enfrentamientos tuvo lugar el 9 de enero de 1846 cuando el ejército comandado
por el general Lucio N. Mansilla, sabiendo que el enemigo tenía intenciones de
continuar su viaje hacia el norte del Río Paraná, deja un grupo de hombres
frente a las costas de la isla del Tonelero para tratar de dificultar su
ascenso aguas río arriba. El desenlace del enfrentamiento, en este caso,
tampoco fue fructuoso para las tropas de la Confederación, quienes sostuvieron
una pequeña escaramuza con un convoy de seis barcos de guerra que protegían a
52 mercantes que trataban de pasar rumbo a Corrientes. Dicho convoy sorteo el
paso al recostarse en la otra margen del río, logrando atravesarlo sin sufrir
mayores daños[23].
Días más tarde -el 10 de
febrero- el teniente inglés Lauchlan B. Mackinnon, al frente de la corbeta a
vapor Alecto, en sus memorias de viaje describió como se volvió a combatir en
estas tierras. Relató que, al pasar frente a sus costas junto con el Firebrand,
y llevando consigo los refuerzos solicitados por los jefes extranjeros para
atravesar las riberas santafesinas, se toparon con un cuerpo de caballería
organizado en batería secundadas por cuatro cañones con los que mantuvieron un
intenso pero rápido fuego, dada la velocidad que alcanzaban estos navíos[24].
La acometida
anglo-francesa ocasionó otras dos batallas de gran consideración –sumadas a
numerosas escaramuzas principalmente entre los meses de febrero y abril– en las
aguas rioplatenses dentro de la provincia de Santa Fe, en las localidades de
San Lorenzo –el 19 de enero– y en Punta Quebracho el 4 de junio. Sin embargo,
en este trabajo las mismas no serán tenidas en consideración, dado que su
objetivo es centrarse en los sucesos ocurridos en la localidad del Tonelero,
pero su mención es pertinente para la total comprensión del conflicto.
La tercera y última de
las batallas acaecidas en estas costas tuvo lugar en diciembre de 1851, en el
contexto de la denominada guerra Platina, en donde se enfrentaron las fuerzas
de la Confederación Argentina contra la alianza formada por el Imperio del
Brasil, Uruguay y las provincias de Corrientes y Entre Ríos (figura II). Las
relaciones con el Imperio de Pedro II estaban tensas desde 1850, cuando Brasil
presenció que la Confederación salía airosa de una contienda que amenazaba con
cambiar la geografía política del Plata y cuando observó la estabilidad que ganaba
el país después de que Rosas firmara tratados con las dos potencias europeas,
para cerrar el capítulo de la Guerra del Paraná. Tras esto, el Imperio acentuó
una política exterior mucho más agresiva contra el gobierno de Rosas, quien era
Brigadier
General de la Confederación Argentina.
Figura II. Passage
of the Tonelero during the Platine War (1851-52). Eduardo de Martino
Revista
de História da Biblioteca Nacional edição 41 (1878)
El paso de los meses
llevó a un recrudecimiento de las relaciones entre ambos países, pero el
verdadero giro en la historia se dio con el pronunciamiento y establecimiento
de alianza con el Imperio del Brasil por parte del General Justo José de
Urquiza -caudillo de la provincia de Entre Ríos- en contra del General Rosas,
dando lugar a las denominada Guerras Platina (1851-1852). Dentro de este marco
político, el 17 de diciembre de 1851, el General Lucio Norberto Mansilla atacó
a siete barcos brasileños que remontaban el río Paraná, para reunirse con el
ejército que preparaba el General Urquiza. Los mismos habían zarpado de Colonia
del Sacramento hacia Diamante, en una división compuesta por tres batallones al
mando del brigadier Manuel Márquez de Souza -Vizconde de Porto Alegre-, en
siete buques de guerra -cuatro vapores y tres buques de vela- bajo el comando
del Vicealmirante Grenfell. El General Mansilla esperó a la escuadra a la
altura de la barranca Acevedo, frente a la isla del Tonelero -lugar que había sido
elegido anteriormente para la Guerra del Paraná-, con unas dieciséis piezas de
artillería y unos 2000 hombres. Las tropas de infantería se distribuyeron en
pelotones y algunas se parapetaron tras prominencias y zanjones[25].
Si bien la batalla duró poco tiempo, las fuerzas de la Confederación lograron
hacerle frente y lastimar a la escuadra brasileña.
Tensión espacial en el paraje: el Tonelero
actual
Desde fines del siglo XIX las costas del paraje
el Tonelero paulatinamente se fueron poblando con asentamientos de fines de
semana de pescadores y vecinos de Ramallo y San Nicolás, conocidos como
ranchos. Hacia inicios del siglo XX, algunos de estos asentamientos fueron
constituyéndose como hábitats estables y continuos por parte de algunas
familias. Pese a esto, el paraje –nacido de la guerra- seguiría teniendo a la
violencia como signo y sino. Episodios acaecidos durante la década pasada generarían
nuevos conflictos y tensiones que enlazarían los eventos pretéritos bélicos y
fundacionales de dicho espacio con un presente de lucha y disputa territorial
en los que los monumentos tendrían un rol principal.
A principios del 2010, desde la Municipalidad de
Ramallo, decidieron colocar un puerto y una arenera en la localidad. Sin
consultar previamente con nadie, entraron con máquinas retroexcavadoras para
comenzar los trabajos de construcción de las caletas necesarias para el amarre
de las embarcaciones, destruyendo gran parte del humedal que caracteriza a esta
zona del Paraná. Al enterarse los vecinos sobre la creación del puerto
industrial ganadero y la arenera, comienza una pugna política entre estos y la Municipalidad de
Ramallo. Dicha institución, lo primero que hace es exhortar a los vecinos a que
desalojen el espacio, amenazándolo con la expropiación. La negativa de los
habitantes no fue tenida en cuenta por la Municipalidad quien comienza a llevar
a cabo el obraje de construcción. Ante este hecho los vecinos en actitud de
boicot, se subieron a las máquinas retroexcavadoras, enfrentaron a los operarios
y frenaron el trabajo interponiendo un amparo judicial. A estas acciones le
siguieron una serie de enfrentamientos entre los intereses de los vecinos,
quienes se constituyen legalmente como Asociación Vecinal, y los intereses de
la Municipalidad e inversionistas que ponían su capital para la construcción
del puerto.
Paralelamente, frente al impacto generado por
las construcciones, algunos habitantes de Ramallo conforman “Unidos por la Vida
y el Medio Ambiente” una ONG de carácter ambientalista que busca proteger al
paisaje distintivo del paraje: los humedales. Dicha ONG desarrolló una intensa
actividad política (manifestaciones La Plata, Rosario y Ramallo, cortes de
rutas, asambleas, etc.) y presencia en las redes sociales (Youtube, Instagram,
Twitter, Telegram y Facebook) (Figura III). Desde el año 2013, los reclamos
territoriales de los vecinos del Tonelero incorporaron, en forma estratégica, a
su lucha, los reclamos ambientales de la ONG conformando un bloque de acción.
Figura
III a), b) y c). Actividades y reclamos vecinales y de ONGs en aras de proteger
el humedal.
Foto
de Milva Umaño Bertola y página de Facebook “El Tonelero no se toca” https://www.facebook.com/ElToneleroNoSeToca [visitado diciembre 2020]
La municipalidad al ver este nuevo frente ofrece
a los vecinos del paraje la posesión de sus terrenos e inmuebles con la
condición de poder construir un camino de acceso al puerto y la arenera
paralelo a la costa y frente a sus moradas. Asimismo, aquellos vecinos que no
aceptaran esta oferta podían ser recompensados económicamente para que
desalojen sus domicilios.
Los vecinos, en forma unánime, rechazan la
oferta municipal, en nombre de la defensa y preservación de los humedales. De
esta forma continúan impulsando medidas de amparo generando en la Municipalidad
de Ramallo -acorde a diversos vecinos entrevistados- una serie de reacciones
teñidas por la agresividad: chicaneos, amenazas, aprietes, mafiosos, intentos
de compras de influencias, entre otras.
La lucha, la
historia y el monumento en clave estratégica
A medida que avanzaba la lucha, esta iba adquiriendo ribetes infructuosos. Frente a la imposibilidad de triunfo por parte del bloque vecinos/ambientalistas, estos sumarían en su estrategia una nueva bandera de lucha: la preservación del sitio histórico. Para reforzar y legitimar en el paisaje, una memoria de los eventos bélicos mencionados, se constituyó por parte de vecinos una “Comisión de homenaje a los caídos” que en el 2011, construyó una cruz de hierro y madera con base de material, que emplazaron en el paraje, justo en el lugar que la municipalidad pretendía construir el puerto. Junto a esta colocaron una placa que conmemora a los caídos en el combate de la lucha por la soberanía nacional (figura IV). El monumento fue descubierto en un acto inaugural en el cual se convocaba a las familias locales a conmemorar el evento (figura V a). En dicho acto, de claro signo popular, ofició un sacerdote y se compartió comida y mate durante toda la tarde. A su vez fue emplazada cartelería referente a la ubicación del monumento y al hecho histórico que pretende conmemorar. Este acto representó un claro posicionamiento espacial y político dentro del campo de disputas, en donde el recorte selectivo de este evento del pasado, legitima su posición en el presente. El sitio del monumento fue consensuado por todos los implicados en el homenaje, así se resolvió que sea frente a las costas del Paraná, en el lugar que ellos sostienen que ocurrió el evento bélico; posición contraria a la que mantiene la Municipalidad[26].
Figura IV. a) estado actual, b) placa conmemorativa y c) Inauguración de la cruz de hierro erigida por el colectivo de vecinos.
Fotos
de Carlos Landa.
Figura
V. a) Panfleto o flyer de invitación
al evento inaugural del monumento conmemorativo emplazado por los vecinos. b)
Invitación oficial de la Municipalidad de Ramallo a la inauguración del
monumento al General Lucio N. Mansilla.
Dos años más tarde, el 15 de junio de 2013 (http://jovenesrevisionistas.org/ 2013 y http://patricios-vuelta-obligado.blogspot.com/ 2013), por medio de una invitación oficial y
protocolar las autoridades de la Municipalidad de Ramallo y el Museo Histórico
de Ramallo resolvieron inaugurar un monumento conmemorativo erigido en honor al
Gral. Lucio N. Mansilla (figura Vb). El mismo se encuentra alejado
aproximadamente unos dos kilómetros del área señalada y monumentalizada por los
vecinos y ambientalista como el lugar en donde ocurrieron las batallas y
ubicado en un camino interno elevado sobre la barranca, dejando a las casas
entre este y la costa (figura VI). A ambos monumentos concurren en los días de
evocación grupos de recreacionistas históricos, emulando trajes y armamentos de
las tropas de la Confederación Argentina, convocados tanto por la Municipalidad
como por los vecinos de Ramallo (figura VII).
Figura
VI. Relaciones espaciales establecidas entre ambos monumentos y su
accesibilidad
Cortesía
de Luis Coll
Figura
VII a y b. Grupos recreacionistas históricos en formación en la inauguración de
ambos monumentos.
Blog “Patricios de Vuelta de
Obligado” http://patricios-vuelta-obligado.blogspot.com [visitado diciembre 2020]
En el intervalo comprendido entre la erección de
ambos monumentos, tuvieron lugar las primeras intervenciones de un equipo de
Arqueología en la zona. Esta tarea estuvo a cargo del grupo de investigación
“Programa e Arqueología Histórica y Estudios Pluridisciplinarios (ProArHEP)” de
la Universidad Nacional de Luján (UNLu), bajo la dirección del Dr. Mariano
Ramos. El mismo fue convocado por las autoridades municipales de Ramallo,
quienes le solicitan verbalmente la realización de una pesquisa objetiva. La
puesta en conocimiento del conflicto caracterizado por parte de Ramos y sus
colaboradores, motivaron que la primera de sus acciones fuera llevar a cabo una
charla abierta realizada en el Consejo Deliberante. A la misma concurrieron
tanto las autoridades presentes como vecinos auto-convocados. Allí se
expusieron por un lado la metodología de trabajo arqueológico llevada a cabo a
lo largo de más de una década en el sitio Vuelta de Obligado[27]
y por el otro los conocimientos que se tenían hasta entonces sobre la batalla
de El Tonelero (aspectos documentales y paisajísticos). Desde entonces se
llevaron a cabo tanto campañas de prospección superficial y utilizando
detectores de metal como múltiples sondeos exploratorios durante los años 2012,
2013, 2016 y 2017 (figura VIII). Las dos primeras campañas fueron solventadas
pro la Municipalidad de Ramallo (alojamiento y comida), sin embargo, desde el
2014, sin explicaciones pertinentes, dejaron de hacerlo.
Figura
VIII. Sondeos exploratorios sistemáticos llevados a cabo por el equipo de
investigación del Proarhep (UNLu) dirigido por el Dr. Mariano Ramos.
Foto de Milva Umaño Bertola.
Desde dichas intervenciones, los vecinos, sin
abandonar el reclamo ambiental, comenzaron a levantar primordialmente la
bandera reivindicativa del patrimonio histórico. Desde entonces el trato entre
vecinos y equipo arqueológico es fluido y directo, estando los primeros presentes
en las campañas, realizando apoyo logístico (preparando y sirviendo comida,
facilitando sus viviendas para momentos de reposo, etc.). Al igual que las
autoridades municipales, los vecinos también solicitaron un trabajo objetivo,
manifestando la aceptación de posibles resultados negativos a su causa.
Uno de los últimos hechos que ocurrió en
relación a este paraje fue el intento, por parte de los vecinos, de declararlo
“Sitio Histórico Provincial”. Para esto entraron en contacto con dos diputados
ramallenses, Roberto Filpo y Graciela Rego, quienes mediante el proyecto 12-13D6590
de autoría conjunta lograron que la Cámara de Diputados diera media sanción a
la propuesta legislativa, en octubre de 2012 (ver zonanortehoy.com 2012). Al
poco tiempo el proyecto pasó al Senado, quien también ratificaría la
declaración y sanción de la ley, de este modo quedaba la responsabilidad puesta
en el Poder Ejecutivo Provincial para dar lugar a la declaración.
Lamentablemente el entonces gobernador Daniel Scioli en enero de 2013 vetó el
proyecto de ley (Internet archives. Wayback machine 2013), quedando truncos
todos los esfuerzos realizados para su concreción y poniendo en evidencia
intereses más amplios que meramente los locales.
En la actualidad esta lucha ha entrado en un punto
muerto, se ha enfriado, aunque decantándose ligeramente hacia los objetivos de
la Municipalidad. La institución avanzó con la realización del camino y con la
ocupación costera de la arenera. Por su parte los vecinos, sin dejar de lado
sus reclamos, se han resignado. Entre los dos actores en pugna se ha
establecido una suerte de equilibrio asimétrico, en donde el conflicto siempre
potencial, hiberna.
Metodología
En cuanto a la metodología a desarrollar la
misma posee su anclaje en el campo de conocimiento conocido como Arqueología
histórica[28].
Conjuga y condensa la realización de entrevistas con abiertas con vecinos del
paraje el Tonelero y las ciudades de Ramallo y San Nicolás, el análisis de
fuentes documentales provenientes de diversos archivos y repositorios, la
investigación arqueológica de campo y el análisis espacial en torno a las
relaciones establecidas entre los monumentos, sus características materiales y
simbólicas, así como sus vías de acceso.
En lo que respecta a las entrevistas, como se
mencionó, las mismas fueron de carácter semi estructurado a partir de la
implementación de una serie de preguntas abiertas cuyo fin es el de posibilitar
el desarrollo extenso de expresiones y asociaciones libres por parte de los
entrevistados[29]. En
ellas se buscó interpelar a los vecinos en torno a su relación con el paraje y
los hechos de relevancia histórica allí acaecidos, así como comprender que es
lo que sabían en torno al devenir del lugar y que vínculo poseían con el mismo.
De esta forma se generó un corpus de siete entrevistas[30]. Todos los
entrevistados poseen un habitar de más de tres décadas en el paraje, pero solo
uno de ellos es un habitante permanente, siendo los demás ocupantes de fin de
semana o concurrentes asiduos.
En relación al análisis de fuentes documentales,
fueron relevados: Archivo General de La Nación (AGN), específicamente sector
hemeroteca, Sala X – Secretaría de Rosas, Cartografía histórica, Fondo de
Contaduría Nacional (1810-1900), Servicio Histórico del Ejército (SHE), Archivo
del Museo Histórico Municipal de Ramallo Hércules Rabagliati (MHRHR) y Archivo
del Museo y Biblioteca de la Casa del Acuerdo de San Nicolás (MBCASN). La
documentación hallada pertinente a las tres batallas acaecidas en el paraje fue
escasa. Se obtuvo información en torno a la existencia de un campamento estable
entre los años de 1842 a 1846, con una población aproximada de 2000 hombres que
componían la División del Norte. Por otra parte, si se hallaron datos
vinculados con las jerarquías militares y con el aprovisionamiento de recursos,
vestuario y armamentos. Por último, no se obtuvieron documentos cartográficos
ni información alguna en torno tanto al desarrollo de la batalla como a la
ubicación de campamento y tropas. El rol de las fuentes documentales fue de
carácter heurístico, siendo útiles a la investigación arqueológica
desarrollada. Ni los vecinos ni la Municipalidad se apropiaron de ellas.
Las prospecciones y sondeos exploratorios
llevados a cabo en diversos sectores del paraje el Tonelero por el
ProArHEP-UNLu, no arrojaron certeza con respecto a los lugares precisos de las
batallas[31].
En cuanto al análisis espacial, el mismo fue de carácter cualitativo. Este tipo
de análisis se caracteriza por ser de índole descriptivo, establecer asociaciones
espaciales relativas que posibilitan la comparación de características
particulares del espacio construido (Buzai y Baxendale[32];
Serafini[33];
Coll[34]).
Discusión y
resultados: los diversos soldados en el campo de batalla
Siguiendo a Lindón y
Hiernaux[35]
entendemos a los imaginarios espaciales como constituyentes de materiales a partir
de los cuales se elaboran relatos que sirven para sustentar recíprocamente a
los sujetos y lugares. De esta forma se torna necesario comprender a las
relaciones sociales que contienen y producen a los imaginarios espaciales en
torno al paraje de El Tonelero. En
función del objetivo primordial de este trabajo y de la metodología esbozada es
que buscamos responder o dar cuenta de diversos interrogantes que han orientado
nuestra investigación: ¿Qué tipos y formas de relaciones acaecen en este
espacio? ¿Qué imaginarios espaciales y con qué métodos fueron producidos por los
actores en disputa (vecinos y Municipalidad)? ¿Qué rol juegan los monumentos
evocativos de las batallas en este espacio y sus imaginarios? ¿Existe entre
ellos una relación espacial? ¿Qué rol juegan sus materiales ¿Cuál fue el rol
del arqueólogo en el espacio de confrontación?
Al momento de responder al primer interrogante,
tal vez resulte redundante -dado lo manifestado previamente- afirmar que la
clave que signa al espacio conocido como el paraje El Tonelero es la
confrontación. Confrontaciones pretéritas resueltas por las armas se enlazan
con confrontaciones actuales que responden a intereses político-económicos en
disputa, estableciendo una relación que se pretende estrecha entre el pasado y
el presente, de cara a sendos promisorios futuros.
De esta forma el campo de batalla se renueva
constituyendo un espacio en donde se construyen y buscan imponerse imaginarios
opuestos, cada uno con sus “armas” particulares. Como sostiene Pamela Colombo[36]
el espacio de confrontación refiere también al modo en que las representaciones
sobre dicho espacio son arena de disputa; de este modo su control y la
ocupación será consecuencia tanto de las definiciones barajadas por los actores
en pugna como de las maneras en que estos buscan imponerlas.
En la disputa espacial entre la municipalidad de Ramallo y la asociación de vecinos, iniciada hacia el 2010, se destaca un hito relevante que es motivo de referencia en la totalidad de las entrevistas llevadas a cabo: la erección de la cruz de hierro por parte de estos últimos. En las entrevistas realizadas en el año 2013, los vecinos cedieron fotografías personales en torno a la manufactura y levantamiento del monumento, así como del día de su acto inaugural (figura IX). Acorde a ello, manifestaron que su finalidad era poner en valor el paraje, que había sido ambientalmente dañado por los intereses de la municipalidad. A tal fin apelaron a la conmemoración de una de las batallas.
Figura
IX a) y b). Manufactura de la cruz monumental por parte de vecinos del paraje
El Tonelero.
De las charlas con los vecinos pueden inferirse
difusos conocimientos previos en torno a la historia del paraje y la relación
que éste tenía con la batalla de Vuelta de Obligado (1845) y la Guerra del
Paraná (1845-1846). Con el objetivo de profundizar en la historia del lugar
hurgaron en fuentes digitales, específicamente Wikipedia. De la información
obtenida seleccionaron la batalla del 17 de diciembre de 1851 (entre Mansilla y
Urquiza, Guerra Platina) para grabar en la placa adosada al monumento. Sin embargo,
en su imaginario el hecho histórico que exaltan son las batallas “por la
soberanía” contra los invasores anglo-franceses (Guerra del Paraná). Dicho
imaginario posee su correlato espacial, esto se evidencia en el lugar escogido
por los vecinos para el emplazamiento de su cruz. Este monumento se ubica a la
vera del río y es de carácter rasante. Su efigie se sitúa sobre la costa y
sobre fondeadero artificial, permitiendo observar el pasaje y la isla del
tonelero. El mismo no posee iluminación. A unos pocos metros al SO se encuentra
la arenera (ver figura IV).
Como contracara, la municipalidad inauguró dos
años después, el monumento al Gral. Lucio Norberto Mansilla, Comandante de la
División del Norte de la Confederación. Dicho monumento, de carácter oficial,
está constituido por un busto de yeso pintado con color dorado, símil bronce y
montado sobre un pedestal de material (ladrillos revocados y pintados) (figura X).
Este tipo de marcas territoriales son parte de una tradición conmemorativa que
remite a los primeros y ya clásicos monumentos erigidos a los próceres ya desde
fines siglo XIX siendo su objetivo imprimir en el espacio designado la versión
del imaginario estatal-nacional. Este carácter se realza al estar rodeado por
tres mástiles con banderas nacionales, provinciales y municipales (dichas
banderas no se encuentran actualmente), contando con iluminación a base de
pantallas solares. El hito conmemorativo se emplaza 3,5 km al NO de la cruz caracterizada,
sobre la barraca superior, a la vera del camino y por encima de las casas de
los vecinos. La placa adosada evoca también al campamento del Tonelero. Desde
este punto se observan los interiores de sus casas, así como los caminos internos
que las conectan, pero no al Río Paraná, espacio en donde se desarrollaron las
batallas.
Figura
X a) y b). Inauguración del monumento al Gral. Lucio N. Mansilla erigido por la
Municipalidad de Ramallo y estado actual.
Blog
“Patricios de Vuelta de Obligado” http://patricios-vuelta-obligado.blogspot.com [visitado diciembre 2020]
La génesis de ambos monumentos conmemorativos
pone de manifiesto que “(…) los imaginarios geográficos pueden llegar a ser tan fuertes que
terminan por provocar la misma acción del Estado (…)”[37]
en este caso contrariamente a lo planteado por Derek Gregory y colaboradores en
su Diccionario de Geografía Humana
(2009[38]), el imaginario contra-geográfico
es presentado por las institución que detenta el poder y se supone hegemónica.
Será la relación entre estos tipos de imaginarios y la imposición de unos sobre
otros lo que culminarán reconfigurando la geografía material[39].
En cuanto a la relación espacial que existe
entre ellos, resulta conveniente ampliar la escala espacial a fines de
desarrollar un análisis de índole cualitativo. Ambos monumentos constituyen
nodos en el paisaje que se conectan o no con diversas vías posibilitando o
restringiendo su accesibilidad y visibilidad[40].
El monumento de los vecinos se encuentra ubicado donde el camino concluye dando
paso al río. Dicha vía comunica el complejo arenero tanto con el camino de la
Costa, que une la localidad de San Nicolás con la de Ramallo, como con el que
comunica las localidades de Sánchez y Villa Ramallo. Ambos caminos transversales
se encuentran pavimentados. Todos los accesos existentes conducen a ambos
monumentos (ver figura VI). La diferencia entre ellos es que solamente en el camino
de la costa se encuentra cartelería que indica la dirección al monumento
erigido por los vecinos de la zona, posibilitando así su acceso a interesados
(figura XI). Podemos afirmar que la cruz vecinal posee una visibilidad mayor
que el busto oficial. Resulta interesante destacar que la cartelería confeccionada
por los vecinos en madera primero y en chapa después, ha sido removida en
varias ocasiones y vuelta a confeccionar y posicionar en los mismos lugares del
paisaje. Los vecinos acusan a la municipalidad de sacar dichos carteles pues
van en contra de sus intereses en el paraje, dando lugar a esta “guerra de
carteles” (figura XI). En estos espacios cuya rúbrica es la confrontación “El
control y/o manipulación sobre las representaciones espaciales es igual o más
importante que el control sobre la materialidad del espacio; en otras palabras,
quien maneje las representaciones podrá manejar también la dimensión material
del espacio”[41],
la “guerra de los carteles” debería ser pensada en esta tónica.
Figura
11 a), b) y c). Cartelería indicativa del paraje El Tonelero.
Fotos de Carlos Landa
Por otra parte, tanto los vecinos como la
municipalidad echaron mano a un arsenal de prácticas performáticas para poner
en juego en el espacio de confrontación. Los imaginarios espaciales de unos y
otros implicaron la intervención de grupos recreacionistas históricos en sus
actos inaugurales. Dichos grupos, vestidos a la usanza de los soldados
confederados, desfilaron y ejecutaron música marcial, cada uno en el monumento
pertinente. Esta práctica solo fue empelada pro la municipalidad en una
ocasión, mientras que los vecinos lo repitieron en reiterados aniversarios. Por
otra parte los vecinos compusieron una canción alusiva a la batalla de Tonelero
y su paraje, subiéndola a las redes sociales YouTube y Facebook (https://www.youtube.com/watch?v=70CvVtpUObw). De esta forma el espacio se construye
creativa y performáticamente a través de la circulación y repetición de discursos,
rituales y representaciones, creando cartografías enfrentadas[42].
Los contendientes en lid, como estrategas en el
campo de batalla, desarrollaron tácticas en donde emplearon armas antiguas y
similares: monumentalidades y performatividades como elementos constructores de
sus diferentes imaginarios espaciales. Si bien las formas materiales y los
posicionamientos espaciales difieren, estas se vinculan bajo el signo del
conflicto. La tensión latente entre los actores involucrados originan repuestas
de unos y otros: monumentos ad-hoc impulsados por particulares generan la
respuesta del estado en forma de monumentalidad tradicional, invirtiendo así la
lógica relacional del monumento/contra-monumento caracterizada en los noventas
del siglo pasado desde la Historia del Arte y los estudios de Bellas Artes[43].
Siguiendo a Pamela Colombo[44]
dado que “El espacio que es posible imaginar nos habla entonces directamente de
las posibilidades de la acción política”, los imaginarios se enfrentan, tratan
de boicotearse y plantar su bandera. Las batallas se replican en este espacio,
otrora con carne de la soldadesca despedazada por la metralla de la artillería,
ahora con centinelas pétreos y ferrosos o con hombres que se disfrazan como
soldados. Cada cual defendiendo y justificando su posición.
Del corpus de entrevistas llevadas a cabo se
desprende que no existen memorias ancestrales o profundas que encadenen a esos
lugares marcados. La elección de las prácticas espaciales en pugna ocurre,
entonces, en función de intereses contrapuestos.
Es en esta dinámica que ambos contendientes
recurren al trabajo arqueológico como forma de legitimar sus posicionamientos e
intereses. De esta forma el arqueólogo fue arrojado a la arena, constituyéndose
en un actor cuyo rol sería el de legitimar un espacio a través de un saber
legitimado socialmente. Para ello, tanto la municipalidad como los vecinos
dentro de sus posibilidades contribuyeron con recursos y logística al trabajo
arqueológico. La arqueología se constituyó en un espacio de escucha, tornándose
en una herramienta más en el campo de batalla de los imaginarios sobre el Tonelero.
Como subrayamos anteriormente, la investigación arqueológica histórica no ha
obtenido aún resultados fehacientes que arrojen luz en torno al lugar preciso
de desarrollo de los caracterizados episodios bélicos. El sistemático trabajo
de la disciplina no comulga con la relativa urgencia de los intereses en pugna.
Reflexiones
finales a modo de cierre
El espacio podría pensarse con analogía geológica/psicológica,
aunque no siguiendo la teoría de estratificación del geólogo inglés Charles
Lyell[45]
en donde los estratos se sedimentan y depositan en orden cronológico, sino más
bien como una condensación de múltiples capas de significantes
espacio-temporales que distando de poseer coherencia coexisten oscilando entre
la repulsión y la atracción. La construcción de una o varias subjetividades
“en lucha” poseen su manifiesto espacial (Lefevbre[46];
Colombo[47]).
En el caso del paraje del Tonelero la producción del espacio y la producción
del colectivo vecinal constituyen procesos unísonos, que provocaron la reacción
municipal y su consiguiente accionar espacial. Como todo espacio el paraje el
Tonelero, su costa y su isla, se encuentra en el hacer, en un proceso de
carácter continuo y dinámico. Su entramado espacial se ve constituido por una
multiplicidad de prácticas que enlazan y evocan tiempos diversos desde
perspectivas adversas, pero con un objetivo en común: cristalizar y hegemonizar
sólo a una de ellas. Cruces, bustos, canciones, artefactos[48]; entre otros son
parte del arsenal de los combatientes. Monumentos enemigos que como
combatientes agazapados no se ven, pero se intuyen. Ocupan espacios
estratégicos que se esfuerzan por marcar. Como corresponde con los enemigos, no
existirían si no fueran por el otro. Su rol es triunfar en la disputa, pues junto
a otras prácticas como los relatos y las actividades performáticas son la clave
para definir y materializar el espacio imaginado. De esta forma en el espacio
de confrontación, los rivales buscarán hacer “presente la ausencia” a través de
los relictos, narrativas, discursos, huellas, trazas y rasgos que el pasado
brinda en forma material, ya sea por su cuenta o dejándolo en manos de
profesionales.
Los arqueólogos y su trabajo -prácticas y
saberes legitimadas– constituyeron en el espacio de confrontación un arma más
dentro de un arsenal plausible de ser utilizado por los contrincantes. Los
tiempos y métodos de esta disciplina, no se ajustaron a las necesidades de la
lucha. Al no poder responder a los requerimientos de precisión espacial de sus
imaginarios, los arqueólogos -si bien reconocidos como autoridades competentes
por ambas partes- fueron quedando relegados a una suerte de “tierra de nadie”
(dejaron de ser consultados, se les retiró el apoyo económico municipal y
disminuyó el interés vecinal). Este tipo de situaciones arroja por la borda
toda idea de neutralidad atribuida a las ciencias, instaurada desde una
modernidad positivista. La academia y sus investigadores están siempre inmersos
en múltiples campos de batalla, algunos de ellos inciertos y desconocidos. La
reflexión y la crítica por parte de las disciplinas debe ser un trabajo
continuo que debe ponerse en palabras.
Actualmente, como comentamos, la contienda del
Tonelero se encuentra en un periodo de “paz armada” o de “stand by” como a la
espera de nuevos factores que reactiven la lucha. Lo que duró la intensidad del
conflicto duraron las actividades evocativas de unos y otros. Los imaginarios y
sus efectos de realidad no se han sustituido unos por otros; no aun. Cada
soldado en su trinchera afila los sables y rechina los dientes, cualquier
momento puede ser bueno para la carga. La presente lucha, así como las que la
precedieron dejará pregnado el espacio de marcas materiales y de relatos que
pronto no serán otra vez más que huellas. Tal vez ellas también se erijan en
armas a utilizarse en nuevos conflictos. Frente al caso de que ambos actores
llegasen a un consenso, se debe considerar que, como sostiene Henri Lefevre[49]
“(…) a nuevas relaciones sociales, un nuevo espacio, y viceversa” generando una
nueva instancia en producción de ese espacio. Nuevos imaginarios espaciales
surgirán y allí estarán las historias fragmentadas, los vestigios oxidados,
diversos pliegues temporales y los recuerdos imprecisos.
Agradecimientos
Deseamos agradecer a la Dra. Pamela Colombo por
introducirnos en geografías teóricas desconocidas, a Samanta Pérez Berzal por
su mirada de editora, a Luis Coll por la confección de las imágenes aquí
presentadas y a Lic. Rocío Díaz Legaspe por su correcta traducción del resumen.
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[6] Harvey, D. (1998). “La experiencia del espacio y del tiempo” en
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[7] Massey, D. (1999). “Spaces of
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[8]
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[9]
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[10] Zusman, P. (2013). “La geografía
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[11] Colombo, P. (2017). Espacios de desaparición. Vivir e imaginar
los lugares de la violencia estatal (Tucumán 197-1983). Buenos Aires: Miño
y Dávila.
[12] Ibid.
[13] Ibid.
[14] Ibid.
p. 17.
[15] Umaño, M. y Landa, C. “Monumentos de
guerra espejos del olvido y del recuerdo”. op.
cit.
[16] Torres, S. (2006). “Cuidad, memoria y
espacio público: el caso de los monumentos a los detenidos y desaparecidos”. Memoria y Sociedad n° 20 (pp. 17-24).
Bogotá.
[17] Colombo, P. Espacios de desaparición. Vivir e imaginar los lugares de la violencia
estatal (Tucumán 197-1983). op. cit.,
p 265.
[18] Doldán, M. y Landa, C. (2015). “La
batalla en el monumento de batalla” en El
Sigma. Disponible en: http://www.elsigma.com/arte-y-psicoanalisis/la-batalla-en-el-monumento-de-batalla/12940
[último acceso diciembre 2020].
[19] Umaño, M. y Landa, C. “Monumentos de
guerra espejos del olvido y del recuerdo”, op.
cit.
[20] Ramos M., Helfer, V.,
Bognanni, F., González Toralbo, C., Luque, C., Pérez, M., y Warr, M. “Cultura
material y aspectos simbólicos: el caso de la batalla de la Vuelta de Obligado” op. cit. Ramos M., Bognanni, F.,
Lanza, M., Helfer, V., González Toralbo, C., Senesi, R., Hernandez De Lara, O.,
Pinochet, H. y Clavijo, J. “Arqueología histórica de la batalla de Vuelta de
Obligado, Provincia de Buenos Aires, Argentina”, op. cit.
[21] Landa, C., Montanari, E. y Gómez Romero, F.
(2011). “‘El fuego fue certero y bien dirigido (…)’ Inicio de las
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[22] Leoni, J. y l. H. Martínez, (2012). Un
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[26] Umaño, M. y Landa, C. (2018).
“Monumentos de guerra espejos del olvido y del recuerdo”, op. cit.
[27] Ramos M., Helfer, V., Bognanni, F.,
González Toralbo, C., Luque, C., Pérez, M., y Warr, M. “Cultura material y
aspectos simbólicos: el caso de la batalla de la Vuelta de Obligado”
op. cit. Ramos
M., Bognanni, F., Lanza, M., Helfer, V., González Toralbo, C., Senesi, R.,
Hernandez De Lara, O., Pinochet, H. y Clavijo, J. “Arqueología histórica de la
batalla de Vuelta de Obligado, Provincia de Buenos Aires, Argentina”, op. cit. Ramos, M., Lanza, M., Helfer,
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[29] Guber, R. (1991). El salvaje metropolitano. Buenos Aires: Paidós.
[30] Debido al conflicto manifiesto, sus
nombres no serán mencionados en aras de resguardar su identidad.
[31] Helfer, V.; Raies, A.; Landa, C.;
Bognanni, F.; Dottori, C.; Santo, C. y Ramos, M. (2012). Estudio preliminar del sitio arqueológico Tonelero, en el marco la
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[32] Buzai, G. y Baxendale. C. (2006). Análisis Socioespacial con Sistemas de
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visual de imágenes: Criterios y Técnicas”, en Cuadernillo de la Carrera de Especialización en Teledetección y
Sistemas de Información Geográficas aplicados al estudio del medio ambiente.
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[33] Serafini, M. (2009). “Interpretación
visual de imágenes: Criterios y Técnicas”, en Cuadernillo de la Carrera de Especialización en Teledetección y
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Luján: UNLu.
[34] Coll, L. (2018). Territorios Actuales y Ancestrales. Modelos de predicción de
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Tinogasta, Catamarca – Argentina). MS. Tesis Doctoral. Buenos Aires: Facultad
de Filosofía y Letras. Universidad de Buenos Aires.
[35] Colombo, P. Espacios de desaparición. Vivir e imaginar los lugares de la violencia
estatal (Tucumán 197-1983), op. cit.
[36] Ibid.
[37] Ibid.
[38] “In response, imaginative counter-geographies are deliberate attempts
to displace, subvert and contest the imaginative geographies installed by
dominant regimes of power, practice and representation.” Gregory, D., Johnston,
R., Pratt, G., Watts, M. y Whatmore, S. (2009). The Dictionary of Human Geography. Londres: Blackwell Publishers,
p. 371.
[39]
Zusman, P. (2013). “La
geografía histórica, la imaginación y los imaginarios geográficos”. op. cit.
[40] Conolly, J. y Lake, M. (2009). Sistemas de Información geográfica aplicados
a la arqueología. Madrid: Bellaterra.
[41] Colombo, P. Espacios de desaparición. Vivir e imaginar los lugares de la violencia
estatal (Tucumán 197-1983). op. cit.,
p 72.
[42] Ibid.
[43] En la década de los noventa, James
Young acuña el término contramonumento para referirse a la puesta en escena de
nuevos tipos de monumentos que reúnen patrones y características tanto de
índole funcional, formal como conceptual que se diferencian de la iconografía
del monumento tradicional. Ver: Martínez Rosario, D. (2013). La obra de arte como contramonumento.
Representación de la memoria antiheroica como recurso en el arte contemporáneo
[Tesis doctoral no publicada]. Valencia: Universitat Politècnica de València.
DOI:10.4995/Thesis/10251/34786 [visitado diciembre 2020].
[44] Ibid.,
p 184.
[45]
Lyell, C. (1830). Principles of Geology.
Londres: John Murray.
[46] Lefebvre, H. La producción del espacio. op.
cit.
[47] Colombo, P. Espacios de desaparición. Vivir e imaginar los lugares de la violencia
estatal (Tucumán 197-1983). op. cit.
[48] Durante las entrevistas, uno de los vecinos nos ha mostrado sus hallazgos de materiales: sable, tintero, fragmento de bala de cañón y platina de arma de avancarga. Sin embargo, su descontextualización, no permite adscribirlo fehacientemente a alguno de los eventos bélicos acaecidos. No obstante, esto, resulta interesante destacar que “La materialidad tiene un poder ambiguo. Este poder peculiar, (…) emana de la habilidad de los objetos de ser simultáneamente signos y símbolos, al traer una verdadera parte del pasado al presente y, a su vez, cargar eternas reinterpretaciones simbólicas” y forma parte de los imaginarios espaciales del paraje del Tonelero. Guglielmucci. A. (2011). “La construcción social de los espacios de memoria sobre el terrorismo de Estado en Argentina como lugares de memoria auténtica”. Sociedade e cultura Vol 14, N°2 (pp. 321-332). Goias, p. 325.
[49] Lefebvre, H. La producción del espacio. op.
cit., p 117.
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Cuadernos de Marte, Revista latinoamericana de Sociología de la Guerra es una publicación oficial del Insituto de Investigaciones Gino Germani, dependiente de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, Argentina.
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