Cuadernos de Marte

Año 10 / N° 19 Julio – Diciembre 2020

https://publicaciones.sociales.uba.ar/index.php/cuadernosdemarte/index

 

Los imaginarios espaciales y los monumentos en la continuidad del campo de batalla: El Tonelero

Spatial Imaginaries and Monuments in the continuity of the battlefield: El Tonelero

 

 

Carlos Landa* y Milva Umaño Bertola**

Recibido: 26/8/2020 – Aceptado: 11/12/2020


Cita sugerida: Landa, C., & Umaño Bertola, M. (2020). Los imaginarios espaciales y los monumentos en la continuidad del campo de batalla: El Tonelero. Cuadernos de Marte, 0(19), 17-61. Recuperado de https://publicaciones.sociales.uba.ar/index.php/cuadernosdemarte/article/view/6277

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Resumen

El paso o paraje El Tonelero (partido de Ramallo, provincia de Buenos Aires, Argentina) abarca unos 5 km aproximadamente comprendiendo la costa Oeste del Río Paraná y la isla homónima. En dicho paraje, hacia mitad del siglo XIX, acaecieron tres episodios bélicos de escasa representación, tanto en la historiografía nacional como en la memoria colectiva de sus habitantes (dos de ellos en 1846 y el restante en 1851). Desde inicios de la década de 2010, a raíz de un proyecto municipal en torno al establecimiento de una arenera y un puerto extractivo, los vecinos se vieron motivados - ante una posible expropiación - a constituir un colectivo y ponerse en pie de lucha. De esta forma, el paraje fue configurándose en un espacio de confrontación, en donde la monumentalidad, las prácticas performáticas, los relatos y narrativas, así como el trabajo arqueológico componen imaginarios; erigiéndose como soldados distribuidos en un campo de batalla, remitiendo a sus antiguos predecesores. El objetivo del presente trabajo es analizar los imaginarios y prácticas espaciales producidos por los colectivos en disputa, las representaciones materiales, así como relatos y saberes implicados en aras de controlar y apropiarse de dicho espacio, tanto simbólica como materialmente.

 

Palabras clave  

Guerra del Paraná - El Tonelero - imaginarios espaciales - violencia - monumentos de guerra

 

Abstract

               The setting called El Tonelero (situated in Ramallo, Buenos Aires Province, Argentina) approximately covers 5 km on the West Coast of the Parana River and includes its equally called island.  Towards mid XIX Century, three warlike episodes took place. The two first ones took place in 1846 and the third one in 1851 (the three of them under the name of the main setting). These events were not given the importance they truly had neither by the national Historiography nor by the collective memory of the inhabitants. Since the beginning of 2010, due to a local project of establishing a sand extractive site and a port, neighbors felt motivated, being faced with the possibility of another land expropriation, to create a collective body to face and fight against the local government and their decisions. Because of this, El Tonelero started to be a place of confrontation where the monumentality, the practice, stories and narratives added to the archeological work constitute an imaginary, standing strong like soldiers in a battle field, alluding to their eldest predecessors. The aim of this study is to analiyze these imaginaries and spacial practices made up by the collectives who took part in this dispute, the material representations as well as the reports and knowledge used to control and unlawfully appropriate of the mentioned space, symbolically as well as materially.

 

Keywords

Paraná War - El Tonelero – spatial imaginaries – violence – war monuments

 

 

Introducción

 

El Tonelero (partido de Ramallo, provincia de Buenos Aires) es un paraje que abarca unos 5 km aproximadamente comprendiendo la costa Oeste del Río Paraná y la isla homónima (Figura I). Desde aproximadamente mitad del siglo XX, en esta franja costera se ubican las casas de fin de semana y ranchos de pescadores cuyos “habitantes” suelen vivir mayoritariamente en Ramallo y San Nicolás. En dicho paraje, hacia mitad del siglo XIX, acaecieron tres episodios bélicos de escasa representación tanto en la historiografía nacional, como en la memoria colectiva de sus habitantes. Dos de ellos tuvieron lugar en 1846, en el marco de la Guerra del Paraná, y el restante ocurrió en 1851 cuando las fuerzas federales chocaron con las del alzamiento de Justo José de Urquiza[1]. Ninguno de estos eventos tuvo un nombre formal y aparecen citados en la escasa documentación histórica como combates o escaramuzas de El Tonelero.

 

Figura I. a) y b) Ubicación del paso o paraje El Tonelero e isla. c) Casas de vecinos.


Google Earth (2017) y fotos de Milva Umaño Bertola.

 

Desde el año 2005, a raíz de un proyecto impulsado por la Municipalidad de Ramallo en torno al establecimiento de una arenera y un puerto extractivo (ganadero-industrial), los vecinos del paraje fueron motivados, ante una posible expropiación, a constituir un colectivo y ponerse en pie de lucha. Si bien en una primera instancia se aferraron a argumentos de tono ambientalista, el tomar conocimiento sobre el trabajo de Arqueología hecho sobre el campo de batalla de la Vuelta de Obligado (enfrentamiento dado en el marco de la Guerra del Paraná el 20 de noviembre de 1845) por el equipo del Dr. Mariano Ramos[2], los llevó a adoptar también reclamos en torno al impacto cultural que implicaría el desarrollo del proyecto municipal en la zona, en detrimento del espacio en donde acaecieron las tres batallas del El Tonelero. Por su parte, desde la Municipalidad se fueron adoptando diversas estrategias con el objetivo de lograr su proyecto. Las mismas oscilaron entre la exhortación al abandono de sus viviendas, pasando por la amenaza de expropiación, la negociación, el ofrecimiento de dinero, aprietes y amenazas. Al no haber arreglo, los enfrentamientos y las situaciones violentas comenzaron a suceder.

De esta forma, el paraje fue configurándose en un espacio de confrontación, en donde la monumentalidad, las prácticas performáticas y el trabajo arqueológico se erigen como soldados distribuidos en un campo de batalla, el cual remite a sus antiguos predecesores.

El objetivo principal del presente trabajo es analizar los imaginarios espacio-temporales y prácticas espaciales producidos por los colectivos en disputa, las representaciones materiales, así como relatos y saberes implicados en aras de controlar y apropiarse de dicho espacio, tanto simbólica como materialmente, a partir de la integración de diversas vías analíticas (entrevistas, fuentes documentales, y la labor arqueológica) desde el enfoque del campo disciplinar conocido como Arqueología Histórica. Para ello, en una primera instancia, resulta necesario esbozar sintéticamente los cambios epistemológicos acaecidos en las Ciencias sociales en relación a pensar el espacio.

 

Espacio, imaginarios y monumentos de guerra. La continuidad del campo de batalla.

 

Los denominados “giros” de las ciencias sociales (lingüístico, etnográfico, histórico, cultural, emocional, espacial, etc.), acaecidos entre la década del 60´ y el 90´, fueron sucediéndose en torno a conceptos, problemas y áreas de interés que atraviesan diversas disciplinas. Como la metafórica figura lo indica, pueden tratarse de un cambio o renovación en torno a las formas de pensar o repensar la disciplina y sus alcances o de un retorno a supuestas esencias disciplinares que se creían pérdidas.

A fines de este trabajo, entre ellos se destacan los abordajes y producciones del denominado “giro espacial”. Desde la década del 60, a partir de la obra de Henry Lefebvre[3], Edward Said[4], Edward Soja[5] , David Harvey[6] y Doreen Massey[7] ; entre otros, se genera un enfoque disruptivo que busca dejar atrás la concepción estática, geométrica, absoluta del espacio y su categorización como marco contenedor o escenario en donde los hechos sociales acaecen. A tales fines, estos autores, toman distancia de las definiciones canónicas del espacio cuyos referentes son Euclides, Isaac Newton, René Descartes, entre otros, comprendiéndolo como una continua y dinámica producción social y asumiendo que su estudio resulta primordial a la hora de comprender la vida de las sociedades, tanto pretéritas como contemporáneas. De esta forma incorpora el estudio de las prácticas, cotidianidad, diacronía, representaciones e imaginarios, como elementos claves en la producción social del espacio.

Al estar el espacio en constante producción, en permanente movimiento, en un perpetuo hacer, la relevancia se centra entonces en cómo este se produce. Por lo tanto, resulta pertinente preguntarnos en relación a nuestro caso: ¿Cómo pensamos/imaginamos los espacios - pasados y presentes - de violencia? ¿De qué manera se siguen construyendo? ¿Quién los produce? ¿Subyacen intereses particulares tras esta producción? ¿Qué elementos juegan un rol en estas producciones? ¿Qué prácticas se ven involucradas en su construcción? y finalmente ¿Cómo emprendemos su estudio?

Al ser las prácticas espaciales empíricamente observables, registradas en diversos soportes, o simplemente recordadas por sus practicantes u observadores, dejan huellas, trazas o relictos plausibles de ser abordados en aras de una mayor comprensión en torno a las formas de constituciones espaciales a lo largo del tiempo.

 

 

La imaginación en el espacio

 

El rol de la imaginación en relación con la producción social del espacio ha sido desarrollado por diversos investigadores: Said[8]; Gregory[9]; Zusman[10]; Colombo[11]). Esta capacidad psicológica, en combinación con la racionalidad, resulta esencial en los procesos de construcción espacial (Zusman[12], Colombo[13]). Acordamos con David Gregory[14] en que “We might think of imaginative geographies as fabrications, a word that usefully combines "something fictionalized” and "something made real," because they are imaginations given substance”. De esta forma, las geografías imaginarias constituyen maneras de organizar los saberes en torno al mundo, son de carácter inmaterial, pero acaban materializándose - fusionándose indisolublemente - de formas diversas, soliendo circular en fotografías, dibujos y pinturas, films, cuentos, novelas y relatos, arquitecturas y en nuestro caso monumentos.

 

Guerra y monumentos: pétreos soldados en el campo de batalla.

 

Los monumentos - ya sea una placa conmemorativa colocada sobre un monolito, un busto o una cruz - forman parte del conjunto de estructuras dispuestas por los grupos humanos con el objetivo de transmitir algún tipo de significado, conceptualizar y materializar hechos particulares de su historia[15]. Tanto la elección del lugar como el soporte para la representación del evento, suelen ser creativamente pensados y elegidos; y a su vez, el hecho histórico a simbolizar constituye un recorte y una selección realizada por estos individuos desde un posicionamiento que responde a intereses colectivos y/o particulares.

Siguiendo a Torres[16] por sitio no debe entenderse un segmento o recorte de la superficie, sino más bien el lugar ocupado en el palimpsesto cultural  de la región, como parte de capas espacio-temporales que rara vez sedimentan en forma de estratos geológicos, sino más bien que se solapan, se entrecruzan, se repudian, repelen o buscan colonizarse. Estas capas del espacio “(…) construyen una unidad que existe tensionada y en constante cambio”[17].

De esta forma, cuando un monumento se coloca en el mismo sitio del evento que busca conmemorar (ya sea esta posición real o ficticia), la conexión entre sitio y significado es directa. Por ende, el propio sitio se constituye en el verdadero monumento. El objetivo de la agenda del proyecto habitualmente se manifiesta en la selección del sitio, el tipo de soporte e ideas y valores a ser representados. El propósito se ciñe a la voluntad de los actores que lo gestionan y ejecutan, pudiendo entrar en conflicto con los propósitos de otros actores, conflicto que producirá espacios en disputa. Las performances rituales, como una de tantas prácticas espaciales, suelen apuntalar los objetivos perseguidos por los agentes que emplazaron o celebran los eventos vinculados a la monumentalidad erigida. Por último, la representación refiere a los diseños y lenguajes visuales escogidos para comunicar las ideas que constituyen el motivo principal de un monumento y responden, también, a los imaginarios constituidos en esos espacios-tiempos. En nuestro caso, la violencia erigida en distintos contextos bélicos decimonónicos, y aquella originada entre vecinos y autoridades por la inminente construcción de un puerto multi-rubro, un astillero y una arenera en el paraje, se presenta eslabonada por la erección y distribución espacial de sendos monumentos de guerra.

Los monumentos o memoriales de guerra constituyen un tipo especial de monumentalidad y son una de las manifestaciones monumentales más antiguas de la historia humana. Si bien no es un fenómeno de la modernidad, la emergencia y afianzamiento de los estados naciones, durante los siglos XIX y XX, produjeron y poblaron cientos de espacios a lo largo y ancho del globo[18];[19]. La guerra como práctica social, violenta y traumática, genera memoria en diversas comunidades o colectivos que buscan inscribirlas en el espacio en aras de perpetuar algún tipo de evocación del acontecimiento.

Nuestro interés en esta clase de monumentalidad se originó ante la presencia de diversos y distintos monumentos esparcidos en las cercanías sobre antiguos campos de batalla, que tanto colegas como nosotros intervenimos arqueológicamente. Campos de batalla como Suipacha (1810), Vuelta de Obligado (1845), Cepeda (1859), La Verde (1874), entre otros poseen diversos tipos de monumentos asociados (Ramos et al.[20]; Landa et al[21]; Leoni y Martínez[22]). Estatuas, cenotafios, obeliscos, cruces y monolitos, entre otros; campean solitarios en estos desmesurados espacios abiertos donde los hombres supieron luchar y morir. En medio de los campos, en las colinas, a orilla de los mares y ríos, su morfología, tamaño y formas de representación oscila entre escalas que van de lo ínfimo a lo mega-monumental.

En relación a los monumentos erigidos en el paraje El Tonelero, su ubicación, sus relaciones espaciales, su materialidad y las prácticas performáticas en las que se ven involucrados, deben ser comprendidos a escala diacrónica tanto en relación a los eventos bélicos que pretenden evocar, como al conflicto político-espacial actual. 

 

Del pasado al presente y viceversa: batallas como condensadores espacio-temporales

 

El paraje del El Tonelero y sus tres batallas

 

El Tonelero es un paraje ubicado frente a la costa del Río Paraná - a unos 8 kilómetros del partido de Ramallo- al noroeste de la provincia de Buenos Aires y a unos 230 km, aproximadamente, de la Ciudad de Buenos Aires. El ambiente natural donde se encuentra enclavado posee una riqueza y diversidad de flora y fauna de gran valor, gracias a un entorno que es alimentado por las aguas del río Paraná y los fértiles suelos, ricos en materiales orgánicos. Los ríos y arroyos se extienden a lo largo de unos 100 kilómetros atravesando la formación Pampa Ondulada y contribuyendo a la acumulación de sedimentos acarreados por el sistema fluvial del Paraná-Paraguay, que influye en la cambiante formación de islas y bancos de arena.

El nombre de este paraje se inserta de lleno en la historia nacional argentina durante el siglo XIX, en momentos en donde la Confederación Argentina, liderada por el brigadier general Juan Manuel de Rosas, sostiene una serie de duras batallas que se engloban dentro de lo que se conoce como la Guerra del Paraná de 1845-1846 y la Guerra Platina de 1851-1852.

Previamente a las batallas desarrolladas frente a sus costas, ya tenemos registros históricos (AGN. Sala X. Secretaría de Rosas) de la existencia de un campamento estable de la División del Norte, comandada por Lucio N. Mansilla, desde 1842 aproximadamente. Desde dicho campamento se organizó toda la logística y estrategia desplegada durante la Guerra del Paraná, mientras esta se mantuvo dentro de las fronteras de la provincia de Buenos Aires.

Si bien el emplazamiento exacto de dicho campamento no se conoce, hemos podido identificar numerosas cartas en el Archivo General de la Nación que dan cuenta de su existencia. Varias de ellas fueron escritas desde el mismo campamento señalando su origen como “Campamento en la costa del Paraná, frente a la Isla del Tonelero” (AGN. Sala X. Secretaria General de Rosas). Dada la cambiante dinámica del ambiente fluvial que caracteriza al delta de Paraná, al contrastar mapas actuales con diversos mapas de los siglos XIX y principios del XX pudimos observar que la localización de la isla del Tonelero ha variado mucho a lo largo del tiempo. Situación que dificulta su la localización precisa del campamento y las batallas (Biblioteca de la Escuela Superior de Guerra y Departamento de Catastro de la Municipalidad de Ramallo).

Aun así, a partir del trabajo realizado tanto en el AGN como en el Servicio Histórico del Ejército, comprobamos, a partir del análisis de los intercambios epistolares entre Mansilla y sus oficiales con Rosas, la existencia de un campamento continuo y estable, por lo menos durante los tres años previos a la guerra y a lo largo de los dos años en los que se desarrolló el conflicto (aproximadamente 1842 a 1846). Uno de estos documentos, con fecha del 22 de diciembre de 1845, es decir casi un mes posterior a la batalla de la Vuelta de Obligado, señala que el pase de revista realizado ese día contabilizó un total de 1824 hombres, entre jefes militares y tropa. Independientemente de la certeza entorno a la localización precisa del campamento, sí sabemos con exactitud que frente a las costas de la isla del Tonelero tuvieron lugar tres batallas.

Las dos primeras sucedieron dentro del marco de la Guerra del Paraná (1845-1846), cuando la flota anglo-francesa, luego de vencer a la Confederación Argentina en la Batalla de la Vuelta de Obligado -el 20 de noviembre de 1845-, intentó remontar río arriba las aguas del Paraná, para así poder comercializar libremente las mercancías que traían desde Europa y abrir nuevos mercados en América del Sur.

El primero de estos enfrentamientos tuvo lugar el 9 de enero de 1846 cuando el ejército comandado por el general Lucio N. Mansilla, sabiendo que el enemigo tenía intenciones de continuar su viaje hacia el norte del Río Paraná, deja un grupo de hombres frente a las costas de la isla del Tonelero para tratar de dificultar su ascenso aguas río arriba. El desenlace del enfrentamiento, en este caso, tampoco fue fructuoso para las tropas de la Confederación, quienes sostuvieron una pequeña escaramuza con un convoy de seis barcos de guerra que protegían a 52 mercantes que trataban de pasar rumbo a Corrientes. Dicho convoy sorteo el paso al recostarse en la otra margen del río, logrando atravesarlo sin sufrir mayores daños[23].

Días más tarde -el 10 de febrero- el teniente inglés Lauchlan B. Mackinnon, al frente de la corbeta a vapor Alecto, en sus memorias de viaje describió como se volvió a combatir en estas tierras. Relató que, al pasar frente a sus costas junto con el Firebrand, y llevando consigo los refuerzos solicitados por los jefes extranjeros para atravesar las riberas santafesinas, se toparon con un cuerpo de caballería organizado en batería secundadas por cuatro cañones con los que mantuvieron un intenso pero rápido fuego, dada la velocidad que alcanzaban estos navíos[24].

La acometida anglo-francesa ocasionó otras dos batallas de gran consideración –sumadas a numerosas escaramuzas principalmente entre los meses de febrero y abril– en las aguas rioplatenses dentro de la provincia de Santa Fe, en las localidades de San Lorenzo –el 19 de enero– y en Punta Quebracho el 4 de junio. Sin embargo, en este trabajo las mismas no serán tenidas en consideración, dado que su objetivo es centrarse en los sucesos ocurridos en la localidad del Tonelero, pero su mención es pertinente para la total comprensión del conflicto.

La tercera y última de las batallas acaecidas en estas costas tuvo lugar en diciembre de 1851, en el contexto de la denominada guerra Platina, en donde se enfrentaron las fuerzas de la Confederación Argentina contra la alianza formada por el Imperio del Brasil, Uruguay y las provincias de Corrientes y Entre Ríos (figura II). Las relaciones con el Imperio de Pedro II estaban tensas desde 1850, cuando Brasil presenció que la Confederación salía airosa de una contienda que amenazaba con cambiar la geografía política del Plata y cuando observó la estabilidad que ganaba el país después de que Rosas firmara tratados con las dos potencias europeas, para cerrar el capítulo de la Guerra del Paraná. Tras esto, el Imperio acentuó una política exterior mucho más agresiva contra el gobierno de Rosas, quien era Brigadier General de la Confederación Argentina.

 

Figura II. Passage of the Tonelero during the Platine War (1851-52). Eduardo de Martino

Revista de História da Biblioteca Nacional edição 41 (1878)

 

El paso de los meses llevó a un recrudecimiento de las relaciones entre ambos países, pero el verdadero giro en la historia se dio con el pronunciamiento y establecimiento de alianza con el Imperio del Brasil por parte del General Justo José de Urquiza -caudillo de la provincia de Entre Ríos- en contra del General Rosas, dando lugar a las denominada Guerras Platina (1851-1852). Dentro de este marco político, el 17 de diciembre de 1851, el General Lucio Norberto Mansilla atacó a siete barcos brasileños que remontaban el río Paraná, para reunirse con el ejército que preparaba el General Urquiza. Los mismos habían zarpado de Colonia del Sacramento hacia Diamante, en una división compuesta por tres batallones al mando del brigadier Manuel Márquez de Souza -Vizconde de Porto Alegre-, en siete buques de guerra -cuatro vapores y tres buques de vela- bajo el comando del Vicealmirante Grenfell. El General Mansilla esperó a la escuadra a la altura de la barranca Acevedo, frente a la isla del Tonelero -lugar que había sido elegido anteriormente para la Guerra del Paraná-, con unas dieciséis piezas de artillería y unos 2000 hombres. Las tropas de infantería se distribuyeron en pelotones y algunas se parapetaron tras prominencias y zanjones[25]. Si bien la batalla duró poco tiempo, las fuerzas de la Confederación lograron hacerle frente y lastimar a la escuadra brasileña.

 

Tensión espacial en el paraje: el Tonelero actual

 

Desde fines del siglo XIX las costas del paraje el Tonelero paulatinamente se fueron poblando con asentamientos de fines de semana de pescadores y vecinos de Ramallo y San Nicolás, conocidos como ranchos. Hacia inicios del siglo XX, algunos de estos asentamientos fueron constituyéndose como hábitats estables y continuos por parte de algunas familias. Pese a esto, el paraje –nacido de la guerra- seguiría teniendo a la violencia como signo y sino. Episodios acaecidos durante la década pasada generarían nuevos conflictos y tensiones que enlazarían los eventos pretéritos bélicos y fundacionales de dicho espacio con un presente de lucha y disputa territorial en los que los monumentos tendrían un rol principal.

A principios del 2010, desde la Municipalidad de Ramallo, decidieron colocar un puerto y una arenera en la localidad. Sin consultar previamente con nadie, entraron con máquinas retroexcavadoras para comenzar los trabajos de construcción de las caletas necesarias para el amarre de las embarcaciones, destruyendo gran parte del humedal que caracteriza a esta zona del Paraná. Al enterarse los vecinos sobre la creación del puerto industrial ganadero y la arenera, comienza una pugna política entre estos y la Municipalidad de Ramallo. Dicha institución, lo primero que hace es exhortar a los vecinos a que desalojen el espacio, amenazándolo con la expropiación. La negativa de los habitantes no fue tenida en cuenta por la Municipalidad quien comienza a llevar a cabo el obraje de construcción. Ante este hecho los vecinos en actitud de boicot, se subieron a las máquinas retroexcavadoras, enfrentaron a los operarios y frenaron el trabajo interponiendo un amparo judicial. A estas acciones le siguieron una serie de enfrentamientos entre los intereses de los vecinos, quienes se constituyen legalmente como Asociación Vecinal, y los intereses de la Municipalidad e inversionistas que ponían su capital para la construcción del puerto.

Paralelamente, frente al impacto generado por las construcciones, algunos habitantes de Ramallo conforman “Unidos por la Vida y el Medio Ambiente” una ONG de carácter ambientalista que busca proteger al paisaje distintivo del paraje: los humedales. Dicha ONG desarrolló una intensa actividad política (manifestaciones La Plata, Rosario y Ramallo, cortes de rutas, asambleas, etc.) y presencia en las redes sociales (Youtube, Instagram, Twitter, Telegram y Facebook) (Figura III). Desde el año 2013, los reclamos territoriales de los vecinos del Tonelero incorporaron, en forma estratégica, a su lucha, los reclamos ambientales de la ONG conformando un bloque de acción.

 

Figura III a), b) y c). Actividades y reclamos vecinales y de ONGs en aras de proteger el humedal.

Foto de Milva Umaño Bertola y página de Facebook “El Tonelero no se toca” https://www.facebook.com/ElToneleroNoSeToca [visitado diciembre 2020]

 

La municipalidad al ver este nuevo frente ofrece a los vecinos del paraje la posesión de sus terrenos e inmuebles con la condición de poder construir un camino de acceso al puerto y la arenera paralelo a la costa y frente a sus moradas. Asimismo, aquellos vecinos que no aceptaran esta oferta podían ser recompensados económicamente para que desalojen sus domicilios.

Los vecinos, en forma unánime, rechazan la oferta municipal, en nombre de la defensa y preservación de los humedales. De esta forma continúan impulsando medidas de amparo generando en la Municipalidad de Ramallo -acorde a diversos vecinos entrevistados- una serie de reacciones teñidas por la agresividad: chicaneos, amenazas, aprietes, mafiosos, intentos de compras de influencias, entre otras.

 

 

La lucha, la historia y el monumento en clave estratégica

 

A medida que avanzaba la lucha, esta iba adquiriendo ribetes infructuosos. Frente a la imposibilidad de triunfo por parte del bloque vecinos/ambientalistas, estos sumarían en su estrategia una nueva bandera de lucha: la preservación del sitio histórico. Para reforzar y legitimar en el paisaje, una memoria de los eventos bélicos mencionados, se constituyó por parte de vecinos una “Comisión de homenaje a los caídos” que  en el 2011, construyó una cruz de hierro y madera con base de material, que emplazaron en el paraje, justo en el lugar que la municipalidad pretendía construir el puerto. Junto a esta colocaron una placa que conmemora a los caídos en el combate de la lucha por la soberanía nacional (figura IV). El monumento fue descubierto en un acto inaugural en el cual se convocaba a las familias locales a conmemorar el evento (figura V a). En dicho acto, de claro signo popular, ofició un sacerdote y se compartió comida y mate durante toda la tarde. A su vez fue emplazada cartelería referente a la ubicación del monumento y al hecho histórico que pretende conmemorar. Este acto representó un claro posicionamiento espacial y político dentro del campo de disputas, en donde el recorte selectivo de este evento del pasado, legitima su posición en el presente. El sitio del monumento fue consensuado por todos los implicados en el homenaje, así se resolvió que sea frente a las costas del Paraná, en el lugar que ellos sostienen que ocurrió el evento bélico; posición contraria a la que mantiene la Municipalidad[26].

 

Figura IV. a) estado actual, b) placa conmemorativa y c) Inauguración de la cruz de hierro erigida por el colectivo de vecinos.

Fotos de Carlos Landa.

 

Figura V. a) Panfleto o flyer de invitación al evento inaugural del monumento conmemorativo emplazado por los vecinos. b) Invitación oficial de la Municipalidad de Ramallo a la inauguración del monumento al General Lucio N. Mansilla.

Página de Facebook “El Tonelero no se toca”  https://www.facebook.com/ElToneleroNoSeToca y Blog Patricios de Vuelta de Obligado http://patricios-vuelta-obligado.blogspot.com. [visitados diciembre 2020]

 

Dos años más tarde, el 15 de junio de 2013 (http://jovenesrevisionistas.org/ 2013 y http://patricios-vuelta-obligado.blogspot.com/ 2013), por medio de una invitación oficial y protocolar las autoridades de la Municipalidad de Ramallo y el Museo Histórico de Ramallo resolvieron inaugurar un monumento conmemorativo erigido en honor al Gral. Lucio N. Mansilla (figura Vb). El mismo se encuentra alejado aproximadamente unos dos kilómetros del área señalada y monumentalizada por los vecinos y ambientalista como el lugar en donde ocurrieron las batallas y ubicado en un camino interno elevado sobre la barranca, dejando a las casas entre este y la costa (figura VI). A ambos monumentos concurren en los días de evocación grupos de recreacionistas históricos, emulando trajes y armamentos de las tropas de la Confederación Argentina, convocados tanto por la Municipalidad como por los vecinos de Ramallo (figura VII).

  

Figura VI. Relaciones espaciales establecidas entre ambos monumentos y su accesibilidad

 Cortesía de Luis Coll

 

Figura VII a y b. Grupos recreacionistas históricos en formación en la inauguración de ambos monumentos.

Blog “Patricios de Vuelta de Obligado” http://patricios-vuelta-obligado.blogspot.com [visitado diciembre 2020]

 

En el intervalo comprendido entre la erección de ambos monumentos, tuvieron lugar las primeras intervenciones de un equipo de Arqueología en la zona. Esta tarea estuvo a cargo del grupo de investigación “Programa e Arqueología Histórica y Estudios Pluridisciplinarios (ProArHEP)” de la Universidad Nacional de Luján (UNLu), bajo la dirección del Dr. Mariano Ramos. El mismo fue convocado por las autoridades municipales de Ramallo, quienes le solicitan verbalmente la realización de una pesquisa objetiva. La puesta en conocimiento del conflicto caracterizado por parte de Ramos y sus colaboradores, motivaron que la primera de sus acciones fuera llevar a cabo una charla abierta realizada en el Consejo Deliberante. A la misma concurrieron tanto las autoridades presentes como vecinos auto-convocados. Allí se expusieron por un lado la metodología de trabajo arqueológico llevada a cabo a lo largo de más de una década en el sitio Vuelta de Obligado[27] y por el otro los conocimientos que se tenían hasta entonces sobre la batalla de El Tonelero (aspectos documentales y paisajísticos). Desde entonces se llevaron a cabo tanto campañas de prospección superficial y utilizando detectores de metal como múltiples sondeos exploratorios durante los años 2012, 2013, 2016 y 2017 (figura VIII). Las dos primeras campañas fueron solventadas pro la Municipalidad de Ramallo (alojamiento y comida), sin embargo, desde el 2014, sin explicaciones pertinentes, dejaron de hacerlo.

 

Figura VIII. Sondeos exploratorios sistemáticos llevados a cabo por el equipo de investigación del Proarhep (UNLu) dirigido por el Dr. Mariano Ramos.

Foto de Milva Umaño Bertola.

 

Desde dichas intervenciones, los vecinos, sin abandonar el reclamo ambiental, comenzaron a levantar primordialmente la bandera reivindicativa del patrimonio histórico. Desde entonces el trato entre vecinos y equipo arqueológico es fluido y directo, estando los primeros presentes en las campañas, realizando apoyo logístico (preparando y sirviendo comida, facilitando sus viviendas para momentos de reposo, etc.). Al igual que las autoridades municipales, los vecinos también solicitaron un trabajo objetivo, manifestando la aceptación de posibles resultados negativos a su causa.

Uno de los últimos hechos que ocurrió en relación a este paraje fue el intento, por parte de los vecinos, de declararlo “Sitio Histórico Provincial”. Para esto entraron en contacto con dos diputados ramallenses, Roberto Filpo y Graciela Rego, quienes mediante el proyecto 12-13D6590 de autoría conjunta lograron que la Cámara de Diputados diera media sanción a la propuesta legislativa, en octubre de 2012 (ver zonanortehoy.com 2012). Al poco tiempo el proyecto pasó al Senado, quien también ratificaría la declaración y sanción de la ley, de este modo quedaba la responsabilidad puesta en el Poder Ejecutivo Provincial para dar lugar a la declaración. Lamentablemente el entonces gobernador Daniel Scioli en enero de 2013 vetó el proyecto de ley (Internet archives. Wayback machine 2013), quedando truncos todos los esfuerzos realizados para su concreción y poniendo en evidencia intereses más amplios que meramente los locales.

En la actualidad esta lucha ha entrado en un punto muerto, se ha enfriado, aunque decantándose ligeramente hacia los objetivos de la Municipalidad. La institución avanzó con la realización del camino y con la ocupación costera de la arenera. Por su parte los vecinos, sin dejar de lado sus reclamos, se han resignado. Entre los dos actores en pugna se ha establecido una suerte de equilibrio asimétrico, en donde el conflicto siempre potencial, hiberna.

 

Metodología

En cuanto a la metodología a desarrollar la misma posee su anclaje en el campo de conocimiento conocido como Arqueología histórica[28]. Conjuga y condensa la realización de entrevistas con abiertas con vecinos del paraje el Tonelero y las ciudades de Ramallo y San Nicolás, el análisis de fuentes documentales provenientes de diversos archivos y repositorios, la investigación arqueológica de campo y el análisis espacial en torno a las relaciones establecidas entre los monumentos, sus características materiales y simbólicas, así como sus vías de acceso.

En lo que respecta a las entrevistas, como se mencionó, las mismas fueron de carácter semi estructurado a partir de la implementación de una serie de preguntas abiertas cuyo fin es el de posibilitar el desarrollo extenso de expresiones y asociaciones libres por parte de los entrevistados[29]. En ellas se buscó interpelar a los vecinos en torno a su relación con el paraje y los hechos de relevancia histórica allí acaecidos, así como comprender que es lo que sabían en torno al devenir del lugar y que vínculo poseían con el mismo. De esta forma se generó un corpus de siete entrevistas[30]. Todos los entrevistados poseen un habitar de más de tres décadas en el paraje, pero solo uno de ellos es un habitante permanente, siendo los demás ocupantes de fin de semana o concurrentes asiduos.

En relación al análisis de fuentes documentales, fueron relevados: Archivo General de La Nación (AGN), específicamente sector hemeroteca, Sala X – Secretaría de Rosas, Cartografía histórica, Fondo de Contaduría Nacional (1810-1900), Servicio Histórico del Ejército (SHE), Archivo del Museo Histórico Municipal de Ramallo Hércules Rabagliati (MHRHR) y Archivo del Museo y Biblioteca de la Casa del Acuerdo de San Nicolás (MBCASN). La documentación hallada pertinente a las tres batallas acaecidas en el paraje fue escasa. Se obtuvo información en torno a la existencia de un campamento estable entre los años de 1842 a 1846, con una población aproximada de 2000 hombres que componían la División del Norte. Por otra parte, si se hallaron datos vinculados con las jerarquías militares y con el aprovisionamiento de recursos, vestuario y armamentos. Por último, no se obtuvieron documentos cartográficos ni información alguna en torno tanto al desarrollo de la batalla como a la ubicación de campamento y tropas. El rol de las fuentes documentales fue de carácter heurístico, siendo útiles a la investigación arqueológica desarrollada. Ni los vecinos ni la Municipalidad se apropiaron de ellas.

Las prospecciones y sondeos exploratorios llevados a cabo en diversos sectores del paraje el Tonelero por el ProArHEP-UNLu, no arrojaron certeza con respecto a los lugares precisos de las batallas[31]. En cuanto al análisis espacial, el mismo fue de carácter cualitativo. Este tipo de análisis se caracteriza por ser de índole descriptivo, establecer asociaciones espaciales relativas que posibilitan la comparación de características particulares del espacio construido (Buzai y Baxendale[32]; Serafini[33]; Coll[34]).

 

Discusión y resultados: los diversos soldados en el campo de batalla 

 

Siguiendo a Lindón y Hiernaux[35] entendemos a los imaginarios espaciales como constituyentes de materiales a partir de los cuales se elaboran relatos que sirven para sustentar recíprocamente a los sujetos y lugares. De esta forma se torna necesario comprender a las relaciones sociales que contienen y producen a los imaginarios espaciales en torno al paraje de El Tonelero. En función del objetivo primordial de este trabajo y de la metodología esbozada es que buscamos responder o dar cuenta de diversos interrogantes que han orientado nuestra investigación: ¿Qué tipos y formas de relaciones acaecen en este espacio? ¿Qué imaginarios espaciales y con qué métodos fueron producidos por los actores en disputa (vecinos y Municipalidad)? ¿Qué rol juegan los monumentos evocativos de las batallas en este espacio y sus imaginarios? ¿Existe entre ellos una relación espacial? ¿Qué rol juegan sus materiales ¿Cuál fue el rol del arqueólogo en el espacio de confrontación?

Al momento de responder al primer interrogante, tal vez resulte redundante -dado lo manifestado previamente- afirmar que la clave que signa al espacio conocido como el paraje El Tonelero es la confrontación. Confrontaciones pretéritas resueltas por las armas se enlazan con confrontaciones actuales que responden a intereses político-económicos en disputa, estableciendo una relación que se pretende estrecha entre el pasado y el presente, de cara a sendos promisorios futuros.

De esta forma el campo de batalla se renueva constituyendo un espacio en donde se construyen y buscan imponerse imaginarios opuestos, cada uno con sus “armas” particulares. Como sostiene Pamela Colombo[36] el espacio de confrontación refiere también al modo en que las representaciones sobre dicho espacio son arena de disputa; de este modo su control y la ocupación será consecuencia tanto de las definiciones barajadas por los actores en pugna como de las maneras en que estos buscan imponerlas.

En la disputa espacial entre la municipalidad de Ramallo y la asociación de vecinos, iniciada hacia el 2010, se destaca un hito relevante que es motivo de referencia en la totalidad de las entrevistas llevadas a cabo: la erección de la cruz de hierro por parte de estos últimos. En las entrevistas realizadas en el año 2013, los vecinos cedieron fotografías personales en torno a la manufactura y levantamiento del monumento, así como del día de su acto inaugural (figura IX). Acorde a ello, manifestaron que su finalidad era poner en valor el paraje, que había sido ambientalmente dañado por los intereses de la municipalidad. A tal fin apelaron a la conmemoración de una de las batallas.


Figura IX a) y b). Manufactura de la cruz monumental por parte de vecinos del paraje El Tonelero.

Fotos de Milva Umaño Bertola

 

De las charlas con los vecinos pueden inferirse difusos conocimientos previos en torno a la historia del paraje y la relación que éste tenía con la batalla de Vuelta de Obligado (1845) y la Guerra del Paraná (1845-1846). Con el objetivo de profundizar en la historia del lugar hurgaron en fuentes digitales, específicamente Wikipedia. De la información obtenida seleccionaron la batalla del 17 de diciembre de 1851 (entre Mansilla y Urquiza, Guerra Platina) para grabar en la placa adosada al monumento. Sin embargo, en su imaginario el hecho histórico que exaltan son las batallas “por la soberanía” contra los invasores anglo-franceses (Guerra del Paraná). Dicho imaginario posee su correlato espacial, esto se evidencia en el lugar escogido por los vecinos para el emplazamiento de su cruz. Este monumento se ubica a la vera del río y es de carácter rasante. Su efigie se sitúa sobre la costa y sobre fondeadero artificial, permitiendo observar el pasaje y la isla del tonelero. El mismo no posee iluminación. A unos pocos metros al SO se encuentra la arenera (ver figura IV).

Como contracara, la municipalidad inauguró dos años después, el monumento al Gral. Lucio Norberto Mansilla, Comandante de la División del Norte de la Confederación. Dicho monumento, de carácter oficial, está constituido por un busto de yeso pintado con color dorado, símil bronce y montado sobre un pedestal de material (ladrillos revocados y pintados) (figura X). Este tipo de marcas territoriales son parte de una tradición conmemorativa que remite a los primeros y ya clásicos monumentos erigidos a los próceres ya desde fines siglo XIX siendo su objetivo imprimir en el espacio designado la versión del imaginario estatal-nacional. Este carácter se realza al estar rodeado por tres mástiles con banderas nacionales, provinciales y municipales (dichas banderas no se encuentran actualmente), contando con iluminación a base de pantallas solares. El hito conmemorativo se emplaza 3,5 km al NO de la cruz caracterizada, sobre la barraca superior, a la vera del camino y por encima de las casas de los vecinos. La placa adosada evoca también al campamento del Tonelero. Desde este punto se observan los interiores de sus casas, así como los caminos internos que las conectan, pero no al Río Paraná, espacio en donde se desarrollaron las batallas.

  

Figura X a) y b). Inauguración del monumento al Gral. Lucio N. Mansilla erigido por la Municipalidad de Ramallo y estado actual.

Blog “Patricios de Vuelta de Obligado” http://patricios-vuelta-obligado.blogspot.com [visitado diciembre 2020]

 

La génesis de ambos monumentos conmemorativos pone de manifiesto que “(…) los imaginarios geográficos pueden llegar a ser tan fuertes que terminan por provocar la misma acción del Estado (…)”[37] en este caso contrariamente a lo planteado por Derek Gregory y colaboradores en su Diccionario de Geografía Humana (2009[38]), el imaginario contra-geográfico es presentado por las institución que detenta el poder y se supone hegemónica. Será la relación entre estos tipos de imaginarios y la imposición de unos sobre otros lo que culminarán reconfigurando la geografía material[39].

En cuanto a la relación espacial que existe entre ellos, resulta conveniente ampliar la escala espacial a fines de desarrollar un análisis de índole cualitativo. Ambos monumentos constituyen nodos en el paisaje que se conectan o no con diversas vías posibilitando o restringiendo su accesibilidad y visibilidad[40]. El monumento de los vecinos se encuentra ubicado donde el camino concluye dando paso al río. Dicha vía comunica el complejo arenero tanto con el camino de la Costa, que une la localidad de San Nicolás con la de Ramallo, como con el que comunica las localidades de Sánchez y Villa Ramallo. Ambos caminos transversales se encuentran pavimentados. Todos los accesos existentes conducen a ambos monumentos (ver figura VI). La diferencia entre ellos es que solamente en el camino de la costa se encuentra cartelería que indica la dirección al monumento erigido por los vecinos de la zona, posibilitando así su acceso a interesados (figura XI). Podemos afirmar que la cruz vecinal posee una visibilidad mayor que el busto oficial. Resulta interesante destacar que la cartelería confeccionada por los vecinos en madera primero y en chapa después, ha sido removida en varias ocasiones y vuelta a confeccionar y posicionar en los mismos lugares del paisaje. Los vecinos acusan a la municipalidad de sacar dichos carteles pues van en contra de sus intereses en el paraje, dando lugar a esta “guerra de carteles” (figura XI). En estos espacios cuya rúbrica es la confrontación “El control y/o manipulación sobre las representaciones espaciales es igual o más importante que el control sobre la materialidad del espacio; en otras palabras, quien maneje las representaciones podrá manejar también la dimensión material del espacio”[41], la “guerra de los carteles” debería ser pensada en esta tónica.

 

Figura 11 a), b) y c). Cartelería indicativa del paraje El Tonelero.

Fotos de Carlos Landa

Por otra parte, tanto los vecinos como la municipalidad echaron mano a un arsenal de prácticas performáticas para poner en juego en el espacio de confrontación. Los imaginarios espaciales de unos y otros implicaron la intervención de grupos recreacionistas históricos en sus actos inaugurales. Dichos grupos, vestidos a la usanza de los soldados confederados, desfilaron y ejecutaron música marcial, cada uno en el monumento pertinente. Esta práctica solo fue empelada pro la municipalidad en una ocasión, mientras que los vecinos lo repitieron en reiterados aniversarios. Por otra parte los vecinos compusieron una canción alusiva a la batalla de Tonelero y su paraje, subiéndola a las redes sociales YouTube y Facebook (https://www.youtube.com/watch?v=70CvVtpUObw). De esta forma el espacio se construye creativa y performáticamente a través de la circulación y repetición de discursos, rituales y representaciones, creando cartografías enfrentadas[42].

Los contendientes en lid, como estrategas en el campo de batalla, desarrollaron tácticas en donde emplearon armas antiguas y similares: monumentalidades y performatividades como elementos constructores de sus diferentes imaginarios espaciales. Si bien las formas materiales y los posicionamientos espaciales difieren, estas se vinculan bajo el signo del conflicto. La tensión latente entre los actores involucrados originan repuestas de unos y otros: monumentos ad-hoc impulsados por particulares generan la respuesta del estado en forma de monumentalidad tradicional, invirtiendo así la lógica relacional del monumento/contra-monumento caracterizada en los noventas del siglo pasado desde la Historia del Arte y los estudios de Bellas Artes[43].

Siguiendo a Pamela Colombo[44] dado que “El espacio que es posible imaginar nos habla entonces directamente de las posibilidades de la acción política”, los imaginarios se enfrentan, tratan de boicotearse y plantar su bandera. Las batallas se replican en este espacio, otrora con carne de la soldadesca despedazada por la metralla de la artillería, ahora con centinelas pétreos y ferrosos o con hombres que se disfrazan como soldados. Cada cual defendiendo y justificando su posición.

Del corpus de entrevistas llevadas a cabo se desprende que no existen memorias ancestrales o profundas que encadenen a esos lugares marcados. La elección de las prácticas espaciales en pugna ocurre, entonces, en función de intereses contrapuestos.

Es en esta dinámica que ambos contendientes recurren al trabajo arqueológico como forma de legitimar sus posicionamientos e intereses. De esta forma el arqueólogo fue arrojado a la arena, constituyéndose en un actor cuyo rol sería el de legitimar un espacio a través de un saber legitimado socialmente. Para ello, tanto la municipalidad como los vecinos dentro de sus posibilidades contribuyeron con recursos y logística al trabajo arqueológico. La arqueología se constituyó en un espacio de escucha, tornándose en una herramienta más en el campo de batalla de los imaginarios sobre el Tonelero. Como subrayamos anteriormente, la investigación arqueológica histórica no ha obtenido aún resultados fehacientes que arrojen luz en torno al lugar preciso de desarrollo de los caracterizados episodios bélicos. El sistemático trabajo de la disciplina no comulga con la relativa urgencia de los intereses en pugna.

 

Reflexiones finales a modo de cierre

 

El espacio podría pensarse con analogía geológica/psicológica, aunque no siguiendo la teoría de estratificación del geólogo inglés Charles Lyell[45] en donde los estratos se sedimentan y depositan en orden cronológico, sino más bien como una condensación de múltiples capas de significantes espacio-temporales que distando de poseer coherencia coexisten oscilando entre la repulsión y la atracción. La construcción de una o varias subjetividades “en lucha” poseen su manifiesto espacial (Lefevbre[46]; Colombo[47]). En el caso del paraje del Tonelero la producción del espacio y la producción del colectivo vecinal constituyen procesos unísonos, que provocaron la reacción municipal y su consiguiente accionar espacial. Como todo espacio el paraje el Tonelero, su costa y su isla, se encuentra en el hacer, en un proceso de carácter continuo y dinámico. Su entramado espacial se ve constituido por una multiplicidad de prácticas que enlazan y evocan tiempos diversos desde perspectivas adversas, pero con un objetivo en común: cristalizar y hegemonizar sólo a una de ellas. Cruces, bustos, canciones, artefactos[48]; entre otros son parte del arsenal de los combatientes. Monumentos enemigos que como combatientes agazapados no se ven, pero se intuyen. Ocupan espacios estratégicos que se esfuerzan por marcar. Como corresponde con los enemigos, no existirían si no fueran por el otro. Su rol es triunfar en la disputa, pues junto a otras prácticas como los relatos y las actividades performáticas son la clave para definir y materializar el espacio imaginado. De esta forma en el espacio de confrontación, los rivales buscarán hacer “presente la ausencia” a través de los relictos, narrativas, discursos, huellas, trazas y rasgos que el pasado brinda en forma material, ya sea por su cuenta o dejándolo en manos de profesionales.

Los arqueólogos y su trabajo -prácticas y saberes legitimadas– constituyeron en el espacio de confrontación un arma más dentro de un arsenal plausible de ser utilizado por los contrincantes. Los tiempos y métodos de esta disciplina, no se ajustaron a las necesidades de la lucha. Al no poder responder a los requerimientos de precisión espacial de sus imaginarios, los arqueólogos -si bien reconocidos como autoridades competentes por ambas partes- fueron quedando relegados a una suerte de “tierra de nadie” (dejaron de ser consultados, se les retiró el apoyo económico municipal y disminuyó el interés vecinal). Este tipo de situaciones arroja por la borda toda idea de neutralidad atribuida a las ciencias, instaurada desde una modernidad positivista. La academia y sus investigadores están siempre inmersos en múltiples campos de batalla, algunos de ellos inciertos y desconocidos. La reflexión y la crítica por parte de las disciplinas debe ser un trabajo continuo que debe ponerse en palabras.

Actualmente, como comentamos, la contienda del Tonelero se encuentra en un periodo de “paz armada” o de “stand by” como a la espera de nuevos factores que reactiven la lucha. Lo que duró la intensidad del conflicto duraron las actividades evocativas de unos y otros. Los imaginarios y sus efectos de realidad no se han sustituido unos por otros; no aun. Cada soldado en su trinchera afila los sables y rechina los dientes, cualquier momento puede ser bueno para la carga. La presente lucha, así como las que la precedieron dejará pregnado el espacio de marcas materiales y de relatos que pronto no serán otra vez más que huellas. Tal vez ellas también se erijan en armas a utilizarse en nuevos conflictos. Frente al caso de que ambos actores llegasen a un consenso, se debe considerar que, como sostiene Henri Lefevre[49] “(…) a nuevas relaciones sociales, un nuevo espacio, y viceversa” generando una nueva instancia en producción de ese espacio. Nuevos imaginarios espaciales surgirán y allí estarán las historias fragmentadas, los vestigios oxidados, diversos pliegues temporales y los recuerdos imprecisos.

 

Agradecimientos

 

Deseamos agradecer a la Dra. Pamela Colombo por introducirnos en geografías teóricas desconocidas, a Samanta Pérez Berzal por su mirada de editora, a Luis Coll por la confección de las imágenes aquí presentadas y a Lic. Rocío Díaz Legaspe por su correcta traducción del resumen.

 

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* Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Instituto de Arqueología. Facultad de

Filosofía y Letras. Universidad de Buenos Aires. Argentina.

** Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano. Facultad de Filosofía y Letras. Universidad de Buenos Aires.

[1] Umaño, M. y Landa, C. (2018). “Monumentos de guerra espejos del olvido y del recuerdo”. La Descommunal. Revista Iberoamericana de Patrimonio y Comunidad n° 4 (pp. 86-100). Cáceres.

[2] Ramos M., Helfer, V., Bognanni, F., González Toralbo, C., Luque, C., Pérez, M., y Warr, M. (2010). “Cultura material y aspectos simbólicos: el caso de la batalla de la Vuelta de Obligado” en Berón, M; Luna, L.; Montalvo, C.; Aranda, C.; y Carrera Aizpitarte, M. (eds.). MamülMapu: Pasado y presente desde la arqueología pampeana. Tomo 2 (pp. 491-507). Buenos Aires: Libros del Espinillo. Ramos M., Bognanni, F., Lanza, M., Helfer, V., González Toralbo, C., Senesi, R., Hernandez De Lara, O., Pinochet, H. y Clavijo, J. (2011). “Arqueología histórica de la batalla de Vuelta de Obligado, Provincia de Buenos Aires, Argentina”. En Hernández de Lara, O. y Ramos, M. (comps.). Arqueología histórica en América Latina: perspectivas desde Argentina y Cuba (pp. 13-32). Buenos Aires: PROARHEP.

[3] Lefebvre, H.  (2013) [1974]. La producción del espacio. Madrid: Capitán Swing.

[4] Said, E. (2008) [1979]. Orientalismo. Barcelona: De Bolsillo.

[5] Soja, E. (1989). Postmodern Geographies. The Reassertion of Space in Critical Social Theory. Londres: Verso.

[6] Harvey, D. (1998). “La experiencia del espacio y del tiempo” en La condición de laposmodernidad (pp. 223-256). Buenos Aires: Amorrortu.

[7] Massey, D. (1999). “Spaces of Politics” en Massey, D., Allen, J., y Sarre, P. (eds.). Human Geography Today. (pp. 279-294). Londres: Cambridge.

[8] Said, E. (2008) [1979]. Orientalismo. op. cit.

[9] Gregory, D. (2004). Architectures of enmity. The colonial present. Afghanistan. Palestine. Iraq. Londres: Blackwell Publishing. pp.17-29.

[10] Zusman, P. (2013). “La geografía histórica, la imaginación y los imaginarios geográficos”. Revista de Geografía Norte Grande n°54 (pp. 51-66). Santiago de Chile.

[11] Colombo, P. (2017). Espacios de desaparición. Vivir e imaginar los lugares de la violencia estatal (Tucumán 197-1983). Buenos Aires: Miño y Dávila.

[12] Ibid.

[13] Ibid.

[14] Ibid. p. 17.

[15] Umaño, M. y Landa, C. “Monumentos de guerra espejos del olvido y del recuerdo”. op. cit.

[16] Torres, S. (2006). “Cuidad, memoria y espacio público: el caso de los monumentos a los detenidos y desaparecidos”. Memoria y Sociedad n° 20 (pp. 17-24). Bogotá.

[17] Colombo, P. Espacios de desaparición. Vivir e imaginar los lugares de la violencia estatal (Tucumán 197-1983). op. cit., p 265.

[18] Doldán, M. y Landa, C. (2015). “La batalla en el monumento de batalla” en El Sigma. Disponible en: http://www.elsigma.com/arte-y-psicoanalisis/la-batalla-en-el-monumento-de-batalla/12940  [último acceso diciembre 2020].

[19] Umaño, M. y Landa, C. “Monumentos de guerra espejos del olvido y del recuerdo”, op. cit.

[20] Ramos M., Helfer, V., Bognanni, F., González Toralbo, C., Luque, C., Pérez, M., y Warr, M. “Cultura material y aspectos simbólicos: el caso de la batalla de la Vuelta de Obligado” op. cit. Ramos M., Bognanni, F., Lanza, M., Helfer, V., González Toralbo, C., Senesi, R., Hernandez De Lara, O., Pinochet, H. y Clavijo, J. “Arqueología histórica de la batalla de Vuelta de Obligado, Provincia de Buenos Aires, Argentina”, op. cit.

[21]  Landa, C., Montanari, E. y Gómez Romero, F. (2011). “‘El fuego fue certero y bien dirigido (…)’ Inicio de las investigaciones Arqueológicas en el sitio campo de batalla de La Verde (Partido de 25 de Mayo, Provincia de Buenos Aires)”. En Hernández de Lara, O. y Ramos, M. (comps.). Arqueología histórica en América Latina: perspectivas desde Argentina y Cuba (pp. 46-57). Buenos Aires: PROARHEP.

[22] Leoni, J. y l. H. Martínez, (2012). Un abordaje arqueológico de la Batalla de Cepeda, 1859. Revista Teoría y Práctica de la Arqueología Histórica Latinoamericana n° 1 (pp. 139-150). Rosario.

[23] Rosa, J.M. (1965). Historia Argentina. Buenos Aires: Oriente.

[24] Mackinnon, L. B. (1957) [1848]. La escuadra anglo-francesa en el Paraná. 1846. Buenos Aires: Hachette.

[25] Saldías, A. (1958) [1911]. Historia de la Confederación Argentina. Buenos Aires: Editorial O.C.E.S.A.

[26] Umaño, M. y Landa, C. (2018). “Monumentos de guerra espejos del olvido y del recuerdo”, op. cit.

[27] Ramos M., Helfer, V., Bognanni, F., González Toralbo, C., Luque, C., Pérez, M., y Warr, M. “Cultura material y aspectos simbólicos: el caso de la batalla de la Vuelta de Obligado” op. cit. Ramos M., Bognanni, F., Lanza, M., Helfer, V., González Toralbo, C., Senesi, R., Hernandez De Lara, O., Pinochet, H. y Clavijo, J. “Arqueología histórica de la batalla de Vuelta de Obligado, Provincia de Buenos Aires, Argentina”, op. cit. Ramos, M., Lanza, M., Helfer, V., Bognanni, F., Raies, A., Darigo, M., Dottori, C., Warr, M., Santo, C., Raño, J., Hernández De Lara, O., Pinochet, H., Alanís, S., y Umaño. M. (2014). “Arqueología histórica de la Guerra del Paraná: la de Vuelta de Obligado y el Tonelero” en Landa, C. y Hernández de Lara, O, (eds.). Sobre los Campos de Batalla. Arqueología de conflictos bélicos en América Latina (pp. 75-109). Buenos Aires: Aphsa.

[28] Orser, CH. (1996). A Historical Archaeology of the Modern World. Nueva York y Londres: Plenum Press.

[29] Guber, R. (1991). El salvaje metropolitano. Buenos Aires: Paidós.

[30] Debido al conflicto manifiesto, sus nombres no serán mencionados en aras de resguardar su identidad.

[31] Helfer, V.; Raies, A.; Landa, C.; Bognanni, F.; Dottori, C.; Santo, C. y Ramos, M. (2012). Estudio preliminar del sitio arqueológico Tonelero, en el marco la Guerra del Paraná. Luján: Programa de Arqueología Histórica y Estudios Pluridisciplinarios (PROARHEP). Departamento de Ciencias Sociales. Universidad Nacional de Luján (UNLu).

[32] Buzai, G. y Baxendale. C. (2006). Análisis Socioespacial con Sistemas de Información Geográfica. Buenos Aires: Lugar. Serafini, M. (2009). “Interpretación visual de imágenes: Criterios y Técnicas”, en Cuadernillo de la Carrera de Especialización en Teledetección y Sistemas de Información Geográficas aplicados al estudio del medio ambiente. Luján: UNLu.

[33] Serafini, M. (2009). “Interpretación visual de imágenes: Criterios y Técnicas”, en Cuadernillo de la Carrera de Especialización en Teledetección y Sistemas de Información Geográficas aplicados al estudio del medio ambiente. Luján: UNLu.

[34] Coll, L. (2018). Territorios Actuales y Ancestrales. Modelos de predicción de localización de puestos actuales y asentamientos arqueológicos de sociedades productivas del pasado en la pre-cordillera en la región de Fiambalá (Dpto. Tinogasta, Catamarca – Argentina). MS. Tesis Doctoral. Buenos Aires: Facultad de Filosofía y Letras. Universidad de Buenos Aires.

[35] Colombo, P. Espacios de desaparición. Vivir e imaginar los lugares de la violencia estatal (Tucumán 197-1983), op. cit.

[36] Ibid.

[37] Ibid.

[38] In response, imaginative counter-geographies are deliberate attempts to displace, subvert and contest the imaginative geographies installed by dominant regimes of power, practice and representation.” Gregory, D., Johnston, R., Pratt, G., Watts, M. y Whatmore, S. (2009). The Dictionary of Human Geography. Londres: Blackwell Publishers, p. 371.

[39] Zusman, P. (2013). “La geografía histórica, la imaginación y los imaginarios geográficos”. op. cit.

[40] Conolly, J. y Lake, M. (2009). Sistemas de Información geográfica aplicados a la arqueología. Madrid: Bellaterra.

[41] Colombo, P. Espacios de desaparición. Vivir e imaginar los lugares de la violencia estatal (Tucumán 197-1983). op. cit., p 72.

[42] Ibid.

[43] En la década de los noventa, James Young acuña el término contramonumento para referirse a la puesta en escena de nuevos tipos de monumentos que reúnen patrones y características tanto de índole funcional, formal como conceptual que se diferencian de la iconografía del monumento tradicional. Ver: Martínez Rosario, D. (2013). La obra de arte como contramonumento. Representación de la memoria antiheroica como recurso en el arte contemporáneo [Tesis doctoral no publicada]. Valencia: Universitat Politècnica de València. DOI:10.4995/Thesis/10251/34786 [visitado diciembre 2020].

[44] Ibid., p 184.

[45] Lyell, C. (1830). Principles of Geology. Londres: John Murray.

[46] Lefebvre, H. La producción del espacio. op. cit.

[47] Colombo, P. Espacios de desaparición. Vivir e imaginar los lugares de la violencia estatal (Tucumán 197-1983). op. cit.

[48] Durante las entrevistas, uno de los vecinos nos ha mostrado sus hallazgos de materiales: sable, tintero, fragmento de bala de cañón y platina de arma de avancarga. Sin embargo, su descontextualización, no permite adscribirlo fehacientemente a alguno de los eventos bélicos acaecidos. No obstante, esto, resulta interesante destacar que “La materialidad tiene un poder ambiguo. Este poder peculiar, (…) emana de la habilidad de los objetos de ser simultáneamente signos y símbolos, al traer una verdadera parte del pasado al presente y, a su vez, cargar eternas reinterpretaciones simbólicas” y forma parte de los imaginarios espaciales del paraje del Tonelero. Guglielmucci. A. (2011). “La construcción social de los espacios de memoria sobre el terrorismo de Estado en Argentina como lugares de memoria auténtica”. Sociedade e cultura Vol 14, N°2 (pp. 321-332). Goias, p. 325.

[49] Lefebvre, H. La producción del espacio. op. cit., p 117.

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Cuadernos de Marte, Revista latinoamericana de Sociología de la Guerra es una publicación oficial del Insituto de Investigaciones Gino Germani, dependiente de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, Argentina.

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