Cuadernos de Marte

Matteo Re. Pertenencia a banda armada. Ataque al corazón del Estado y terrorismo en Italia (1970–1988). Madrid, Biblioteca Nueva, 2013. 349 páginas.

por Jorge Lofredo*

Investigador Independiente

Recibida: 14/11/2019 – Aprobada: 19/12/2019

Cita sugerida: Lofredo, J. (2020). Matteo Re. Pertenencia a banda armada. Ataque al corazón del Estado y terrorismo en Italia (1970–1988). Madrid, Biblioteca Nueva, 2013. 349 páginas. Cuadernos de Marte, 0(18), 547-551. Recuperado de https://publicaciones.sociales.uba.ar/index.php/cuadernosdemarte/article/view/5669/4610

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Desde mitad de la década de los sesenta hasta los ochenta, Italia vivió una historia difícil y dura, y a la vez que inédita en experiencias y procesos políticos. El historiador italiano Matteo Re, autor de Pertenencia a banda armada. Ataque al corazón del Estado y terrorismo en Italia (1970–1988), no es un improvisado en el tema ni agota aquí sus investigaciones. Varios de sus trabajos giran en torno al fenómeno del terrorismo y la violencia política en general y sobre Brigadas Rojas (BR) en particular; y este año editó –junto a J. Avilés y J. M. Azcona, quien firma el presente prólogo– una obra colectiva sobre terrorismo internacional.[1] Además que el volumen se suma, afortunadamente, a lo todavía poco accesible en español sobre Italia y su época, el presente volumen contiene la garantía de estar escrito por un profundo conocedor de esos tiempos.

El texto comienza con un repaso histórico desde la posguerra hasta alcanzar el 68, momento en que “el sistema político italiano se encontraba en las condiciones menos idóneas para enfrentarse a un período de conflictos” (p. 43). Desde ese lugar delineará los próximos años, descifrando a protagonistas políticos, actores sociales y el contexto económico que definirán los setenta. En paralelo se consolidan las manifestaciones estudiantiles y el desarrollo de la nueva izquierda italiana, “un conjunto de fuerzas más allá del Partido Comunista Italiano … maximalista y china que ya no se reconocía en los esquemas de la ortodoxia revolucionaria de extracción comunista” (p. 55).[2] Ya de lleno en el clima de violencia de la década y la escalada de las tensiones sociales que tuvo lugar junto a la crisis económica, es el momento en el que el clima político y social escala radicalmente; pero además se detiene para ensayar una descripción del militante de aquella época: “entre los más jóvenes la pertenencia a un sector político se vivía como experiencia total y seguían las pautas trazadas por los líderes de manera casi dogmática” (p. 80). Si bien esta definición no es exclusiva del autor, de hecho puede contrastarse con otros trabajos anteriores y posteriores e incluso referido a otras realidades nacionales, siempre será un acierto la reflexión acerca del cómo se vivían aquellos tiempos y también la manera cómo se sentían, las razones particulares que se invocaban y la trascendencia que implicaba la militancia política –de lo individual al compromiso social–; pues sin ello la complejidad de las décadas pasadas se explicaría por meras simplificaciones, tal como la infiltración comunista mundial o la alienación colectiva de una generación. La militancia total es una renuncia a todo lo pasado y es renacimiento en una nueva identidad y no se trata de una conversión en sentido religioso sino un abandono la vida anterior. Esto adquiere distintas formas, ya sea través de la creatividad artística o como forma de huida del sistema (p. 84) por un lado; o, por lo que aquí interesa, “el salto del movimiento a la lucha armada fue algo natural para algunos de aquellos jóvenes” (pp. 88, 122) que es la razón que vuelve pertinente la pregunta que el autor ensaya: “cómo fue posible que […] pudieran armarse para luchar contra todo y contra todos […] pertenecientes, en su mayoría, a familias de clase media burguesa, precisamente la clase que ellos mismos querían hacer desaparecer” (p. 99).[3]

En línea de continuidad con el anterior, es posible sumergirse en los orígenes de BR y considerar las tres posiciones iniciales: primero como movimiento revolucionario espontáneo, luego la de resistencia armada desde las fábricas o, finalmente, la inmediata militarización. Renato Curcio, su líder histórico, sostuvo la segunda alternativa. La actuación de BR, en sus comienzos, se encuadraba dentro del clima político generalizado, realizando acciones a la que el autor define como “de baja criminalidad” (p. 124),[4] las que con el tiempo irán en aumento porque había llegado “el momento de intensificar los atentados en detrimento de la teoría” (p. 146). Es interesante que Re destaque el caso de Lotta Continua, organización que impulsaba la violencia de masas pero se oponía a la terrorista (p. 120); y aunque más adelante volverá al punto (p. 232) a lo largo del libro esta distinción se vuelve, en ocasiones, difusa. La violencia de masas es una condición necesaria para las posteriores experiencias terroristas, pero no suficiente: no alcanza para explicarlo todo.

Entre los secuestros y asesinatos de BR, las elecciones de 1976 resultan un duro golpe para la nueva izquierda y hacia la primavera del año siguiente “se fue agudizando el apoyo a la lucha armada” (p. 150). Desilusión, falta de alternativas y descontento guiaron a un numeroso sector hacia la radicalización. En tanto, y tras el secuestro y muerte de Aldo Moro, el grupo comienza un proceso de división interna donde el sector político consideraba el fin del ciclo militar: ya no podía continuar desarrollándose la organización tal “como había sido concebida originalmente” (pp. 182–183). Hacia 1984 la línea de fractura pasaba entre un posicionamiento proselitista hacia otros grupos marxistas–leninistas frente a al ala militar, la que ahora era mayoría (p. 195). Tras estas redefiniciones ideológicas, las escisiones acabaron consumándose. Ya en el corazón de BR, se reconstruyen las historias de vida de los brigadistas y el liderazgo de Moretti, del ala militarizada, que empuja a la organización al “inexorable camino al asesinato” (pp. 222, 226) y cuando alcanza un nivel de criminalidad (p. 225). Pero es de particular importancia cuando se distingue una fase pre–terrorista (aunque la organización no fue únicamente terrorista sino que también contó con un sustento político que posteriormente derivó en una excluyente militarización de sus acciones) y, volviendo a lo referido a la violencia de masas/violencia terrorista, se considera que “es cierto que no todos los jóvenes que ejercieron acciones de destrucción urbana acabaron engrosando las filas de las organizaciones terroristas” (p. 232). Más adelante, la referencia a la noción de clandestinidad, sus significados y las construcciones literarias a su alrededor (pp. 240, 248) concluyen en la idea de pérdida de “noción de la realidad” (p. 248), debido al aislamiento del militante, que quemó los puentes con su vida anterior, y que volvió “casi imposible rehacer una vida” (p. 249). En el rastreo histórico de la actuación del Estado italiano y cómo ha ido modificando la estrategia antiterrorista se atribuye destacada importancia a la infiltración y, posteriormente, al papel jugado por los arrepentidos, “dos figuras fundamentales” (p. 263) según señala el autor. Sin embargo, éstas fueron las situaciones que obligaron a los brigadistas a la clandestinidad y la compartimentación de sus cuadros antes que una decisión política. Sobre el final, el apartado sobre el nuevo terrorismo se presenta como una línea de continuidad con las experiencias anteriores, con el argumento que los llamados a la violencia en los 70 derivaron en terrorismo, pero, tal como se admite, los tiempos son muy distintos unos de los otros. “No hay que subestimar estas señales –destaca– porque ya lo hicimos una vez en el pasado y las consecuencias fueron trágicas” (p. 294).

Sobre el final el libro contiene un valioso listado sobre material fílmico, un cuadro donde se detallan los asesinatos de BR hasta el 2003 –incluidas las Nuevas Brigadas Rojas–, una cronología de hechos y lo cierra con una abundante bibliografía.

Dedicado a las víctimas de todo terrorismo, Pertenencia a banda armada es un libro necesario, accesible para quienes no conozcan la historia italiana desde la posguerra y sumamente útil para investigadores del fenómeno terrorista. Si bien el protagonista es BR, el conjunto pierde algo de fuerza cuando no se explaya sobre la actuación del neofascismo de la época, más no sea por la importancia que los propios brigadistas otorgaron a su antifascismo militante, argumento que, por otra parte, sirvió para contar con sus primeras armas. De hecho, cuando se menciona la declaración de un exbrigadista, quien afirmó que “el antifascismo es una estupidez” (236), alcanza para considerar su importancia. Re se apoya en el relato de los hechos, imprescindible para encuadrar la obra históricamente, pero la interpretación de los mismos queda en demasía liberada. No es sencillo encontrar, por ejemplo, la importancia que cobró el atentado en Piazza Fontana para los grupos de la nueva izquierda, contraculturales/underground, anarquistas y de BR. En cambio, es posible contar con un relato expandido de cada situación para poder enmarcarlo en su medida y tiempo. Es de agradecer el esfuerzo del autor y de la editorial, responsables para disponer una obra de calidad y a la altura de los requerimientos más exigentes.