Cuadernos de Marte

AÑO 11  / N° 18 Enero – Junio 2020

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El comunismo en la Universidad de Buenos Aires durante la dictadura en Argentina (1976-1983)

 

Comunism at the Universidad de Buenos Aires during the dictatorship in Argentina (1976-1983)

 

Guadalupe A. Seia[1]

CONICET - Instituto de Altos Estudios Sociales, Universidad Nacional de San Martín Universidad de Buenos Aires

Recibido: 30/10/2019 Aceptado:15/03/2020

 

Cita sugerida:

Seia, G. (2020). El comunismo en la Universidad de Buenos Aires durante la dictadura en Argentina (1976-1983). Cuadernos de Marte, 0(18), 204-239. Recuperado de https://publicaciones.sociales.uba.ar/index.php/cuadernosdemarte/article/view/5655/4597

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Resumen

La agrupación estudiantil llamada Movimiento de Orientación Reformista (MOR), dirigida por militantes comunistas, tenía una importante trayectoria y tradición de participación política universitaria cuando fue ilegalizada por la dictadura del autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional” (1976-1983). En el marco de la intervención militar sobre la Universidad de Buenos Aires, la militancia comunista procuró identificarse con la organización juvenil del Partido Comunista argentino (PC), que había mantenido el status legal, para continuar y reconfigurar su actividad político-gremial estudiantil.

En este artículo describimos la estrategia comunista para reorganizar el movimiento estudiantil universitario de Buenos Aires luego del golpe de estado de 1976. Asimismo, mediante una mirada de mediana duración, identificamos y analizamos las continuidades y rupturas de la militancia comunista en la UBA respecto de las décadas previas.

 

Palabras Clave

Movimiento Estudiantil – Comunistas – Universidad de Buenos Aires – Dictadura

 

 

Abstract

The Movimiento de Orientación Reformista (MOR) was a communist-orientated student organization with remarkable trajectory and tradition of political participation at university when the Argentine dictatorship (1976-1983) outlawed it. Thus, during the military intervention at the Universidad de Buenos Aires, the communist student activism regrouped under the youth organization of the Argentine Communist Party, which maintained its legal status.

In this article, we describe the communist strategy to reorganize the university student movement at Buenos Aires after the coup. Likewise, considering the previous decades, we identify and analyze the continuities and ruptures of the communist activism at the Universidad de Buenos Aires during the dictatorship.

 

Keywords

Student Movement - Communists – Universidad de Buenos Aires – Argentine Dictatorship

 

 


Introducción

La vida universitaria durante la Guerra Fría en el mundo occidental y en América Latina, en particular, ha concentrado la atención de los cientistas sociales.[2] Para el caso de Argentina, los estudios han focalizado sobre las décadas de 1950 y 1960, soslayando el análisis de la segunda mitad de la década de 1970 y la de 1980.[3] En este artículo, nos proponemos colaborar en completar dicha vacancia, analizando la vida política de la Universidad de Buenos Aires (UBA) entre 1976 y 1983, es decir durante la última dictadura en Argentina. En particular, estudiamos la reconfiguración de la militancia de la Federación Juvenil Comunista (FJC) en las facultades de la universidad porteña.

Este texto se inserta entre los estudios recientes sobre los partidos de izquierda durante la última dictadura,[4] la historia social y cultural sobre la juventud argentina en esos años[5], y las militancias juveniles en el marco de la transición democrática.[6] Estos trabajos han soslayado a la militancia estudiantil universitaria, en buena medida, haciéndose eco de aquellas tesis de los tempranos ochenta que planteaban que el movimiento estudiantil había “muerto” luego del golpe de estado de 1976[7] y que, hasta la transición democrática, la expresión juvenil se había volcado hacia actividades culturales y artísticas, particularmente al rock nacional.[8]

En este artículo, discutimos aquella tesis temprana, reconstruyendo los principales rasgos de militancia estudiantil comunista de la UBA durante la última dictadura.[9] En ese sentido, también complejizamos las caracterizaciones en las cuales el único actor de relevancia en la reorganización del movimiento estudiantil universitario de Buenos Aires habría sido la Franja Morada, agrupación encuadrada orgánicamente con la Unión Cívica Radical (UCR).[10] En esa línea, además, dicho proceso de re-organización es explicado por los autores como un efecto directo de la transición democrática iniciada luego de la derrota militar argentina en las Islas del Atlántico Sur. Estas miradas soslayan los procesos de mediana duración que tuvieron lugar al interior de los claustros y que fueron determinantes para los modos y los tiempos en que se desarrolló la reorganización estudiantil. En ese sentido, en este artículo proponemos que el movimiento estudiantil atravesó un proceso de re-organización temprano del que también formaron parte activa las agrupaciones de izquierda, entre las que se destacó la Federación Juvenil Comunista.

 

El comunismo en la UBA entre 1966 y 1976

Para dar cuenta de las transformaciones y continuidades de la militancia universitaria comunista durante la última dictadura, resulta fundamental presentar sintéticamente los principales rasgos de la militancia comunista en la UBA en la década previa al golpe de estado de 1976, es decir durante los años de la dictadura autodenominada “Revolución Argentina” (1966-1973) y el tercer gobierno peronista (1973-1976). En la última década se ha consolidado una línea de indagación que describe el protagonismo político de la agrupación universitaria comunista en la UBA[11] discutiendo con la afirmación de la pérdida de trascendencia del reformismo universitario como contracara del proceso de radicalización política del estudiantado y de la “peronización estudiantil”.[12]

Juan Califa describe cómo la rama universitaria comunista se convirtió durante la década de 1960 en la principal fuerza del movimiento estudiantil argentino, logrando la dirección de la Federación Universitaria Argentina (FUA) y de la mayoría de los centros de estudiantes de la UBA.[13] En esos años, las agrupaciones comunistas sostuvieron su identificación con la Reforma Universitaria de 1918, actualizándola a partir de la centralidad otorgada a la unidad obrero-estudiantil y amalgamando una identidad “reformista de izquierda”.[14] Ante el golpe de estado de 1966, la FUA, los Centros y las agrupaciones reformistas se movilizaron contra la intervención de las universidades, siendo derrotados y fuertemente reprimidos. En ese contexto, en septiembre 1967 una fracción numerosa de la juventud comunista universitaria, de entre 2.000 y 4.000 personas, rompió con el PC para conformar en 1969 el Partido Comunista Revolucionario y el Frente de Agrupaciones Universitarias de Izquierdas (FAUDI).[15]

En la UBA, esto supuso la pérdida de casi la totalidad de la militancia y la necesidad de replantear la estrategia comunista en las facultades. Así, en 1968 nació el Movimiento de Orientación Reformista (MOR), convocando a continuar la trayectoria de lucha iniciada en 1918. Entre sus principios, la agrupación se proponía conquistar la “universidad abierta al pueblo” y se identificaba con la lucha revolucionaria de los trabajadores y el antimperialismo.[16] La dirección comunista promovió la lucha por las reivindicaciones específicas de la enseñanza y la vinculación de la agenda universitaria con las luchas por la liberación nacional y social. En esa línea, además, se apostó al fortalecimiento de las organizaciones gremiales de tradición reformista como los Centros y las Federaciones.[17]

Como han demostrado Bonavena, Califa y Millán las demandas universitarias fueron uno de los motivos principales de la movilización estudiantil en Buenos Aires, aún en las etapas de mayor radicalidad.[18] Una de las reivindicaciones fundamentales fue la del ingreso universitario: las acciones contra la denominada política “limitacionista” convocaron a un gran número de estudiantes y lograron revertir la tendencia a la baja de la matrícula de la UBA.[19] En ese proceso, el MOR fue un protagonista activo, lo que además le posibilitó expandir de su base militante. Para fines de 1970, los comunistas presidían la mayoría de los centros de estudiantes de las facultades porteñas y habían superado el 35 por ciento de los votos a nivel nacional, impulsándolos a constituir “una FUA propia en la ciudad de La Plata”, enfrentada a la “FUA-Córdoba” liderada primero por el FAUDI y luego, por el Movimiento Nacional Reformista y la Franja Morada.[20]

Mientras que en 1972 el comunismo sostuvo la presidencia de la mayoría de los Centros de Estudiantes de la UBA, en 1973 sólo logró mantener dos ante el aplastante avance de la Juventud Universitaria Peronista (JUP) en el marco del inicio del tercer gobierno peronista (1973-1976). El MOR se sumó a la JUP para rebautizar la Federación porteña como la Federación Universitaria por la Liberación de Buenos Aires (FULNBA). Esta alianza tuvo una breve duración ya que los claustros porteños se convirtieron en uno de los escenarios de la “depuración” del peronismo, y la estructura de la JUP fue severamente golpeada por la represión y la disposición de Montoneros de retornar a la clandestinidad.[21] Con la intervención de Alberto Ottalagano a mediados de 1974 se pusieron en práctica aquellos elementos más regresivos de la ley universitaria n° 20.654, prohibiendo toda actividad política y gremial y sosteniendo la total subordinación de las casas de altos estudios al Poder Ejecutivo Nacional. Así, el comunismo re-orientó su militancia para exigir la normalización universitaria que suponía el reconocimiento de la participación estudiantil en el co-gobierno y de la autonomía. Esta política, así como las críticas al “terrorismo de ambos signos” y la condena a las “organizaciones subversivas”, acercaron al MOR a los planteos de la Franja Morada.[22]

En ese contexto, a fines de 1975 sólo se desarrollaron los comicios para renovar las autoridades de los Centros de Estudiantes de las facultades de Ciencias Económicas, Arquitectura, Ingeniería, Medicina, Ciencias Exactas y Naturales, Farmacia y Bioquímica, y Psicología. En las primeras tres se impuso la Franja Morada y en las de Ciencias Naturales y de la Salud lo hizo el MOR. En Psicología, carrera separada de la Facultad de Filosofía y Letras y desde 1975 dependiente del Rectorado, triunfó la JUP. En ese momento, en la UBA se encontraba un movimiento estudiantil porteño golpeado por la represión, con dificultades para movilizarse y moderado políticamente.[23]

 

Comunistas en la “UBA reordenada”: semi-legalidad y represión

Tras el golpe de estado del 24 de marzo de 1976, la UBA -como las demás universidades nacionales- fue intervenida por las Fuerzas Armadas (FFAA).[24] Su mirada sobre las casas de altos estudios se estructuraba sobre una matriz ideológica de la Guerra Fría y la Doctrina de la Seguridad Nacional.[25] Según su diagnóstico, durante las últimas décadas, los claustros universitarios habían sido infiltrados y llegaron a ser controlados por exponentes del “comunismo” y la “subversión”, incluso a pesar de los esfuerzos de la dictadura de la “Revolución Argentina”.[26] Para las FFAA y sus funcionarios civiles en el Ministerio de Cultura y Educación[27], la “infiltración comunista” se trataba de un proceso de larga data abierto con la Reforma Universitaria de 1918 que había posibilitado la politización estudiantil a partir de posibilitar su participación en el gobierno universitario, alterando las jerarquías naturales de la institución.[28] Además, afirmaban, desde entonces los organismos político-gremiales como las Federaciones Universitarias y los Centros de Estudiantes venían siendo controlados por sectores de izquierda como el PC o incluso identificados con ideas revolucionarias como el FAUDI o la JUP. Ante esta situación, las universidades debían ser “depuradas” y “re-ordenadas” de manera definitiva para así garantizar la formación profesional y humanística de la juventud.

En ese camino, para la dictadura resultaba fundamental erradicar definitivamente la tradición estudiantil reformista y su influencia sobre la estructura universitaria[29], así como también suprimir al movimiento estudiantil. La ley n° 21.276 dispuso la continuidad de la prohibición de la actividad política y gremial en los claustros universitario vigente desde 1974. Asimismo, las leyes n° 21.322 y 21.325 disolvieron o declararon ilegales a un importante número de agrupaciones políticas, sindicales y estudiantiles.[30] Sin embargo, hubo unas pocas excepciones: la agrupación Franja Morada y la Federación Juvenil Comunista mantuvieron su status legal, al igual que los partidos políticos a los que respondían: la Unión Cívica Radical y el PC, respectivamente. Así, como sostiene Casola, la dictadura mantuvo una política ambigua en relación al comunismo[31], mientras que el MOR, la agrupación estudiantil comunista, había sido prohibida, la organización juvenil pudo continuar operando y se constituyó en el paraguas institucional que le otorgó margen de acción a la militancia universitaria. Por su parte, el resto de las organizaciones estudiantiles ilegalizadas, aunque con particularidades según el caso, desarrollaron una estrategia de militancia clandestina.

La represión sobre la universidad se insertó en un plan más amplio y sistemático de aniquilamiento perpetrado por las FFAA.[32] A diferencia de los años previos, los hechos de violencia sobre estudiantes y docentes dejaron de ser asiduos en las facultades, aunque existieron y se sucedieron detenciones e interrogatorios hasta el final de la dictadura por parte de los miembros de la Policía Federal y de otras fuerzas represivas que vigilaban de forma permanente los edificios de la UBA.[33] Sin embargo, hasta donde hemos podido reconstruir, la mayoría de los secuestros y asesinatos de personas que estudiaban y/o trabajaban en la universidad porteña tuvieron lugar en la vía pública o en sus domicilios. Según el Registro Unificado de Víctimas del Terrorismo de Estado (RUVTE), 907 estudiantes, ex estudiantes, graduados, docentes, no-docentes y autoridades de la UBA fueron asesinados y/o desaparecidos entre el 24 de marzo de 1976 y el 10 de diciembre de 1983.[34]

Natalia Casola ha señalado que la represión sobre la militancia comunista fue heterogénea ya que dependió en buena medida de las modalidades, escala e intensidad desplegadas por los perpetradores en las diferentes regiones del país.[35] Así, si bien el status legal del partido fue un factor que protegió a sus militantes, no los “blindó” ni los sacó de la mira de las fuerzas represivas. En ese sentido, la autora afirma que, en los frentes de masas, los militantes comunistas que desarrollaban actividades gremiales o estudiantiles quedaron más expuestos, sumado a que también requerían de vincularse con otras organizaciones de izquierda que estaban ilegalizadas.[36] La FJC informaba que entre mayo de 1974 y octubre de 1979, 1.400 afiliados de la FJC y del PC habían sido privados de su libertad, de los cuales 42 continuaban a disposición del PEN.[37] Asimismo, entre 1973 y 1975 habían sido asesinados 16 militantes comunistas y durante la dictadura fueron asesinados y/o desaparecidos 136 comunistas.[38]

A nivel universitario, hemos localizado jóvenes comunistas desaparecidos en las ciudades de La Plata[39], Córdoba[40] y Buenos Aires, principalmente. Como muestra el Cuadro N° 1 sobre el caso de la UBA, hemos contabilizado 10 militantes comunistas (9 de ellos estudiantes) desaparecidos entre 1976 y 1978, mientras que Graciela Pane fue asesinada por la Triple A en octubre de 1975.[41] Claudio Tamburrrini, por su parte, era estudiante de Filosofía y miembro de la FJC cuando fue secuestrado en 1977 y permaneció en el Centro Clandestino de Detención conocido como la Mansión Seré hasta que logró fugarse en 1978 y luego partir al exilio.[42]

 

Cuadro N° 1: Estudiantes y graduados de la UBA, militantes de la FJC, desaparecidos/asesinados entre 1975 y 1983.

Nombre

Facultad

Fecha

Condición

1

José Francisco Flores Alarcón

FAU

09/09/1976

Estudiante

2

Pablo Galarcep

FAU

27/10/1977

Estudiante

3

Hernán Nuguer

FAU

27/10/1977

Estudiante

4

Graciela Carmen Pane

FCEN/UTN

04/10/1975

Estudiante

5

Inés Ollero[43]

FCEN/FFyL

19/07/1977

Estudiante

6

Graciela Ester Nicolia Sánchez

FCE

03/06/1977

Estudiante

7

Luis Pablo Steimberg

Derecho

10/08/1976

Estudiante

8

Teresa Alicia Israel

Derecho

08/03/1977

Graduada/LADH

9

Oscar Lautaro Hueravilo

Derecho

19/05/1977

Estudiante

Militante sindical

10

Claudio Alejandro Ostrej

Ingeniería

15/07/1977

Estudiante

11

Roberto Toranzo

Ingeniería

05/04/1978

Estudiante

Fuente: Elaboración propia en base a registros de Facultades, Parque de la Memoria y fuentes secundarias.

 

 

Estos datos nos permiten corroborar las observaciones de Casola sobre la vastedad del plan represivo que amenazaba a los militantes y activistas de cualquier organización estudiantil (o sindical o barrial), aun cuando estos pertenecieran a un espacio legal como la FJC. Asimismo, en relación al total de casos registrado de asesinatos y desapariciones entre trabajadores, estudiantes y graduados de la UBA, podemos precisar que el comunismo no fue la tendencia política más golpeada por la represión, y esto puede explicarse también por su condición legal y por los posicionamientos del PC respecto de la dictadura y la intervención universitaria, sobre los que concentraremos a continuación.

 

La militancia estudiantil comunista en la UBA (1976-1983)

Uno de los puntos más visitados sobre el PC durante la última dictadura ha sido su convocatoria a la “convergencia cívico-militar”. Natalia Casola ha explicado dicho posicionamiento de “apoyo táctico” a la dictadura iniciada en 1976 a partir de su inserción en la línea política del partido basada en el “Frente Democrático Nacional” como vía para el desarrollo de la “revolución democrática”.[44] La historiadora, asimismo, ha sostenido que el mantenimiento de dicha línea política por parte del comunismo a lo largo de la etapa, debe ser comprendido en relación al esfuerzo por conservar la legalidad, y también, defender mejor a sus militantes, resguardándolos de las acusaciones de “subversión”.

Durante los primeros meses de la dictadura, la FJC buscó traducir la línea oficial del PC hacia la juventud a través de la publicación legal ¡Vamos! Al tiempo joven.[45] Según el testimonio de Jorge Sigal, secretario de organización de los universitarios porteños, se habían negado a repartir esos materiales que tenían un discurso abiertamente favorable al régimen militar porque las facultades se encontraban militarizadas y tenían compañeros de “la Fede” detenidos.[46] Ante esta actitud, recuerda, fueron interpelados desde el Comité Ejecutivo que planteó que debían mantener ese discurso para “poder moverse en tiempos difíciles”.[47] Sin embargo, dicha “incomodidad” convivía con el reconocimiento y la aceptación de la línea política oficial acerca de la disputa al interior de las FFAA:

 

(…) en un momento inédito, nuevo, original, que requiere que el estudiantado se mueva acorde con el mismo, teniendo en cuenta que el proceso que no ha estado definido ni está, que el en el seno del gobierno están en puja dos sectores contradictorios, opuestos entre sí: los que quieren una democracia renovada sobre nuevas bases que se refleja no sólo a nivel de las FFAA sino como sentimiento de las más amplias masas y sectores democráticos y populares mientras que por el otro lado encontramos la opinión de un grupo minoritario y peligroso que espira a una dictadura pinochetista de tipo fascista.[48]

 

Así, siguiendo a Casola, podemos observar el grado de encuadramiento de la militancia de base con la opinión de los cuadros dirigentes, aun cuando la situación concreta de inserción pudiera resultar contradictoria.[49] Dicho encuadramiento fue acompañado por una ardua actividad militante sostenida a lo largo de toda la etapa dictatorial y desarrollada incluso en espacios caros para la dictadura, como el movimientos de derechos humanos y la propia universidad, ya que sostenían que “El movimiento estudiantil había sido golpeado pero no destruido (…) [y era] necesario y posible lograr una dirección nacional capaz de lograr que el estudiantado se [insertara] en ese proceso complicado y difícil por el que [atravesaba] nuestro país.”.[50] Con ese horizonte, los estudiantes comunistas en la UBA desplegaron acciones que debemos describir para analizar en qué medida las modalidades adoptadas suponían novedades de la etapa y también, dar cuenta de las maneras en que el frente universitario se posicionó hacia la intervención universitaria y la dictadura.

 

Centros, Federaciones y revistas

La militancia universitaria comunista[51] se esforzó por diferenciarse de las expresiones radicalizadas del movimiento estudiantil porteño. Hemos descripto que durante los meses previos al golpe de estado esta tendencia condenaba al “terrorismo de ambos signos” que, sostenían, golpeaba la vida institucional y académica de las facultades. A partir de su ilegalización en 1976, en los claustros porteños se abandonó la identidad del MOR, que si bien -como veremos- no supuso renunciar a las banderas reformistas, sí buscó despegarse de las experiencias de movilización estudiantil de fines de la década de 1960.[52] Para ello, como mencionamos, se recurrió al paraguas institucional de la FJC y también, al de los Centros de Estudiantes. Esta opción fue factible sólo en algunas facultades donde, como mencionamos, el entonces llamado MOR había obtenido buenos resultados, llegando a la Presidencia o a la Comisión Directiva de los Centros en Medicina, Farmacia y Bioquímica, Ciencias Exactas y Naturales, Ciencias Económicas y Arquitectura. Estos organismos volvieron a desarrollar reuniones los meses posteriores al golpe de Estado en espacios ajenos a la UBA como comités de los partidos no ilegalizados, consejos profesionales o incluso bares. Según la facultad, de esos encuentros también participaban otras tendencias políticas de izquierda (TERS, FAUDI, JUSA) y la Franja Morada que, como la FJC, no era una agrupación ilegal. En las facultades donde no había una Comisión Directiva votada en 1975, las agrupaciones de izquierda (comunistas y trotskistas principalmente) fueron conformando las Comisiones por la Reorganización de los Centros de Estudiantes. En estos espacios, se fue entretejiendo una red colaborativa, a pesar de las diversas líneas políticas, entre militantes de las agrupaciones en pos de objetivos comunes, como la legalización del centro de estudiantes, el fin de la presencia policial y un número de reivindicaciones gremiales.

Mientras que en 1977, la FJC contabilizaba 60 centros de estudiantes universitario activos en Argentina[53], en 1980 daba cuenta del funcionamiento de 5 centros de estudiantes y 4 comisiones reorganizadoras a nivel de la UBA.[54] A través de los Centros de Estudiantes, el comunismo procuró desarrollar una intervención específica para cada unidad académica, organizando actividades de carácter puramente gremial (venta de apuntes, presentación de petitorios) y recreativo (organización de pic-nics, peñas, torneos deportivos). Estas iniciativas no siempre eran publicitadas abiertamente y en muchas ocasiones eran impedidas por las fuerzas represivas en tanto las organizaciones y actividades gremiales de los estudiantes estaban prohibidas por la legislación vigente.[55] Este tipo de propuesta gremial no era novedosa para el comunismo sino que respondía a una estrategia universitaria de larga data que, como mencionamos, había rendido sus frutos en la recuperación de las organizaciones estudiantiles del PC luego de la fractura interna.

La búsqueda por reconstruir, fortalecer y, en última instancia, legalizar a los Centros de Estudiantes como organismos de representación del alumnado tampoco era una novedad ya que también había sido una apuesta comunista a fines de los sesenta y principios de los años setenta. Está línea fue complementada con una política para la reorganización de las Federaciones Universitarias. Recordemos que, en 1973 el MOR había participado junto a la JUP de la transformación de la FUBA en la FULNBA y conformado el Consejo Nacional de Federaciones y Centros, organismo paralelo a la FUA-Córdoba orientada por Franja Morada, el MNR y el FAUDI. Luego del golpe de estado, para el comunismo, dicha alianza quedó definitivamente atrás y se apostó a la reorganización y unificación de la FUA a nivel nacional, concretada en 1978 a partir de un acuerdo con la Franja Morada y el MNR. A nivel local, ya en 1977, se había conformado una Junta Representativa para la reorganización de la FUBA según los resultados de los comicios estudiantiles de 1975, por los que la federación quedó en manos de los comunistas y radicales.[56]

Estas modalidades de organización estudiantil que pueden ser caracterizadas como clásicas en la política comunista para la universidad fueron complementadas con otras menos visitadas en las décadas previas por la militancia comunista pero que se constituyeron en uno de los ejes vertebradores de la actividad política comunista en las instituciones educativas: las revistas estudiantiles.[57] Estas se constituyeron como proyectos editoriales diferentes y autónomos de las publicaciones de la FJC durante la dictadura (Imagen de nuestros días; Aquí y Ahora; Aquí y Ahora, Juventud). Las revistas estudiantiles fueron impulsadas por militantes comunistas en diferentes escuelas y facultades como alternativa a los espacios de participación estudiantil tradicionales y además ilegales en ese momento.[58] Juan Pablo Paz, miembro de la FJC, sostuvo que se habían dado la política de producir una revista para nuclear un grupo de estudiantes, no necesariamente militantes, alrededor de un proyecto que combinaba aspectos académicos, gremiales y algunas cuestiones políticas. De ese modo era más fácil acercase al resto del estudiantado: “La facultad era un páramo, era muy difícil hablar con tus compañeros, entrar por la vía de la revista era posible pero la mayoría de la gente no quería escuchar hablar de nada, tenía miedo (…)”.[59] Así, estas publicaciones se presentaban como órganos de comunicación de los estudiantes de las carreras, avocándose a las problemáticas y temáticas de cada disciplina: Interacción (Física y Matemática), Doble Hélice (Biología), Enlaces (Química), Azul (Arquitectura), Conciencia (Psicología), En Marcha (Filosofía y Letras). Desde estos espacios también se organizaban campamentos, peñas, pic-nics y otras actividades recreativas.[60]

Las revistas se conformaron como espacios de socialización, debate y organización alternativos a los autorizados por las autoridades universitarias y también, diferentes, de las agrupaciones y los Centros de Estudiantes. A la vez, se constituyeron en un espacio de expresión y de canalización de inquietudes, descontento con la vida estudiantil de esos años. Así, las revistas estudiantiles se configuraron tempranamente como espacios claves para la subsistencia y re-organización del movimiento estudiantil de la UBA.

 

La lucha gremial: entre la crítica y el diálogo

La línea política oficial del PC hacia la dictadura tuvo su correlato en la universidad. En primer lugar, hasta mediados de 1982 no hemos localizado denuncias contra la intervención de las FFAA ni contra la dictadura en la universidad. Asimismo, la posición comunista en la UBA se estructuró a partir del cuestionamiento de las problemáticas gremiales específicas del estudiantado y en exigir respuestas a las autoridades de la cartera educativa y de la universidad, pero no a la Junta Militar. De hecho, las críticas eran acompañadas con llamamientos al diálogo para buscar soluciones. Más específicamente, la FJC postulaba que la FUA como organismo de representación natural de los estudiantes debía participar de un “diálogo” con las autoridades educativas para aportar de manera constructiva al progreso nacional:

 

La FUA deberá encararlo [al diálogo] de manera abierta con aquellas autoridades educacionales y universitarias que, haciéndose eco de los reiterados llamados propuestos por el presidente de la nación, estén dispuestas a dialogar sobre los problemas de la enseñanza terciaria y sus soluciones con docentes, graduados y estudiantes.[61]

 

Este tipo de posicionamiento cosechó la crítica de las agrupaciones estudiantiles de Política Obrera y el Partido Socialista de los Trabajadores, tildando a la FUA de “dialoguista”, “colaboracionista” y/o “participacionista” con el régimen militar. Estas organizaciones llamaban a que la Federación rompiera la parálisis y enfrentara activamente a la política universitaria de la dictadura.[62] Las críticas se replicaron a lo largo de la etapa. Así, mientras que la FUA planteaba ciertos cuestionamientos gremiales y proponía mejoras tales como resolver trabas académicas de los sistemas de correlatividades, aumentar las fechas y turnos de exámenes, implementar horarios de cursos que permitan estudiar al que trabaja, aumentar el presupuesto para la educación para mejorar becas, comedores y laboratorios[63]; las organizaciones políticas de izquierda trotskistas y maoístas responsabilizaban al gobierno dictatorial de dicha situación universitaria.[64] Sin embargo, las posiciones se encontraban al vincular la política educativa y universitaria con el programa económico delineado por el ministro José Martínez de Hoz. En ese sentido, denunciaban que la situación educacional se ajustaba a las necesidades de un modelo económico anti-popular y dependiente.[65]

Otro ejemplo interesante para analizar la forma en que la FJC trasladaba la línea política oficial a la universidad fue el conflicto sobre la resolución ministerial 1.006 de 1978 que establecía la regionalización del sistema universitario. La FUBA y los Centros de Estudiantes cuestionaron la decisión sosteniendo que estaba en riesgo la existencia de facultades completas.[66] Este conflicto generó el respaldo abierto de la conducción de la federación porteña al rector interventor Luis Cabral que se había opuesto abiertamente a la medida y había enfrentado públicamente al ministro de educación José Catalán. Así, las organizaciones gremiales coordinadas por el radicalismo y el comunismo postularon la autonomía universitaria ante el peligro de que se cerraran carreras y facultades, y se opusieron a la iniciativa del ministerio. Simultáneamente, respaldaron al interventor designado por las mismas autoridades a las que cuestionaban.[67]

La posición “dialoguista” del comunismo se potenció durante el mandato presidencial de facto de Roberto Viola en 1981.[68] El nuevo ministro de Educación Carlos Burundarena auspició una cierta “apertura controlada” hacia el estudiantado: “(…) si el día de mañana los estudiantes dicen que ellos quieren (…) organizarse para fines sanos y plantear sus problemas, no sólo hay que permitirlo sino que la universidad les debe dar un local para ello.”.[69] En ese marco, los comunistas que dirigían el CECEN recurrieron con expectativa a las propias palabras de “apertura” y “tolerancia” del funcionario para exigir la libre circulación de las revistas estudiantiles, la legalidad del Centro y la plena participación estudiantil. Para hacerlo, el volante fue elaborado sobre una fotocopia de una noticia periodística del diario Ámbito Financiero titulada “Ninguna doctrina será prohibida en el ámbito de la universidad”.[70] Así, recurrieron y citaron a la autoridad nacional para cuestionar al decano y el rectorado ya que planteaban que existía una contradicción entre la “apertura a la participación” propuesta por Burundarena al asumir y las decisiones del rector de la UBA Lucas Lennon[71] de limitarla a las Secretarias de Asuntos Estudiantiles[72] y sobre cuestiones deportivas, culturales y recreativas.[73]

Las agrupaciones trotskistas cuestionaron la posición receptiva y expectante de la dirección de las federaciones respecto de la propuesta de “diálogo” del ministro Burundarena. Condenaban la postura “participacionista” de la Franja Morada y la FJC y postulaban una “organización estudiantil independiente” de las autoridades universitarias y de la dictadura. Sostenían que las comisiones propuestas no implicaban la participación en el gobierno universitario:

 

Es una participación estudiantil absolutamente digitada y anodina que solo podrá aprobar lo actuado por las autoridades. Es exactamente lo opuesto al cogobierno docente estudiantil y de la autonomía, viejas banderas democráticas de la reforma universitaria de 1918. (…) No se trata entonces de buscar una “mejor” participación del estudiantado en la gestión dictatorial en la universidad, sino de poner en pie los centros y federaciones en forma independiente para terminar con esa gestión que está llevando la enseñanza al desastre.[74]

 

En ese sentido, este sector de la izquierda también cuestionaba el modo en radicales y comunistas dirigían los Centros y las Comisiones Reorganizadoras. Los acusaban de convocar escasamente al estudiantado para realizar asambleas y reuniones, de negar la presencia de otras tendencias políticas y utilizar dichos organismos como portavoces de sus propias líneas políticas. Postulaban, en contraste, que los Centros debían ser masivos, democráticos y anti-dictatoriales.[75] Finalmente, ante las limitaciones concretas de la “apertura”, la FUA terminó cuestionando la convocatoria oficial: “(…) la participación debe darse para resolver los grandes problemas de la universidad y a partir de los genuinos representantes de los estudiantes.”.[76]

En este contexto de disputa política entre las tendencias universitarias y de pelea por la legalización y el reconocimiento de los organismos gremiales del estudiantado, durante noviembre de 1981 la Junta Representativa de la FUA se reunió en Rosario. Asistieron 300 representantes de 100 centros y 8 federaciones. Allí, aprobaron un documento que convocaba al movimiento estudiantil a luchar por: derogación de la Ley Universitaria 22.207; universidad gratuita, sin aranceles; ingreso irrestricto, sin exámenes ni cupos; participación en el gobierno de la universidad; autonomía universitaria; planes de estudios al servicio de las necesidades del país; libre expresión y participación democrática de los estudiantes a través de los centros de estudiantes; esclarecimiento de la situación de los detenidos y desaparecidos y libertad a los presos sin causa ni proceso; normalización democrática del movimiento estudiantil; levantamiento del estado de sitio; vigencia irrestricta de la Constitución Nacional; vigencia de la soberanía popular que garantice el retorno a la democracia.[77]

En Buenos Aires durante 1980 y 1981, se habían conformado y consolidado Comisiones de Aspirantes por Ingreso y Comisiones contra el Arancel[78], donde participaban las tendencias políticas activas en cada facultad y estudiantes sin pertenencia orgánica.[79] Desde allí, se organizaron las primeras actividades públicas adentro de las unidades académicas de la UBA como recitales, reuniones y concentraciones para presentar petitorios ante las autoridades. También, se concretaron las primeras acciones estudiantiles callejeras. El 17 de septiembre de 1981 se concentraron unos 150 estudiantes en la calle Lavalle del centro porteño convocados por las Comisiones Reorganizadoras de Ingeniería, Filosofía y Letras, los Centros de Medicina, Ciencias Exactas y Farmacia dirigidos por la FJC, con la adhesión de la FUA y la FUBA. Los cánticos entonados se pronunciaron contra el rector de la UBA Lucas Lennon, los cupos de ingreso y el arancel.[80] El 22 de octubre de ese año se desarrolló la primera movilización estudiantil bajo la dictadura, en esa ocasión, contra el arancelamiento de los estudios de grado. La marcha partió hacia el Ministerio de Cultura y Educación desde la Plaza Houssay con una concentración de entre 200 y 300 estudiantes, con un cartel que decía “Queremos democracia en la universidad. No al arancel. Por la participación.”. Entre los cánticos se escuchaban “Libertad, libertad… queremos democracia en la universidad”, “Los Centros de Estudiantes, unidos y adelante”, “Se va a acabar, se va a acabar el arancel en la universidad”, “FUA-FUBA, la lucha continúa”.[81] La movilización finalizó por intervención policial que detuvo a varios estudiantes, entre ellos Víctor Vicente y Alejandro Mosquera, miembros de la comisión del Centro de Estudiantes de Derecho y militantes comunistas.[82] Ese mismo día, en la Ciudad Universitaria, también fue detenido Juan Pablo Paz miembro de la FJC.[83] Estos jóvenes fueron objeto de la represión hacia el movimiento estudiantil que recuperaba presencia en la escena pública, más allá de su pertenencia a la estructura del PC.

Observamos cómo durante el segundo semestre de 1981 se consolidó un discurso articulado del movimiento estudiantil porteño contra la política universitaria de la dictadura y comenzaba a vislumbrarse una agenda para la construcción de una universidad democrática.[84] Dicho discurso fue acompañado con planes de lucha que, con dificultades y ante la amenaza de una respuesta represiva, incorporaron acciones públicas en las facultades y las calles de Buenos Aires. Es interesante detenerse en los ejes que estructuraron dicho discurso opositor del modelo de universidad de la dictadura.

Por un lado, las dos demandas que potenciaron la organización y la movilización estudiantil fueron el ingreso irrestricto y la gratuidad de la educación universitaria. Los cupos de ingreso y el arancel eran dos medidas que afectaban directamente el acceso y la permanencia en las casas de estudio.[85] Durante la dictadura anterior (1966-1973), este tipo de reivindicación contra la denominada “política limitacionista” ya había sido un camino fundamental de la militancia reformista y de izquierda para ampliar su inserción entre los universitarios y masificar al movimiento estudiantil como un actor político opositor a la dictadura. Sin embargo, el comunismo recién recuperó explícitamente dicha experiencia en 1982 y sin alusión al repertorio de protesta ni a posicionamientos ideológicos radicalizados y anti-dictatoriales de las luchas anteriores:

 

De las memorables luchas de ingreso de los años 70, 71, 72, resultaron las modificaciones más significativas en el acceso a las casas de estudio. Fueron el resultado directo de la reorganización y reactivación de los Centros de Estudiantes y Federaciones en esos años y que continuaron en el 73/74.[86]

 

Por otro lado, el discurso contra la política universitaria de la dictadura se articuló a partir de las banderas de la Reforma Universitaria de 1918: autonomía y cogobierno con participación estudiantil. Como sucedió con las luchas contra el “limitacionismo”, la reivindicación del Reformismo perdió la rememoración de las experiencias de lucha estudiantil radicalizada contra la dictadura anterior. El comunismo, como la Franja Morada, optó por la recuperación de la Reforma bajo una matriz democrático-institucional para configurar los principales rasgos de su renovada identidad político-ideológica[87] que, a la salida de la dictadura, se articuló con una reivindicación general de la democracia.[88] (

 

Los comicios estudiantiles (1982-1983)

El inicio de las acciones bélicas en las Islas Malvinas en abril de 1982 generó un clima de efervescencia social que también penetró en los claustros porteños a pesar de la presencia de las fuerzas represivas. En las Facultades, la militancia aprovechó la conmoción social para instalarse físicamente con sus mesas y algunos materiales bajo la fachada de reclutar dadores/as de sangre y donaciones para los combatientes.[89] De este modo, numerosos estudiantes se acercaban y dejaban sus datos de contacto para luego ser convocados a participar de diversas actividades. Las Comisiones, los Centros y las agrupaciones utilizaron la coyuntura para legitimar de hecho su existencia y funcionamiento, ampliando el contacto con el estudiantado. El espacio público volvió a incluir reuniones y debates. Con el anuncio de la rendición incondicional de Argentina frente a las tropas británicas el 14 de junio de 1982, este proceso no se interrumpió, sino que se profundizó. Se inició así una nueva etapa para la dictadura, la de la transición institucional signada por una crisis en múltiples niveles y una ascendente movilización, que amplió las posibilidades de los grupos opositores.[90]

Así, desde mediados de 1982, las Comisiones Re-organizadoras y las agrupaciones comenzaron a convocar asambleas por facultad para discutir los pasos a seguir para la convocatoria a comicios estudiantiles que permitieran regularizar la situación de los Centros. Las asambleas contaron la participación de cientos de estudiantes. Allí, fijó el calendario electoral y las exigencias de la devolución de los bienes de los Centros y la liberalización de la actividad política.[91] Ese año se votó en las facultades de Ingeniería y Ciencias Exactas y Naturales y en la carrera de Psicología, en los tres comicios triunfó la Franja Morada. En Ingeniería, la agrupación radical había obtenido la conducción del Centro en 1975, mientras que el CECEN había quedado a cargo del comunismo que había logrado sostener el funcionamiento del organismo en una situación de semi-clandestinidad y mantenido su militancia a lo largo de la etapa. Es por esto que el resultado en Ciencias Exactas fue un golpe para la militancia universitaria del PC: la lista Unidad impulsada por la FJC sólo alcanzó el tercer lugar.[92] En Ingeniería los comunistas fueron superados por la agrupación radical y por una nueva agrupación “independiente de derecha”, mientras que en Psicología sólo alcanzaron el cuarto lugar.[93]

Las elecciones estudiantiles desarrolladas durante 1983 confirmaron la tendencia dominante de Franja Morada (ganando 8 de los 13 centros en disputa) y de marginalidad electoral de las agrupaciones de izquierda con tradición militante en la UBA. Las listas impulsadas por el comunismo obtuvieron el segundo lugar en la carrera de Psicología, el tercer puesto en Medicina, el cuarto en Sociología, Farmacia y Bioquímica, Arquitectura, Filosofía y Letras y en Ingeniería, en ese caso en una alianza con el peronismo. La situación fue peor en Agronomía, Ciencias Económicas y Derecho, donde quedaron relegadas a la quinta, sexta y séptima posición. En otras facultades como Odontología, Veterinaria y Ciencias Exactas y Naturales no se presentaron listas con participación del comunismo. De este modo, la FJC logró reunir un 5,7% del total de los votos emitidos por los estudiantes de la UBA, siendo superada por el peronismo que reunió 6,6%, por la Juventud Universitaria Intransigente (JUI) con el 9,1%, por las “independientes” de la Mesa Coordinadora de Estudiantes Independientes y del Bloque Universitario Independiente para la Transformación que lograron el 30,6% y también por el radicalismo que alcanzó el 40,3% del total de votos. Por debajo del comunismo sólo se ubicaron las agrupaciones trotskistas y maoístas. Respecto de las elecciones previas, el comunismo perdió una notable proporción del respaldo estudiantil ya que en 1973 había reunido el 22,62% de los votos y en 1975, el 29,53%.

Hemos reconstruido la centralidad de la militancia comunista en el proceso de reorganización del movimiento estudiantil de la UBA, en el marco de los Centros de Estudiantes, Comisiones Re-organizadoras, revistas estudiantiles, etc. Sin embargo, esa labor de mediana duración no derivó en votos para las agrupaciones de dicha identidad. En cambio, fueron las agrupaciones recientemente constituidas como las “independientes”, o bien de reciente actividad en los claustros como la JUI, las que lograron un importante caudal de votos y alcanzaron la conducción de 5 centros de estudiantes. Franja Morada fue la agrupación con tradición de militancia universitaria que concentró el mayor caudal de votos, que como hemos señalado, venía ganando terreno en los claustros durante el interregno democrático (1973-1976) y que durante la última dictadura no había sido ilegalizada. Esta agrupación, enmarcada en la campaña electoral nacional protagonizada por Raúl Alfonsín, fue la que logró con más éxito distanciarse críticamente de las experiencias de radicalización política del movimiento estudiantil.[94]

El comunismo, como hemos visto, también se esforzó para diferenciarse de dicho pasado radicalizado y del denominado “ultra-izquierdismo” o “revolucionismo”. La FJC, primero, abandonó el nombre de MOR y luego, buscó diluir su identidad comunista en listas que se declaraban más amplias y que aludían a la “unidad” como fin y también como medio para la reconstrucción de un movimiento estudiantil que superara las experiencias “fallidas” de los años previos.[95] Paradójicamente, mientras el radicalismo destacaba su identidad reformista y se auto-proclamaba heredero de 1918, los militantes de la FJC consideraban que la “Orientación Reformista” era “vieja”, parte “del pasado”.[96]

Recordemos, de todos modos, que mientras el PC no fue ilegalizado sí lo fue su brazo universitario, el MOR. Tal vez, ello haya sido considerado a la hora de no retornar dicha denominación. Así, se trataba de un “sello” podía ser identificado con el movimiento estudiantil de aquel “pasado” cuestionado. Por ejemplo, la Agrupación Unidad de Sociología emitió en 1983 un comunicado negando que la organización fuera comunista, que en todo caso, algunos de sus miembros tenían una militancia o simpatía con el PC pero que eso no generaba ningún tipo de compromisos con dicho partido ni su línea política.[97] Más allá del intento, es factible pensar que las izquierdas (en sentido amplio) fueron identificadas más o menos linealmente con el marxismo revolucionario, siendo responsabilizadas de desplegar la violencia en los claustros.[98] En ese sentido, debemos considerar que durante los meses finales de la dictadura existía cierto acuerdo general respecto de los “dos terrorismos” responsables de la situación crítica de la década previa.[99]

 

A modo de cierre

En el presente artículo hemos analizado los rasgos que adquirió la militancia comunista en la UBA durante la última dictadura en Argentina. Para dar cuenta de las rupturas, así como también las continuidades de la misma, hemos considerado el pasado reciente del movimiento estudiantil porteño y también los posicionamientos políticos del PC ante el régimen autodenominado como “Proceso de Reorganización Nacional”. Podemos afirmar que a nivel universitario la militancia comunista tuvo continuidad y fue fundamental para la temprana reorganización del movimiento estudiantil porteño. La situación del comunismo universitario fue ambigua debido a que, si bien el partido y la FJC mantuvieron su status legal, la agrupación estudiantil MOR fue ilegalizada al igual que el movimiento estudiantil en general. En ese contexto, sus militantes sufrieron la represión y la organización universitaria tuvo que reconfigurar su intervención en las facultades.

La actividad de los comunistas en la UBA, por un lado, recuperó experiencias y estrategias, y por otro, actualizó y resignificó su tradición política, a la vez que se trasladó a los claustros porteños la posición oficial del PC de tolerancia hacia el gobierno de facto de la Junta Militar. El comunismo abandonó su vieja agrupación y recurrió a las revistas estudiantiles, los Centros y las Federaciones como plataforma para una militancia estudiantil focalizada casi exclusivamente en problemáticas gremiales. En ese punto encontramos una importante continuidad en su estrategia universitaria, sin embargo, no podemos caracterizar a esta militancia como anti-dictatorial o de resistencia al régimen en tanto que la crítica o la denuncia de la situación de las facultades no implicó la identificación del gobierno de facto de las FFAA como responsable de la misma, por el contrario, hasta por lo menos 1981, se apostó a una posición dialoguista con las autoridades para mejorar las condiciones de estudio y también, resguardar la integridad de sus militantes. En paralelo, podemos afirmar que la agenda gremial potenció la reactivación del movimiento estudiantil y fue la base para construir, entre las diferentes tendencias políticas, un discurso de oposición contra la política universitaria de la dictadura.

Hemos recuperado la centralidad del reformismo durante el proceso de radicalización estudiantil en las décadas de 1960 y 1970, fundamentalmente de la mano de la militancia comunista. Durante la última dictadura y en el marco de una etapa de desmovilización estudiantil a nivel regional e internacional[100], las banderas de la Reforma Universitaria tampoco fueron abandonadas. Las mismas se constituyeron como otro de los pilares fundamentales de la crítica estudiantil a la universidad dictatorial y para la construcción de un modelo de universidad democrática. Sin embargo, la militancia comunista se deshizo definitivamente de su identificación reformista, consideramos, con la finalidad de despegarse de las imágenes de violencia y “subversión” del movimiento estudiantil anterior, apostando a denominaciones que además diluían su pertenencia a la izquierda marxista, aun cuando la FJC iniciaba un proceso de reconfiguración política en busca de rescatar y revalorizar una tradición de cambio revolucionario representada en la figura del Che Guevara y la solidaridad con la revolución en Nicaragua[101], región a donde se había trasladado la expresión de la Guerra Fría en América Latina.[102]

La militancia comunista salió de la dictadura con un frente universitario que se había crecido numéricamente[103] pero que fue golpeado por los malos resultados electorales. Los comicios de 1983 cristalizaron el fin de una etapa en la que el movimiento estudiantil porteño fue dirigido por el comunismo en alianza con otros sectores, según el momento. Esa fotografía, sin embargo, no debe hacernos perder de vista el proceso previo en que el comunismo fue clave para mantener activo al movimiento estudiantil de la UBA luego del golpe de estado de 1976.

 

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[1] Becaria Postdoctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) con lugar de trabajo en el Instituto de Altos Estudios Sociales (IDAES) de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) y docente de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA).

[2] Patto Sá Motta, R. (2015). “As políticas universitárias das ditaduras militares do Brasil, da Argentina e do Chile”, en Patto Sá Motta, R. (Org.). Ditaduras militares. Brasil, Argentina, Chile e Uruguai. Belo Horizonte: Editora UFMG.

[3] Millán, M. y G. Seia (2019). “El movimiento estudiantil como sujeto de conflicto social en Argentina (1871-2019). Apuntes para una mirada de larga duración”. Entramados y Perspectivas n° 9, pp. 125-167.

[4] Casola, N. (2015) El PC argentino y la dictadura militar. Militancia, estrategia política y represión estatal. Buenos Aires: Imago Mundi; Osuna, F. (2015). De la Revolución socialista a la Revolución democrática. Las prácticas del Partido Socialista de los Trabajadores/Movimiento al Socialismo durante la última dictadura (1976-1983). La Plata-Posadas: UNLP-UNAM.

[5] Luciani, L. (2017). Juventud en dictadura: representaciones, políticas y experiencias juveniles en Rosario: 1976-1983. La Plata: UNLP-UNAM-UNGS; Manzano, V. (2017). La era de la juventud, Cultura, política y sexualidad desde Perón hasta Videla. Buenos Aires: FCE.

[6] Vommaro, P. y R. Blanco (2017). “Activismo juvenil en los años ochenta en Argentina. Dos generaciones políticas entre el partido y la universidad”. Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, v. 16, n° 2, pp. 839-852.

[7] Brunner, J. (1985). “El movimiento estudiantil ha muerto. Nacen los movimientos estudiantiles”. Material de discusión FLACSO, n° 71, s.p.

[8] Vila, P. (1985). “Rock nacional: crónicas de la resistencia juvenil”, en Jelin, E. Los nuevos movimientos sociales/1. Buenos Aires: CEAL.

[9] Sobre el movimiento estudiantil en la última dictadura, véase: Seia, G. (2019). De la revolución a la reforma. Reconfiguraciones de las formas de militancia estudiantil en la Universidad de Buenos Aires entre 1976 y 1983. Tesis de Doctorado. Buenos Aires: UBA.

[10] Polak, L. y J. Gorbier (1994). El movimiento estudiantil argentino (Franja Morada 1976-1986). Buenos Aires: CEAL; Beltrán, M. (2013). La Franja. De la experiencia universitaria al desafío del poder. Buenos Aires: Aguilar.

[11] Bonavena, P., J. Califa y M. Millán (2018). “¿Ha muerto la reforma? La acción del movimiento estudiantil porteño durante la larga década de 1966 a 1976”. Archivos de la historia del movimiento obrero y la izquierda, v. 6, n° 12, pp. 73-95.

[12] Barletta, A. (2001). “Peronización de los universitarios (1966-1973). Elementos para rastrear la constitución de una política universitaria peronista”, Prismas n° 9; Sarlo, B. (2001). La batalla de las ideas (1973-1973). Buenos Aires: Emecé; Friedemann, S. (2015). La Universidad Nacional y Popular de Buenos Aires (1973-1974). Una reforma universitaria inconclusa. Tesis Doctoral. Buenos Aires: UBA; Dip, N. (2016). Libros y Alpargatas. Las tramas discursivas y organizativas del proceso de peronización de estudiantes, docentes e intelectuales de la Universidad de Buenos Aires 1966-1974. Tesis doctoral. La Plata: UNLP.

[13] Califa, J. (2014). Reforma y revolución. La radicalización política del movimiento estudiantil de la UBA 1943-1966. Buenos Aires: EUDEBA.

[14] Califa, J. (2015). “Del Partido Comunista al Partido Comunista Comité Nacional de Recuperación Revolucionaria en la Argentina de los años sesenta. Una escisión con marca universitaria”. Izquierdas, pp. 173-204.

[15] Gilbert, I. (2009). La FEDE. Alistándose para la revolución. La Federación Juvenil Comunista 1921-2005. Buenos Aires: Sudamericana.

[16] Califa, J. (2016). “A la Universidad con banderas reformistas. Los comunistas y la reconquista de la Universidad de Buenos Aires, 1968-1972”. E-L@TINA, v. 14, pp. 1–17.

[17] Califa, J. (2018). “¿Centros o cuerpos de delegados? Las luchas estudiantiles de los años setenta frente al debate acerca de las formas organizativas. El caso de la UBA”. Páginas, v. 10, pp. 29-46.

[18] Bonavena, P., J. Califa y M. Millán (2018). “¿Ha muerto la reforma?”, op. cit.

[19] Califa, J. y G. Seia (2017). “La ampliación del sistema universitario argentino durante la ‘Revolución Argentina’. Un estudio de sus causas a través del caso de la Universidad de Buenos Aires (1969-1973)”. A Contracorriente, v. 15, n° 1, pp. 36-59.

[20] Califa, J. (2017). “Dos fuas en los años setenta. El movimiento estudiantil en las postrimerías de la Revolución Argentina”. Anuario de la Escuela de Historia Virtual n° 12, pp. 130-150.

[21] Millán, M. (2019). “La resistencia estudiantil en la UBA en la primera etapa de la Misión Ivanissevich, julio-diciembre de1974”. Cuadernos de Historia. Serie Economía y Sociedad n°21, pp. 131–163.

[22] Millán, M (2018). “En las últimas casamatas. El movimiento estudiantil de la UBA en 1975”. Estudios n° 40, pp. 93-112.

[23] Ibídem.

[24] Sobre las dictaduras del cono sur americano en el marco de la Guerra Fría, véase: Brands, H. (2010). Latin America’s Cold War: An International History. Cambridge: Harvard University Press, pp. 88-118.

[25] Seia, G. (2019). De la revolución a la reforma, op. cit., pp. 77-121.

[26] Ministerio de Cultura y Educación, “Subversión en el ámbito educativo. Conozcamos a nuestro enemigo”, 1977; Estado Mayor Gral del Ejército, “Marxismo y Subversión. Ámbito educacional”, 1980.

[27] Sobre estos funcionarios, véase: Rodríguez, L. (2015). Universidad, peronismo y dictadura. 1973-1983. Buenos Aires: Prometeo.

[28] La asociación Reforma-Bolchevismo no es una novedad de la etapa dictatorial, sino una continuidad de las ideas de los sectores nacionales conservadores desde la década de 1920. Véase: Cersósimo, F. (2018). “Impugnadores en tiempos de Guerra Fría. La Reforma Universitaria como puerta de entrada del comunismo en Argentina”, en Mauro, D. y J. Zanca, La Reforma Universitaria cuestionada. Rosario: HyA Ediciones.

[29] Seia, G. (2019). De la revolución a la reforma, op. cit., pp. 112-115.

[30] Entre ellas, el Movimiento de Orientación Reformista (MOR), la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), Corriente Universitaria por la Revolución Socialista (CURS), Tendencia Estudiantil Revolucionaria por el Socialismo (TERS), Juventud Guevarista (JG), Juventud Universitaria Peronista (JUP), Juventudes Políticas Argentinas, Frente de Agrupaciones Universitarias de Izquierda (FAUDI), Juventud Universitaria Socialista de Avanzada (JUSA), Agrupación Universitaria Nacional (AUN), Frente Estudiantil Nacional (FEN), Tendencia Universitaria Popular Antiimperialista Combatiente (TUPAC), Movimiento Nacional Reformista (MNR) (Casola, N. (2015) El PC argentino y la dictadura militar, op. cit., pp. 87-88).

[31] Casola, N. (2015) El PC argentino y la dictadura militar, op. cit., p. 89.

[32] Águila, G. (2013). “La represión en la historia reciente argentina: fases, dispositivos y dinámicas regionales”. en Águila, G. y L. Alonso. Procesos represivos y actitudes sociales. Entre la España franquista y las dictaduras del Cono Sur. Buenos Aires: Prometeo.

[33] Seia, G. (2019). De la revolución a la reforma, op. cit., pp. 92-104.

[34] Esta cifra considera la Identificación Única por persona otorgada en el RUVTE. A los casos de la etapa dictatorial se suman 80 casos de trabajadores, graduados y/o estudiantes asesinados o desaparecidos entre 1970 y el 23 de marzo de 1976.

[35] Casola, N. (2015). El PC argentino y la dictadura militar, op. cit., p. 234.

[36] Ibid., p. 135.

[37] Gilbert, I. (2009). La FEDE, op. cit., p. 663.

[38] Casola, N. (2015). El PC argentino y la dictadura militar, op. cit., p. 109.

[39] Se ha registrado 11 militantes de la FJC en la UNLP desaparecidos por la dictadura (Gilbert, I. (2009). La FEDE, op. cit., p. 677.

[40] Ubicada en las provincias del III Cuerpo del Ejército donde el partido fue duramente reprimido (Casola, N. (2015). El PC argentino y la dictadura militar, op. cit., p. 111).

[41] En la base de datos del Parque de la Memoria figura como alumna de la UTN, pero también aparece en el listado confeccionado por la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales como estudiante de Biología.

[42] Gilbert, I. (2009). La FEDE, op. cit., p. 633.

[43] El caso de Inés Ollero, a partir de la militancia de su familia y de la FJC, fue tomado por la CIDH como caso testigo de violación de los derechos humanos por la dictadura argentina. El informe se encuentra disponible en: https://www.cidh.oas.org/annualrep/81.82sp/Argentina4326.htm [última consulta: 10/06/2020].

[44] Este planteo cuestiona y complementa las miradas centradas en la influencia de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) sobre la política argentina, tanto sobre la Junta de Gobierno como sobre el PC.

[45] Gilbert, I. (2009). La FEDE, op. cit., p. 621-624.

[46] Ibid., p. 623.

[47] Ibid., p. 624.

[48] Fragmento de Jorge Sigal en Gilbert, I. (2009). La FEDE, op. cit., p. 625.

[49] Ibid., p. 232.

[50] Fragmento del archivo de Jorge Sigal citado en Gilbert, I. (2009). La FEDE, op. cit., p. 625.

[51] “Para marzo de 1976, el frente universitario de la federación contaba con cerca de cinco mil afiliados, aunque se estimaba en tres mil los militantes. Con los meses, esa cifra cayó a unos setecientos (…)” (Gilbert, I. (2009). La FEDE, op. cit., p. 626).

[52] Daniel Campione. Entrevista realizada por la autora, Buenos Aires, 15/03/2017.

[53] Imagen, “En una universidad en crisis, ¿qué hacen los estudiantes?”, 1977, s.p.

[54] Imagen, “El plan de lucha va”, n. 77, 20/11-03/12/1980, p. 14.

[55] El pic-nic del día de la primavera organizado por el CECEN en 1979 fue interrumpido por la Policía Federal y todos los asistentes fueron detenidos en la propia Ciudad Universitaria (Juan Pablo Paz, entrevista realizada por la autora, Buenos Aires, 26/05/2015).

[56] Polak, L. y J. Gorbier (1994). El movimiento estudiantil argentino, op. cit.; Opción, “Vuelve la FUBA”, n. 4, junio de 1978, s.p.

[57] Más tardíamente, otras agrupaciones y las propias autoridades universitarias impulsaron revistas y boletines estudiantiles oficiales, respectivamente. Sobre dicha experiencia, véase: Seia, G. (2019). De la revolución a la reforma, op. cit.

[58] Sin embargo, la estructura partidaria comunista fue fundamental para la continuidad de este tipo de iniciativas, en tanto proveía desde recursos para impresiones hasta redes de contactos de especialistas para entrevistas, pasando por el conocimiento necesario para producir un material que se mantenía en el límite de lo permitido por la normativa universitaria.

[59] Juan Pablo Paz, entrevista op. cit.

[60] Ibidem.

[61] Imagen, “¿Qué hacen los estudiantes?”, n. 6, agosto de 1977, s.p.

[62] Opción, “Catalán el M. de Hoz de la enseñanza”, n. 2, abril de 1978, s.p.; “Por la defensa del movimiento estudiantil”, n. 8, octubre de 1978, s.p.

[63] Imagen, “La opinión estudiantil”, n. 14, 21/04-04/05/1978, p. 4.

[64] Opción, “Vuelve la FUBA”, op. cit.

[65] Imagen, “Cursos de apoyo y desaliento”; n 11, 17/02/1978, p. 4; Imagen, “Los olvidos del ministro”, n. 14, 21/04-04/05/1978, p. 4; Opción, “Catalán: el Martínez de Hoz de la enseñanza”. op. cit.

[66] Volante CEA, “La resolución 1006/78”, 1978.

[67] El FAUDI también cuestionó este proyecto de reforma del sistema universitario y denunció a la dictadura de Videla por “destruir” la facultad de Arquitectura. (Volante, “La yunta de Videla. Catalán contra la FAU”, 1978).

[68] Canelo, P. (2009). El proceso en su laberinto. La interna militar de Videla a Bignone. Buenos Aires: Prometeo.

[69] Volante del CECEN, sobre una copia de una página del diario Ámbito Financiero con fecha 28/04/1981. La misma contiene declaraciones del ministro de educación Ing. Carlos Burundarena.

[70] Ibidem.

[71] El comunismo identificaba a los rectores de las universidades de Rosario, La Plata y Buenos Aires como enemigos, en tanto representantes del “continuismo” que impedían encontrar una salida concertada a la crisis universitaria. También eran calificados como “anti-participacionistas” o “duros” los decanos de Medina y Arquitectura.

[72] Acerca de la política de “apertura” controlada en la UBA, véase: Seia, G. (2019). De la revolución a la reforma, op. cit., pp. 182-186.

[73] Aquí y Ahora, “¿Qué participación estudiantil?, n. 5, 16-29/04/1981, p.10.

[74] Nueva Generación, “¿Participacionismo o reconstrucción independiente de los centros de estudiantes?”, n. 9, 01/05/1981, s.p.

[75] Nueva Generación, “Qué son los centros de estudiantes”, “Poner en pie a los centros y federaciones estudiantiles”, n. 10, 28/08/1981, s.p.; Boletín Universitario (PST), “Organizarnos para recuperar nuestras conquistas”, n. 2, marzo de 1980, p. 6.

[76] Nueva Generación, “Fuera la dictadura de la universidad!”, n. 10, 28/08/1981, s.p.

[77] Aquí y Ahora, “FUA: la lucha continúa”, n. 20, noviembre de 1981, s.p.

[78] La FJC contabilizaba 70 comisiones contra el arancel a nivel nacional, 36 en las facultades de Buenos Aires (Imagen, “La FUA en acción”, op. cit.).

[79] Se trata de una modalidad de organización ya desarrollada en la década previa por los ingresantes a las carreras de la UBA. La misma suponía un ámbito de discusión y agrupamiento colectivo que se ocupaba específicamente de las problemáticas de los y las aspirantes. Asimismo, desde allí se podían coordinar acciones con los Centros y Federaciones (Califa, J. y G. Seia (2017). “La ampliación del sistema universitario…, op. cit.),

[80] Aquí y Ahora, “Estudiantes en las calles”, n. 16, 24/09-07/10/1981, s.p.

[81] Aquí y Ahora, “Estudiantes en las calles”, op. cit., La Nación, “Grave incidente en un acto estudiantil”, 23/10/1981.

[82] Aquí y Ahora, “Habla el estudiante de la foto”, n. 19, octubre/noviembre de 1981, s.p.

[83] Juan Pablo Paz, entrevista op. cit.

[84] Seia, G. (2020). “El movimiento estudiantil contra la política universitaria de la última dictadura en Argentina. El caso de la Universidad de Buenos Aires. Izquierdas n° 49, pp. 2213-2247.

[85] Imagen, “Esto es elitismo”, n. 56, 22/02-06/03/1980, p. 4-5; “Ahora a la facultad se va a pagar”, n. 71, 28/08-10/09/1980, s.p.; “¿Qué se oculta detrás del arancel?”, n. 72, 11/09/-24/09/1980, s.p.; Aquí y Ahora, “Cinco por uno”, n. 3, 19/03-01/04/1981, p. 10.

[86] Aquí y Ahora, “Ingreso: luchando lo conseguirás”, n. 24, 28/01-17/02/1982, s.p.

[87] Seia, G. (2019). De la revolución a la reforma, op. cit., pp. 313-321.

[88] Cristal, Y. (2017). “El movimiento estudiantil de la Universidad de Buenos Aires en el final de la última dictadura (1982-83)”. Sociohistórica, n° 40, pp. 1-17; Vommaro, P. y R. Blanco (2017). “Activismo juvenil en los años ochenta en Argentina.”, op. cit.

[89] Seia, G. (2019). De la revolución a la reforma, op. cit., pp. 254-258.

[90] Águila, G. (2008). Dictadura, represión y sociedad en Rosario, 1976/1983. Un estudio sobre la represión y los comportamientos y actitudes sociales en dictadura. Buenos Aires: Prometeo.

[91] Cristal, Y. y G. Seia (2018). “La izquierda estudiantil de la Universidad de Buenos Aires en la transición democrática (1982-1985)”. Archivos de historia del movimiento obrero y la izquierda n° 12, pp. 97-118.

[92] Cristal, Y. y G. Seia (2018). “La izquierda estudiantil…”, op. cit.

[93] Los resultados fueron sistematizados por Yann Cristal y se encuentran disponibles en: http://www.uba.ar/historia/archivos/Cuaderno6HistoriayMemoria-Fuentes.pdf [Última consulta: 08/06/2020].

[94] Seia, G. (2019). De la revolución a la reforma, op. cit., pp. 321-326.

[95] Plataforma del Movimiento Amplio Para la Unidad (Filosofía y Letras), 1983.

[96] Daniel Campione. Entrevista, op. cit.

[97] Volante Agrupación Unidad (Sociología), 1983.

[98] Cristal, Y. y G. Seia (2018). “La izquierda estudiantil…”, op. cit.

[99] Franco, M. (2018). El final del silencio, Dictadura, sociedad y derechos humanos en la transición (Argentina, 1979-1983). Buenos Aires: FCE.

[100] Barker, C. (2008). “Some Reflections on Student Movements of the 1960s and Early 1970s”. Revista Crítica de Ciências Sociais n° 81, pp. 43-91.

[101] Fernández Hellmund, P. (2015). Nicaragua debe sobrevivir. La solidaridad de la militancia comunista argentina con la Revolución Sandinista (1979-1990). Buenos Aires: Imago Mundi.

[102] Sobre la revolución sandinista en el marco de la Guerra Fría, véase: Brands, H. (2010). Latin America’s Cold War, op. cit., pp. 151-173.

[103] En abril de 1982, la FJC declaraba tener 89.454 afiliados (Gilbert, I. (2009). La FEDE, op. cit., p. 671.

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