Cuadernos de Marte

Año 10 / N° 17 Julio – Diciembre 2019

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Origen, evolución y consolidación del porrismo en la UNAM

(1929-2019)

 

Origin, evolution and consolidation of porrismo at UNAM

(1929-2019)

 

José René Rivas Ontiveros*

Universidad Nacional Autónoma de México

Recibido: 3/10/2019 – Aceptado: 12/12/2019

 

Cita sugerida: Rivas Ontiveros, J. (2019). Origen, evolución y consolidación del porrismo en la UNAM (1929-2019). Cuadernos de Marte, 0(17), 113-149. Recuperado de https://publicaciones.sociales.uba.ar/index.php/cuadernosdemarte/article/view/5137/4261

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Resumen

El porrismo, tal y como se conoce actualmente, es un fenómeno político que por medio del pago en especie y otro tipo de prebendas, es promovido indistintamente por autoridades escolares y/o gubernamentales, partidos políticos u organismos religiosos o empresariales, con el fin de hacer uso sistemático de la violencia física, el amedrentamiento, la humillación, la exclusión y otras formas de agresión, en contra de todo tipo de lucha estudiantil que se lleve a cabo dentro o fuera de alguna institución educativa.

El porrismo surgió en el seno de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la Máxima Casa de Estudios del país, durante los años treinta del siglo pasado, casi inmediatamente después de que a ésta se le otorgara su autonomía. A partir de entonces, dicho fenómeno ha venido evolucionando hasta llegar a ser lo que es ahora. Primeramente se desarrolló sólo en la UNAM, posteriormente en otras instituciones de educación media y superior de la Ciudad de México, y en la actualidad en prácticamente todo el país.

 

Palabras clave: Universidad Nacional Autónoma de México, grupos de choque, violencia política, grupos porriles, porrismo

 

Abstract

Porrismo, as it is known today, is a political phenomenon that, through payment in kind and other types of privileges, is promoted interchangeably by school and/or government authorities, political parties or religious or business organizations, in order to make a systematic use of physical violence, intimidation, humiliation, exclusion and other forms of aggression, against any type of student movement that takes place inside or outside an educational institution.

Porrismo arose within the National Autonomous University of Mexico (UNAM), the Highest House of Studies in the country, during the thirties of the last century, almost immediately after it was granted autonomy. Since then, this phenomenon has evolved to become what it is now. It was first developed only at UNAM, later in other institutions of middle and higher education in Mexico City, and nowadays in practically the whole country.

 

Keywords: National Autonomous University of Mexico, shock groups, political violence, porriles groups, porrismo

 

Introducción

La violencia es una acción con la que se causa algún daño a otro u otros, independientemente de que ésta se lleve a cabo mediante el sometimiento, la humillación, el daño físico o moral y los instrumentos que se utilicen para ello. Por tal cuestión, la Organización Mundial de la Salud (OMS) la define como “el uso intencional de la fuerza física, amenazas contra uno mismo, otra persona, un grupo o una comunidad que tiene como consecuencia o es muy probable que tenga como consecuencia un traumatismo, daños psicológicos, problemas de desarrollo o la muerte”.[1]

En el caso particular de México, el uso de la violencia física por parte de los diferentes gobiernos, salvo contadas excepciones, ha sido recurrente y no solamente se ha materializado por medio de los tradicionales órganos represivos del Estado, la policía y el Ejército, sino también por agrupamientos creados específicamente para reprimir las diferentes manifestaciones sociales de carácter antisistémico.

Al respecto, hay muchos ejemplos, aunque dos de los más representativos son por una parte, el Batallón Olimpia, creado durante 1968 para cuidar las instalaciones olímpicas en donde se celebrarían los XIX Juegos Olímpicos en México, que finalmente fue utilizado para llevar a cabo la masacre de estudiantes el 2 de octubre de ese año en Tlatelolco.

 El otro caso es el del grupo paramilitar Los Halcones, creado desde 1966, entrenado y pagado por el Departamento del Distrito Federal especialmente para reprimir las diferentes manifestaciones antigubernamentales que tuviesen lugar en la capital mexicana, tal y como sucedió el 10 de junio de 1971, en el sexenio de Luis Echeverría Álvarez, cuando con armas de alto poder, dicho grupo reprimió una marcha de estudiantes de la UNAM, Instituto Politécnico Nacional y otras instituciones de educación superior, dejando como resultado un número nunca determinado de muertos y heridos.

Por su parte, la violencia que sistemáticamente se ha observado en la UNAM y a la que socialmente se le conoce como porrismo, comenzó a aparecer y generalizarse poco después de que a la institución se le otorgara la autonomía. Aunque inicialmente, dicha violencia era promovida desde adentro por algunos rectores, directores u organizaciones estudiantiles que se disputaban el control de la propia institución o de las organizaciones estudiantiles.

En los últimos 90 años de vida autónoma de la UNAM, el porrismo ha evolucionado aunque con altibajos. No obstante ello, la única constante en todo este tiempo ha sido la violencia física en contra de los estudiantes por parte de los grupos que la generan, cuando éstos llevan a cabo algún tipo de protesta interna o externa a la UNAM.

En ese sentido, el presente trabajo tiene, entre otros objetivos, definir los conceptos de porro y porrismo, así como analizar cronológicamente las diferentes etapas en las que, desde 1929 hasta la fecha, el multicitado fenómeno se ha venido desarrollando en la UNAM.

 

1. Concepto y función política del porrismo

Si bien es cierto que los conceptos de porro y porrismo son relativamente novedosos, pues en el argot universitario apenas aparecieron a mediados de los años sesenta —poco antes del movimiento estudiantil de 1968—, lo es también que la serie de prácticas que lo caracterizan tienen su origen en la UNAM, mucho antes de estas fechas. Poco después se extendió a otras instituciones de educación superior de la capital mexicana y finalmente a todo el ámbito nacional.

Respecto al concepto, hay que decir que, aunque aún son escasos los trabajos que se han abocado a su estudio, sí es posible documentar su caracterización. Uno de los estudiosos sobre el origen y evolución de este tipo de grupos en la UNAM, Hugo Sánchez Gudiño, define al porro como: “El sujeto social que cuenta con ciertas habilidades, que sabe utilizar diversos tipos de armas y que vende sus servicios al mejor postor porque en esencia es un mercenario”.[2] Por su parte, Imanol Ordorika señala que “el porrismo está estrechamente ligado a la dinámica del movimiento estudiantil popular con el fin específico de golpearlo y controlarlo”.[3] Finalmente, en una de las múltiples publicaciones que hoy en día se encuentran en Internet se dice que: “El ‘Porro’ por definición histórica es aquel individuo estudiante o no que pertenece a algún grupo de golpeadores a sueldo de alguna instancia gubernamental o partido político”.[4]

Tras la lectura de estas tres precisiones acerca del porro, por nuestra parte podemos definirlo como el sujeto generalmente agresivo que tiene como principal función ejercer la violencia física y venderla al mejor postor. Se trata de un sicario en potencia que golpea, amedrenta, amenaza y hasta mata a otra persona. Siempre está dispuesto a cumplir con lo que se le mande, independientemente de quién lo haga, ya que lo único que le importa es su remuneración. El porro, como el sicario, es un individuo carente de principios, sin escrúpulos ni convicciones políticas e ideológicas de ninguna índole.

En la UNAM, el reclutamiento de este tipo de grupos se lleva a cabo, fundamentalmente, entre jóvenes y adolescentes de nuevo ingreso a los estudios del bachillerato, aunque ocasionalmente también se realiza entre los estudiantes de escuelas de nivel superior. El ámbito más común para la cooptación de los porros son los planteles de la Escuela Nacional Preparatoria y los Colegios de Ciencias y Humanidades.

Por lo general, en la conformación de estos grupos, participan jóvenes y adolescentes comúnmente maltratados en el contexto familiar, hijos de padres violentos o de antiguos porristas. Igualmente, son miembros de familias marginadas o desintegradas por la violencia intrafamiliar. Se trata de jóvenes inseguros y fáciles de convencer para sumarse a este tipo de grupos a cambio de drogas, alcohol, fiestas, notas académicas aprobatorias y sobre todo, mantener poder e impunidad dentro de los planteles.

En su carácter de mercenarios, la tarea principal de estos grupos es reprimir todo tipo de lucha estudiantil que cuestione a autoridades escolares y/o gubernamentales. Para lograr sus objetivos, algunas de las acciones más comunes de estos grupos son el lanzamiento de bombas molotov y petardos; disolución de asambleas, marchas y mítines; golpear y amenazar a dirigentes estudiantiles; romper huelgas, desestabilizar escuelas, etcétera. Las funciones de los grupos porriles son equivalentes a las de los pistoleros, golpeadores y esquiroles a sueldo que tradicionalmente auspician los patrones para menoscabar la fuerza de los sindicatos.

Por lo consiguiente, la aparición y proliferación de estos grupos en los centros educativos no son resultado de problemas derivados de la delincuencia, la desorientación o inadaptación social de los jóvenes, sino de una política represiva previamente planeada y diseñada desde distintos ámbitos gubernamentales, las burocracias escolares, los partidos u organizaciones políticas y grupos de poder.

Además de estos grupos de mercenarios, históricamente también han aparecido otra clase de agrupamientos ultraderechistas, quienes al igual que aquellos, tienen como fin principal ejercer la violencia física para el acallamiento de manifestaciones o expresiones estudiantiles de tendencia liberal o de izquierda que se lleven a cabo dentro o fuera de los planteles.[5] Sin embargo, estos núcleos, integrados comúnmente por jóvenes fanáticos católicos y hasta politizados, actúan violentamente porque están convencidos de su causa.

En consecuencia, este tipo de activistas, generalmente reclutados bajo juramento en las escuelas y colegios particulares, están ampliamente obligados a defender los principios, las “buenas costumbres” y valores de la Iglesia Católica, así como evitar, a toda costa, la propagación del comunismo, el ateísmo y la masonería entre los jóvenes, etcétera. Por tal cuestión y aunque este tipo de agrupamientos también hace uso de la violencia física o moral, no podrían ser considerados como integrantes del porrismo, ya que no actúan como mercenarios.

Otro caso relativamente similar al de los núcleos de jóvenes católicos fanáticos es el de los grupúsculos estudiantiles de la ultraizquierda que sistemáticamente hacen su aparición en los centros de educación superior y también ejercen la violencia en contra de las instalaciones escolares y edificios públicos y aún privados, en las asambleas y manifestaciones callejeras, entre otros ámbitos.

Pero si bien es cierto que ni los agrupamientos de ultraderecha como tampoco los de la ultraizquierda estudiantil pueden considerarse como porriles, lo es también que por las acciones violentas que realizan en contra de sus adversarios, a ambos agrupamientos podría considerárseles como provocadores, una variante del porrismo.

 

2. La autonomía universitaria y los primeros grupos de choque

La UNAM es la institución de educación superior poblacionalmente más grande y antigua no solamente de la nación, sino de todo el continente americano. Se fundó en 1553 —veintidós años después de iniciada la conquista española— con el nombre de Real y Pontificia Universidad de México, que persistió hasta 1865. Ese año fue cerrada durante el Segundo Imperio mexicano.

Luego de 45 años de haber permanecido clausurada, en 1910, el presidente Porfirio Díaz la reinauguró, con el nombre de Universidad Nacional de México, misma que, por 19 años (1910-1929), siguió dependiendo académica, administrativa y financieramente del Estado y de los gobiernos emanados de la Revolución mexicana.

Durante todo este tiempo de hecho hubo dos grandes corrientes en su seno. Una de carácter conservadora que, dados sus antecedentes porfiristas, se resistió a colaborar de lleno con los gobiernos de la Revolución mexicana, mientras que otra corriente, la liberal, pugnaba por que la institución sí colaborara con el Estado revolucionario.

 

2.1. 1929 y la autonomía limitada

En julio de 1929, luego de un movimiento estudiantil, la universidad obtuvo la que de hecho fue su primera autonomía. Aunque esta autonomía no acabó con las añejas disputas políticas internas entre las dos corrientes.

En 1933, luego de cuatro años de la primera autonomía, las disputas entre ambas posiciones tendieron a reactivarse luego de que, en una Convención del Partido Nacional Revolucionario (PNR) en el poder, se aprobó reformar el artículo 3° constitucional e impulsar la educación socialista. Posteriormente la resolución se incluyó en el primer Plan Sexenal de gobierno que se aplicaría durante el régimen del general Lázaro Cárdenas.

La resolución del PNR dio pauta a la generación de una amplia polémica entre los sectores universitarios, quienes desde agosto de 1933 iniciaron los preparativos para realizar el que sería el Primer Congreso de Universitarios Mexicanos que tenía como objetivo buscar la homogenización de las actividades formales de las universidades de todo el país, así como discutir la situación en la que se encontraba la educación universitaria.

En septiembre del mismo año se efectuó el Congreso al que asistieron el presidente de la República Abelardo L. Rodríguez y el secretario de Educación Narciso Bassols además de los rectores de las universidades más importantes del país y delegaciones de profesores y estudiantes de 20 entidades federativas. La resolución más importante de este Congreso fue que la línea educativa, que se adoptaría en todas las universidades del país, sería la socialista.

Dicha resolución fue aprobada luego de haber escuchado la histórica polémica de dos maestros de la UNAM: Antonio Caso, defensor de la posición conservadora y Vicente Lombardo Toledano, quien se pronunció en pro de la orientación socialista.

Empero, la facción conservadora en la universidad no aceptó su derrota, y lejos de hacer suyos los resolutivos del Congreso, se manifestó en contra de ellos. Fue así como comenzaron una intensa y agresiva campaña de ataques físicos y verbales de desprestigio y expulsiones de todos aquellos maestros y estudiantes que no comulgaban con sus ideas. Así, la expulsión más célebre fue la del propio Vicente Lombardo Toledano, principal ideólogo y promotor de la educación socialista en la Universidad y correa de transmisión con el gobierno federal.

Será a partir de entonces cuando, aprovechando el arropamiento que a los universitarios les daba la autonomía, las posiciones conservadoras terminaron de apoderarse de la Universidad Nacional, convirtiéndola en un importante bastión político opositor de los gobiernos revolucionarios.

 

 

2.2. La autonomía plena y los grupos de choque

Los enfrentamientos entre la universidad y el Estado se profundizaron cuando en el mismo año de 1933 el Congreso aprobó una nueva Ley Orgánica para la institución reconociendo la que, de hecho, fue la autonomía plena, a partir de la cual se otorgaron a la universidad como patrimonio propio todos los edificios que ocupaban sus dependencias académicas y administrativas y la suma de diez millones de pesos, con cuyos intereses debería sostenerse económica y totalmente independiente del Estado y sin ninguna injerencia de éste. Además de estas cuestiones, a la universidad se le quitó el carácter de nacional.

Empero, al ponerse en práctica la nueva autonomía, y debido al poder que se otorgó al Consejo Universitario para la elección del rector y los directores de escuelas, lo que de inmediato se observó fue una abierta exacerbación entre los diferentes grupos universitarios de poder que se disputaban el control político e ideológico de la institución. Esta situación fue la constante durante los once años en que estuvo vigente la autonomía plena. Por eso, con toda la razón, a esta etapa se le ha considerado como uno de los períodos más oscuros, conservadores y proclives al catolicismo.

Durante toda esa etapa, fue posible observar que en la historia de la UNAM no ha habido época en la cual los diferentes grupos, que en distintos momentos han aparecido en su seno, no quieran consolidarse y expandir su influencia a otros ámbitos de poder que para ellos resultan estratégicos, a través de la utilización de distintas prácticas lícitas e ilícitas, como es el hecho de formar grupos de choque. Por eso, es en este periodo en el que se puede encontrar el germen de lo que hora es el porrismo.

Asimismo, fue en la etapa de la autonomía plena en donde se pueden encontrar por lo menos cuatro referentes estudiantiles que en diversos momentos de la vida universitaria ejercieron la violencia en contra de sus adversarios.

 

2.2.1. La UNEC

A finales de 1926, poco después de iniciada la rebelión cristera (1926-1929), la Acción Católica Mexicana (ACM) que operaba bajo la dirección de la Compañía de Jesús de tendencia jesuita, impulsó la creación de la Confederación Nacional de Estudiantes Católicos (CNEC) como su brazo político estudiantil y cuyos fines fueron: “la protección y fomento de los intereses de los estudiantes, la libertad de la enseñanza, la cristianización de la juventud estudiantil, la educación social y cívica de sus socios y la mutua ayuda entre éstos.”[6]

Cinco años después de haber sido fundada y cuando la rebelión cristera ya había concluido, en su convención anual de 1931, la CNEC se transformó en la Unión Nacional de Estudiantes Católicos (UNEC), la cual siguió manteniendo los mismos objetivos: “Fomentar la cultura católica entre los universitarios”. Para ese momento la UNEC tenía una importante presencia en la universidad y el control de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), luego de que en 1933, conjuntamente con Manuel Gómez Morín, rector de la universidad, habían expulsado violentamente de la institución tanto a maestros como estudiantes de tendencia liberal y de izquierda.

Empero, para finales de los años treinta la UNEC empezó a perder fuerza, no sólo porque dentro de la universidad ya habían aparecido otras organizaciones estudiantiles de la misma tendencia, como el grupo de Los Conejos, que cada día extendía su presencia dentro del campus universitario, sino también por una decisión superior que le solicitó moderar sus actividades políticas atendiendo los problemas de organización, orientación y trabajo en la universidad, así como “por razones circunstanciales” luego de que las autoridades eclesiásticas no reconocieron a esta organización como la rama fundamental de la ACM.[7]

 

2.2.2. Los pistoleros de la Rectoría

Durante 1935, un nuevo grupo de choque con características evidentemente porriles apareció en la universidad cuando el pleno del Consejo Universitario eligió al licenciado Luis Chico Goerne como nuevo rector, quien anunció la intención de formar un grupo de choque para proteger sus intereses como rector[8] y contrató los servicios de un investigador adscrito a la institución llamado Aurelio Ballados, conocido como El Foforo, quien se dio a la tarea de organizar dicho grupo.[9] Finalmente el referente quedó constituido por estudiantes de diferentes planteles destacados en la práctica de algún deporte como el box, la lucha libre y el futbol americano.

La determinación del rector, sin embargo, dio pauta para que en el seno de la comunidad universitaria a este referente se le conociera como Los Pistoleros de la Rectoría y poco más tarde como Los Pistolos, una vez que El Foforo, renunció al cargo y en su lugar se nombró a Amado Torres, apodado El Pistolo.[10]

Al nuevo grupo se le encomendaron diversas tareas, como apoyar a los estudiantes de las diferentes escuelas de la universidad, proclives a la Rectoría, que se propusieran como candidatos a las presidencias de las sociedades de alumnos de las escuelas, ya que, en ese entonces, conquistar la mayoría de estas representaciones también significaba ganar el control de la Federación Estudiantil Universitaria. Esto resultaba muy importante, ya que, en la Ley Orgánica de 1933 la FEU tenía un peso muy importante en la elección de las autoridades universitarias, puesto que por medio del Consejo Universitario los estudiantes también participaban en la elección del rector y los directores de las escuelas.

Empero, el 9 de junio de 1938, Luis Chico Goerne, se vio obligado a renunciar al cargo no sólo por haber sido acusado de hacer mal uso del presupuesto, sino sobre todo por permitir la acción de los grupos de “pistoleros”.[11]

 

2.2.3. Los Conejos

Con el fin de combatir a la educación socialista, en 1936 surgió el grupo ultraderechista Los Conejos, que contó con una significativa presencia, tanto en la universidad como en otras instituciones educativas del interior del país, cuando a finales de los años treinta ganó la dirección de la Confederación Nacional de Estudiantes (CNE).

El grupo de Los Conejos se comenzó a conformar desde 1936, inicialmente alrededor de un club de actividades deportivas y de excursionismo llamado Esfuerzo, de donde después se seleccionaba a algunos de ellos que luego pasaban a formar parte de otra organización llamada El Grupo.

Se trataba de una organización muy bien estructurada por medio de células que actuaban independientes unas de otras y, por eso mismo, la inmensa mayoría de sus integrantes no se conocían entre sí. Era más bien una organización reservada-secreta, juramentada e integrada fundamentalmente por jóvenes egresados de escuelas y colegios particulares, bajo la orden de los Hermanos Maristas y egresados de los colegios Lasallistas. Cuando los jóvenes eran aceptados como miembros de la organización, estaban obligados a vivir bajo el juramento de guardar los secretos de la misma.

En el caso muy particular de la Universidad de México, Los Conejos llegaron a tener una fuerza política impresionante cuando ganaron la FEU, el Consejo Universitario y una gran parte de las sociedades de alumnos.[12] Igualmente, contaba con un significativo número de estudiantes y maestros en la gran mayoría de las escuelas de la universidad.[13]

 

2.2.4. La Briostapo 

Un hecho muy importante de lo que más tarde sería conocido el porrismo en la universidad, fue el que tuvo lugar a mediados de los años cuarenta protagonizado por Rodulfo Brito Foucher, quien en 1942, con el apoyo de la UNEC, Los Conejos, los grupos Bios y Lex, la Compañía de Jesús y otros consejeros de la misma tendencia,[14] arribó a la Rectoría para un periodo de cuatro años (1942-1946),[15] casi diez años después de haber ocupado la dirección de la Facultad de Derecho, en donde se dio a conocer como una persona autoritaria y simpatizante de las posiciones nazifascistas.

Una de las primeras acciones de Brito fue la creación de un amplio grupo de choque a su exclusivo servicio en el que, además de los miembros de las diferentes organizaciones ultraderechistas que lo habían apoyado para su llegada a la Rectoría, también quedaron integrados estudiantes fósiles de la universidad que antes pertenecieron a Los Pistolos. Por medio de La Briostapo Brito instrumentó una etapa de terror y violencia dentro del campus universitario, siendo los más directamente atacados los estudiantes y profesores liberales y de izquierda.[16]

Durante el verano de 1944 una chispa encendió la pradera cuando en el seno del Consejo Universitario, aún controlado por el rector Brito, los directores de la Preparatoria, Veterinaria y Comercio fueron relectos, pese a no contar con el consenso de sus respectivas comunidades. De inmediato el hecho generó el descontento y una huelga estudiantil en la Preparatoria a la que luego se le sumaron los estudiantes de Comercio, Derecho, Economía y Veterinaria, mismas que Brito enfrentó enviando a La Briostapo para reprimirlas.[17]

El 26 de julio de 1944 la Briostapo se apoderó violentamente de los locales de los huelguistas de Derecho y Veterinaria, trayendo como consecuencia la muerte de un estudiante varios estudiantes heridos de gravedad.[18] Esto ocasionó que la movilización estudiantil se generalizara en toda la universidad en contra de Brito, quien se vio obligado a renunciar al cargo cuando aún le faltaban dos años para concluir su rectorado.

El contexto en el que Brito Foucher salió de la Rectoría fue el mejor pretexto para que el gobierno de Manuel Ávila Camacho determinara rescatar a la universidad de manos de la derecha para que el Estado se volviese hacer cargo de la misma, luego de 11 años de haberle concedido la autonomía plena.

De esta manera, solicitada por la Presidencia de la República, a finales de 1944, los ex rectores de la universidad, con excepción de Brito, elaboraron una nueva Ley Orgánica para institución en la que le restituyeron el subsidio federal y el carácter de nacional. El 6 de enero de 1945 la nueva ley entró en vigor y sigue vigente hasta la fecha.

 

3. El Estado otra vez en la UNAM

Con la salida de Brito Foucher de la Rectoría, también llegó a su fin el grupo de choque de la Briostapo, constituyendo una fuerte derrota para los sectores conservadores de la universidad, quienes desde 1910 se habían atrincherado en la universidad convirtiéndola durante más de tres décadas, en uno de los bastiones opositores más importantes de los gobiernos revolucionarios.

A partir de entonces se inició una nueva etapa de colaboración y coexistencia pacífica entre la universidad y el Estado, al tiempo que las movilizaciones estudiantiles en la UNAM ya fueron más esporádicas y no antigubernamentales. Por eso mismo, los grupos de choque, provisionalmente ya no fueron tan necesarios como en el pasado.

Este acercamiento entre el Estado y la universidad también significó un paulatino desplazamiento de las tendencias conservadoras, que en otro momento habían sido las hegemónicas dentro de la casa de estudios. He ahí porqué el priismo pudo formar y reclutar sus cuadros políticos e ideológicos con menos dificultad que antes.

Al comenzar la década de los cincuenta, la UNAM que ya contaba con una población de 24.929 estudiantes y era una de las instituciones educativas políticamente más estables del país.[19] Por esta razón se decía que los universitarios eran “los hijos mimados del régimen”, se portaban políticamente bien y no le daban problemas al gobierno. Gracias al buen comportamiento, a principios de los cincuenta a los universitarios se les entregó moderna y bella Ciudad Universitaria.

Aquellos estudiantes, al igual que sus compañeros de décadas anteriores, también practicaban muchas de las tradicionales actividades de una clase estudiantil políticamente indiferente y feliz. Así, anualmente se llevaban a cabo las célebres “novatadas” con los alumnos de nuevo ingreso[20] que iban desde el corte total del pelo y los baños con agua fría, hasta los desfiles por las calles de la ciudad casi totalmente desnudos, amarrados y pintarrajeados con pintura de aceite.[21] Este era el máximo grado de actividad porril que entonces se observaba en esta época en la UNAM.

 

4. La emergencia estudiantil de izquierda y la activación del porrismo

4.1. La emergencia estudiantil de izquierda

En las postrimerías de los años cincuenta, la estabilidad política y económica que había caracterizado a los sexenios de Manuel Ávila Camacho, Miguel Alemán Valdés y Adolfo Ruiz Cortines, comenzó a observar los primeros síntomas serios de agotamiento luego de la insurgencia sindical de 1958 y 1959 protagonizada por trabajadores telegrafistas, tranviarios, maestros de educación primaria y sobre todo ferrocarrileros.[22]

Además de aquellas acciones, también fue la primera ocasión en la historia de la UNAM en que los estudiantes se manifestaron masiva y públicamente fuera de los salones de clase con el fin de protestar por el alza en el precio del pasaje urbano. Simultáneamente brigadas estudiantiles se sumaron a la insurgencia sindical. Igualmente fue la primera vez en que el gobierno bloqueó militarmente la Ciudad.[23] Fue de esta forma como las acciones estudiantiles se convirtieron en un movimiento social independiente. Como respuesta a esta movilización, el gobierno dejó sin efecto la medida que autorizaba incrementar el precio del pasaje.

Pero independientemente de lo efímero de la movilización, históricamente resultó ser punto de inflexión o ruptura entre aquellos estudiantes universitarios, despolitizados e indiferentes de la problemática sociopolítica del país y los que ahora salían a la palestra desafiando al gobierno. Esta última tendencia se vio cualitativa y cuantitativamente fortalecida cuando en enero de 1959, triunfo la Revolución cubana la que de inmediato se convirtió en un poderoso polo de atención para millones de jóvenes de todo el continente americano. La Revolución cubana provocó una acelerada politización de la generación estudiantil universitaria de los años sesenta al sentirse profundamente cautivada e identificada con las ideas y utopías de este movimiento revolucionario.[24]

Concomitantemente, en mayo de 1960, en la Ciudad de México, se efectuó el XIII Congreso Nacional del Partido Comunista Mexicano (PCM) que, entre otros aspectos, resolvió “la necesidad de una nueva revolución en México”.[25] Derivado de mismo Congreso, en 1961 el PCM resolvió reconstruir su referente juvenil, la Juventud Comunista de México (JCM) e impulsar un órgano estudiantil nacional. En 1963, en la ciudad de Morelia, Michoacán, se efectuó el que sería el Primer Encuentro Nacional de Estudiantes Democráticos con la asistencia de representantes estudiantiles de las diferentes corrientes políticas de la izquierda. Ahí también se sentaron las bases para la fundación de la que más tarde fue la Central Nacional de Estudiantes Democráticos (CNED), que apoyó las diferentes luchas realizadas por este sector. Movilizaciones que de una u otra manera coadyuvaron a crear las condiciones del ‘68 mexicano.

A partir de la emergencia estudiantil de izquierda el gobierno y su partido decidieron contrarrestarla echando a caminar sus grupos de choque.

 

4.2. La activación del porrismo

El concepto de porrismo, tal y como hoy lo conocemos, se comenzó a conformar desde finales de los años cuarenta, por las porras de animación deportiva que asistían a los encuentros de futbol americano entre la UNAM y el Politécnico, dirigidas por un célebre y carismático personaje juvenil llamado Luis Rodríguez, apodado El Palillo, quien con el apoyo de Nabor Carrillo Flores, rector de la UNAM (1953-1961) y de algunos personajes ligados al poder, comenzó a enrolar y canalizar las inquietudes de cientos de jóvenes preparatorianos para la realización de trabajos extraordinarios, dentro y fuera del campus universitario, encargados por sus protectores.[26]

Para asegurar la participación de los jóvenes en esos trabajos, El Palillo les regalaba suéteres deportivos que a su vez a él le proporcionaban los diferentes presidentes de la República con quienes tenía una estrecha relación. Simultáneamente, llevaba a cabo gestiones para la aprobación de materias, otorgamiento de becas alimenticias, orgías, parrandas, boletos para eventos deportivos, viajes, etcétera.

Esta situación dio pauta para que en las preparatorias las porras de animación deportiva cada vez cobraran más fuerza como grupos de choque. Paralelamente, algunos de estos grupos empezaron a vender protección a los comercios aledaños a las escuelas, un abierto consumo de estupefacientes en los medios estudiantiles, un embrionario tráfico de drogas, pandillerismo y asaltos a mano armada, etcétera.[27]Por otra parte, a estos grupos se les empezaron a sumar vagos y malvivientes de los alrededores de los planteles.

Y aunque todo esto era del conocimiento de las autoridades universitarias y gubernamentales, no se ejercitaba ninguna para castigarlos. Lejos de eso, en ocasiones las toleraban y alentaban. A medida en que las acciones delictivas de las porras se fueron generalizando, empezaron a concretar alianzas coyunturales con los equipos de futbol americano. Estas alianzas se fueron haciéndose cada vez más comunes, sobre todo al momento de la elección de las sociedades de alumnos, la FEU y, ante todo, la Federación Universitaria de Sociedades de Alumnos (FUSA) fundada en 1961, durante el rectorado del doctor Ignacio Chávez. En estos casos dichos agrupamientos se unificaban ya sea para apoyar a algún candidato, golpear a contrincantes o apoderarse por la fuerza de las urnas de votación; así, dependiendo de los intereses que estaban en juego durante la elección eran las golpizas, las amenazas, los robos de urnas o la intimidación a los dirigentes estudiantiles. En todos los casos, estos grupos eran movidos como piezas de ajedrez por sus promotores.

Durante esta nueva etapa del porrismo, una de las primeras acciones de los grupos de choque fue el que tuvo lugar en de agosto de 1960 cuando integrantes de los equipos de futbol americano y de lucha de la Universidad fueron enviados a disolver un mitin estudiantil que ese día se llevó a cabo en la explanada central de la Ciudad Universitaria para protestar contra el gobierno quien días antes había mandado a la policía a golpear a los maestros de la Sección IX del SNTE. Por confesión de algunos de los agresores que fueron detenidos por los estudiantes, a cada uno de ellos, aproximadamente unos 300, se le pagaron la cantidad de 25 pesos provenientes del licenciado Humberto Romero Pérez, secretario Particular de la Presidencia de la República.[28]

Para mediados de los años sesenta, el porrismo en la UNAM ya era un fenómeno muy consolidado, temido y diseminado en todas las preparatorias y en algunos planteles de la Ciudad Universitaria, por ejemplo. Aunque en algunos casos, como lo fue el movimiento estudiantil de 1966 que trajo la caída del rector Ignacio Chávez, estos grupos no actuaron unificadamente como bloque, ya que mientras que unos apoyaron el movimiento contra el rector, otros permanecieron al margen.

Terminado el conflicto y tras la designación de Javier Barros Sierra como el nuevo rector, de inmediato las porras buscaron acomodo. Sin embargo, no fue sino hasta la llegada ese mismo año de Vicente Méndez Rostro, como director general de la Escuela Nacional Preparatoria, cuando las porras lograron su mayor éxito y grado de cohesión y consolidación.[29] Así, poco antes de que el nuevo directivo tomara posesión del cargo, los grupos porriles le ofrecieron su apoyo, mismo que éste aceptó de inmediato. A partir de ese momento se abrió una nueva partida en el presupuesto universitario para subsidiarlos.

Sobre todo en las escuelas preparatorias el porrismo se fortaleció aún más que antes y por eso su actuación fue con un mayor grado de impunidad. Así, por ejemplo, durante 1967, en el Tribunal Universitario, a los porristas le levantaron más de un centenar de actas por hechos delictivos dentro de las escuelas sin que ninguno de los casos fueran estudiados.[30] Lo mismo ocurría cuando los ciudadanos, ajenos a los planteles universitarios, denunciaban en las delegaciones policíacas la comisión de algún delito de los porros. Era obvio que hasta ahí llegaba el apoyo que los diferentes padrinazgos les daban a los porros.

 Poco antes de que estallara el 68 mexicano, el pandillerismo, la delincuencia, el tráfico y el uso de estupefacientes se convirtieron en un cómodo y productivo modus vivendi de los porros, quienes hicieron de los planteles sus cuarteles generales. Esta situación ocasionó que varias sociedades de alumnos en unión con profesores y empleados administrativos demandaran la inmediata desaparición de estos grupos.[31]

 

5. El porrismo durante el 68 mexicano

Cuando el 68 mexicano llegó, las acciones antiporriles quedaron pendientes, pasaron a un segundo término, o los grupos porriles fueron prácticamente expulsados de las escuelas, tal y como tradicionalmente ha sucedido en los movimientos estudiantiles que desde entonces han tenido lugar en la UNAM.

No obstante esto, algunos de estos grupos todavía llevaron a cabo diversas acciones de provocación y vandalismo con el fin de provocar la intervención de la fuerza pública y desprestigiar al movimiento estudiantil. Así, y sólo para ejemplificar lo antes señalado, hay que recordar que, durante la noche del 29 de julio, entre los estudiantes de la Preparatoria 3 que horas antes habían declarado la huelga, se encontraban inmiscuidos algunos miembros de las porras, quienes fueron los que se dedicaron a prenderle fuego a los camiones varados cerca del plantel, así como a enfrentarse a la policía antes del bazucazo.

Sin embargo, cuando en la madrugada del 30 de julio el Ejército disparó el bazukazo contra la puerta del antiguo Colegio de San Idelfonso y pudo penetrar al recinto, deteniendo a todas las personas que se hallaban adentro, los integrantes de las porras fueron liberados de inmediato, tras ser identificados frente al sub jefe de la policía metropolitana, coronel Raúl Mendiolea Cerecero.[32] Una situación muy similar a ésta fue la que tuvo lugar esa misma madrugada en la Preparatoria 5 de la UNAM, que también fue militarmente allanada y aprehendido a decenas de estudiantes, toda vez que, durante todo el tiempo que duró el movimiento, la policía les proporcionó credenciales a los porristas a fin de que pudieran ser identificados en cualesquier instante, logrando que éstos se movieran con la impunidad que requerían para la realización de las tareas encomendadas.[33]

A la par de estas acciones, durante los primeros días de agosto grupos porriles encabezados por un personaje de nombre Sergio Romero, mejor conocido como El Fish,[34] trataron romper la huelga a través de un membrete denominado “Comité de Huelga Preparatoriano” el cual, en una inserción pagada en diversos diarios capitalinos, dio a conocer una serie de demandas relativamente similares a las enarboladas por el movimiento, con la idea de crear más confusión en el ambiente político estudiantil de esos días.[35] Y aunque para esa acción el gobierno capitalino destinó una gran cantidad de recursos financieros, no tuvieron ningún eco entre las bases estudiantiles preparatorianas.

Luego de ese fracaso, El fish decidió cambiar de estrategia, ordenando a sus grupos que se unificaran con elementos del Instituto Nacional de la Juventud Mexicana, las juventudes priistas, el MURO y diferentes policías, quienes en diferentes zonas de la Ciudad de México y a nombre de los estudiantes, se dedicaron a cometer diversas tropelías, como asaltar comercios, agredir a transeúntes, quemar camiones y trolebuses para desprestigiar al movimiento y crear confusión entre sus simpatizantes.[36] A la par de estas acciones, los grupos de El Fish, junto con el entonces embrionario grupo paramilitar Los Halcones, fueron los responsables de perpetrar una serie de asaltos, secuestros y ametrallamientos de diferentes escuelas preparatorias, vocacionales y El Colegio de México.

Toda esta campaña de terror fue el preámbulo a la toma militar tanto de la Ciudad Universitaria como del Casco de Santo Tomás, las noches del 18 y 23 de septiembre, respectivamente. Y por supuesto, fue también el hecho que ayudó a enrarecer todavía más el ambiente político en la Ciudad de México antes de la masacre de Tlatelolco.

Luego del 2 de octubre el movimiento estudiantil quedó muy golpeado. Será a partir de entonces cuando de nueva cuenta los grupos porriles volvieron a aparecer en los planteles de la UNAM de donde habían desaparecido desde los primeros días del movimiento. Sin embargo, este retorno era para exhibirse por los pasillos de los edificios escolares con todo y sus armas en la mano, así como arrojar petardos o bombas lacrimógenas, disolver mítines y asambleas en donde se discutían las acciones para darle continuidad y fortaleza al movimiento.

Los grupos porriles regresaban más envalentonados y con mayor fuerza que antes del movimiento puesto que ahora ya no solamente estaban ligados a funcionarios universitarios, sino también a las diferentes corporaciones policíacas capitalinas y, sobre todo, a miembros del gobierno quienes les pagaban y reconocían sus servicios para el restablecimiento del orden y la paz en las escuelas y el país. Ya no se trataba de los simples grupos de pandilleros bravucones que se conformaban con realizar desmanes dentro de los planteles o en los estadios deportivos. En lo sucesivo, las porras serían algo más que eso: fuerzas auxiliares no oficializadas, convertidas en verdaderas organizaciones paramilitares, fuertemente armadas para llevar a cabo el acallamiento de activistas en las escuelas e impedir por todos los medios a su alcance el resurgimiento de la movilización estudiantil.

El poder de las porras tendió a fortalecerse aún más, sobre todo en el mes de noviembre, cuando en los planteles, a propuesta del CNH, se discutía si se levantaba o proseguía la huelga. Un claro ejemplo del poder porril fue cuando, el 27 de noviembre, en la Preparatoria 5 de la UNAM grupos porriles atacaron con armas de fuego a estudiantes de las vocacionales 2 y 5 del Politécnico, que habían acudido a apoyar a los estudiantes de ese plantel. Los porros le dieron muerte a uno de los estudiantes visitantes, quien recibió un tiro en la cabeza, e hirieron a otras 13 personas.

Pero aun y cuando existían todas las evidencias de que los porristas son los que habían disparado, la policía, que presenció la balacera sin intervenir, convirtió a los estudiantes agredidos en los agresores, por lo que tres politécnicos fueron detenidos y consignados y otros seis remitidos al Tribunal para Menores bajo las acusaciones de homicidio y disparo de arma de fuego.

 

6. El porrismo después del ‘68

Independientemente de que el movimiento estudiantil terminó desde diciembre de 1968, el régimen de Gustavo Díaz Ordaz siguió llevando a cabo una fuerte actividad represiva. Fue en este tenor en donde los grupos porriles también llevaron a cabo una parte muy importante de esa represión.

En efecto, tanto en las escuelas preparatorias de la UNAM, como las preparatorias populares y en algunas escuelas y facultades de la Ciudad Universitaria, se instrumentó una implacable campaña de agresiones con las que incluso se abonó en el ya alto índice de estudiantes muertos.[37]

Empero, la serie de agresiones en contra de los estudiantes del bachillerato universitario no era ninguna casualidad de los grupos porriles que la instrumentaban. Se trataba más bien de una verdadera vendetta del gobierno en contra de los estudiantes de estas escuelas quienes, al igual que los de las escuelas vocacionales y prevocacionales del Politécnico Nacional, durante el ‘68 mexicano habían sido los protagonistas más activos y decididos que en infinidad de ocasiones se enfrentaron con la fuerza pública.

Después del ‘68 mexicano, el porrismo no solamente estaba destinado a la realización de actividades represivas sino que también sería el encargado de promover festivales musicales en donde se hacía circular la mariguana que inicialmente era vendida a precios bajos y posteriormente hasta se regalaba masivamente, ya que con ello se pretendía que los estudiantes, y más particularmente los menos politizados, se refugiaran en el escapismo en lugar de ocuparse de la problemática sociopolítica del país, y que dicho movimiento había exhibido y puesto en la palestra de la discusión.[38]

Luego de que en 1970 concluyó el sexenio de Gustavo Díaz Ordaz y arribó al poder Luis Echeverría Álvarez, el movimiento estudiantil en general, y en particular el universitario, encontró ciertas condiciones relativamente favorables para su respectiva reactivación. Aunque esta situación también trajo consigo la radicalización y ampliación del radio de acción de los grupos porriles ya no únicamente en los planteles del bachillerato, sino también en las escuelas de la Ciudad Universitaria, con el claro afán de impedir violentamente cualesquier tipo de manifestación de protesta antigubernamental.

 

6.1. El grupo porril “Francisco Villa”

Desde principios de 1971 y ya durante el nuevo régimen encabezado por Luis Echeverría Álvarez, los grupos porriles aparecieron arropados en un membrete denominado Asociación Universitaria y Preparatoriana Francisco Villa, cuyo fin inmediato sería combatir a los comités de lucha, a sus dirigentes y al Comité Coordinador de Comités de Lucha (CoCo), que operaba en la UNAM, el Politécnico y otras escuelas.

En esta tesitura, por medio de un comunicado ampliamente difundido en todo el campus universitario este nuevo agrupamiento invitaba a toda la comunidad universitaria: “a emprender una acción definitiva que cristalice en los anhelos de formar una casa de estudios democrática, anti dogmática, libre, genuinamente representativa de sus esencias, que son los fines para los que fue creada”.[39] Asimismo, en un segundo comunicado reiteraba su llamamiento a: “Repudiar a los llamados Comités de Lucha que dicen representarte, siendo que en realidad sólo sirven a grupos y personas ajenas a la Universidad de las que reciben dinero y orientación”.[40]

Empero, estos comunicados no tuvieron ninguna respuesta de la comunidad universitaria y lo único que generaron fue un clima de tensión y alerta en el campus universitario, de los miembros de los diferentes comités de lucha y el CoCo.

A finales de marzo de 1971 la situación hizo crisis luego de que una asamblea de estudiantes rechazados de la Facultad de Comercio, que eran apoyados por los comités de lucha de las facultades de Ciencias e Ingeniería, fue atacada por los integrantes del nuevo agrupamiento porril. Ese mismo día este grupo también atacó e hirió a varios activistas de los comités de lucha cuando éstos hacían antesala en las oficinas de la Rectoría, a donde habían ido para denunciar ante el rector Pablo González Casanova el ataque de que había sido objeto la asamblea.[41]

Un día después de estos hechos, a través de dos comunicados, los grupos porriles acusaron al PCM “de querer parar y desquiciar la Universidad para sus fines políticos, valiéndose de los compañeros que, por diversas circunstancias, no han podido ingresar a ésta”.[42] Igualmente, denunciaron a los comités de lucha como los únicos responsables de la agresión que en el sexto piso de la Rectoría sufrieron los “verdaderos estudiantes”.[43]

Por su parte los diferentes comités de lucha, iniciaron una intensa campaña para enfrentar el problema del porrismo en la UNAM. En este sentido, las propuestas de solución variaron. Así, fueron desde aquellas que le demandaban a la Rectoría decretar la inmediata expulsión y consignación penal de los responsables de la agresión en las oficinas de la Rectoría,[44] hasta las que proponían hacerse justicia por su propia mano, ya que:

 

 [...] es claro que la porra no se va a ir porque se lo pidamos al rector; sino que la tenemos que sacar mediante la violencia revolucionaria organizada de las masas (subrayado en el original), lo que significa la necesaria preparación para defender nuestros mítines, asambleas, locales, etc.; y para devolver los golpes.[45]

 

En tanto, los agrupamientos porriles, una vez más no se quedaron callados. En una carta abierta dirigida al rector González Casanova, posteriormente dada a conocer en toda la Ciudad Universitaria, dijeron que: “[…] grupos radicales mal llamados comités de lucha, agredieron en la torre de Rectoría a un grupo de estudiantes compañeros nuestros con armas punzo cortantes, palos y tubos, etcétera”.[46] Igualmente manifestaron sin más evidencias de sus propios dichos que:

 

Los mal llamados comités de lucha han estado sesionando y provocando inquietudes entre la base estudiantil, al grado de haber publicado algunos manifiestos donde frecuentemente incitaban a la revolución en apoyo de los detenidos como asaltantes de bancos, alteradores del orden público y pseudo guerrilleros.[47]

 

Esta vez las acciones impulsadas por los estudiantes fueron básicamente dos: Un emplazamiento hecho al rector solicitándole un pronunciamiento público sobre el problema aplicando medidas más efectivas contra del porrismo y un tibio y efímero apoderamiento de las oficinas de la dirección de algunas escuelas con lo que se pretendía darle más cobertura y extender la movilización estudiantil antiporril. Empero, estas acciones no fueron lo suficientemente contundentes, ya que en menos de dos semanas la movilización se diluyó totalmente sin haber logrado ninguno de sus principales objetivos.

Pero independientemente de la irritación provocada por la violencia y prepotencia de los grupos porriles, lo cierto es que el movimiento estudiantil no tuvo la suficiente capacidad para lograr desde aquel entonces una movilización universitaria amplia y contundente con la que se erradicara o aminorara en la UNAM el añejo problema de la violencia porril.

Quince meses después de la movilización estudiantil antiporril, en junio de 1972, en el auditorio de la Facultad de Ingeniería de la Ciudad Universitaria se volvió a suscitar un enfrentamiento, ahora a balazos, entre un grupo porril con integrantes de los comités de lucha de las facultades de Derecho e Ingeniería, en el que murieron dos de los porros: Antonio Carbajal La Tota, quien recibió dos balazos, así como Alfredo Romero El Toro, quien también recibió un disparo. Además de los porristas muertos, también Melba Pérez, estudiante de la Facultad de Ciencias, quien se encontraba dentro del auditorio, fue herida de bala.[48]

Los hechos de este día produjeron una serie de controvertidas declaraciones. Así, los comités de lucha de toda la universidad, en una asamblea general que tuvo lugar el mismo día de los hechos en el auditorio Che Guevara de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, culpó al grupo Francisco Villa de ser el responsable de la provocación, al tiempo que también condenó y denunció la escalada de provocación de la que era objeto el movimiento estudiantil.[49]

Por su parte, el grupo Francisco Villa señaló a Pablo Gómez Álvarez, Raúl León de la Selva e Isaías Morales “El Zorry”, de los comités de lucha de Economía, Derecho y Filosofía y Letras, respectivamente, de ser los responsables materiales de las muertes de sus compañeros.[50] Complementariamente, los grupos porriles inundaron la Ciudad Universitaria con miles de volantes editados en imprenta con leyendas como ésta: “Comités de Lucha de Ingeniería, Derecho, Ciencias, Arquitectura, etc. ¡ASESINOS!”,[51] o bien con otra: “León de la Selva, Pablo Gómez... ¡ASESINOS!”[52]

En tanto que el presidente Luis Echeverría, señaló que: “Es muy lamentable. La violencia no lleva a ningún lado, es contraproducente, y tiende a reproducirse. Y es, en los sitios donde se estudia [...] donde todos los asuntos deben ventilarse sin violencia”.[53] Finalmente, el rector Pablo González Casanova, conjuntamente con los miembros de su staff, no solamente responsabilizó a los grupos porriles, sino también a los provocadores infiltrados dentro del movimiento estudiantil. Exactamente en el mismo sentido se pronunciaron la totalidad de los directores de escuelas y facultades de la UNAM.[54]

Efectivamente, lo acontecido el 13 de junio de 1972 en la Ciudad Universitaria, no fue una mera casualidad provocada por un grupo de jóvenes equivocados, sino una acción de verdaderos provocadores, conscientes de llevar a cabo una tarea previamente encomendada consistente en la desestabilización de la UNAM, así como el aniquilamiento de un rectorado progresista como el de Pablo González Casanova, que para algunos sectores de dentro y fuera del gobierno resultaba incómodo. Otro de los objetivos era desprestigiar al movimiento estudiantil contribuyendo con ello a su descomposición y virtual desaparición, como realmente aconteció.

Igualmente, al poco tiempo de estos violentos acontecimientos y luego de haber cumplido con una parte de su encomienda, el grupo “Francisco Villa” se declaró formalmente disuelto con lo cual el porrismo, por lo menos en el seno de la UNAM, entró en un periodo de reflujo que duró hasta mediados de los años ochenta, luego de que el movimiento estudiantil universitario volvió a reactivarse.

 

6.2. La reactivación del porrismo después del reflujo

Ya se ha dicho que la función histórica del porrismo en la UNAM, y en las demás instituciones educativas donde actualmente existe, ha sido la de reprimir violentamente todo tipo de movilización estudiantil independiente dentro y fuera de los recintos escolares. Por eso cuando el movimiento estudiantil entra en reflujo, tal y como aconteció entre los albores de los años setenta y mediados de los ochenta en la UNAM, el porrismo también se inmoviliza o se dedica a realizar otras actividades delictivas, aunque no de carácter político. Pero cuando la movilización estudiantil se reactiva, inmediatamente el porrismo hace lo mismo. Es decir, otra vez sale de donde se encuentre a ejercitar la violencia en contra de los estudiantes movilizados.

En la UNAM esto se observaría con toda nitidez cuando entre 1986-1987 estalló la protesta dirigida por el Consejo Estudiantil Universitario (CEU) contra de una serie de reformas de carácter neoliberal, que el gobierno federal pretendió implementar a través del Consejo Universitario de esta casa de estudios. En ese entonces, muchas de las acciones porriles se instrumentaron desde la Secretaría de la Rectoría cuyo titular era Carlos Barros Horcascitas, así como por algunos directores de las escuelas preparatorias.[55]

Este conflicto que tuvo sus momentos más álgidos entre octubre de 1986 y febrero de 1987, concluyó con el acuerdo de llevar a cabo en la UNAM un Congreso democrático, de carácter resolutivo, en donde se discutiera toda su problemática, mismo que finalmente se realizó entre los meses de mayo y junio de 1990. Sin embargo, en esos cuatro años que tardó en efectuarse dicho evento se observó una intensa actividad de los grupos porriles con el fin de disuadir la participación estudiantil en el multicitado Congreso.[56]

A partir de entonces los grupos porriles siguieron operando sobre todo en las diferentes escuelas del bachillerato. Por eso, durante el nuevo movimiento estudiantil que tuvo lugar en la UNAM entre el 20 de abril de 1999 y el 6 de febrero del 2000 en contra del alza de cuotas de inscripción,[57] una vez más, los grupos porriles volvieron a reactivarse. Aunque esta reactivación sería más evidente durante los últimos meses del conflicto, luego de que el movimiento ya estaba muy desgastado o en su fase terminal. Toda vez que, durante la efervescencia de los movimientos estudiantiles el porrismo se esconde, no actúa, sino que espera que la rebeldía se debilite y ante todo que entre en reflujo. Esta siempre ha sido y será la tendencia del porrismo.

Una vez más, en septiembre de 2018, luego de que estudiantes del Colegio de Ciencias y Humanidades Azcapotzalco llevaban a cabo un mitin en la explanada central de la Ciudad Universitaria, los grupos porriles volvieron a aparecer para agredirlos, situación que generó una movilización prácticamente generalizada de todas las escuelas de la UNAM. Sin embargo, a no ser por la expulsión y el encarcelamiento de varios de los agresores, nunca se supo quién o quiénes fueron los autores intelectuales de esa agresión.

Hoy en día, luego de 109 años de haber sido refundada y a 90 de haber conquistado su autonomía, la UNAM, con una población de 356.539 alumnos, 41.318 académicos y más de 30.000 empleados administrativos, sigue y seguirá padeciendo un fenómeno que al parecer llegó para quedarse indefinidamente: el porrismo.

 

Conclusión

La aparición y proliferación de los grupos de choque en el seno de las instituciones de educación superior de la nación mexicana y más particularmente en la UNAM y al que ahora se le conoce comúnmente como porrismo, nunca ha sido un fenómeno casual que protagonicen jóvenes inadaptados, sino que siempre ha sido una actividad muy bien diseñada por personajes internos y/o externos a los centros escolares, con el fin de acallar violentamente las diferentes manifestaciones de protesta generadas por los estudiantes en contra de autoridades educativas y/o gubernamentales de distinto tipo y magnitud. Por lo que el origen, posterior desarrollo y consolidación del multicitado fenómeno ha sido siempre eminentemente político.

Dada la anterior situación, será muy difícil, por no decir imposible, que el porrismo pueda ser erradicado de los centros de estudio en donde reiteradamente surgen y rápidamente se expanden expresiones estudiantiles disidentes que, en la lógica de la mayor parte de los afectados con las mismas, deben de ser acalladas violentamente.

 


 

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*Universidad Nacional Autónoma de México.

[1] Disponible en https://www.who.int/topics/violence/es/ [visitado octubre de 2019].

[2] Sánchez Gudiño, H. Entrevista realizada el 8/10/19 en la Ciudad de México. Entrevistador: René Rivas.

[3] Ordorika, I. (2005). “Violencia y ‘porrismo’ en la educación superior en México”, en Bertussi, G. y González, G. Anuario educativo mexicano: visión retrospectiva (pp. 459-475). México: UPN/Miguel Ángel Porrúa, p. 462.

[4] Regeneración Radio (2010). “El porrismo, un viejo nuevo mal en México”. Disponible en: https://regeneracionradio.org/index.php/represion/abuso/item/2569-el-porrismo-un-viejo-nuevo-mal-en-mexico [visitado octubre de 2019].

[5] Algunos de los ejemplos de este tipo de grupos aparecidos en la UNAM fue el de Los Conejos, la Unión Nacional de Estudiantes Católicos (UNEC) y el Movimiento Universitario de Renovadora Orientación (MURO), todos ellos de tendencia ultraderechista y estrechamente ligados a la Iglesia Católica.

[6] Rivero del Val, L. (1974). “El encuentro”, en Don Ramón Martínez Silva, Semblanzas de un Maestro. México: Editorial Jus, p. 32.

[7] Contreras, G. (2008). Rodulfo Brito Foucher (1899-1970). Un político al margen del régimen revolucionario. México: Universidad Nacional Autónoma de México/Plaza y Valdés Editores, p. 276.

[8] Sánchez Gudiño, H. (2006). Génesis, desarrollo y consolidación de los grupos estudiantiles de choque en la UNAM (1930-1990). México: UNAM/Miguel Ángel Porrúa, p. 154.

[9] Ibídem.

[10] Ibídem.

[11] Contreras, G. (2008). Rodulfo Brito Foucher (1899-1970). Un político al margen del régimen revolucionario, op. cit., p. 277.

[12] Ibídem.

[13] Sánchez Gudiño, H. (2006). Génesis, desarrollo y consolidación de los grupos estudiantiles de choque en la UNAM (1930-1990), op. cit., p. 192, y Santiago Jiménez, M. A. (2012). Anticomunismo católico. Raíces y desarrollo del Movimiento Universitario de Renovadora Orientación (MURO), 1962-1975. Tesis de Maestría en Historia moderna y contemporánea. México: Instituto de Investigaciones “Dr. José María Luis Mora”, p. 51.

[14] Martínez Della Rocca, S. (2010). Centenario de la UNAM. Estado y Universidad Nacional. Cien años de conciliaciones y rupturas. México: Secretaría de Educación de la Ciudad de México/Universidad de Guadalajara/Miguel Ángel Porrúa, p. 232.

[15] Durante la Sesión del Consejo Universitario celebrada el 18 de junio de 1942 había un total de 112 consejeros más tres ex rectores invitados: Ezequiel A. Chávez, José Vasconcelos y Manuel Gómez Morín. Los resultados de la votación fueron: 76 votos (67.8%) para Brito Foucher y 34 (32.2 %) para Salvador Azuela.

[16] Guevara Niebla, G. (1986). Las luchas estudiantiles en México. México: Editorial Línea, Tomo II, p. 190.

[17] Ibídem.

[18] Molina Vázquez, G. (1944). “Clamor de profesores y alumnos para pedir el castigo y renuncia de Brito” en El Popular. Ciudad de México, 28/7.

[19] Covo, M. (1990). “La composición social de la población estudiantil de la UNAM: 1960-1985” en Pozas Horcascitas, R. (Coord.) Universidad Nacional y sociedad (pp. 29-135). México: CIIH-UNAM/Miguel Ángel Porrúa, p. 84.

[20] González de León, T. (2003). “La vida del barrio universitario”, en De la Fuente, J. R. et al (Coords.). Un destino compartido. 450 años de presencia de la Universidad en la Ciudad de México (pp. 133-154). México: PUEC-UNAM, pp. 142-143.

[21] Algunos de los ámbitos con alta tradición en novatadas de carácter prácticamente porril eran las escuelas de Arquitectura e Ingeniería en donde anualmente se sacaba a pasear a la calle a los alumnos de nuevo ingreso, a quienes se les denominaba con el mote de Los perros o novatos. Sin embargo, esta práctica concluyó definitivamente en 1969 gracias al movimiento estudiantil.

[22] Semo, I. (1989). El ocaso de los mitos (1958-1968). México: Alianza Editorial Mexicana, pp. 25 y sigs.

[23] Rivas Ontiveros, J. R. (2007). La izquierda estudiantil en la UNAM. Organizaciones, movilizaciones y liderazgos (1958-1972). México: UNAM/Miguel Ángel Porrúa, pp. 129-166.

[24] Barbosa Cano, F. (1985). “Acción y búsqueda programática” en Martínez Verdugo, A. (Ed.), Historia del Partido Comunista en México (pp. 273-319). México: Grijalbo, p. 273.

[25] “Revolución en el PCM”. (1960). Política nº 4 (pp. 11). Ciudad de México, p. 11.

[26] La Hoguera (1969). “Biografía de las porras (7 años de gansterismo) (1962-1969)”. Ciudad de México, 26/7, pp. 9-11.

[27] Ibídem.

[28] “Pistoleros en la CU”. (1960). Política n° 9 (pp. 20-21). Ciudad de México, pp.20-21.

[29] Ibídem.

[30] Ibídem.

[31] Así, por ejemplo, en la Preparatoria 5 de Coapa, una de las preparatorias sin duda históricamente más plagadas de porros, antes de que estallara la protesta sesentaiochera, la Sociedad de Alumnos llevó a cabo una fuerte movilización estudiantil en contra de los porros de ese plantel, la que sin embargo, no prosperó del todo, puesto que no logró expulsar a los grupos porriles.

[32] La Hoguera (1969). “Biografía de las porras (7 años de gansterismo) (1962-1969)”, op. cit., p. 3.

[33] Ibídem.

[34] Ibídem.

[35]Ibídem.

[36] Ibídem.

 [37] Al respecto, en este período se conocieron por lo menos tres hechos de estudiantes asesinados por grupos porriles sin que las autoridades gubernamentales hayan actuado para castigarlos. Dos de éstos fueron: 1. El día 19 de marzo de 1969, Regino Alanís Escalena, estudiante de la Preparatoria 6 fue asesinado a balazos por un grupo de porros encabezados por Alejandro Romero “El Superman”, sujeto estrechamente ligado al licenciado Méndez Rostro, tras negarse a entregarle sus pertenencias. 2. El 20 de octubre de 1969, Miguel Parra Simpson, estudiante del 4° año de Derecho y miembro del Comité de Lucha de esa facultad, asesinado en el estacionamiento de ese plantel por un grupo de 9 porros, cuando se negó a recibir un volante repartido por éstos en el que se atacaba el movimiento estudiantil y a los presos políticos de 1968. Cfr. Santos, L. (1970). “Los funerales de Simpson, prólogo de la campaña presidencial”. Oposición nº 17. Ciudad de México, pp. 16/17.

[38] La tendencia a realizar festivales de rock y repartir marihuana entre los asistentes fue una práctica muy generalizada de los grupos porriles que hasta en escuelas de nivel superior, altamente politizadas de la Ciudad Universitaria, se hicieron o intentaron realizar. Este fue el caso, por ejemplo, de la Escuela Nacional de Economía en donde a principios de 1969 los porros llevaron a cabo uno de estos eventos en el que repartieron marihuana a los asistentes. Sin embargo, poco después, un numeroso grupo de estudiantes se enfrentaron a éstos y los obligaron a retirarse.

[39] Ibídem.

[40]Compañero”, cartel suscrito por el Comité Democrático Estudiantil, marzo de 1971.

[41] “A los compañeros de la Universidad: Alerta, alerta, alerta”, volante suscrito por los Comités de Lucha de la UNAM, marzo de 1971.

[42] “Compañero: la verdad de la Juventud Comunista”, volante suscrito por el Grupo Estudiantil Universitario, marzo 24 de 1971.

[43]“Al verdadero estudiante universitario. Basta ya de anomalías”, volante suscrito por “Unificación de Verdaderos Estudiantes Universitarios”, 24 de marzo de 1971.

[44] “Y basta de robos, golpeados, heridos y muertos”, volante suscrito por la Unión de Brigadas, UNAM, marzo 23 de l971.

[45] “A todos los compañeros socialistas; a los estudiantes y los compañeros de la Facultad de Ciencias”, volante suscrito por el Frente Socialista de la Facultad de Ciencias, marzo de 1971.

[46] “Sr. Dr. Pablo González Casanova”, Carta abierta suscrita por la Asociación Universitaria y Preparatoriana Francisco Villa, marzo 30 de 1971.

[47] Ibídem.

[48] “UNAM tiempo de crisis” (1972). Punto Crítico n° 7, Ciudad de México. 1/7, pp. 4-7.

[49] “A la Comunidad Universitaria”. (1972). Volante de los Comités de Lucha de la UNAM. 14/6.

[50] “A la Opinión Pública” (1972). Boletín de Prensa suscrito por los representantes y activistas estudiantiles de la Facultad de Filosofía y Letras, 16/6.

[51] “Comités de Lucha”, volante [s.f.e.].

[52] “León de la Selva...”, volante [s.f.e.].

[53] Excélsior (1972). “La violencia es contraproducente”. Ciudad de México, 15/6.

[54] “A la Comunidad Universitaria y Nacional” Declaración pública del rector o los directores de la UNAM”, Gaceta UNAM, junio 16 de 1972.

[55] Rivas Ontiveros, J.R. y Sánchez Gudiño, H. (1990). UNAM de la rebelión silenciosa al Congreso. México: El Día en libros, pp.151-154.

[56] Ibídem.

[57] Rivas Ontiveros, J.R. (2010). “Los movimientos estudiantiles en la UNAM: 1968,1986 y 1999” en Narro Robles, J. (Presentación). Tiempo universitario. 100 años de la Universidad Nacional (pp. 66-85). México: UNAM, pp.79-82.

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Cuadernos de Marte, Revista latinoamericana de Sociología de la Guerra es una publicación oficial del Insituto de Investigaciones Gino Germani, dependiente de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, Argentina.

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