Políticas de la editorial

Enfoque y alcance

La revista Anacronismo e Irrupción es una publicación semestral vinculada al grupo de estudio de teoría política clásica y moderna, inscripto en el Instituto de Investigaciones Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, Argentina.

Abocada a la teoría y filosofía política, se propone aportar a la labor de intercambio y difusión de la producción científica del área, publicando artículos sujetos a las condiciones de referato doble ciego y que comprenden distintas modalidades: artículos focalizados en temáticas específicas de la teoría política clásica y moderna, artículos que hacen hincapié en hermenéuticas contemporáneas en torno a lo clásico y moderno, contribuciones que expliciten avances de investigaciones y reseñas críticas.

 

Políticas de sección

Artículos

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Editorial

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Clases Magistrales y Conferencias

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Reseñas

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Contrapuntos

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Entrevistas

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Convocatoria

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Dossier

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Intervenciones sobre el dossier

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Más allá del dossier

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Conferencias y Clases

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Número Completo

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Traducciones y traiciones

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Proceso de evaluación por pares

Los originales son sometidos a un proceso editorial que se desarrolla en varias fases:

1. En primer lugar, los artículos recibidos son objeto de una evaluación preliminar por parte de los Directores y los miembros del Comité Editorial, quienes determinan la pertinencia temática de la propuesta y su adecuación a las pautas formales de la Revista.

2. Una vez establecido que el artículo cumple con los requisitos temáticos y formales indicados en estas normas, es enviado a dos pares académicos externos, quienes evaluan el artículo bajo la modalidad de "doble ciego" y emiten su dictamen, teniendo en cuenta una de las cuatro siguientes opciones:

  • Publicable: el trabajo puede publicarse, con una mínima revisión de estilo.
  • Requiere revisión: el trabajo está en condiciones de publicarse, tras la revisión de los puntos observados.
  • Reevaluable: el trabajo debe modificarse profundamente y someterse nuevamente a evaluación.
  • No publicable: el artículo no resulta publicable.

En caso de discrepancia entre ambos dictámenes, el texto es enviado a un tercer árbitro, cuya decisión definirá su publicación. Los resultados del proceso de evaluación académica son inapelables en todos los casos.

3. Una vez aprobado el texto para su publicación, el autor procede a la incorporación de las modificaciones sugeridas por los evaluadores y vuelve a remitir el texto en los plazos estipulados.

4. Posteriormente, se procede a la corrección de estilo del texto para su final maquetación y publicación.

 

Frecuencia de publicación

La revista se publica dos veces al año, abarcando los períodos mayo-octubre y noviembre-abril.

 

Política de acceso abierto

Los artículos publicados en Anacronismo e Irrupción se encuentran disponibles gratuitamente en el Repositorio Digital Institucional de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA). 

Anacronismo e Irrupción adhiere a la definición de "acceso abierto" de la Budapest Open Access Initiative (BOAI).

Anacronismo e Irrupción sostiene su compromiso con las políticas de Acceso Abierto a la información científica, al considerar que tanto las publicaciones científicas como las investigaciones financiadas con fondos públicos deben circular en Internet en forma libre, gratuita y sin restricciones.

No se cobran cargos ni tasas por la publicación de artículos. La revista Anacronismo e Irrupción ratifica el modelo Acceso Abierto en el que los contenidos de las publicaciones científicas se encuentran disponibles a texto completo libre y gratuito en Internet, sin embargos temporales, y cuyos costos de producción editorial no son transferidos a los autores. Esta política propone quebrar las barreras económicas que generan inequidades tanto en el acceso a la información, como en la publicación de resultados de investigaciones y prácticas extensionistas que persigan o se encuadren en las normas editoriales de la revista.

Todos los artículos de esta revista se encuentran y distribuyen bajo una licencia de Creative Commons Atribución-NoComercial 4.0 https://creativecommons.org/licenses/by-nc/4.0/deed.es 

La licencia permite compartir el material publicado bajo los siguientes términos:

 

Normas éticas

Esta revista se compromete a cumplir con lineamientos éticos que garanticen la transparencia, la imparcialidad y las buenas prácticas durante el proceso editorial. Por ello, toma como referencia el "Código de conducta y mejores prácticas directrices para editores de revista" del Commitee on Publications Ethics (COPE). Los estándares y recomendaciones que allí se establecen se implementan en todas las instancias del proceso de evaluación y publicación de artículos y en la relación que la revista tiene con los lectores, autores, evaluadores y miembros del Consejo Editorial. Puede consultarse el código a través de este hipervínculo.

 

Política antiplagio

Los supuestos de plagio son: presentar el trabajo ajeno como propio; adoptar palabras o ideas de otros autores sin el debido reconocimiento; no emplear las comillas en una cita literal; dar información incorrecta sobre la verdadera fuente de una cita; el parafraseo de una fuente sin mencionar la fuente; el parafraseo abusivo, incluso si se menciona la fuente.

Los supuestos generales de fraude científico son los siguientes: a) fabricación, falsificación u omisión de datos y plagio; b) publicación duplicada; y c) conflictos de autoría. Las prácticas deshonestas relativas al plagio y a los diversos supuestos de fraude científico que sean detectadas serán debatidas por los miembros del Consejo Editorial, quienes decidirán las medidas a adoptar. El/los autor/es asumirá/n las consecuencias de cualquier índole que se deriven del incumplimiento de las obligaciones señaladas en estas normas editoriales.

Todos los artículos enviados a Anacronismo e irrupción  serán revisados por medio del software de detección de Plagius.

A fin de tratar los casos en los cuales se incurra en plagio, el Consejo Editorial seguirá los siguientes procedimientos:

  • Se enviará al autor la evidencia del plagio detectado, solicitando una explicación sobre el mismo.

  • Si la respuesta no es satisfactoria para el Consejo Editorial, el artículo no será sometido a evaluación externa y la revista no recibirá más artículos de los autores. A su vez, si correspondiere, se informará al medio en el cual fue publicado el artículo original plagiado.

  • No se aceptarán más trabajos de los autores a la revista Anacronismo e irrupción

 

Llamado a contribuciones para el próximo número

Descargar el llamado a contribuciones

Está abierta la convocatoria de artículos para el número 29 de Anacronismo e Irrupción. Invitamos a enviarnos sus contribuciones originales hasta el quince de agosto de 2025. Los artículos pueden responder al tema de la convocatoria o desarrollar tema libre, siempre que responda al enfoque y alcance de la revista. Las contribuciones deben ser enviadas al correo anacronismoeirrupcion@sociales.uba.ar

Tema de la convocatoria: Tiranías

Coordinado por Luis Blengino y Martín Cortés

El concepto de tiranía ha revestido desde siempre una complejidad y un desafío para la filosofía política. Además de nombrar al peor de los regímenes, opera como un potente descalificador político, como lo sabían Platón y el tirano de Siracusa a quien aquel atacó con su parrhesía. Es llamativo o, quizás, un ejemplo de tal complejidad que, en el Diccionario de política de Bobbio, Matteucci y Pasquino, el vocablo tiranía remita al de dictadura, donde se sostiene que la “tiranía” griega era “sustancialmente análoga a la dictadura moderna”. En efecto, la tiranía clásica, al igual que la “dictadura moderna”, poseía una connotación absolutamente negativa. De igual manera, la tiranía surgía “de la crisis y de la disgregación de una democracia” y caracterizaba la idea del poder ilegítimo del “jefe de una facción política que imponía con la fuerza el propio poder a todos los demás partidos”. Como tiránico se denunciaba también el modo de ejercicio del poder ampliamente coercitivo, “arbitrario e ilimitado”. Esta semejanza también es un indicio de que tal concepto se vincula a una red de otros conceptos afines con los que guarda diversas correspondencias que permiten plantear distintos cuestionamientos. Dictadura, despotismo, absolutismo, tiranía, autocracia, autoritarismo, incluso totalitarismo o régimen de dominación tejen una red de sentidos y problemas que se buscan iluminar con el propósito de denunciar un determinado tipo de ejercicio del poder. Asimismo, suelen situarnos en un plano de análisis y confrontación con ideas tales como democracia, república, gobierno participativo, ciudadanía. En este sentido, un breve recorrido histórico permitirá señalar algunos aspectos del concepto y de los sentidos que lo atraviesan, así como de los problemas que abre y llegan hasta nuestro presente. Como señalan los autores del Diccionario de política, el despotismo originalmente refería a los regímenes monocráticos típicos de Asia y África y era “sustancialmente extraño a la cultura occidental” o, según Aristóteles, constituíauna forma de monarquía propia de “muchos pueblos bárbaros”. La tiranía, por su parte, fue desde siempre una posibilidad y una realidad propiamente occidental, constitutiva de su historia.

En República, Platón diferencia el conductor democrático o caudillo popular, i.e. el demagogo, del tirano a partir de dos extralimitaciones tiránicas que conducen desde la anárquica democracia a la cruenta tiranía. El tránsito del líder al tirano se narra desde 565d a 566a, a través del mito del templo de Zeus Liceo en Arcadia, según el cual, “cuando alguien gusta de entrañas humanas descuartizadas entre otras de otras víctimas, necesariamente se ha de convertir en lobo” y “así también cuando el que está a la cabeza del pueblo recibe una masa obediente y no se abstiene de sangre tribal, sino que, con injustas acusaciones —tal como suele pasar— lleva a la gente a los tribunales y la asesina, poniendo fin a vidas humanas y gustando con lengua y boca sacrílegas sangre familiar, y así mata y destierra, y sugiere abolición de deudas y partición de tierras, ¿no es después de esto forzosamente fatal que semejante individuo perezca a manos de sus adversarios o que se haga tirano y de hombre se convierta en lobo?”. Más adelante entre 566e y 567c Platón dirá que el tirano “promueve ante todo algunas guerras, para que el pueblo tenga necesidad de conductor” y “para que el pago de impuestos de guerra haga pobres a los ciudadanos y los obligue a dedicarse a los cuidados de cada día, de modo que conspiren menos contra él”. Asimismo, censurará a quienes “hablan francamente con él o entre sí” y buscará “eliminar a todos estos, si es que va a gobernar, hasta que no quede nadie de valor entre sus amigos y enemigos”. En consecuencia, “ha de mirar entonces con agudeza quién es valiente, quién de grandeza de espíritu, quién sabio, quién rico; y el grado de su felicidad es tal que, quiéralo o no, le será necesario combatir y conspirar contra todos, hasta purificar el Estado”. Para lo cual necesitará primero una custodia personal “digna de confianza” hasta conformar un verdadero “ejército del tirano” que será mantenido por el pueblo, que engendró al tirano y “lo alimenta a él y a su séquito” (568d-e).

El tirano es un caníbal convertido en lobo que acusa, persigue, amenaza o asesina a rivales, opositores o disidentes y que impide la libertad de palabra y acción. Derramar sangre para purificar el Estado y no permitir la libertad de hablar y actuar, bajo amenaza de pena de muerte o exilio, son los distintivos del más degradado de los regímenes de gobierno y formas de vida política.

Podría sugerirse que la experiencia de Platón en Siracusa expone cierta afinidad de la tiranía con los denominados totalitarismos, pues no sólo se impide el debate y la acción pública, sino también la parrhesía filosófica, propia del consejo personal y la libertad de acción para cesar en la función. Por otra parte, la tiranía, en cuanto poder personal arbitrario, ilimitado, violento y censurador es inescindible de la indagación del tirano como tipo político y del vínculo con la ciudad, el pueblo, los mejores o los grandes. Así, Jenofonte en Hierón describe los males del tirano que, temeroso de que lo depongan sus rivales y gobernados, aumenta la injusticia de su tiranía. La inseguridad estructural del tirano deriva tanto de su ilegitimidad de origen como de ejercicio. Para Aristóteles constituye una perversión personalista de la monarquía en la que el rey gobierna en beneficio propio y no con miras al bien común. Es también el gobierno arbitrario en que la ley y los dictados están sujetos a las pasiones y humores del gobernante. Sin embargo, a la inestabilidad e incertidumbre que introduce el personalismo arbitrario del tirano, le corresponde la producción de un orden estable que le permite sostenerse. Así, se prohíben las reuniones y se fomenta el aislamiento, también se fomenta la pobreza que obliga a ocuparse de la supervivencia, se ejerce la censura y se despliega una guardia de mercenarios o de enemigos de la ciudad. El rey ilegítimo por procedencia o ejercicio ha sido también un tema de las tragedias de Sófocles, donde Edipo, Etéocles y Creonte ponen en escena la tensión y desplazamiento entre el rey y el tirano. Por una parte, esta misma zona de transición conduce a Santo Tomás a distinguir a quien es tirano porque no tiene título para ejercer el mando, de quien se convierte en tal por el modo en que lo ejerce y de quien lo es por ambas cosas. Por otra parte, el aquinate va a argumentar, a través de la famosa historia sobre la anciana que soportaba la tiranía porque cada nuevo tirano era cada vez peor, que ante una tiranía moderada al pueblo convenía soportar y obedecer. Sin embargo, los filósofos podrían alertar al tirano acerca de que ninguno de los bienes terrenales se consigue más eficientemente por la tiranía que por la monarquía y los teólogos podrían convencerlo de que la tiranía merece el peor de los castigos infernales, mientras que la justa monarquía convierte al rey en digno de gozar del mayor bien celestial. Si el tirano permanecía indiferente sólo restaba apelar al cielo.

En el Renacimiento, Tomás Moro impugnaba en su libro Utopía el absolutismo monárquico por su afán de conquista y expansión y por sus leyes severísimas, injustas e ineficaces contra el crimen y la mendicidad, a la vez que oponía el tradicional arte de reinar al nuevo arte de gobernar y administrar sociedades urbanas. Al contrario, Maquiavelo en el Príncipe, que Leo Strauss interpreta como un tratado sobre la tiranía, expone el régimen que debe apoyarse en las armas propias y en la virtud del príncipe que desee detentar y mantener el poder. El príncipe debe ejercer las virtudes del león y el zorro, la fuerza y la astucia. El príncipe se diferencia del profeta desarmado en que sabe que es mejor ser temido que ser amado y que no se puede confiar al amor del pueblo la estabilidad del régimen, sobre todo en tiempos de excepción y guerras.

Desde la antigua Grecia hasta Maquiavelo, la tiranía y el ser del tirano fueron objeto de denuncia y debate en torno del fin particular de un hombre y de los medios para mantener su poder, de un modo imprudente, violento, intemperado e injusto. Del tirano como lobo caníbal al príncipe como león y zorro, se define por la conservación del poder por sí mismo, en beneficio propio, sirviéndose ilimitada y libremente de todos los medios necesarios para tal fin y apoyándose en el temor y la obediencia de los gobernados.

Con el contractualismo moderno la cuestión de la tiranía mutó. Si para Hobbes el miedo constituía el factor determinante para el pacto por la paz y el soberano debía detentar el poder de disponer de acuerdo a su juicio de los medios para garantizar tal objetivo, entonces la tiranía emergió como categoría e instrumento de un discurso orientado políticamente, sobre todo los discursos de origen griego o romano que legitimaban el tiranicido y, en consecuencia, debía ser censurado. El monarca absoluto no debía, desde entonces, confundirse con el tirano, el Leviatán no debía comprenderse como una tiranía, aun cuando el temor de los súbditos y el poder de censura sean los dos mecanismos que sostienen su autoridad. Para Locke, la tiranía consiste en el ejercicio del poder más allá del derecho, cuando la voluntad personal se sitúa por encima de la ley o cuando se hace un uso excesivo del poder de prerrogativa. Al usar la fuerza sin derecho, el monarca se convierte en rebelde y enemigo del pueblo, el que podrá legítimamente hacer uso de su derecho a la resistencia contra un gobierno tiránico. Por su parte, para Rousseau la larga historia de la desigualdad en el género humano culmina en una tiranía en la que la relación amo-esclavo es el último eslabón de una cadena que hunde sus raíces en la desigualdad moral y en la desigualdad en propiedad. Cadena que comenzó legitimando la distinción entre ricos y pobres, continuó por imponer la diferencia entre el poderoso y el débil y finalizó con la instauración de una relación servil, en extremo desigual, al punto de legalizar la esclavitud, y que permanecerá hasta que alguna vez una revolución logrará cortarla, de acuerdo con las premonitorias palabras del Segundo discurso. Por otro lado, mientras que Montesquieu califica de despótico el gobierno en que uno solo, sin ley ni frenos, gobierna a voluntad y caprichosamente y cuyo principio es el miedo, Tocqueville alerta sobre la tiranía de las mayorías cuando en una democracia la mayoría impone su voluntad de forma opresiva contra los individuos. Reaparece renovada la relación entre democracia y tiranía en paralelo con la oposición entre monarquía y tiranía. Stuart Mill y los utilitaristas opondrán al gobierno arbitrario, el gobierno limitado, el respeto de una esfera de libertad personal garantizada y el pluralismo. La tiranía de la mayoría aparece como una forma de poder que oprime a las minorías y sofoca la libertad de expresión, que, ante todo, se ejerce en la esfera de la opinión pública y a través de las instituciones convirtiéndose en una fuerza cultural opresiva. En su respuesta a la pregunta qué es la ilustración, el propio Kant distingue al sabio monarca ilustrado que permite el libre uso público de la razón, bajo la promesa de la obediencia privada, de aquellos monarcas de cuño hobbesiano que anteponen su autoridad de censor a la libre búsqueda de la verdad en una esfera pública común. Asimismo, llama despótico al gobierno que legisle sobre la felicidad de los súbditos e imponga un modo de vida que transgreda el principio según el cual cada quien en cuanto hombre es libre de buscar la felicidad a su manera, siempre que no perjudique a un tercero, exceptuando las razones de salud pública. La crítica hegeliana del terror jacobino y su raíz rousseauniana también se hace eco de las antiguas denuncias contra la tiranía. Asimismo, la guerra de ricos contra pobres rousseauniana que se hallaba en origen del espurio e injusto pacto liberal, reaparece a su modo con la irrupción de Marx en el pensamiento moderno. Allí el problema de la tiranía se desplaza del plano político para ser interrogado como forma de la reproducción social: la tiranía de la forma valor o la sociedad capitalista como dictadura de clase. En la estela de Marx se desplegarán, hasta nuestros días, diversas modulaciones en torno de los modos de comprender la política en el capitalismo, desde la tesis leninista de la dictadura del proletariado hasta las múltiples formas del debate en torno de las tensiones inherentes a la relación entre democracia y capitalismo.

A mediados del siglo XX el debate entre Strauss y Kojève en torno a la tiranía y la sabiduría y su relación filosófica e histórica sitúa el problema del amo en el marco del planteo kojèveano de la hipótesis del fin de la historia y la realización del Estado universal y homogéneo. Así, la superación dialéctica realiza y contiene las figuras del amo guerrero y el esclavo trabajador en la figura del ciudadano universal de tal Estado. La insatisfacción del deseo de reconocimiento del amo conduce dialécticamente al reconocimiento de la dignidad del esclavo como ciudadano libre de otorgar reconocimiento a su autoridad. Es el momento final del necesario tránsito de la dominación a la conducción, de la coerción al consenso. También a mediados de siglo XX Carl Schmitt se refirió no sólo a la dictadura en sus propios términos, sino también a la tiranía de los valores, es decir, de las filosofías de los valores como compensación ante la expansión del positivismo y el nihilismo.

Asimismo, a mediados de siglo XX, en América del Sur, en Argentina se recurrió a la idea de tiranía, en la estela de la versión vencedora del siglo XIX, para referirse a Rosas y Perón, como la primera y la segunda tiranía, respectivamente. Así, hasta el siglo XX, hablar de tiranías implicó adoptar un discurso para referirse a los límites y la legitimidad del ejercicio del poder, denunciar sus excesos, demarcar el límite entre el ejercicio de una autoridad legítima y el autoritarismo o la autocracia. Podría sugerirse un persistente retorno —y una persistente pobreza interpretativa— del viejo tema de la tiranía en América Latina, bajo la forma de las distancias preventivas frente al caudillismo, los liderazgos carismáticos y, en general, a la problemática nacional-popular.

Finalmente, una última modulación de la cuestión de la tiranía se viene perfilando en las últimas décadas en los estudios en torno del auge del individualismo, la caída de cierto haz de valores y prácticas que organizaron la vida social en el siglo XX y la emergencia de nuevas formas —más precarias— de sociabilidad. De la clásica corrosión del carácter que sugería Richard Sennet en los años noventa al más reciente individuo tirano de Éric Sadin, se alude a un tipo de configuración subjetiva que se desentiende de sus responsabilidades con el entorno común. En efecto, el diagnóstico de una tiranía del individualismo tiránico autosuficiente, autónomo y autointeresado (para nada incompatible con el despliegue de la crueldad como experiencia de la trama herida de lo social) dota de una nueva dimensión al concepto que nos convoca y a la complejidad que lo acompaña.