Cuadernos de Marte
AÑO 11
/ N° 18 Enero – Junio 2020
https://publicaciones.sociales.uba.ar/index.php/cuadernosdemarte/index
Las relaciones diplomáticas Argentina - El Salvador:
motivaciones y características del progresivo acercamiento (1979-1981)
Diplomatic
relations between Argentina and El Salvador: motivations and characteristics of
the progressive approach (1979-1981)
Lucrecia Molinari*
Centro de Estudios sobre
Genocidio, Universidad Nacional de Tres de Febrero
Recibido: 22/10/2019 – Aprobado:23/04/2020
Cita sugerida: Molinari, L.
(2020). Las relaciones diplomáticas Argentina - El Salvador: motivaciones y
características del progresivo acercamiento (1979-1981). Cuadernos de
Marte, 0(18), 389-423. Recuperado de https://publicaciones.sociales.uba.ar/index.php/cuadernosdemarte/article/view/5664
Resumen
El presente
texto propone una periodización de las relaciones diplomáticas entre el
gobierno argentino y el salvadoreño, entre los años 1979 y 1981. Se trata de un
período en que ambos países habían profundizado una relación cuya fluidez era
de carácter inédito. También coincide con un momento en que asesores
militares argentinos fueron enviados a países como Honduras, El Salvador y
Guatemala para difundir sus conocimientos en lucha contrainsurgente.
Profusamente analizados, estos aspectos han llevado a diversos investigadores
(tanto académicos como periodísticos) a sostener que la dictadura argentina buscó
erigirse en el “sucedáneo calificado” de Estados Unidos en Latinoamérica en lo relativo a la
“lucha contra la subversión”.
El presente escrito busca matizar esta afirmación
proponiendo tener en cuenta las divisiones internas de la Junta
Militar que gobernaba Argentina y relevando documentación que –a diferencia de
la utilizada en investigaciones precedentes- es de tipo oficial y de origen
nacional.
Se busca así sumar matices al análisis de
la política de relaciones exteriores argentina aportando elementos en dos
sentidos: en lo relativo a las motivaciones
del acercamiento y en lo que respecta al tipo
de relación que la dictadura argentina buscaba entablar con otros gobiernos
latinoamericanos.
Palabras clave: Relaciones internacionales, dictadura, contrainsurgencia, El Salvador,
Argentina.
Resumen
en Inglés:
This text proposes a periodization of diplomatic
relations between the Argentine and Salvadoran governments, between 1979 and
1981. It is a period in which both countries have deepened a relationship whose
fluidity was unprecedented. It also coincided with a time when Argentine military
advisers were sent to countries such as Honduras, El Salvador and Guatemala to
spread their knowledge in counterinsurgency fight. Lavishly analyzed, these
aspects have led various researchers (both academic and journalistic) to affirm
that the Argentine dictatorship was seeking to establish itself as the
"successive qualifier" of the United States in Latin America.
In that sense, it is proposed to take into account the
internal divisions of the Military Junta that governed Argentina and to use documentation
which is official and of national origin.
Thus, it seeks to add nuances to the analysis of
Argentina's foreign relations policy, providing elements in two senses:
regarding the motivations for the rapprochement and regarding the type of
relationship that the Argentine dictatorship sought to establish with other
Latin American governments
Key words: International relations, dictatorship,
counterinsurgency, El Salvador, Argentina.
Introducción
El presente
texto propone una periodización de las relaciones diplomáticas entre el
gobierno argentino y el salvadoreño, entre los años 1979 y 1981, es decir,
desde el estallido de la revolución nicaragüense (julio de 1979) hasta la
asunción de Ronald Reagan a la presidencia de Estados Unidos (enero de 1981).
Estos hechos impactarán de manera general en todo el continente, presentando
consecuencias diversas en cada uno de los países bajo estudio.
De influencia
gravitante en toda Latinoamérica, Estados Unidos atravesaba, en ese momento, el
último tramo de la gestión de James Carter (1977-1981). Carter había asumido en
un contexto de crítica extendida hacia el rol de EEUU en el sostenimiento de las dictaduras del Cono
Sur. Por un breve periodo entonces, su administración buscó demostrar que se
había superado
el “excesivo miedo al comunismo” a la vez que tomó medidas tendientes a
vincular la ayuda económica norteamericana al respeto de los derechos humanos,
lo que provocó el distanciamiento con los gobiernos dictatoriales de El
Salvador, Guatemala y Argentina, entre otros.[1]
Las dificultades en política interna y economía de la gestión Carter y las
elecciones de noviembre de 1980 (donde resulta perdedor frente al candidato
republicano Ronald Reagan) se dieron en un momento de transición a lo que se
conoce como “segunda Guerra Fría”. Dicha etapa está marcada por el fin de la
distención entre las potencias hegemónicas, una vuelta a una actitud más
ofensiva y una marcada tendencia a interpretar los diversos conflictos que
estallan en ese momento en clave este/oeste[2]. En ese sentido, la periodización aquí propuesta permite observar en
detalle, como se dio esta transición tomando como caso de estudio las
relaciones diplomáticas entre la dictadura argentina y los diferentes gobiernos
salvadoreños.
En lo que respecta a la región centroamericana, durante este periodo de distanciamiento con
Estados Unidos, esta región estaba atravesando una aguda crisis política. Dicha
crisis había adquirido, hacia mediados de la década de 1970, la forma de un
desafío armado y masivo especialmente poderoso, llegando a amenazar el injusto
orden económico centroamericano. La revolución nicaragüense constituyó -a ojos
de los militares salvadoreños- un profundo llamado de atención sobre el punto.
Precedida por multitudinarios levantamientos y huelgas generales, la caída del
régimen somocista en julio de 1979 fue protagonizada por una amplísima y
diversa coalición opositora liderada por la organización político-militar
Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).[3]
En los vecinos países de El Salvador y Guatemala, estos sucesos impactaron
alentando procesos de movilización popular cada vez más radicalizada, a la vez
que operaron extendiendo y profundizando la represión política.
En el caso de
El Salvador, ya con anterioridad (mediados de 1970), se había observado no sólo
una inédita movilización popular -sólidamente organizada en poderosos frentes de masas-
sino también la consolidación de las organizaciones político militares y una
escalada represiva estatal y paraestatal sin precedentes.[4]
En este contexto, la actitud de Carter (interpretada como el abandono de Estados Unidos
de su posición de líder en la lucha contra la subversión en América) impulsó lo
que los militares denominaron como un intento de “multilateralización” de la
ayuda contrainsurgente. Como resultado, dictaduras que se creían enfrentadas a
un “enemigo” común y abandonadas por su histórico aliado en esa lucha, se
acercaron considerablemente.[5]
Como parte de ese
acercamiento, asesores militares argentinos fueron enviados a países como Honduras,
El Salvador y Guatemala para “instruir” a los militares de esos países en la
lucha contra organizaciones armadas en ámbitos urbanos, técnicas de
“interrogatorio” y desarrollo de la inteligencia en general.[6] Pese
a que estos intercambios se extendieron sólo unos pocos años (mayormente entre
1979 y 1981), fueron acompañados por discursos encendidos por parte de ciertos
militares argentinos, que aseguraron estar
“dispuestos a ofrecerles nuestra colaboración (...)”[7]
y “enviar
a El Salvador una formación militar más numerosa de la normal (agregaduría) en
caso de ser solicitado por gobierno salvadoreño”.[8]
Esto llevó a muchos investigadores tanto académicos como periodísticos a
sostener que, en estos años que precedieron a los picos represivos (1976-1978),
la dictadura argentina se embarcó en un intento por erigirse en el “sucedáneo
calificado” de Estados Unidos en Latinoamérica en lo relativo a la “lucha contra la
subversión”.[9] Sin
embargo, una mirada más en detalle, que tenga en cuenta las poderosas divisiones
internas de la Junta Militar que gobernaba Argentina, puede introducir matices
y enriquecer dicha perspectiva.[10]
Al
rechazar entonces el análisis de la institución castrense como un bloque
homogéneo, es posible observar que las cuotas de poder de los diferentes
sectores van modificándose en el tiempo. En ese sentido, y considerando el
período temporal bajo análisis, la línea identificada como “liberal”, liderada
por Jorge Rafael Videla, se había visto fortalecida tras el
nuevo reparto ministerial que tuvo lugar en 1978. Estos sucesos implicaron el nombramiento de Roberto Viola -cercano a Videla- en la comandancia del Ejército y el reemplazo de Emilio E. Massera de la comandancia en jefe de
la Marina, entre otros movimientos. En
el plano de las relaciones internacionales, fue clave el nombramiento de Carlos Pastor, quien rápidamente se vio superado por el poderío del
Ministro de Economía José A. Martínez de Hoz.
Martínez de Hoz logró reorientar las actividades diplomáticas hacia el objetivo de atraer
capitales y créditos para la economía argentina y logró que buena parte de los
embajadores le respondieran.[11] La reorientación de Martínez de Hoz en relaciones exteriores se
evidenció en los ingentes esfuerzos volcados a revertir la imagen negativa de la
Argentina en materia de violaciones a los derechos humanos. Esto se canalizó no sólo mediante la difusión de material producido en el país sobre las
razones de la represión y la envergadura de la amenaza al “orden occidental y
cristiano”[12], sino también en la búsqueda de aliados contra la crítica de la
comunidad internacional, sintetizada en el informe de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).[13] Esta reorientación formaba
parte de la estrategia diseñada por la línea “liberal” según la cual, tras dos primeros años de accionar volcado a la cuestión represiva, se
imponía la necesidad de habilitar un segundo momento, de diálogo y de contenido
político, que funcionaría como la antesala de la normalización de la vida
institucional argentina. Convivía, sin embargo, con la corriente “nacionalista”
que difería especialmente en la visión sobre la evolución que debía seguir el
régimen. Los “nacionalistas” planteaban la necesidad de endurecer el régimen y
prolongarlo en el tiempo. Esta visión era totalmente compatible con los planes
de extensión de la represión por fuera del territorio nacional y con el intento
de ocupar el lugar de liderazgo que Estados Unidos estaba dejando vacante en la
lucha continental contra la subversión, aspectos que Armony estudió en detalle
y que recibieron una importante difusión también en medios periodísticos.[14]
Sostenemos
que, sin embargo, no debe perderse de vista el hecho
de que junto a esta corriente se encontraba otra claramente orientada hacia
objetivos diferentes, cuyo poder se consolida en este momento y que
hegemonizaba las relaciones exteriores de la dictadura.[15] En ese sentido, el presente trabajo, al privilegiar la documentación de
instituciones relacionadas con la política
exterior, pone de relieve estos objetivos, subestimados en otros estudios.
Asimismo, al retomar en este texto las fuentes oficiales,[16] se enfatiza en los movimientos del gobierno dictatorial en el plano
público -no clandestino y, en las formas, acorde con la legalidad instituida-
lo que implica una mirada no tan transitada sobre nuestra historia reciente.[17]
Con estos puntos de partida se diagramó la
periodización que proponemos. Constituye así una primera propuesta para abordar
esta trama de relaciones en diálogo con estudios más tempranos que, como
dijimos, focalizan en ciertos sectores de las Fuerzas Armadas en detrimento de
otros y que -a diferencia del presente texto- se sustentan mayormente
en testimonios –cuya referencia es muchas veces incompleta o anónima-, fuentes
de origen únicamente estadounidense y/o investigaciones de tipo periodísticas.
El hecho entonces de utilizar el Archivo de
Cancillería Argentina, que presenta este doble carácter de ser de tipo oficial
(no clandestino) y ser en ese momento
mayormente la voz de un cierto sector militar (el ala “liberal”), permitió
sumar matices al análisis de la política de relaciones exteriores
argentina en dos sentidos: las motivaciones
del acercamiento y el tipo de relación
que la dictadura argentina buscaba entablar con otros gobiernos
latinoamericanos.
En lo que respecta a los motivos de acercamiento entre
ambos países, la sección primera muestra las razones del gobierno argentino,
quien protagoniza el primer impulso –infructuoso inicialmente- de acercamiento
al país centroamericano mientras la segunda sección muestra los argumentos del
gobierno salvadoreño. Es el interés del gobierno salvadoreño en profundizar
esta relación, sumado a la coincidencia en la crítica a los organismos
internacionales ligados a los derechos humanos y a la gestión de Carter –coincidencia
que se describe en la sección tercera- lo que habilita finalmente el efectivo
acercamiento entre ambos países.
En lo
que respecta al tipo de relación que la dictadura argentina buscaba
entablar con otros gobiernos latinoamericanos, la sección segunda muestra cómo
la progresiva profundización de la relación permite planificar una actuación
conjunta y coordinada ante el embate de organismos internacionales como CIDH.
Se analizan
entonces, una serie importante de cables enviados por la Embajada Argentina en
El Salvador a la cancillería argentina. De tipo oficial, estos cables presentan
una solidez y una confiabilidad significativa. Su acceso abierto es, además,
muy reciente. En este contexto, el análisis de la documentación busca continuar
y profundizar una línea reciente de investigación de la temática como los de
Rostica[18],
Sala[19],
Kovalskis y Oberlin[20]
y Bohoslavsky[21].
El
desarrollo de las relaciones diplomáticas entre Argentina y El Salvador
Argentina
busca aliados en Centroamérica (7/79 a 02/80)
El triunfo de los
revolucionarios en Nicaragua en julio de 1979 marcó un quiebre que se reflejó no
sólo en la ampliación de la represión en El Salvador, sino también en la
profundización de la atención argentina sobre la región. Efectivamente, los cables analizados permiten
observar un seguimiento más detallado de los disturbios de El Salvador pocas
semanas después de la caída de Somoza.[22]
Las dinámicas que, a partir de allí, se desplegaron
fueron seguidas de cerca desde Argentina: mientras el avance de las
organizaciones armadas y los frentes de masas acrecentaban la oposición por
izquierda al gobierno del presidente salvadoreño Gral. Carlos Humberto Romero
(1977-1979), el descontento ante las medidas gubernamentales profundizaban las
críticas dentro del propio gobierno y las fuerzas armadas salvadoreñas. Estas
tendencias, que debilitaron fuertemente a Romero, decantarán dos meses después
en un golpe de Estado en octubre de 1979.
Pese a no contar con
documentos que permitan profundizar la cuestión, Argentina parece cercana a la
fracción que volteó al gobierno de Romero. A fines de septiembre, es decir,
poco menos de un mes antes de que el golpe se produzca, un cable da cuenta de
la inminente llegada a Buenos Aires del Coronel Flores Lima, visita que
finalmente tiene lugar el 30 de octubre, once días después del golpe. Flores
Lima se desempeñaba como Secretario de Información de la presidencia e
integraba uno de los grupos descontentos con la gestión de Romero. Se trataba
de un grupo moderado, distanciado del ala de ultra derecha. La visita de Flores
Lima constituye además un punto significativo en la relación entre ambos
países, no sólo por realizarse con tal proximidad a un evento trascendente en
la política salvadoreña, sino también porque es claramente de carácter político
y porque Argentina constituye el destino principal del viaje del funcionario.
Viajes anteriores de comisiones salvadoreñas habían tenido, en cambio, a
Argentina como un destino secundario.[23]
La Junta de Gobierno instalada
tras el golpe de octubre buscó sostener, inicialmente, un carácter progresista.
Argentina saludó inmediatamente la conformación de esta
Junta[24] sin tener
claridad sobre la orientación de la misma. Efectivamente, con diferencia de
algunos días, esta Junta difundió dos proclamas diferentes en las que se
advierte tanto la variedad de influencias como la inestabilidad de sus
alianzas. Los cables enviados a la Cancillería recogen ambos documentos, sin
hacer ninguna consideración sobre los mismos.[25]
Quince
días después, sin embargo, Julio Peña, embajador argentino en El Salvador,
envió descripciones donde daba cuenta de la debilidad de la Junta, la grave situación económica que
atravesaba el país centroamericano y la pérdida de credibilidad en la que se
veía envuelto el nuevo gobierno.[26]
En
este delicado contexto, los documentos revelan un nuevo intento de
acercamiento del gobierno argentino. Efectivamente, Cancillería argentina
–mediante un cable secreto- solicitó información al embajador argentino en El
Salvador sobre la situación económica de dicho país, la posibilidad de
complementación técnica, económica, científica y comercial y la “posibilidad de
acción conjunta en organizaciones internacionales multilaterales, especialmente
de carácter regional y subregional.”[27]
Se trataba esto último de un punto
trascendental, dado que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH)
acababa de concluir su misión en el país y se auguraba un escenario complejo
para los militares argentinos en el plano internacional en el corto plazo.
El pedido de información fue
satisfecho poco más de un mes después, cuando Peña informó sobre el carácter
“progresista” de los miembros de la Junta aunque alertaba que aún era muy
pronto para definirla y que “cuando se cimente el nuevo gobierno volver[ía]
sobre el particular”. Refiriéndose a la posibilidad de una actuación conjunta
en organismos internacionales, Peña sostenía que este gobierno daría mayores
oportunidades a países del Tercer Mundo, entre los que destacaba a Cuba y
Nicaragua. Pese a esto, y sin aclarar razones, en el cable proponía volver a
ofrecer un préstamo (evidentemente, había habido una oferta similar,
probablemente rechazada, de la cual no hay información en los cables
analizados) esta vez de 20 millones de dólares[28]
del cual no se registra respuesta.
El
ascenso de la movilización social y el crecimiento de las organizaciones
populares en El Salvador, así como el salto en la actividad de los organismos
de ultraderecha contra estas, marcaron el contexto en el cual se dio la
renuncia de muchos de los miembros progresistas y moderados de la primera
Junta, dando lugar –en enero de 1980- a la formación de la Segunda Junta
Revolucionaria de Gobierno, de carácter menos progresista y menos dialoguista. A
poco de instalada, esta segunda junta enfrentaría la evidencia palmaria de la
fortaleza de las organizaciones político militares al realizarse, el 22 de
enero de 1980, lo que se conoce como la mayor movilización popular de la que se
tenía registro hasta el momento. Se trata de la marcha protagonizada por frentes
de masas y diversas agrupaciones, en ocasión del nacimiento de la Coordinadora
Revolucionaria de Masas, organismo que las nucleaba y las vinculaba con las
guerrillas.[29] Más cercana ideológicamente a sectores importantes de
las fuerzas armadas argentinas, la Segunda Junta trabó relaciones mucho más
cercanas con el gobierno del “Proceso”, como se verá en la siguiente sección.
El
Salvador en busca de maestros en contrainsurgencia (2/80 a 11/80)
El agitado escenario abierto
en enero de 1980 dio paso al primer gesto claro de acercamiento del gobierno
salvadoreño hacia el gobierno argentino. El
análisis de documentos desclasificados del Departamento de Estado de EEUU
permite afirmar que dicho acercamiento fue consultado con Estados Unidos. Tal
como destacan Kovalskis y Oberlin, a inicios de febrero de 1980, el Coronel
Adolfo Majano, miembro de la Junta, mantuvo una reunión con el embajador
estadounidense en El Salvador, Frank Devine.[30]
En dicha reunión Majano manifestó su deseo de “pedir a la Argentina entrenamiento
en operaciones contraguerrilleras y en contrainsurgencia urbana”, consultando
luego “si esto le parecía ‘inconveniente’ al gobierno de Estados Unidos”.[31]
Aunque no contamos con un documento que dé cuenta de la respuesta
norteamericana, a mediados de febrero, el Ministro de Defensa,
Cnel. José Guillermo García, se reunió con el embajador argentino en El
Salvador. El Cnel. García expresó en la reunión su deseo de “un mayor
acercamiento con las fuerzas armadas argentinas” razón por la cual habían
designado un agregado militar.[32] Peña reiteró, por su parte, el “ofrecimiento hecho
durante años para que oficiales salvadoreños efectúen estudios especializados y
aprovechen nuestra experiencia en lucha contra la subversión y el terrorismo”.
También aprovechó la ocasión para además hacer entrega del “informe segundo del
semestre en la lucha contra la subversión [en Argentina]”, las calificaciones
de salvadoreños en cursos de inteligencia tomados en nuestro país y un ejemplar
del libro “Terrorismo en Argentina”.[33]
Este
diálogo con el Ministro de Defensa marca, en primer lugar, una profundización
de las relaciones entre Argentina y El Salvador que, por primera vez, está
impulsada por el gobierno salvadoreño. Muestra también la incidencia que tenía
Estados Unidos, incluso en un período (1979-1980) que no se reconoce como de
injerencia significativa: El Salvador debió consultar “la conveniencia” de este
cambio con Estados Unidos antes de realizarlo.[34]
En tercer lugar, el diálogo muestra el tipo de interlocutores que privilegiará
el gobierno argentino en sus canales diplomáticos. Se trata justamente de estas
líneas duras, lo que se observa no sólo en los apoyos de los funcionarios con
los que mantiene diálogo más fluido, como García, sino también en las críticas
del embajador argentino a los sectores moderados y progresistas (tanto civiles
como militares) que persisten en distintos puestos del gobierno salvadoreño.
Efectivamente, en un cable secreto emitido días después de la
movilización de enero de 1980, el embajador argentino en El Salvador, deja
asentada mucho más claramente su posición. Esto no sólo resulta novedoso –dada
la equidistancia que manifestaban sus informes hasta el momento- sino que
además constituye un dato útil para perfilar más claramente la línea política del
cuerpo diplomático argentino en El Salvador. Peña describe la mencionada
movilización como una “fuerte campaña contra la Junta de grupos subversivos de
izquierda y el Partido Comunista [que se encuentra] fuera de la ley” y luego
critica la “actitud pasiva de militares y demagógica de miembros Junta y
gabinete, en su mayoría demócratas cristianos” responsabilizándolos del hecho
de que “nuevamente se oye[ran] rumores de golpe militar para implantar un
régimen de centro derecha.”[35] El
alineamiento del cuerpo diplomático argentino evidencia así, en primer lugar,
su alejamiento de las posturas más reformistas y dialoguistas de la Junta,
especialmente la de sus integrantes demócrata cristianos (civiles). No parece
encontrarse cercano, sin embargo al accionar que, contra estos mismos sectores,
está llevando adelante la ultraderecha. En los cables analizados se describen
los movimientos de uno de sus referentes, Roberto D’Aubuisson, quien entre
febrero y marzo de 1980 –momento en que la Junta anuncia una serie de reformas-
dirige un período de hiperactividad y fuertes demostraciones de fuerza contra
los sectores progresistas del gobierno y de las fuerzas armadas. El cable
informa que
Últimamente Mayor
retirado Dabuisson (…) con mucha información ya que fue DOS en época de romero,
ha lanzado graves acusaciones contra partido demócrata cristiano por sus
conexiones con elementos comunistas y terroristas, incitando por radio y
prensa, en extensas audiciones, a sus camaradas militares de derecha a no
prestarse al juego de dicho partido que llevaría el país al comunismo, y
haciendo comparaciones con Unión Popular de Chile.
Este accionar va
adquiriendo resonancia pública y gobierno suspendió en dos oportunidades las
transmisiones, viéndose obligado a autorizarlas posteriormente.[36]
La más resonante de dichas
demostraciones de fuerza tuvo lugar poco después, con el asesinato de Mario
Zamora -en ese entonces, Secretario General del Partido Demócrata Cristiano- el
23 de febrero. Este partido integraba la coalición gobernante, lo que demuestra
la autonomía que ya en este momento presentaban las corrientes de ultraderecha
que dirigían los llamados “escuadrones de la muerte”. De mayor resonancia aún,
el asesinato de Monseñor Óscar Arnulfo Romero, arzobispo de San Salvador, se
produce un mes después. Aún no esclarecido, persisten las sospechas sobre
el involucramiento de D’Aubuisson en dicho asesinato. Este hecho
demostró no sólo la fortaleza de los organismos paramilitares (que lograron
cometer el magnicidio y mantenerse impunes por el mismo hasta la actualidad)
sino también la debilidad de los progresistas de la Junta para contener esas
expresiones que conservaban una fuerte llegada al gobierno a través de los
referentes de los cuerpos de seguridad que conformaban su gabinete.[37].
También marca el “despegue” de las organizaciones populares que, fruto de la
polarización que instaló el asesinato del arzobispo Romero, abandonan el lugar
de sector “ultra radicalizado” para afirmarse como principales referentes de la
oposición, ampliando la coalición de fuerzas bajo el predominio de las
organizaciones revolucionarias.[38]
Con lucidez política, la
Embajada Argentina analiza el magnicidio, menos de 24 horas después de
ocurrido.
Lo que todos temían
sucedió. Después de la muerte del Arzobispo Romero se abre para El Salvador una
instancia difícil, casi imposible de pronosticar. (…) Algunos aprecian que
podría ser la iniciación de una guerra civil. Otros que sería para el gobierno
salvadoreño un detonante como el asesinato de Chamorro en Nicaragua. (…) En el
momento actual, me permito opinar que lo que antecede no sucederá por cuanto la
fuerza armada salvadoreña controla la actual situación.[39]
Efectivamente,
tal como se afirma, el asesinato de Romero constituiría más el recrudecimiento
del conflicto -con el fortalecimiento de todos los bandos intervinientes y el
inicio de la Guerra Civil- que el “detonante” de una situación de rebelión
popular, como la observada en Nicaragua en 1978. En este contexto, entre los
meses de abril y septiembre de 1980, cuando la ayuda norteamericana comienza a
llegar con mayor regularidad a El Salvador,[40]
aunque lo hará con mucha lentitud y no siempre direccionada a los fines
estrictamente militares que los sectores más influyentes hubieran querido.
El
fortalecimiento de los sectores de ultraderecha es tan marcado en este periodo,
que estos logran articular un intento de golpe de estado en mayo. El
golpe constituyó una crítica a la persistencia de progresistas en la Junta, tanto el Militar Adolfo Majano
–progresista y cercano a Carter- como el civil José Antonio Morales Erlich.[41] Pese a
que no resultó exitoso, reflejó además las disidencias presentes dentro de la
fuerza armada salvadoreña y la presencia de un sector de ultraderecha que
contaba con una sólida base popular y que poseía un proyecto de país propio y
fuerza suficiente como para intentar alcanzarlo. También reflejó
concentradamente la compleja red de alianzas que se tejían alrededor de la
política doméstica salvadoreña. No sólo por la alianza que intenta llevarlo adelante
-entre
militares cercanos a líneas dialoguistas y militares directamente vinculados
con las perspectivas más cerradas de ultraderecha- sino también porque, como expresa la Embajada Argentina
en un cable, en el golpe “aparecen involucrados profesionales, empresarios e
industriales” e inclusive “[el] ‘movimiento tenía vinculaciones con senadores
norteamericanos de la línea dura y con elementos vinculados con gobiernos del
cono sur’” entre los cuales se menciona sólo a Chile.[42]
Esta mención
a “senadores norteamericanos de la línea dura” (republicanos) da cuenta de la
forma en que la política interna
norteamericana (especialmente en un año eleccionario como 1980) impacta en el
escenario local salvadoreño. Efectivamente, mientras la Junta recibía apoyo de
Carter (en forma de créditos y mediante el rechazo contundente al golpe de
mayo), la ultraderecha se sostenía en parte gracias a los contactos del propio
D’Aubuisson con los sectores republicanos de EEUU.
Esta
compleja red de alianzas (nacional e internacional) permite a las
organizaciones de ultraderecha gozar de amplia autonomía tanto económica como
política, lo que redunda en una fuerte capacidad de acción, como queda
demostrado en los meses que anteceden al golpe de mayo. No es
casual que sea a través de estos sectores que se establecen –tal como revela la
bibliografía especializada en la empresa extraterritorial clandestina- los
primeros contactos entre salvadoreños y militares argentinos ansiosos por
exportar su know how contrainsurgente
en septiembre de 1980. El accionar de la ultraderecha en este momento también desnuda la debilidad de la Segunda Junta de
Gobierno, cuyo apoyo más importante es el del presidente Carter, lo que parece
no ser suficiente ante la coalición de intereses económicos locales e internacionales
que sostiene a la ultraderecha.
Deteriorada
la autoridad estatal tras el intento de golpe de mayo de 1980 y fortalecidas
las posiciones más conservadoras, El Salvador ingresa en un momento de fuerte
profundización de la represión estatal. Efectivamente, el año 1980 muestra un
intensísimo pico represivo, especialmente en las ciudades: el 40% de las
muertes producidas entre 1980 y 1992 (lo que incluye la guerra civil), se
produciría este año. Esto fue resultado de las continuas campañas de los cuerpos
de seguridad actuando conjuntamente con organizaciones paramilitares contra las
guerrillas y sus frentes de masas.[43]
Las cinco guerrillas más importantes anuncian en octubre su unificación en el
Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN). Lo hacen en un momento
clave para la economía salvadoreña, ya que es entre octubre y enero que se
realiza la cosecha del café, actividad que determina numerosas
variables económicas para el año
siguiente.[44] La
posibilidad de sabotajes por parte de la guerrilla es alta, razón por la cual la
urgencia del gobierno salvadoreño por conseguir ayuda internacional para dar
fin a la insurgencia aumenta.
Pese al complejo escenario, la
administración Carter no parece modificar su orientación. En charlas con el Ministro de Defensa Cnel. José
Guillermo García con el nuevo embajador argentino, Víctor José
Bianculli, el militar confiesa que “habían
solicitado a Estados Unidos helicópteros... pero EEUU sólo ayuda para ciertos
planes de desarrollo... por eso necesitan que naciones amigas le presten
colaboración”.[45]
La preocupación por el clima
caótico en El Salvador se entiende si consideramos que el ataque al gobierno
provenía también de la derecha. Tal como afirmó Chávez Mena -miembro del Partido Demócrata Cristiano
(PDC) e integrante de la Junta- si las corrientes más conservadoras
lograban eliminar al PDC de la Junta, ésta podría quedar dominada por la
extrema derecha. En una exageración que sólo se entiende por la urgente
necesidad de ayuda, Chávez Mena también adelantó que esta situación facilitaría
la toma del poder por parte de la extrema izquierda con ayuda de Nicaragua y,
posteriormente, la caída de la totalidad de Centroamérica en manos de los
extremistas, quienes tomarían luego a México e inclusive Sudamérica.[46]
Esta preocupación –claramente exagerada- es el marco en
el que se da la profundización de la vinculación diplomática entre los dos
países, que en este segundo semestre alcanzará niveles inéditos.
Esto
se refleja, en primer lugar, en las múltiples gestiones para llevar adelante
visitas oficiales y misiones militares de contingentes salvadoreños a la
Argentina. Entre ellas se cuentan la visita de Julio Rey Prendes a realizarse
en julio.[47] Se trata
del alcalde de San Salvador, capital del país, perteneciente al PDC, y el
objetivo declarado de su visita fue el de contrarrestar la propaganda
internacional de delegados de “grupos subversivos” “desfigurando la realidad
salvadoreña con el fin de obtener el apoyo de partidos de izquierda”[48].
Asimismo, en junio de ese año, en una charla con miembros de la Junta, el
embajador transmite las palabras del Coronel Jaime Abdul Gutiérrez quien
“manifestó el deseo de enviar una misión militar salvadoreña a la Argentina con
el objeto de interiorizarse de la lucha antisubversiva (…)”. Luego agrega que
el coronel “mostrose interesado ante el ofrecimiento de becas en los institutos
militares para futuros oficiales y para cursos de especialización de oficiales
de jerarquía media (…)” y que finalmente “señaló la similitud de los procesos argentinos
y salvadoreños expresando que el actual gobierno argentino había logrado
superar los actos de violencia, venciendo la subversión”. Bianculli se permite
agregar al final del cable una apreciación personal donde alerta que:
el ejército de El Salvador ha
recibido en su organización la influencia del ejército chileno por el envío de
instructores.(…) [y que] de concretarse la recepción por parte de nuestro país
de la misión militar, puede significar la iniciación de una cierta influencia
argentina en la fuerza armada de El Salvador.[49]
Es
nuevamente Chávez Mena, junto con el Ministro de Defensa García, quien comienza
a gestionar, un mes después, una misión militar que visitará países del cono
sur “especialmente Argentina”[50]. En el
mismo cable se describe el renovado interés de ambos en la “posibilidad de cursos de especialización en
‘inteligencia y ‘lucha antisubversiva’’ que puedan realizarse a la brevedad”.[51]
Finalmente, en cables de octubre de ese año se detalla que una “nómina de diez
oficiales seleccionados que realizarán el curso especial de inteligencia y
lucha antisubversiva preparado por las fuerzas armadas de la Argentina” ha sido
entregada al canciller.[52]
Un segundo
canal de vinculación diplomática lo constituyen la firma de convenios y la
ayuda financiera. Argentina realiza una ayuda alimentaria a través de la donación de cereales,[53] lo que es
interpretado como un “gesto amistoso”.[54]
Se firma además un convenio para el envío de asesores de desarrollo industrial
“para evaluar potencialidades de El Salvador y ayudar financieramente desde
Argentina”.[55]
También se continúa enviando a las autoridades
salvadoreñas libros sobre la situación de la “subversión” en Argentina. Esta
vez se trata de un texto “editado en Francia en idioma castellano”.[56]
Pero quizás lo más importante es la multiplicación
de agregados militares. Los cables refieren
por primera vez una incorporación de este tipo en agosto de 1977. La siguiente
referencia será recién en febrero de 1980 cuando se suman nuevos agregados
militares.[57] A ellos
se incorpora Ehlert tres meses después, quien se instalará en Guatemala.[58] Al mes
siguiente, en junio, se suma el Com. Vocca, agregado militar aeronáutico
asentado en Panamá.[59] Un mes
después los cables informan la incorporación de nuevos agregados militares
adjuntos[60] y,
finalmente, en noviembre hay un cable informando una última incorporación.[61]
La multiplicación de la cantidad de agregados
militares propia de este periodo es significativa en tanto -tal como afirma
Patrice Mc Sherry- estas figuras militares suelen ser quienes triangulan la relación entre quienes se
instalan clandestinamente en un país -con fines de asesoramiento, búsqueda de
ciudadanos del país en el exterior, etc.- y sus contactos locales –que en el
caso salvadoreño, son integrantes de “escuadrones de la muerte” recientemente
separados de la fuerza-.[62]
Este
progresivo acercamiento, en un momento de especial urgencia para el gobierno de
El Salvador, va fortaleciendo la posibilidad de una actuación conjunta de ambos
países en organismos internacionales. Los cables reflejan que estas
conversaciones atravesaron todo el segundo semestre de 1980. En diciembre de
1979, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) había publicado un
informe sobre la situación de los derechos humanos muy crítico del gobierno
dictatorial argentino. A raíz de esto, los cables reflejan el compromiso del Director
de Política Exterior salvadoreño, Luis Lobo Castelar, de que la CIDH “no sería
invitada a visitar El Salvador a pesar de la insistencia para hacerlo”. Bianculli
continúa relatando: “Al preguntarle sobre la posición que adoptaría El Salvador
en la próxima Asamblea General de la OEA, al tratarse el informe sobre los
derechos humanos, respondió que ‘sería favorable a la Argentina’”[63]. En cables subsiguientes, el embajador transmite
que Chávez Mena se ha comprometido a apoyar a Argentina en su pedido de ser sede de la
OEA[64] y que
Argentina ha dejado claro que la oposición de El Salvador de que no se incluya
el “subacapite respecto del informe sobre Argentina (…) sería visto como un
gesto de amistad hacia nuestro país”.[65]
El tema se reitera en cables de octubre, en los cuales el Ministro de Defensa
muestra su “preocupación por [la] propaganda
adversa a El Salvador que se realiza en el exterior por [parte de la] prensa
internacional y de algunas organizaciones [relativa al tema de los derechos
humanos] (…) [y manifiesta su] desacuerdo con [la] posición de EEUU sobre el
tema”. La cercanía de estas opiniones con las argentinas le permiten agregar
“que Argentina y El Salvador deben trabajar unidos en foros internacionales
sobre problema de derechos humanos”.[66]
El
Salvador y Argentina contra Carter (11/80 a 01/81)
El
triunfo de Ronald Reagan en las elecciones presidenciales norteamericanas
-noviembre de 1980- constituyó, en El Salvador, uno de los acontecimientos más
temidos por reformistas y progresistas y más esperados por las líneas duras.
Efectivamente, en un escenario ya desgastado por las fuertes disidencias sobre
el tratamiento de la subversión, la certeza de que la política anunciada por
Reagan desembarcaría en la Casa Blanca impactó fortaleciendo las posturas más
duras de la Junta de Gobierno. Las diferencias internas se resolvieron a través
de una subordinación de los “dialoguistas” (militares cercanos a las posturas
de Carter, como Majano y sus seguidores) a quienes apoyaban respuestas puramente militares al
ascenso de la “subversión”.[67]
Se
trata además de un momento especialmente complicado dado que, al hecho de que
se encuentra paralelamente desarrollándose la cosecha del café -principal
ingreso del país- se suma la decisión de las guerrillas de acelerar su
actividad militar con el objetivo de asegurar, para el momento de la asunción
de Reagan, una posición más consolidada en sus zonas controladas.
Todas
estas dinámicas impulsaron a la vez que facilitaron el despliegue de medidas
represivas más drásticas articuladas desde el Estado. Tal como afirmó el
embajador Bianculli en diciembre de ese año el “triunfo de Reagan alienta a la
derecha a intensificar la lucha contra la izquierda manteniéndose latente la
posibilidad de golpe de estado”.[68]
El
apuro por intensificar la lucha contrainsurgente queda evidenciado en un cable
de noviembre que describe la entrevista que el embajador argentino mantiene con
Vides
Casanova. Se trata de una
transcripción que desnuda datos claves que van a signar todo este período.
La
primera de esas claves es la lectura que se hace del panorama. Pese a que lo
más evidente del período es el fortalecimiento de las posiciones de derecha,
Vides Casanova insiste en plantear un escenario de potencial avance sustantivo
de las organizaciones revolucionarias. Informa al embajador que “en un
allanamiento realizado días pasados (…) fue descubierta importantísima
documentación subversiva entre la que se encontraba un plan de guerra para la
toma del poder por parte de la izquierda marxista leninista (…)”. Los detalles
acerca de la documentación recabada dan cuenta de la necesidad de Vides
Casanova de convencer a su interlocutor sobre la gravedad de la situación.
Mezclando datos probablemente ciertos con frases evidentemente exageradas, el
militar salvadoreño relata que se habría encontrado una carta de Schafick
Handal (uno de los principales referentes de la guerrilla) donde agradecía al
“querido hermano Fidel la ayuda que les estaba prestando para la toma del poder
y la aniquilación total de los enemigos del pueblo”. También se habla de una
nota por la que se informaba el envío de materiales bélicos, un acuse de recibo
del material recibido (entre los que destaca bazookas, morteros,
ametralladoras, fusiles, bombas y municiones de diversos calibres) y un “plan
de guerra detalladísimo de cómo deben realizarse las acciones subversivas,
atentados, emboscadas, ejecución de hombres de gobierno y militares, etc.”[69]
En segundo lugar, esta
conversación revela la urgencia por parte de los sectores más duros por
implementar medidas más drásticas:
Expresó que desde hace
dos días que estaba planteando a la Junta de gobierno con toda la seriedad y
crudeza [la] que gravedad del hecho imponía, de este terrorismo plan [sic], con
objeto que se tomaran las medidas de fuerza necesarias y que le dieran mano
libre para terminar de una vez por todas con estos subversivos y guerrilleros
como se había hecho en Argentina (…)[70]
Vides Casanova también revela
las disidencias al interior de la Fuerza Armada de El Salvador. Opina que “se
deben dejar de lado los descontentos o rivalidades dentro de las filas del
ejército y estar todos unidos para combatir el enemigo común que es la
subversión”. Reflejo del momento de ascenso y fortalecimiento de las posturas
más duras, agrega luego que “si el quince por ciento de los oficiales están en
desacuerdo deben irse y si alguno de los que quedan no combaten contra el
marxismo leninismo deben ser fusilados por traidores a la patria” y que “no se
puede combatir a fondo verdaderamente a la subversión cuando el arzobispo
Rivera y Damas, algunos ministros del Estado y el mismo Majano se han
interesado por algunos terroristas detenidos”.
La lectura del embajador
Bianculli sobre esta conversación también revela detalles interesantes, en
tanto da cuenta de los obstáculos que aún encuentran estas posiciones en
ascenso. El embajador observa ciertos indicios que “indicarían que los frena el
Departamento de Estado a través del embajador White” así como “el temor al qué
dirán por ser acusados de violar los derechos humanos y temor a las asambleas
OEA, ONU y CIDH (…).”
Finalmente, Bianculli revela
un detalle que hace inteligible el acercamiento de El Salvador a la Embajada
Argentina. Se trata del hecho de que, además de la injerencia política a través
del sostenimiento de miembros dentro del gobierno, EEUU retacea la ayuda
militar. Bianculli expresa que:
Es evidente que están
desesperados por recibir ayuda de países amigos, se quejan y con razón de que
no tienen helicópteros, [que] necesitan más armas, que las municiones se les
terminan, que deben poseer aviones y lanchas patrulleras, [que] les es
necesario contar con equipos de comunicaciones, etc., y que EEUU de América no
les da absolutamente ninguna ayuda militar.[71]
Y luego agrega “confían en la
nueva administración de Regan [sic] pero también dicen que la ayuda debe ser
inmediata y que si les llega dentro de algunos meses puede ser ya tarde”.[72]
El acercamiento con Argentina
se refleja en la continuidad de los pedidos e intercambios iniciados en la
etapa inmediatamente anterior. Los
cables analizados revelan que, a través de las vías diplomáticas, El Salvador
solicita créditos de monto elevado (de entre 30 y 50 millones de dólares[73]) y
Argentina continua nombrando agregados militares.[74]
La situación de Carter y sus
aliados locales se torna cada vez más frágil tras ciertas demostraciones de
fuerza de la extrema derecha que apuntan directamente a su gestión. El
asesinato de importantes funcionarios y referentes del reformismo por parte de
escuadrones de la muerte era, a esta altura, moneda corriente en El Salvador.
Lo novedoso de este período es que, tras el fortalecimiento de la derecha,
estos asesinatos incluyen aquellos señalados –explícita o implícitamente- como
interlocutores y apoyos por Carter.[75]
Finalmente, tras el asesinato de cuatro religiosas estadounidenses,[76]
Carter decidió suspender la ayuda económica y militar “hasta
tanto se esclarezca este caso y el gobierno pueda darnos una respuesta
satisfactoria sobre las violaciones de los derechos humanos que aquí ocurren”.[77] El
hecho también motivó la llegada a El Salvador de una misión norteamericana para
el esclarecimiento del crimen. Las comunicaciones de Bianculli describen
también la forma en que el principal apoyo de Carter dentro de la Junta, el
Cnel. Majano es desplazado a través de una “votación sorpresiva” de la Junta,
pese a haber sido enviada una misión especial en su apoyo. [78]
La debilidad de Carter que así
se refleja, hace que la postura de la Embajada argentina en El Salvador quede
más claramente evidenciada. Los cables revelan que se trata de un
posicionamiento cercano a la política de relaciones exteriores de Ronald
Reagan, especialmente en lo que respecta al tipo de críticas que realiza contra
Carter:
Es evidente que la
administración Carter trata hasta último momento de insistir con su equivocada
política hacia Centroamérica en la que, tomando como bandera el lema de los
derechos humanos especialmente en El Salvador, amonesta al gobierno de este
país, lo presiona y le corta toda ayuda económica y militar (esta última
insignificante) favoreciendo de este modo la expansión del marxismo leninismo
en la zona.[79]
En un cable emitido poco
después, Bianculli sostiene que, la “misión especial” estadounidense instalada
en El Salvador “ha enmascarado sus propósitos tomando como pretexto la
investigación del asesinato de las religiosas para viajar a El Salvador”[80]. El
embajador también realiza críticas a otros representantes de la política
norteamericana. Acusa al embajador norteamericano de ser “uno de los más
irresponsables e ineptos embajadores que jamás Estados Unidos ha enviado al
exterior” y de ser “eje de tormentosas controversias por su actitud reformista”
y de haber sido “acusado por asesores del presidente electo Reagan de
inclinarse hacia la izquierda”.[81] Estas
altisonantes críticas cierran así una última etapa
(noviembre de 1980 a enero de 1981) dominada por la urgencia por intensificar
la lucha contrainsurgente y la explicitación de las coincidencias político
ideológicas entre el cuerpo diplomático argentino, el republicanismo
norteamericano y los sectores a favor de una salida militarista del gobierno
salvadoreño.
A
modo de conclusión
A través de la periodización propuesta
se buscó describir la forma en que la dictadura militar argentina fue
acercándose a El Salvador -un país sobre el que ejercía nula influencia-. Esto
se da en un contexto de relativo alejamiento por parte del gobierno
norteamericano, alejamiento que fue interpretado por los militares
latinoamericanos como un abandono de la función que había asumido Estados Unidos de rector de las
cuestiones de seguridad continental, especialmente luego de finalizada la
Segunda Guerra Mundial, y que retomaría con más fuerza en la llamada Segunda
Guerra Fría. Se trata, como dijimos, de un momento en que los militares
argentinos se vuelcan a exportar su modus
operandi, habiendo superado los principales retos en la seguridad interna.
Esta actitud fue interpretada en numerosos
trabajos como un intento argentino por convertirse en “sucedáneos
calificados” de Estados Unidos en lo que respecta a “lucha contra la subversión”
en el continente americano.
Al utilizar, a diferencia de estos anteriores
trabajos, documentación emitida en el período por la Cancillería Argentina, fue
posible enfocar en el accionar de tipo oficial de la dictadura argentina y en la
lectura que –de la situación nacional y la coyuntura salvadoreña- realizó el
ala “liberal” de las Fuerzas Armadas argentinas. Esto permitió matizar el análisis de
la política de relaciones exteriores argentina en dos sentidos: las motivaciones del acercamiento y el tipo de relación que la dictadura
argentina buscaba entablar con otros gobiernos latinoamericanos, utilizando como
caso, las relaciones con El Salvador, país que se encontraba atravesando una
situación de radicalización de la oposición al statu quo.
En lo que respecta a las
motivaciones del acercamiento, se buscó mostrar que el principal motor del
estrechamiento de las relaciones -cuanto menos con El Salvador- no fue erigirse
como “sucedáneo calificado” sino lograr apoyo de la comunidad internacional a
la política represiva argentina ante el embate de organismos como CIDH.
En lo que respecta al tipo de relación que la dictadura argentina buscaba entablar con
otros gobiernos latinoamericanos, el análisis de la documentación relevada
permite sumar elementos para plantear que, más que liderar proceso alguno, las
relaciones exteriores argentinas apuntaron, en ese momento, a la búsqueda de aliados
o pares, y no subordinados. En
palabras de los propios militares, apuntaban a obtener de El Salvador
“posiciones favorables” y “gestos de amistad” para poder “trabajar unidos”. Estos
movimientos se vieron facilitados por las profundas coincidencias entre los
gobiernos argentino y salvadoreño en la crítica a la corriente que intentaba
vincular el castigo por la violación de los derechos humanos con el castigo
económico. Fue relación con las mencionadas características lo que permitió
que, finalmente, ambos países encararan una actuación coordinada y conjunta
frente a organismos internacionales ligados a los derechos humanos.
Bibliografía
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Verbitsky, H. (2006). La última batalla de la tercera guerra mundial. Buenos Aires:
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* Centro de estudios
sobre Genocidio, UNTREF.
[1] Para un análisis pormenorizado de esta
etapa, con eje en la región centroamericana véase Klare, M. y
Kornbluh, P. (1990). Contrainsurgencia, proinsurgencia y antiterrorismo. Buenos Aires: Editorial Grijalbo.
[2] Selser, G. (1988). El Documento de Santa Fe, Reagan y los
Derechos Humanos. México: Alpa Corral. Klare y Kornbluh, Contrainsurgencia,
proinsurgencia y antiterrorismo. op. cit.
[3] Bulmer-Thomas, V. (2001). “Nicaragua
desde 1930.” en Bethell, L. (ed.) Historia de América Latina. Tomo 14. América
Central desde 1930. Barcelona: Crítica.
[4] Para una periodización del caso
salvadoreño, véase Melara, L. y Sprenkels, R. (2017). “Auge y declive de la
persecución violenta en El Salvador: patrones, variaciones y actores
(1970-1991)” en Menjívar Ochoa, M y Sprenkels, R. (eds.) La revolución revisitada: Nuevas perspectivas sobre la insurrección y
la guerra en El Salvador”. San Salvador: UCA Editores.
[5] Véase el revelador análisis de
documentos del National Security Archives
de Estados Unidos realizado en Kovalskis, M. y Oberlin, M. (2019). “La
dictadura militar argentina y los Estados Unidos en El Salvador (1980): el
mecanismo del comensalismo represivo”. Ponencia
presentada en III Coloquio Internacional sobre Violencia Política en el siglo
XX. Rosario: Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de
Rosario.
[6] Diversos trabajos
describen con variada profundidad, estos aspectos. Véase por ejemplo, Armony,
A. (1999). La argentina, los Estados
Unidos y la Cruzada anticomunista en América Central, 1977-1984. Buenos
Aires: Universidad Nacional de Quilmes; Mc Sherry, P.
(2009). Los Estados depredadores: la Operación Cóndor y la guerra encubierta
en América Latina. Chile: LOM; Rostica, J. (2018). “La Confederación Anticomunista
Latinoamericana. Las conexiones civiles y militares entre Guatemala y Argentina
(1972-1980)”. Revista Desafíos, vol.
30 (p. 309 – 347). Bogotá y Verbitsky, H. (2006). La
última batalla de la tercera guerra mundial. Buenos Aires: Sudamericana.
[7] Cisneros, A. y C. Escudé (2000). Historia
general de las relaciones exteriores de la República Argentina, Tomo XIV.
Buenos Aires: Grupo Editor Latinoamericano.
[8] Archivo Histórico de la Cancillería (20.08.81) Prensa
no of - Declaración Galtieri sobre posible envío de tropas argentinas al
exterior (más numerosa de lo normal) - Solicita confirmación, Cable secreto dirigido a la Cancillería
Argentina, Cr331, p.1. Argentina:
Archivo Histórico de la Cancillería.
[9] Armony, La
argentina, los Estados Unidos y la Cruzada anticomunista en América Central,
1977-1984. op. cit.
[10] Con un amplio consenso
entre los estudios sobre las Fuerzas Armadas, la división de dicho cuerpo en
“liberales” y “nacionalistas” (términos más ampliamente aceptados) ha merecido
numerosos análisis. A los considerados textos clásicos de análisis de la
institución castrense Argentina en esta línea, como Potash, R. (1994). El Ejército y la política en la Argentina.
Bs. As: Sudamericana y Rouquié, A. (1981). Poder militar y sociedad política en Argentina. Bs. As: Emecé, se
suman otros más recientes que retomamos por su enfoque justamente en estas
divisiones internas a través de nuevas fuentes, como Canelo, P. (2008). “Las
‘dos almas’ del Proceso. Nacionalistas y liberales durante la última dictadura
militar argentina (1976-1981)”. Páginas, revista digital de la Escuela de
Historia Nº 1 (p.69-85). Rosario y Canelo, P. (2008). El proceso en su laberinto: la interna militar
de Videla a Bignone. Buenos Aires:
Prometeo Libros y a aquellos que han enfocado en particular el reparto
de poder entre diversas corrientes en el plano de las relaciones exteriores,
como Cisneros y Escudé, Historia general de las relaciones exteriores de la República Argentina.
op. cit.
[11] Cisneros
y Escudé, Historia general de las relaciones exteriores de la República
Argentina, op. cit.
[12] Para esta y otras estrategias
constitutivas de la llamada “acción psicológica” en Argentina véase Risler, J.
(2018). La acción psicológica. Dictadura,
inteligencia y gobierno de las emociones (1955-1981). Buenos Aires: Tinta
Limón.
[13] Cisneros
y Escudé, Historia general de las relaciones exteriores de la República
Argentina, op. cit . Véase CIDH
(1979). Informe sobre la situación de los
derechos humanos en Argentina. Disponible en https://www.cidh.oas.org/countryrep/Argentina80sp/introduccion.htm.
[visitado marzo 2020]
[14] Verbitsky, La última batalla de la tercera guerra mundial, op. cit y los artículos del periodista Gregorio Selser
en el Diario El Día, por ejemplo:
Selser G. (1980). “De cómo amar el fascismo: reunión de anticomunistas en
Buenos Aires” en Diario El Día. México,
9/9, p.18.
[15] Diversos trabajos abordan en detalle
las corrientes internas de las Fuerzas Armadas, véase por ejemplo, Canelo, P.
(2008). El proceso en su laberinto: la interna militar de Videla a Bignone. Buenos Aires: Prometeo Libros Editorial.
[16] Agradezco la colaboración de la Dra.
Julieta Rostica quien estuvo al frente de las gestiones para que diversos
investigadores accedamos a este fondo documental y me brindó la totalidad de
documentos que integran el trabajo de archivo del presente artículo.
[17] Para una revisión
historiográfica del abordaje de la dimensión pública y/o no necesariamente
represiva de las dictaduras, véase Gomes, G. (2018). Vivienda social en dictaduras: Actores, discursos, políticas públicas y
usos propagandísticos en las Regiones Metropolitanas de Buenos Aires
(1966-1983) y Santiago de Chile (1973-1989). Tesis de Doctora en Historia.
Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, p.11-49.
[18] Rostica, J. (2018).
“La transnacionalización de ideas: la escuela contrasubversiva de Argentina a
Guatemala”. Diálogos - Revista
Electrónica de Historia. Vol. 19, n° 2 (pp. 149-176). San José de Costa
Rica y Rostica, J. (2018). “La Confederación Anticomunista Latinoamericana. las conexiones civiles y
militares entre Guatemala y Argentina (1972-1980)”. Revista Desafíos, vol. 30 (pp. 309-347). Bogotá.
[19] Sala, L. (2018). “Enemigos, población y
guerra psicológica. Los ‘saberes contrasubversivos’ argentinos y su
(re)apropiación por los militares guatemaltecos”. Diálogos - Revista Electrónica de Historia vol. 19, n° 2 (pp.
140-169). San José de Costa Rica.
[20] Kovalskis, M. y Oberlin, M. (2019). “La dictadura militar argentina y los
Estados Unidos en El Salvador (1980): el mecanismo del comensalismo represivo”.
Ponencia presentada en III
Coloquio Internacional sobre Violencia Política en el siglo XX. Rosario: Facultad
de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario.
[21] Bohoslavsky, E. (2019). “El extraño y
breve caso del anti-imperialismo dictatorial argentino: el IV Congreso de la
Con-federación Anticomunista Latinoamericana (1980)”. Ponencia presentada en
XIII Jornadas de Sociología “Las cuestiones de la Sociología y la Sociología en
cuestión”. Buenos Aires: Facultad de Ciencias Sociales de la UBA.
[22] Se hace un recuento detallado de los
disturbios donde se menciona, por ejemplo: “destrozos y quemas causan
manifestantes de san miguel” (p.1), “Ocupan catedral metropolitana” (p.2), “6
sujetos secuestran a importante hombre de negocios”, “Terroristas asesinan a
Secretario de Juzgado” (p.3), “tanto un grupo como otro de los que se han
tomado las dos iglesias exigen lo que llaman ‘cese a la represión’” y se agrega
“Mucha gente opina que los cierres sistemáticos de las iglesias se debe a que
los grupos de izquierda quieren ir minando la fe del pueblo en los ritos
religiosos” (p.5). Archivo Histórico de la Cancillería (1979). Parte informativo sobre actividades
subversivas. Cable público dirigido a Embajada Argentina. Argentina, 20/8,
pi372. Para facilitar la lectura, a las frases textuales tomadas de los cables
oficiales se agregarán los artículos que, generalmente, se omiten en este tipo
de documentos, sin utilizar corchetes. En los casos en que las palabras
faltantes no sean totalmente evidentes, se señalará mediante el uso de
corchetes.
[23] Molinari, L. (2018). “La dictadura
argentina frente al estallido de la guerra civil salvadoreña (1977-1982):
proyección continental y ‘experiencias compartidas’”. Diálogos - Revista Electrónica de Historia vol. 19, n° 2 (pp.
232-268). San José de Costa Rica, pp.236-237.
[24] Archivo Histórico de
la Cancillería Salvadoreña (1979). Sin
título. Cable, caja 591, Carpeta 800 Asuntos Políticos n°2. El Salvador,
30/10, p.8.
[25] La primera proclama se difunde a través
de Archivo Histórico de la Cancillería Salvadoreña (1979). sin título. Caja 591, Carpeta 800 Asuntos Políticos n°2. El Salvador:
15/10, pp.9-11. La segunda proclama se difunde a través de Archivo Histórico de
la Cancillería Salvadoreña (1979). sin
título. Cable, caja 591, Carpeta 800 Asuntos Políticos n°2. El Salvador,
03/11, p.12.
[26] Archivo Histórico de
la Cancillería (1979). Opinión sobre
situación en El Salvador. Cable secreto dirigido a Embajada Argentina.
cr463.69. Argentina, 05/11, p.1.
[27] Archivo Histórico de la Cancillería
(1979). Solicita información s/situación
económica y política El Salvador y posibilidades complementación integral
c/Argentina. Cable secreto dirigido a SREI. SREI, Ce351. Argentina, 22/11,
p.1.
[28] Archivo Histórico de
la Cancillería (1979). CA 351- Informe situación
económica y probabilidades comercio y préstamo u$s 20 m. opinión s. relación c.
Cuba y Nicaragua. Cable
secreto dirigido a Embajada Argentina, Cr564-65. Argentina, 17/12, p.1.
[29] Melara, L. y
Sprenkels, R. (2017). “Auge y declive de la persecución violenta en El
Salvador: patrones, variaciones y actores (1970-1991)” en Menjívar Ochoa, M. y
Sprenkels, R. (Eds.). La revolución
revisitada: Nuevas perspectivas sobre la insurrección y la guerra en El
Salvador (pp. 79-148). San Salvador: UCA Editores, pp. 96-100.
[30] Kovalskis, M. y Oberlin, M. “La
dictadura militar argentina y los Estados Unidos en El Salvador (1980): el
mecanismo del comensalismo represivo”, op. cit, p.8.
[31] National Security Archives (1980). “Multilateralizacion of military assistance
to El Salvador” citado en Kovalskis y Oberlin, “La dictadura militar
argentina y los Estados Unidos en El Salvador (1980): el mecanismo del
comensalismo represivo”, op. cit., p.
8.
[32] Archivo Histórico de la Cancillería
(1980). Conversación con Ministro Defensa
Cnel. García s/situación política El Salvador. Entrega a éste de informe lucha
c/subversión en Argentina – Opinión. Cable secreto dirigido a Embajada
Argentina, Cr131-33. Argentina, 18/02, p.1. En el cable no se especifica el
nombre ni el lugar donde se asentaría dicho agregado militar.
[33] Ibid.
[34] Kovalskis y Oberlin,
“La dictadura militar argentina y los Estados Unidos en El Salvador (1980): el
mecanismo del comensalismo represivo”, op.
cit., p. 8.
[35] Archivo Histórico de la Cancillería
(1980). Informa s. situación política y
sublevación ala izquierda ejército. Resultado prisión sublevados. Cable
secreto dirigido a Embajada Argentina. Argentina, 22/01, p.1.
[36] Archivo Histórico de la Cancillería
(1980). Acusaciones D'Abuisson a
democristianos por contactos con izquierdistas. Cable secreto dirigido a
Embajada Argentina, Cr146. Argentina, 22/02, p.1.
[37] Melara y Sprenkels
“Auge y declive de la persecución violenta en El Salvador: patrones,
variaciones y actores (1970-1991)”, op.
cit., pp. 96-100.
[38] Por ejemplo, Tendencia
Popular, expulsada de la Democracia Cristiana forma un frente y se unen con la
Coordinadora Revolucionaria de Masas (CRM) para crear el Frente Democrático
Revolucionario (FDR) que agrupa también la Universidad Católica, la Universidad
Nacional y otras organizaciones. En ese periodo se ubica el punto máximo de
coordinación de las organizaciones político-militares. Una importante
demostración de fuerza la constituye el paro nacional de junio 1980 que
significó un 90% suspensión actividad económica durante 2 días. Gordon
Rapoport, S. (1989). Crisis política y
guerra en El Salvador. México: Editorial Siglo XXI, p.308.
[39] Archivo Histórico de
la Cancillería (1980). CA 232- Opinión s/futura
situación El Salvador. Cable secreto dirigido a Embajada Argentina, cr233.
Argentina, 25/03, p.1.
[40] En un cable remitido el 21 de abril de
1980 se menciona las gestiones alrededor de un acuerdo por U$S 600.000 que el
gobierno de estados Unidos otorga a El Salvador “en concepto de crédito”. Se
trata de la primera mención sobre ayuda financiera después de afirmar que hubo
acercamiento con el país norteamericano. Archivo Histórico de la Cancillería
Salvadoreña (1980). sin título. Nota
del Ministerio de Defensa y Seguridad Pública de El Salvador al Ministerio de
Relaciones Exteriores de El Salvador, Caja 624, Carpeta A-820.824.8, Asuntos
militares. El Salvador, 21/04, p.1. Un cable enviado dos días después anuncia
que “se firmó en nombre del GOES [Gobierno de El Salvador] una enmienda de
extensión por tres años más del convenio de asistencia militar Estados
Unidos-El Salvador”. Archivo Histórico de la Cancillería Salvadoreña (1980). sin título. Nota del Ministerio de
Defensa y Seguridad Pública de El Salvador al Ministerio de Relaciones
Exteriores de El Salvador, Caja 624, Carpeta A-820.824.8 Asuntos militares. El
Salvador, 21/04, p.1. Otra nota da cuenta del inicio de las gestiones para la
firma de un “convenio financiero y ventas militares al extranjero en el año
fiscal 1980” destinado a El Salvador por U$S 5,7 millones. Archivo Histórico de
la Cancillería Salvadoreña (1980) sin
título. Nota del Subsecretario de Relaciones Exteriores de El Salvador.
Caja 624, Carpeta A-820.824.8 Asuntos militares. El Salvador, 07/05, p.1. En
nota del 14 de abril, el Ministerio de Defensa de El Salvador informa sobre la
aceptación de dicho convenio consistente en U$S 5, 7 millones. Es mencionado
como parte del “programa de asistencia militar”. Se trata de la ayuda brindada
por Carter a la Junta progresista en el gobierno. Archivo Histórico de la
Cancillería Salvadoreña (1980). Asunto:
Comunicando se acepta ayuda militar. Caja 624, Carpeta A-820.824.8 Asuntos
militares. El Salvador, 14/05, p.17. Finalmente, cuatro meses después, puede
observarse en un cable un nuevo crédito por U$S 10 millones que el embajador
norteamericano en El Salvador, Robert White consigue redestinar ya que
originalmente iba a ser enviado a Bolivia. El objetivo declarado del mismo es
el fortalecimiento de la reforma agraria que se intentó llevar adelante.
Archivo Histórico de la Cancillería (1980). Crédito
de EEUU de 10 millones. Cable secreto dirigido a la Cancillería Argentina,
Cr781. Argentina, 13/09, p.1.
[41] El País (1980). “Frustrado golpe de Estado en El
Salvador”. Disponible en: http://elpais.com/diario/1980/05/03/internacional/326152803_850215.html [visitado
23/7/2019].
[42] Archivo Histórico de
la Cancillería (1980). CA 340 - Opiniones Sec. Gral.
democristiano Rey Prendes s/situación D’Abuisson y sit. gral. Salvador. Cable público dirigido
a Embajada Argentina, Cr342. Argentina, 12/05, p.1.
[43] Melara y Sprenkels, “Auge y declive de
la persecución violenta en El Salvador: patrones, variaciones y actores
(1970-1991)”, op cit., pp.99-100.
[44] Archivo Histórico de la Cancillería
(1980). Mtro.
de Defensa entrega nómina oficiales seleccionados a realizar cursos otorgados. Cable secreto dirigido a Embajada
Argentina, cr844/48. Argentina,
09/10, p.1.
[45] Ibid.
[46] Archivo Histórico de la Cancillería (1980). Entrevista c/Canciller Chávez Mena evaluación situación El Salvador.
Relaciones bilaterales. Cable
secreto dirigido a Embajada Argentina, Cr453-62. Argentina, 15/06, p.1.
[47] Archivo Histórico de la Cancillería
Salvadoreña (1980). Sin título. Nota
del Ministerio de Relaciones Exteriores. Caja 602, Carpeta A-030 Visitas de El
Salvador a otros países. El Salvador, 06/06.
[48] Archivo Histórico de la Cancillería
(1980). Informa resolución Junta Rev.
Gob. viajes misiones p/informar sobre realidad p/contrarrestar información
subversivos. Cable secreto dirigido a Embajada Argentina, Cr432-33.
Argentina, 10/06, p.1.
[49] Archivo Histórico de la Cancillería
(1980). Informa reunión con miembros
Junta Gob. Cnel. Abdul Gutiérrez. Intenciones envío misión militar a Argentina
p/informarse lucha antisubversiva. Cable secreto dirigido a Embajada
Argentina, Cr482-58. Argentina, 19.06, p.1.
[50] Archivo Histórico de la Cancillería
(1980). Interés canciller y Mtro. de
Defensa s/ posibilidad de cursos en inteligencia y lucha antisubversiva-
Delegación militar a la Argentina (posible WACL). Cable secreto dirigido a
Embajada Argentina, 631. Argentina, 18/07, p.1.
[51] Ibid.
[52] Archivo Histórico de la Cancillería (1980). Mtro.
de Defensa entrega nomina oficiales seleccionados a realizar cursos otorgados. Cable
secreto dirigido a Embajada Argentina, cr844/48.
Argentina, 09/10, p.1. Estos
cursos tienen una fecha de inicio del 13 de ese mes.
[53] Archivo Histórico de la Cancillería
(1980). Conversación con Director
Política Ext. Lobo Castelar. comentarios sobre situación Nicaragua.
Observaciones sobre respuesta CIDH, DDHH, ayuda alimentaria. Cable secreto
dirigido a Embajada Argentina, Cr492-95. Argentina, 19/06, p.1 y Archivo
Histórico de la Cancillería (1980). Donación
5000 TN de trigo. Cable público dirigido a SREI, Ce164. Argentina, 08/07,
p.1.
[54]Archivo Histórico de la Cancillería (1980). CA 164- Informa al Cller. Chávez Mena. Cable dirigido a la Cancillería, ca164. Argentina, 17.07, p.1.
[55] Archivo Histórico de la Cancillería (1980). Entrevista con Subsecretario de Economía s. firma de
convenio. Cable secreto
dirigido a la Cancillería, cr832.33. Argentina,
03.10, p.1.
[56] Archivo Histórico de la Cancillería
(1980). Envío libro sobre guerra
subversiva en Argentina. Cable secreto dirigido a DGPYD, Ce163. Argentina,
08.07, p.1.
[57] Archivo Histórico de la Cancillería (1980). Crease
agremil. en Embajada Argentina en Guatemala a.p 1980. Cable secreto
dirigido a SUALA, Ce73. Argentina, 19/02, p.1.
[58] Archivo Histórico de la Cancillería
Salvadoreña (1980) Sin título. Nota del Ministerio de
Defensa y Seguridad Pública de El Salvador al Ministerio de Relaciones
Exteriores argentino, Carpeta A-701 Cuerpo diplomático extranjero. El Salvador,
27.05, p.1.
[59] Archivo Histórico de la Cancillería (1980). Opinión
Bianculli sobre presentación a Junta Gob. Com. Yocca y Cnel. Ehlert. Cable
secreto dirigido a la Cancillería, cr446. Argentina,
12.06, p.1.
[60] Archivo Histórico de la Cancillería
(1980). CA 610- Solic. acreditación como
agremil. adj. ante cancillería local. Cable secreto dirigido a la
Cancillería, Cr611. Argentina, 08.07, p.1.
[61] Archivo Histórico de la Cancillería
Salvadoreña (1980). Sin título. Nota de Ministerio de
Relaciones Exteriores CAJA 619. El Salvador, 17/11, p.1.
[62] Mc Sherry, P. (2009). Los Estados depredadores: la Operación Cóndor y
la guerra encubierta en América Latina. Chile: LOM, p. 269-308.
[63] Archivo Histórico de la Cancillería
(1980). Conversación con Director
Política Ext. Lobo Castelar. comentarios sobre situación Nicaragua.
Observaciones sobre respuesta CIDH, DDHH, ayuda alimentaria. Cable secreto
dirigido a Embajada Argentina, Cr492-95. Argentina, 19.06, p.1.
[64] Archivo Histórico de la Cancillería
(1980). CA 632- Conversación s/ informe
CIDH s/ Argentina. Cable secreto dirigido a Embajada Argentina, cr633/4.
Argentina, 17/07, p.1.
[65] Archivo Histórico de la Cancillería (1980). Intento de evitar que informe de CIDH s/ Argentina sea tratada en Asamblea
Gral. OEA. Cable
secreto dirigido a DGPEX, Ce233-34. Argentina,
01/09, p.1.
[66] Archivo Histórico de la Cancillería (1980). Mtro. de Defensa entrega nómina oficiales seleccionados a realizar cursos otorgados.
Cable secreto dirigido
a Embajada Argentina, cr844/48. Argentina,
09/10, p.1.
[67] Gordon Rapoport, Crisis política y guerra en El Salvador, op. cit., p. 314.
[68] Archivo Histórico de la Cancillería (1980). Informe
situación en El Salvador - Bianculli repudia política DDHH de Carter. Cable
secreto dirigido a la Cancillería, Cr948-54.
Argentina, 10.12,
p.1.
[69] Archivo Histórico de la Cancillería
(1980). Entrevista con Vides Casanova
entrega libro ‘Terrorismo en la Argentina’- Lucha antisubversiva a la manera
argentina. Cable secreto dirigido a la Cancillería Argentina, Cr912-17.
Argentina, 17.11, p.1.
[70] Ibid.
[71] Archivo Histórico de la Cancillería (1980). Informe
situación en El Salvador - Bianculli repudia política DDHH de Carter. Cable
secreto dirigido a la Cancillería, Cr948-54.
Argentina, 10.12,
p.1.
[72] Ibid.
[73] Archivo Histórico de la Cancillería
(1980). Solicitud préstamo de 30 a 50
millones de dólares. Cable secreto dirigido a la Cancillería, Cr897.
Argentina, 12/11, p.1.
[74] Archivo Histórico de la Cancillería
Salvadoreña (1980). Sin título. Nota
de Ministerio de Relaciones Exteriores de El Salvador dirigida a la Embajada
Argentina, Caja 619, Carpeta A-701 Cuerpo diplomático extranjero. Generalidad.
El Salvador, 17/11, p.1.
[75] El embajador norteamericano en El
Salvador, White, había señalado a Álvarez Córdova como el interlocutor
recomendado por la Casa Blanca para entablar un diálogo con el gobierno. Este
fue asesinado por los escuadrones en noviembre junto con otros altos dirigentes
del Frente Democrático Revolucionario (FDR). Archivo Histórico de la
Cancillería (1980). Informe. Situación en
El Salvador- Bianculli repudia política DDHH de Carter. Cable secreto
dirigido a la Cancillería, Cr948-54. Argentina, 10/12, p.1. En subsiguientes
cables se describe asimismo que el Cnel. Majano había sufrido un atentado a
principios de noviembre y que el día del asesinato de los dirigentes del FDR
debió volar a Estados Unidos “por temor a perder su vida y (…) para solicitar
ayuda”. Archivo Histórico de la Cancillería (1980). Informe. Situación en El Salvador- Bianculli repudia política DDHH de
Carter, op. cit., p.1.
[76] Comisión Interamericana de Derechos
Humanos (1983), “Resolución no.17/83, caso 7575, El Salvador”, Disponible en https://www.cidh.oas.org/annualrep/82.83sp/ElSalvador7575.htm [visitado julio
de 2019].
[77] Archivo Histórico de
la Cancillería (1980). Suspensión ayuda de EEUU por
asesinato 4 religiosas de EEUU. Cable público dirigido a la Cancillería, cr941.
Argentina, 08/12, p.1.
[78] Archivo Histórico de la Cancillería
(1980), Informe. Situación en El
Salvador- Bianculli repudia política DDHH de Carter, op. cit., p.1.
[79] Archivo Histórico de la Cancillería
(1980). Entrevista con Vides Casanova
entrega libro ‘Terrorismo en la Argentina’- lucha antisubversiva a la manera
argentina. Cable secreto dirigido a la Cancillería, Cr912-17. Argentina,
17/11, p.1.
[80] Archivo Histórico de la Cancillería
(1980). Informe. Situación en El Salvador
- Bianculli repudia política DDHH de Carter, op. cit., p.1.
[81] Archivo Histórico de la Cancillería
(1980). Prensa no of- Críticas Senador
Helms a Embajador White. Cable público dirigido a la Cancillería, cr965.
Argentina, 14/12, p.1.